Ha pasado ya una semana desde el incidente con esa mujer quita novios. Ese día mismo volvieron a Suecia y no tuvo tiempo de hablar con mi hombre, mejor. Sé que deben volver dentro de poco, pero no voy a dejar que se acerque a Erik y menos ahora que sé las intenciones que tiene con él.
Hoy es domingo y hemos quedado en ir a casa de Erik todos a cenar. Alba que sigue liada con Chris, Carol que parece tener algún rocecillo con Lukas, Emil y Erik. Todos. Me visto con unos leggins negros con dos rayas a cada lado externo de las piernas de color rojo y blanco, un sujetador deportivo y encima una sudadera de capucha de color negro con el logo de Nirvana en el centro.
Cojo el bolso, meto el libro que me prestó Erik hace unos días para devolvérselo y salgo de casa. Subo a mi coche y conduzco hasta el apartamento de Erik que no está muy lejos de aquí. Aparco enfrente del edificio y bajo del coche. Cierro la puerta y cuando estoy por entrar en el edificio, me quedo quieta al ver quién sale. Wilma sale del edificio mientras me mira con una sonrisa y limpia los bordes de sus labios con el pintalabios rojo corrido.
Mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas y voy a paso rápido y furioso hasta el edificio. Subo las escaleras rápidamente, notando como el corazón martillea igual de furioso que yo bajo mi piel. Llamo al timbre cuatro veces y me abre Emil. Cuando me ve la cara, maldice por lo bajo. Lo empujo hacia un lado escuchando como me llama. Lo primero que veo la cruzar el recibidor es a Erik limpiándose los labios con un pañuelo. Sus dos hermanos gemelos están sentados en el sofá y cuando me ven se levantan rápido.
-¿Tú también? -murmuro temblorosa hacia Erik. Él deja el papel de golpe y me mira. Meto la mano en mi bolso y saco el libro.
-No, no, no, Dede. No he... -no lo dejo terminar porque dejo el libro con fuerza encima de la mesa haciéndola sonar bastante fuerte, pues el libro es de tapa dura.
-Una semana. Una maldita semana has tardado. -espeto mirándolo con rabia, mientras las lágrimas bajan por mis mejillas.
-Dede, Erik no... -dice Emil pero yo, para detenerlo, cojo una piedrecita del dentro de mesa y se la lanzo a la frente. -Auch.
-Cállate, imbécil.
-Pero si yo no eh... -le lanzo otra piedrecita y él se calla. Agarro mi bolso y me dispongo a volver a mi casa. Entre aquí con novio y me voy sin él, perfecto.
-Dede, maldita sea, esc...
-¡Que me da igual, todos sois iguales! -exclamo abriendo la puerta de su casa. La cierro con fuerza y bajo corriendo las escaleras.
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El día siguiente por la mañana, me maquillo un poco más de la cuenta para ocultar mi aspecto. Me visto con una falda de tubo de color lavanda, una blusa blanca, mis tacones blancos y mi chaqueta gris. Una bufanda para ocultar mi cuello del frío, mi bolso y salgo de casa.
He dormido como la mierda. Simplemente no he dormido. Erik estuvo llamando durante dos horas y como vio que no se lo cogía, vino a casa y llamó al timbre hasta las 2 de la mañana que se cansó y se fue. Me ha dolido más su traición que la de Pablo, joder, lo juro. He estado toda la maldita noche replanteándome las cosas. ¿Por qué me dolió la traición de Pablo? Porque lo quería. ¿Por qué me ha dolido la traición de Erik?...
Porque lo quiero.
Genial.
Genialoso.
Fantástico.
Cuando llego a la editorial, aparco dónde siempre y veo que el coche de Erik está ya aparcado en su plaza. Subo hasta los despachos de dirección y voy decidida a mi despacho. Dejo el bolso y cojo el contrato que hemos hecho con la empresa de logística de Wilma. Sé que necesitan este contrato para que su empresa no quiebre, pero me la suda si se hunde, eso quiero. Perra imbécil.
Voy hasta el despacho que les ha asignado mi madre temporalmente y entro sin tocar la puerta. Allí están los dos hermanos enfrente del ordenador, mirando algo. Cuando me ven, ella sonríe con superioridad y su hermano me mira interrogante. Me acerco furiosa a la mesa y bajo la pantalla de su portátil.
-¿Pasó algo, Diana? -pregunta August.
Levanto el contrato y se lo enseño.
-No soy de mezclar lo personal con lo profesional, pero esta vez voy a hacerlo. -espeto. Miro a Wilma. -A ver como les dices a tus padres que por tu maldita culpa, vuestra empresa va a quebrar.
-Ey, ey, ey. -dice August, levantándose. -Ya hemos firmado, no...
-Me da igual que se haya firmado, ahora mismo puedo romperlo. -le digo, mirándolo. Ahora vuelvo la vista a su hermana. -Te has metido con la persona equivocada, bonita. Vuelve a ponerle un puto dedo encima de Erik, y juro por mi padre que te voy a arrancar los pelos uno a uno. Ahora, si me hacéis el favor, os vais de mi empresa ahora mismo antes de que os mande a seguridad para que os eche.
-Maldita sea, Wilma. ¿Qué has hecho? -espeta August enfadado. Ella no responde. -Espera, Diana. Hablémoslo, por favor. Nos hace falta el contrato o nos iremos a la quiebra. De verdad, no estaría suplicándote una cosa así a no ser que de verdad nos hiciera falta.
Yo lo miro fijamente y puedo ver la desesperación en sus ojos.
-Voy a mantener el contrato con una condición. -digo.
-La que sea.
-Esta tiene la entrada vetada a la editorial, cada vez que tengáis que venir, vendrás tú solo. Si vuelvo a verla cerca de Erik, rompo el contrato, así de fácil.
-Hecho, trato hecho. -dice él rápido.
Yo asiento con la cabeza y miro a Wilma que me mira algo preocupada. Si, tiene razones para estarlo. Voy hasta la puerta y antes de irme vuelvo a mirarla.
-Perra. -espeto.
Cierro la puerta y me voy no muy satisfecha a mi despacho.
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Cuando son las 9 de la noche, sigo en mi despacho revisando el libro de Santiago, el escritor novato que vino hace unas semanas. El libro está terminado pero mi madre me ha mandado a revisarlo antes de sacarlo a las librerías. Podría llevármelo a casa pero no quiero hacerlo, él vendría a por mí seguro.
Lo he evitado todo el día y no quiero verle la cara. He estado pensando en muchos de los libros que he leído. "La ex reaparece, lo besa y la actual novia lo ve. Pero él no tiene culpa, él no le ha seguido el beso". He pensado que a lo mejor es eso lo que ha pasado y que no la ha besado. Pero sigo enfadada con él, aunque posiblemente no haya tenido la culpa. Hasta que no sepa nada seguro, no estoy dispuesta a bajar los humos.
Sigo leyendo el libro hasta que llegan las diez y lo termino. Busco los Post-it en mi cajón y cojo uno verde. Lo pego en la portada y pongo mi nombre en él, conforme lo he revisado y está correcto. Suspiro sin querer irme, pero me obligo a sacar mi culo de la empresa.
Subo a mi coche y voy hasta mi casa. Al llegar, subo a mi piso y al encender las luces, veo un hombre sentado en mi sofá. Doy un grito asustada y pego mi espalda a la puerta. Al reconocer el idiota de Erik, suspiro de alivio y pongo una mano en mi pecho.
-¿Se puede saber qué cojones haces en mi casa? -pregunto dejando mi bolso en el mueble de la entrada.
Paso de él y voy hasta mi dormitorio. Me desnudo completamente y me pongo un pijama de invierno, hoy si hace frío de verdad. Se nota que en dos semanas en Navidad. Una vez lista, me hago un moño alto mientras salgo hacia el salón para comprobar si Erik está aún allí. Y si. Si está.
-Siéntate y déjame explicarte. -murmura. Yo me quedo de pie con los brazos en jarra. -Por favor.
-No voy a sentarme. Habla antes de que te eche a patadas de mi casa.
-¿Dónde estabas ahora?
-No estás en tu derecho a preguntar, no somos nada. -digo sentándome en la mesita de noche. Él me mira dolido.
-¿Estabas con Pablo? -murmura. Yo lo miro con ceño fruncido.
-Estaba en la editorial. Sabía que te encontraría por aquí y no quería venir aún. -respondo. Él suspira.
-Me he encontrado a Pablo y me dijo que le habías pedido quedarte en su casa unos días cuando le he dicho que nos habíamos peleado y que no sabía dónde estabas.
-¿Y te fías de ese inútil? Te creía más inteligente, pero veo que no. Primero te lías con la perra de tu ex y luego te crees al mío. Vamos bien. -digo irónica.
Él suspira y echa la cabeza hacia atrás, peinando su pelo con los dedos.
-No me he liado con Wilma, por Dios. Los chicos pueden decírtelo, estuvieron delante. Ella vino, me dijo pura palabrería y cuando le iba a cerrar la puerta, me besó. Me la quité de encima y se fue enfadada.
-Si, pues yo la vi muy sonriente. -le digo enfadada.
-Dede. -susurra exasperado, tirando de su pelo. -Sería incapaz de engañarte. Mírame. -murmura. Yo hago lo que me dice y lo miro a los ojos. -No te he engañado. Nunca me he arrastrado por ninguna mujer como estoy haciendo contigo, Dede. Y eso es porque te quiero, de verdad que lo hago. Me estás calando hondo. Jag blir kär i dig, Diana.
*Me estoy enamorando de ti, Diana.*
Lo miro con los ojos muy abiertos, algo sorprendida por su confesión pero feliz a la vez por no ser la única que tiene ese pensamiento. Sin esperarme más, me abalanzo encima de él y lo beso ferozmente.
Lo necesito.
-Yo también te quiero, Erik. -susurro antes de volver a besarlo.