¡Bellas flores!
En el próximo capítulo tendremos acción
(Pensaba que sería en este... pero me lié, lié, lié y nop hahaha)
Resultaba bastante extraño ver a Bohdan conducir el vehículo, tal vez por la simple y llana razón de que nunca hasta ahora lo había hecho mientras había viajado junto a él, siempre eran "otros" quienes lo hacían, por lo tanto, de algún modo verlo conducir con su semblante serio manteniendo la vista al frente concentrado por alguna razón me ponía el vello de punta.
«Este hombre es pura masculinidad en esencia» medité. ¿No podrían venderlo en frascos?
Creo que, si lo pienso bien me puedo pasar el día entero mirándole mientras se me cae la babilla que no me canso.
—Celeste, ¿Me llevaste tu anoche a mi habitación? —escuché de pronto que mencionó Margarita, quien viajaba en el asiento de atrás porque yo iba en el del copiloto.
Ahora que la joven sabía que su padre estaba fuera de peligro, estaba mucho más tranquila.
—Emmm —respondí balbuceando intentando buscar la ayuda de Bohdan.
—No enana —contestó Bohdan y observé un deje de sonrisa en su rostro—. Fui yo, ¿Por qué lo quieres saber?
—¡Ey!, ¡Que no soy ninguna enana! —exclamó Margarita, aunque en su tono de voz más que reproche parecía haber diversión, incluso le propinó un manotazo desde atrás en el hombro a Bohdan—. Solo quería saber... bueno, no sabía si a Celeste le había molestado que me quedara dormida —confesó algo tímida.
—¡Oh!, ¡Por supuesto que no me molestó! —exclamé volviéndome hacia atrás—. De hecho, iba a dejarte dormir allí conmigo si no fuera porque tu hermano regresó de madrugada.
—Te llevé a tu habitación porque Celeste y yo necesitábamos estar juntos —afirmó Bohdan y en ese momento enrojecí por completo y me volví de nuevo al frente para que Margarita no me viera de todos los colores—. De hecho, van a trasladar sus cosas para instalarse en mi habitación hoy mismo.
—¿Celeste va a dormir en tu habitación? —exclamó Margarita atónita—. ¿Contigo?
—Si —asintió—. Aunque primero debo hacer una cosa antes para que no me envíe a dormir a las mazmorras —confesó y en ese momento le miré, tenía una sonrisa divertida en el rostro.
«Me quiero morir. ¡Cómo me hace esto!»
—¡Eso quiero verlo yo! —exclamó riéndose a carcajadas Margarita—. Aunque primero tendrás que sobrevivir al fuego de madre cuando se entere.
—No sabía que era un dragón... y pensar que todos creíamos que se habían extinguido... —dije en un tono de ironía sin añadir que yo directamente la denominaba "bruja piruja".
Para mi sorpresa Margarita comenzó a reírse como una loca y Bohdan no podía evitar hacerlo también.
«Bueno... al menos se ríen, veremos tu a ver cuánto dura cuando la serpiente escupa su veneno al enterarse de que su hijo me ha metido "formalmente" en su cama» Pero ¡Qué mal suena eso!
La habitación en la que se encontraba el rey Maximiliano era especial, para empezar porque era un área privada del hospital y porque en la habitación se podían jugar a las carreras de caballos, hasta tenía una habitación con cama para la persona que quisiera quedar a acompañarlo y que para mi sorpresa, supe que había utilizado la reina Margoret.
—¡Papá! —exclamó Margarita en cuanto entramos corriendo hacia la camilla en la que se encontraba.
Visualicé a la reina de pie hablando por teléfono mientras miraba a través de los grandes ventanales. Se giró al escuchar a su hija y después nos observó llegar a nosotros, por lo que se apartó para no molestar o conociéndola, para no ser molestada.
—¡Pequeña!, ¡Me vas a aplastar! —escuché decir a Maximiliano riéndose y supuse que el abrazo de Margarita comenzó a ser más liviano.
—¡Tenía mucho miedo! —confesó casi en un susurro Margarita mientras apoyaba la cabeza sobre su pecho y vi como aquel hombre le acariciaba el cabello.
Al verle de cerca, me tranquilizo que tuviera buen aspecto. Sabía por Bohdan que estaba estable, pero suponía que hasta que no le viera con mis propios ojos, la tranquilidad no apaciguaría esa pequeña preocupación.
—Lo sé —contestó mientras le daba un beso en la frente a su hija—, pero afortunadamente para nosotros, esta muchachita de aquí se encontraba allí —añadió mirándome entonces a mí y yo me quedé algo lívida.
Sentí como en ese momento Bohdan me rodeaba de la cintura y eso me devolvió en parte a la realidad.
—Bueno... yo... —balbuceé—. Solo hice lo que cualquier persona haría en mi lugar.
—Se lo agradezco señorita Abrantes —admitió amablemente con un semblante que me hizo transmitir ternura.
—No debe agradecérmelo majestad, solo me alegro de que se encuentre bien y que mi intervención fuera útil.
—Mucho más que útil —admitió Bohdan atrayéndome hacia él.
—En cualquier caso joven, le debo mi gratitud y por lo tanto si puedo hacer algo por usted, no dude en solicitarlo —confesó el rey Masimiliano mirándome fijamente hasta el punto de sentir cierta satisfacción por considerarme algo más que una intrusa.
—¡Ah!, ¡Ya estoy! —exclamó la reina Margoret entrando de nuevo en aquella habitación ahora sin el teléfono en la oreja—. Margarita, ¡Deja a tu padre respirar! —exclamó airada.
—Estoy bien, Margoret —refunfuñó el padre de Bohdan rodando los ojos.
—¡Casi te mueres! —gritó.
—Pero no morí como puedes ver —admitió con un deje de diversión—. Y le puedes dar las gracias a ella —añadió señalándome.
—Si, bueno... —comenzó a decir la bruja mirando hacia otro lado.
«Si me dice algo bueno, creo que definitivamente estaré en un sueño»
—Supongo que...
—¡Tío Maximiliano! —gritó alguien a lo lejos.
«¡No puede ser! Para una triste vez que la serpiente no va a escupirme su veneno.... Tiene que aparecer ella, ¡ella!, ¡ELLA!»
—¡Hola palillo "refinado" con tetas! —bufé en español casi en un susurro para que no me oyeran
No sé si era porque me caía mal —con toda probabilidad fuera eso—, pero su "fingimiento" porque me resultaba fingido completamente de preocupación hacia el estado de salud del rey, era palpable. Para mi maldita suerte, se nos acopló a la vuelta y con todo el descaro del mundo, fingió que debía ir delante en el asiento del copiloto porque de lo contrario se marearía.
«Claro rubia pacotilla, y tú crees que yo nací ayer y me di un golpe en la cabeza para ser igual de lerda que tú»
Pero me tuve que morder la lengua e ir atrás junto a Margarita.
Cuando llegamos a palacio, hice ademán de bajarme, pero para mi sorpresa Bohdan se adelantó y me abrió la puerta ya que estaba sentada justo detrás de él.
—Vaya, que atento —sonreí.
—Debo ausentarme toda la tarde. Tengo varios asuntos que atender en representación de mi padre.
—Lo entiendo, no te preocupes... aprovecharé para escribir unas horas.
—Espérame despierta —susurró acercándose a mi oreja y sentí sus labios justo debajo, en el cuello.
«¡Por todos los dioses!, ¡No me pienso dormir así tenga que pegarme los ojos con fiso para tenerlos abiertos!»
—Me debes un masaje, ¿Recuerdas? —dije recordando de pronto.
—Te debo mucho más que eso —contestó de forma tan intensa que se me olvidó hasta mi nombre.
«Creo que mi temperatura corporal acaba de subir diez grados, ¡Por jesucristo qué hombre!, ¿Quién se concentra ahora pa escribir, aunque sea una frase?... más me vale describir una escena erótica porque mi mente no da para otra cosa»
Entré en palacio en cuanto le vi desaparecer en aquel vehículo y no había dado ni tres pasos cuando la petarda de turno que parecía una gallina chueca salió de una esquina con su cacareo.
«Ya estamos...»pensé nada más verla aparecer.
—Sabes que te desechará en cuanto recapacite y se dé cuenta de que eres una simple campesina, ¿no? —dijo con tal desdén que se notaba a leguas su evidente enfado.
—Por supuesto —contesté altiva—, no tienes que preocuparte por mi —añadí y para más fastidio hacia ella sonreí fingidamente.
—No es tuyo... y jamás lo será —sentenció mirándome fijamente.
—¿Es que es un objeto? —ironicé.
—Seré reina —confesó haciendo caso omiso a mi comentario—. Y desde luego ninguna pobretona de tres al cuarto va a quitarme lo que me corresponde por nacimiento.
«¿Nacimiento?, ¿Ésta que se ha fumao?»
—Creo que me ha quedado lo suficientemente claro cuál es tu interés hacia Bohdan, pero no es a mí a quien debes decírselo, ¿No crees? —dije cruzándome de brazos.
Su desesperación fue evidente cuando la vi clavando sus uñas en los puños.
—¡Lárgate de una vez! —gritó e incluso cerró los ojos cuando lo hizo y a mi solo me dieron ganas de reír, parecía literalmente una niña de cinco años a la que le quitan su juguete y quieren que se lo devuelvan.
—Eres tan sumamente cabeza hueca, que aún no te has dado cuenta de que tus rabietas de niña caprichosa conmigo no te van a funcionar.
—Tú solo eres una vulgar zorra que se acuesta con él. Yo siempre tengo lo que quiero y Bohdan no será diferente, él sabe que yo soy la única mujer digna de él y de su título—admitió.
—Tal vez si te lo repites muchas veces, sea verdad... porque hasta la fecha solo has demostrado ser un palo de madera hueco que tiene dos melones por tetas y cerebro de mosquito.
«Ale, ¡Que agustico me he quedao!»
Observé su cara ponerse lívida y aprovechado su silencio, desaparecí.