Paciencia

By get_carter

11K 1.1K 382

Nirvana Rose tiene decenas de complejos sobre sí misma. Nirvana Rose no tiene un bonito cuerpo, ni mucho me... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36: Illegal
Capítulo 37: Jealous guy
Capítulo 38: Happy birthday
Capítulo 39
Capítulo 40: Fights, blood and tears
Capítulo 42
Capítulo 43: What the hell
Capítulo 44: Violet
Capítulo 45
Capítulo 46: Liar?
Capítulo 47: The theory of everything
Capítulo 48: Broken
Capítulo 49: Lost
Capítulo 50
Capítulo 51: Christian Fell
Capítulo 52: What do you got?
Capítulo 53: Last kiss
Capítulo 54: Almost happy
Capítulo 55: Disease
Capítulo 56: The truth
Capítulo 57: Heartache
Capítulo 58: Hope
Capítulo 59: Namarië
Capítulo 60: Tragedy
Capítulo 61: Wake up
Capítulo 62: Do you remember?
Capítulo 63: Brown or blue eyes?
Capítulo 64: We were good friends
CAPÍTULO 65: Flashbacks
Final

Capítulo 41: Disobey

155 14 4
By get_carter

Había leído el libro que Zach me había regalado una vez tras otra, y aún conservaba casi la mitad de cajitas de TicTacs; guardaba y cuidaba las cajas vacías con tanto cuidado, depositando una al final del día en aquella caja preciosa donde venían. Y cada noche me dormía escuchando la melodía de la Vie en rose.

—¿Cuándo les diremos a tus papás?

Zach me sacó de mis pensamientos, estaba disfrutando del delicioso, exquisito sabor de mi helado napolitano. Me atraganté.

—¿Disculpa qué?

—¿Cuándo les di...

—Créeme, eso lo oí perfecto. Lo que entiendo es ¿por qué quieres que se enteren?

Me miró como si lo que preguntara fuera totalmente obvio e inaudito.

—¿Se supone que no deben enterarse nunca? —Me preguntó.

Lo miré, hasta las ganas de comerme el helado se me quitaron.

—Zach... —Me interrumpió.

—Por qué me da la impresión de que no quieres hacer esto bien, más... formal, por así decirlo.

—No es eso Zach, es que... no me dejarán estar contigo, te lo dije desde un principio. No los conoces como yo, especialmente mi papá. Se opondrá rotundamente y me castigará, no podre verte.

—No pasará eso, lo entenderán, conozco a tu papá lo necesario para saber que es alguien razonable.

—Ellos piensan que eres gay. Si no me castigan solo por el hecho de que ya eres mi novio, me castigarán solo por el simple hecho de mentirles. No es como si de repente dijera: "Zach recapacitó acerca de su orientación sexual, y está enamorado de mí y yo de él". —Repliqué con notorio sarcasmo. 

—Normalmente en una relación es el chico el que no quiere conocer a los padres de la chica.

—Bueno en esta relación tú eres la chica y yo soy el chico. —La mujer de la heladería en la que estábamos escuchó mi comentario y se rió por lo bajo. Zach también lo hizo. 

—Bien, no puedo discutir contra eso... —Alzó las manos en señal de rendición y lo besé, ¡Dios, amaba hacer eso

—Estás fría y sabes a helado.

***

Tal vez debí considerar la idea de Zach y hacer todo bien, porque al segundo día mi padre se había aparecido al terminar la escuela. Por supuesto no lo vi, fue por eso que me fui caminando con dirección a la estación con Parrish. Mi papá me encontró después de unos minutos de caminar. Todo hubiese estado a la perfección de no haber sido porque Zach y yo caminabamos abrazados y un par de segundos antes de que papá se estacionara a nuestro lado lo había besado, un beso corto, pequeño, pero al fin de cuentas, un beso. 
Vi a papá por la ventanilla del auto, sin duda estaba molesto, fruncía el ceño de una manera peculiar, me recordó a todas esas veces que veía mis calificaciones de mate, pero aumentada 10 veces.

—Nirvana, sube al auto. —Dijo con voz dura.

Los nervios se hicieron presentes de inmediato, las manos me comenzaron a sudar y sabía que todo estaba perdido.
Maldije en mi mente cuanto pude.
Pude haber llorado si no fuera por mano de Zach entrelazada con la mía.

—Ve. Tranquila. —Me susurró y yo le dediqué una última mirada rápida.

Subí al auto con los nervios de punta y Zach solo se quedó ahí hasta que arrancamos, lo vi por el retrovisor y comenzó a avanzar.

Papá no quitaba su mirada molesta, de decepción combinada con... No podía siquiera describirlo, solo sabía que estaba muy molesto.

—Estoy decepcionado de ti. —Dijo y no sabía en donde meter la cara.

Las manos me sudaban y un escalofrío que dolía me rocorria de la punta de los dedos de las manos hasta los brazos, odiaba esa sensación. El estómago me comenzó a doler y las piernas se me aflojaron.

—Tu madre y yo confiamos en ti. Por dios Nirvana no nací ayer. ¿Creíste que me iba a tragar el cuento de que ese chico era gay? No —Exclamó. —Pero confié en ti, pensando que no harías nada indebido. Y mírate...

—No he hecho nada indebido —Me defendí con un tono de molestia en la voz.

Sus palabras me estaban hiriendo, acaso estaba haciendo como que si insinuara que ya me había acostado con él o alguna cosa parecida.

Negó con la cabeza.

—Estás castigada, no saldrás más, después de la escuela te vas directo a casa, y dame tu celular.

Al menos podría ver a Zach en la escuela.

—Vas a terminar ese jueguito estúpido con ese chico.

—¿Qué jueguito estúpido? —Pregunté tratando de que la voz no se me quebrara.

—¿Acaso no hemos tu madre y yo hablando de esto? Eres muy pequeña para tener un novio y por favor no me salgas con la típica ridiculez de "yo lo amo" porque sabes que no es verdad. Nirvana, eso dejáselo a las chicas que no tienen un propósito en la vida, una meta. Creí que tenías muy claras las tuyas.

A este punto me mantenía solo viendo por la ventanilla los árboles pasar y pasar, con lágrimas silenciosas por mis mejillas, no quería que de ningún modo me viera llorar. Ciertamente lo que él decía, lo pensé algún día, de hecho repitió las palabras que alguna vez yo pronuncié, pero todo había cambiado. Yo sí quería a Zach Parrish.
Lo expresé en voz alta y papá rió sonoramente. 

—Si bien lo recuerdo, esas palabras me las dijiste tú.

—Ya lo sé. Pero Zach es diferente.

—Te lleva por 3 años. De ninguna manera dejaré que se acerque a ti de nuevo, y tú tampoco te acercaras a él. ¿Entendiste? Mas te vale cortarlo de una vez.

Me tendió la mano y no tuve más remedio que entregarle mi teléfono.

No iba a dejar a Zach Parrish. De eso estaba segura.

Cuando llegamos a casa, mi padre se encargó de anunciar lo que había pasado casi antes de si quiera entrar por completo a la casa. Mis hermanos ya lo sabían pero mamá no. Creo que se sintió dolida por el hecho de que siempre, siempre le contaba todo a ella, jamás le ocultaba nada. Al final no tuvo más remedio que apoyar a mi padre en su tan medieval desición. 

Me mantuve callada y subí a mi habitación sin ninguna intensión de obedecer a mi padre. Tal vez era su instinto protector, por un lado lo entendía pero me había tratado como si fuera una adolescente inmadura que podría perder la virginidad con el primer tipo que le dijera que la amara. Y no era así, y no tenía pensado que sucediera así.

Reanude mi lectura de Cómo enamorarte y me encerré en mi habitación todo el día, pensé que mamá subiría y hablaría conmigo pero no fue así. En serio quería hablar con alguien, solo pensaba en Becca, pero estaba castigada y mi móvil ya me lo habían arrebatado.

<<Mierda. Mierda. Mierda>>

¿Richard tal vez? Ni hablar.

Terminé rendida, dormida, soñando con el chico de los ojos castaños, un buen sueño.
Pensaba que al día siguiente lo vería y podría besarlo con dulzura como en mi sueño.
Pero no fue así.

Al día siguiente mi padre me llevó en su auto a la escuela, salí disparada sin despedirme ni dirigirle la palabra en todo el recorrido. Busqué de inmediato a Zach, no encontré, lo busqué en el receso y tampoco estaba, ni en la salida.
Becca lo había visto en alguna clase pero solo eso.
Al final terminé yéndome con ella en el bus y contándole todo lo que había pasado.

—Menuda estupidez. No lo dejarás, ¿cierto?

Negué con la cabeza.

—Bien hecho, niña. Los padres deberían saber que al prohibir algo solo están haciendo que se avive la tentación, el deseo, tú me comprendes. —Me guiñó un ojo. 

—Lo sé, pero ahora no me preocupan mis padres, quiero saber dónde carajos se metió Zach.

—Llámalo de mi teléfono. —Sugirió.

—Buena idea.

Pero el asunto caía en que no me sabía el número telefónico de mi novio. Mi mejor amiga me reclamó e insultó por ello hasta el cansancio. 
Se le ocurrió preguntárle a Will por él, quiero decir, el número. Se lo paso casi de inmediato y entonces llamé.

No contestó, miérda. ¿Qué coño le sucedía?

Llegué a casa y refunfuñando me encerré en mi habitación, con suerte él se aparecería en la noche por mi ventana. Me dormí esperando la luna pero Zach nunca se apareció.

El siguiente día cogí el bus, pero Zach no lo abordó, mi mejor amigo me siguió y tuve que ponerlo al tanto para tener un tema de conversación a lo largo del recorrido hasta la escuela. 
Tampoco lo ví ese día. ¿Qué carajos sucedía?

A como pude, de nuevo escapaba por la ventana de mi habitación, como una ladrona sigilosa. Nadie se percataría en un buen tiempo de mi ausencia, si no es que nunca lo notarían.
Me dirigí a la casa Parrish, cuando estuve cerca noté que de ella salía un auto que jamás había visto y que en él iban Gina y James. Me pregunté si Zach estaría también ahí dentro, pues no vislumbré alguna otra silueta. Pero dejaron el portón abierto, así que supuse que alguien estaría dentro. Después de que los señores Parrish se hubiesen marchado, un adolescente de pelo castaño esbelto pero musculoso salió a unir las rejas del portón, me acerqué, por fin lo veía, era su silueta, era él.

Cuando se percató de que me acercaba, se quedó quieto.

—Hola. —Lo saludé.

—Vania...

Le sonreí débilmente pero con sinceridad, me alegraba en serio de verlo.

Entre por la rejilla más pequeña.

—¿Qué haces aquí? —Me preguntó mantenido distancia.

—¿Por qué me has estado evitando? —Pregunté con cierto dolor en la voz. 
Estaba contenta de poder verlo en días pero él evidentemente no.

—Tenías razón. No iban a permitir que estuviésemos juntos.

Fruncí el ceño.

—¿Y crees que pienso alejarme de ti solo porque él lo dice? —Zach no respondió, se limitó a meter las manos en los bolsillos de sus jeans negros. —Pues entonces no me has conocido del todo. 

—Vania, hago esto por ti.

¿Estaba terminando conmigo?

¿De nuevo?

Estaba terminando conmigo.

De nuevo.

—¿En es serio? ¿Es todo? ¿Ese es todo el amor que decías que me tenías? —me escrutó el rostro y continué escupiendo palabras. —¿Estás terminando conmigo solo porque mis padres me han...?

—Hablé con tu padre ese mismo día. —Me cortó. Me callé, eso no lo sabía —Estoy haciendo esto por ti —Repitió.

<<Sí, idiota, eso ya lo escuché…>>

—Estarás mejor sin mí. —Noté que la voz se le cortó, pero lo disimuló muy bien, aunque no tanto. 

—¿Pero qué coño te dijo, para que empezaras a pensar así? —No respondió se quedó de espaldas a mí.

—Soy una distracción para ti, Vania.

Rodé los ojos. Seguramente mi padre le había echado un rollo entero del futuro no muy lejano que tenía vislumbrado para su niñita de ojos verdes, y que seguramente con él en medio no podría lograr nada.

—¿Qué te hace pensar que tu afirmación es acertada? —Repliqué. No recibí contestación. —Podemos hacer esto, no voy a dejarte, no pienso hacerlo. —Me sonrió acariciando mi mejilla.

—Yo no puedo. Lo prometí.

El corazón se me encogió y la vista se me empezaba a nublar por las lágrimas.

Soltó mi mejilla, se dio media vuelta y empezó a alejarse. 

—Parrish no te atrevas a irte. —Le grité.

—Zach, no te vayas. —Pedí casi con suplica al ver que se alejaba cada vez más.

Empezaba a perseguirlo, no le sería tan fácil deshacerse de mí.

—¿Tardaste tantos meses tratando de ganarte mi corazón para que ahora mi padre te haya manipulado seguramente con mis metas profesionales y te haya convencido de que no eres bueno para mí solo por eso y tres estúpidos años de diferencia? ¿De verdad hasta aquí llegamos?

No sabía qué pasaría, si se daría la vuelta o no, sabía que mi padre podría fácilmente manipularlo al grado de que terinara conmigo, porque era obvio que él sabía que yo no lo haría, me conocía bien. Pero no sé a qué punto le había hecho prometer qué a mi novio.

Mi voz se cortaba y las piernas me flaqueaban.

Se detuvo en seco. 

—No te vayas. Si lo haces será porque tú quieres. —Le advertí.

No contestó.

Y en un momento desesperado...

—Te amo, Zach. —Dije por fin esas dos palabras, esas 5 letras que estaba segura que él tanto querría escuchar.

Era una estúpida adolescente enamorada, pero no estaba enamorada de otro estúpido adolescente, estaba enamorada de Zach Parrish, el chico más dulce, galante, guapo, inteligente y seductor que jamás había conocido. Alguien que cumplía mis tan elevadas expectativas que se habían formado al leer todos esos libros.
Él se volvió a mí, e hizo una mueca de dolor, se maldijo por lo bajo y se aproximó a paso seguro y veloz a mí. Me tomo de la cara y me besó con intensidad. Sus labios, sus suaves labios que tocaban los míos tan suavemente con delicadez y casi devoción.

Lo amaba, sí. Y él a mí. 

Una sonrisa de culpabilidad se asomó en su rostro pálido, sus ojos marrones centelleantes me miraron fijos y entonces me condujo al interior de la casa. Subimos las escaleras y una vez arriba volvió a besarme. Pero esta vez, yo fui la que lo hizo ir más lejos. Lo aprisioné contra la pared y una sonrisa se le pintó en el rostro. Sus labios pasaron de mi frente hasta mi nariz, luego a mis mejillas, después a mi boca y luego a mi cuello, haciéndome estremecer. Le abracé el cuello y mis manos se enteraban torpe y levemente de su suave cabello castaño ligeramente ondulado. Me volvía loca.
Avanzamos hasta su habitación, puse la mano en el pomo de la puerta y torpemente intenté girarlo, me tomó un tiempo pero lo logré.
Las luces estaban apagadas pero eso no evitaba que la habitación no estuviese iluminada ligeramente, pues los rayos de luz del sol reflejándose en la luna llena entraban sigilosos por la ventana de cristal —que iba desde el suelo hasta el techo— y que por cierto estaba abierta y el viento hacía ondear con elegancia las bonitas cortinas que en ese entonces tenían un bonito color azul pálido a causa de la luz.

Nos separamos un momento. Él juntó su frente con la mía y entonces lo dijo:

—Yo también te amo Nirvana Rose. 

Sus labios eran cálidos y acogedores, sonará como una estupidez pero sentía sue flotaba en una nube. Sus labios se movían sobre mí con sumo cuidado, me daba la impresión de que sentía que iba a lastimarme, pero eso nunca pasaría. Sus pulgares acariciaban mis mejillas suavemente, como diciéndome: aquí  estoy no te pasará nada mientras estés conmigo.
En mi mente hizo eco un <<Lo siento papá.>>

Respirar su caro perfume era deléitate, y en un momento dejó de besarme para abrazarme. Yo quedaba a la altura de su pecho y podía escuchar y sentir las palpitaciones aceleradas de su corazón.
Lo miré y él a mí:

—¿Puedes repetirlo?

Sabía exactamente a qué se refería, le di un beso en el cuello y lo miré a los ojos y luego me acerqué a su oído pronunciando un profundo <<Te amo>> después de rozar su lóbulo de la oreja con mi nariz, echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, complaciendose de
las dos palabras que salían de mi boca disfrutando el momento.

—Te quitaré la camisa. —Avisé. Él asintió.

Busqué los botones a tientas en la oscura y fría habitación. No llevaba suéter, por lo que había visto solo una camisa de manga larga color azul obscuro, casi negro. Liberé cada botón con lentitud y entonces maldije a aquel que había decretado en un pasado que los hombres debían de llevar una camiseta debajo de las camisas. Fruncí la boca, cosa que a él le pareció graciosa porque se rió. Él se quitó la camisa con un movimiento que yo no solía repetir cuando me despojaba de las prendas de vestir superiores, parecía que los hombres a diferencia de las mujeres tenían su modo específico de quitarse las camisas. Se deshizo rápido de ella hasta dejar su torso perfecto desnudo, jamás me cansaria de admirar los pectorales y los abdominales marcados de mi chico, aunque contando esta vez sólo lo había visto dos veces. Noté a la luz de la luna que también podía notarsele considerablemente la uve que iba de sus caderas y se perdía bajo los pantalones.

Caí en cuenta por enésima vez que él podía estar con la chica que él quisiera, nadie podría resistirse a él. Nisiquiera yo podía. 

Me mordí el labio inferior y él se rió.

—Estás bueno. —Le dije de broma, aunque no del todo, pero él lo pilló.

—Y justo ahora es donde me doy cuenta de que solo me quieres por mi cuerpo.

Una sonora carcajada mía inundó la tan quieta y sosegada habitación. 

Lo miré a los ojos mientras llevaba mis manos a su nuca y le acariciaba el pelo, me gustaba acariciarle el pelo.

Él bajó la cremallera de mi sudadera negra y le ayudé a deshacerme de ella.
Volvió a besarme esta vez acariciado mi espalda baja por debajo de la blusa, podía sentir su cálido tacto rozando mi piel y estremeciéndome, provocándome calosfrios, la piel se me erizó.
Posteriormente tomó las comisuras de mi camiseta, empezó a subirla lentamente. Lo detuve. Quería esto, definitivamente pero...

—No... yo...

—Nirvana —Habló dulcemente —no te quiero por como te veas, te quiero por lo que eres.

Lo miré a los ojos, a esos ojos marrones preciosos, unió mi frente con la suya y asentí. Era justo, yo ya le había casi arrebatado la camisa primero.
Me besó en la sien y levantó mi camiseta. Y recordé que ya me había visto en este estado antes, cuando caí al lago. En ese entonces no me importaba mucho si me veía desagradable o algo por el estilo pero esta vez no me sentía tan tranquila.

Nos metimos a la cama, poco a poco iba dejándome de girar en la mente la pregunta: "¿como me encuentra Zach?" luego supe que no estaba tan mal, de alguna manera él hacia crecer mi jodida autoestima.

—Eres lo más precioso que me ha pasado en mi corta vida. —Dijo. —Mi tesoro. —Imitó la frase de Gollum. Y me reí. Él siempre me hacía reír.

Se colocó sobre mí sin dejar caer su peso y me estudió el rostro por segundos. 

—Eres tan dulce y tierna y maravillosa...

Juro que noté que sus ojos se iluminaban. Depositó un beso pequeño en mi hombro y posteriormente en mi boca.

Él quería más. Y con una mirada le indiqué que podía tomarme.

Me leyó el pensamiento.

—No necesito nada más, el tenerte aquí conmigo abrazada de mí, me es... —Se lo pensó un momento —Suficiente.

Esa noche no pasó nada más de unos tiernos besos y caricias. Sabía que aunque quisiera, Zach no permitiría que pasara más, él no. Era algo así como un caballero inglés, nada parecido al idiota típico americano. Mi Chico era único y yo lo sabía. Él era distinto, por eso lo quería.

Me quedé dormida con sus brazos rodeando mi dorso semi desnudo. Quería comprobar si todo eso que los poetas escribían era cierto, que nuestros latidos se sinconizarian y solo fuera uno solo, como almas destinadas a ser.
Cuando recosté mi cabeza en su pecho cálido, me arrulló el sonido de los latidos de su corazón y después de un rato sonreí al escuchar solo un latido...  Era más que increíble, era mágico, y Zach lo sabía. Acarició mi pelo hasta que me quedé dormida.
Ni siquiera nos molestamos en cerrar las ventanas, hacia frío pero podíamos cobijarnos y estar abrazados y no sentir nada, como en este momento.
Paz, tranquilidad.
Sí.

Continue Reading

You'll Also Like

313K 20.2K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
38.9K 2.4K 69
La vida de Jourdan era normal. No tenía la vida perfecta, pero si tenía muy buenas cosas en ella: padres que la amaban, amigas y amigos que la quería...
4.7K 297 23
Drew es un ángel inmortal que vive en el paraíso con Dios y San Pedro. Un día es severamente castigado tras manifestar su odio a los humanos y es env...
1M 89.3K 44
Emma Brown es una chica que desde niña supo que todos los hombres eran iguales. Cuando creció se permitió salir con ellos pero dejando los sentimient...