CRISTAL
─Nena iré por café ¿sí?─ oí decir a mi novio mientras se levantaba de la silla, asentí lentamente con la cabeza.
Nos encontrábamos en la fría funeraria, si, todos estábamos aquí, mis padres saludaron a los chicos y se los presentó Luis, dieron sus condolencias y se sentaron a mi lado. Mis tíos se encargaron del protocolo de papelerías que se hace en casos de fallecimiento, mi madre no podía lidiar con eso
Es todo un sucio negocio por lo que les escuché hablar.
Plata y más plata.
Hemos estado sentados durante horas junto a un cajón con los restos de mi abuela, aunque todos sabemos que ella ya no está, ni aquí, ni en ese cajón, su alma, su esencia, se fue.
Nos dejó.
Me dejó.
Ni siquiera podía acercarme al cajón, no quería ver su cuerpo pálido, tocar sus manos frías, prefiero guardar en mi mente la imagen de ella sonriendo. Sí, eso es lo que quiero hacer, mi hermano, por su parte, no se había alejado ni un segundo del cadáver, porque sí, al fin y al cabo eso es.
Odiaba estar ahí.
Sin embargo el velatorio es una costumbre tradicional, y abue creía en él. Una vez hablando sobre las personas que se van me dijo que el velatorio es una forma de despedida, un momento de reflexión y aceptación de que el ser amado ya no está.
Pero no me dijo que dolería.
Jamás imaginé que algo me dolería tanto.
También me dijo que cuando se sueña con el ser que se fue hay que llevarle flores al cementerio, porque esa persona está reclamando que la recuerden.
Abue creía en muchas cosas.
Observé el reloj colgado de la deprimente pared color gris, marcaba las ocho de la mañana. La aguja se movía lento, el día era interminable.
Horrible.
Quedaban cuatro horas, sólo cuatro horas y era el fin.
Mis ojos estaban doloridos tanto llorar. Mi mente no paraba de recordar como flashbacks de momentos vividos con abue, cumpleaños, cenas, medias tardes, noches de novelas, ella junto a la estufa tejiendo mi chaleco rosado preferido...mierda. Era una puta pesadilla.
Inútiles doctores.
Sentía las lágrimas de nuevo salir por mis ojos.
Era una pesadilla...no podía ser real.
Había muchísima gente en el lugar, todos con flores hermosas, observé a personas tristes, no los conozco, unos llorando, tampoco los conozco y había otros contando anécdotas de momentos vividos junto a mi abuela, sonriendo amargamente, me hubiese gustado conocerlos. Todos amaban a mi abue, era imposible no hacerlo.
El día pasó lento, muy lento, demasiado. Los chicos no nos dejaron solos ni un minuto. Son buenos amigos después de todo.
Obviamente Ash tampoco se fue, hasta dormimos sentadas y abrazadas. Es una de las personas que comparte mi dolor.
Es muy shockeante darte cuenta que en un instante todo puede cambiar, la vida y la muerte ocurren sin siquiera imaginarlo. Solo pasa. No alcanzas a asumirlo. Gente buena muriendo porque si... Y tanta otra gente de mierda respirando sin problema. Injusto, eso es lo que es, es injusto que ella se fuera.
Sí Dios, eres injusto.
Al mediodía llevaríamos a mi abuela al cementerio de la ciudad. No quería que llegase ese momento. Ese sí que sería el adiós definitivo. Nunca más la vería.
Miré el maldito reloj por vez número cien aproximadamente, marcaba las once, mi estómago rugía, lo cuál alertó a mis amigos.
─ Nena te traeré un té y galletas...─ me informó Ash dándome un suave beso en mi mejilla, yo ya no tenía fuerzas ni para protestar.
Mi cuerpo exigía alimento, pero no lo deseaba, no quería nada, sólo quería irme a mi casa, estar en mi cama. Sólo quería mi cama.
─Reina, ya pronto acabará, tranquila...─ es Gaby quién me habló ésta vez, secó de mi mejilla una lágrima con sus dedos, ni noté que lloraba, las malditas lágrimas salían solas. Sólo logré asentir con la cabeza en un gesto demasiado forzado.
Me alejé, sin motivo alguno, de los chicos, me estaba ahogando la situación, el lugar, la gente. Corrí al baño, lo cuál ayudó a que nadie me siga. No pude evitarlo, el té y las galletas me causaban culpa, repulsión, tuve que hacerlo, vomité todo. Me hizo bien, no quería comer. Salí del baño en busca de algún sitio donde estar sola.
Me senté en una mini-cocina del lugar, era triste y fría como toda la funeraria.
Cerré mis ojos e incliné la cabeza hacia atrás, estuve así unos largos minutos, sólo respirando pesadamente, tratando de aguantar. Debía ser fuerte, por mamá, por Dan, por todos, no podía derrumbarme.
Era una mierda que cuando todo en mi vida marchaba bien, jodidamente bien, pasa algo así y todo se va al carajo, todo vuelve a estar mal.
Vuelven los putos fantasmas.
Escuché a alguien abrir la puerta del lugar donde me refugie, maldije por dentro, para ser un lugar funerario las puertas eran muy ruidosas, al abrir mis ojos vi a Luis arrodillarse frente a mí, su rostro era de tristeza absoluta.
─Por fin te encontré...─ tomó mis manos entre las suyas y acarició mis dedos─ Me asusté...─no sabía que decirle, ni siquiera con él quería estar─ Nena, te amo lo sabes...está bien que quieras alejarte, irte, no hablar con nadie.─ su rostro me causaba angustia, sé que me quería ayudar, y no sabía cómo hacerlo─ Incluso si decides romper todo,yo lo entendería, quizás hasta te ayudaría─ dijo con una leve sonrisa lo cuál en otras circunstancias me hubiese hecho gracia─ Pero sólo quiero que sepas que pase lo que pase, cuando sea, voy a estar contigo, siempre contigo... Entiendo que esto te duele, que te mata─ dijo lo último casi como un susurro─ Pero no te aísles de mí...no de mí amor, por favor─ besó mis nudillos casi en forma de súplica.
Me mantuve en silencio.
Trataba de ayudarme, lo agradezco, pero nadie puede hacerlo, estaba rota, aún más que cuando empecé con mis trastornos alimenticios por mi tormentosa relación con Alex lo cuál me llevo a hacerme daño, esa vez abue me salvo, me llevó a tiempo al hospital, me sacó adelante, no le dijo nunca a nadie, ni siquiera a mis padres, a ellos les inventó un cuento.
La necesito.
No podia seguir sin ella. Es la única que conocía mi verdad.
Empecé a llorar de forma descontrolada, Luis me miraba desconcertado.
Lloraba porque abue ya no estaba, lloraba porque mi familia se rompió para siempre y lloraba porque los recuerdos de esa fría noche me invadían, recordaba la pelea con Alex, el trayecto corriendo a casa de mi abuela, y el líquido caliente saliendo de mi muñeca por el corte que yo misma me provoqué con una navaja, Alex y sus palabras tan hirientes las culpables de esa acción.
Luis me sujetó con fuerza contra su pecho, caí junto a él en el suelo. Solo necesitaba llorar hasta que duela, sacarlo todo, era la única forma de soportar toda la mierda que se avecinaba.
Él lloraba conmigo, le dolía verme tan rota, le dolía que abue nos dejó.
Y en ese momento sabía que Harris sí estaría siempre conmigo.
Solo espero que eso sea suficiente para ahuyentar mis fantasmas.
Sin abue no sabia cómo soportaría vivir conmigo misma, con mi pasado, con mis problemas...no tendría a donde correr cuando mis fantasmas me estén atormentando.
Debería contarle toda mi verdad a mi novio. No soy la chica buena aplicada y sin problemas. Estoy tan jodida como él.
No sé si podrá salvarme.
Es un capítulo que no avanza mucho, perooo....
¿Qué imaginan del pasado de Cristal?
Gracias por leer.
Hasta el próximo capítulo.
Voten la historia por favor :)
C.