Ben: *tu abuela era la encargada de la biblioteca de Derry, a la cual ayudabas en tu tiempo libre.*
Anoche tuve que quedarme hasta tarde ordenando las carpetas de recortes en sus respectivos lugares. A pesar de que no llevaba mucho tiempo viviendo aquí y no conocía muy bien a la gente, sabía perfectamente quién había sido. A pesar de eso, no le dije nada a mi abuela, pues no quería que vetaran al chico.
En la mañana siguiente, mientras ordenaba algunas cosas en el escritorio principal, Ben cruzó la entrada.
–Hey, tú.–lo señalé enojada–. Esta no es tu casa como para que andes tirando las cosas.–
–¿qué?–
–Ayer dejaste todo desordenado, tuve que quedarme hasta tarde para ordenar tus cosas.–Ben agachó la mirada.
–Lo siento, pero no me fui porque quise... Henry apareció y-
–¿quién carajos es Henry? Como sea, no me interesa. Esto es una biblioteca PÚBLICA, todos tienen derecho de disfrutarla, así que déjala en buen estado la próxima.–
–Lo siento ¿Van a... vetarme?–negué.
–No le dije a mi abuela, estás a salvo, pero no habrá una próxima vez ¿entendido?–
–Sí, gracias... y ya que estamos en paz ¿Podrías ayudarme a buscar unas cosas?–
Pasé el resto de la tarde con Ben, ayudándolo con su interesante investigación.
Al final del día, estaba tan sumergida en mi actividad, que olvidé por completo la salida al cine. Sino fuera por mi abuela, me hubiese quedado hasta tarde allí.
–Mi niña, estoy muy cansada ¿crees que podríamos dejar lo del cine para otro día?–levanté mi vista de unas fotocopias.
–Esta bien, nana. Lo había olvidado por completo.–miré divertida a Ben.
–Hola, Benjamin.–lo saludó mi abuela, el chico sonrió avergonzado–. Acabo de pensar en algo... vayan ustedes dos al cine.–
Miré a Ben, quien se encogió de hombros.
–Esta bien, suena divertido.–
°•°
La película era algo tenebrosa, por lo que más de una vez brinqué asustada.
Al sentir como Ben tomaba mi mano lo miré rápidamente, él sonreía de lado al ver que yo no lo apartaba.
No pude evitar sonreír también.
A pesar de ser un desorganizado, Ben era un chico muy tierno y gentil, y por lo que acabo de notar, es estupendo calmando los miedos.
💔
Mike: *Al igual que Mike, tú también estudiabas en casa. Tu padre te había asignado un profesor de matemáticas, al cual Mike también recurría.*
–Hoy tenemos examen.–exclamó el chico algo nervioso–. Todavía no entendí muy bien el último tema.–
–Tenemos unos minutos hasta que llegue, te explicaré un poco.–Mike me dedicó esa sonrisa que tanto me gustaba.
A medida que le decía cómo resolver las cosas, le dedicaba miradas rápidas, corroborando que estuviera entendiendo.
–Tienes que mirar la hoja, no mi cara.–exclamé arqueando una ceja.
–Tu cara es mucho más interesante.–aparté su cara con mi mano, avergonzada.
–¡eres un idiota! Estoy tratando de salvar tu trasero y tú solo pierdes el tiempo.–
–Mirarte no es una pérdida de tiempo.–
Rodeé los ojos mientras me paraba y me sentaba en la otra punta de la mesa. Cuando Mike intentó acercarse, el profesor entró, diciendo que nos preparáramos para la prueba.
°•°
Durante los 40 minutos que duró el examen, Mike intentó llamar mi atención para que lo ayudara, cosa que no hice. Se lo merecía por ser tan idiota.
–____, sacaste un 8.–sonreí al escuchar mi nota–. Tú, Mike... Un 6.–
–Bueno, esperaba menos así que....–
°•°
Al despedirme del maestro, comencé a caminar a la salida.
–¡espera, ____!–suspiré rendida mientras volteaba a ver a Mike.
–¿qué quieres?–
–Agradecerte. Me saqué esa nota gracias a lo que me explicaste.–
–Hubiese sido más alta si no-
–¿estaría mirándote? Pero me encanta ver tus pequitas de cerca. Digo, no son tan encantadoras como mi sonrisa pero...–
Antes de que mi rostro comenzara a tornarse rojo, decidí marcharme.
–Debo irme...–
Cuando pretendía marcharme, Mike me tomó del brazo y me atrajo hasta él, besándome sorpresivamente.
–Sí, definitivamente tu sonrisa es increíble.–Mike sonrió aún más.
–Te lo dije.–
💔
Patrick: *como la mayoría de los días, tu novio y tú habían discutido pero esta vez te habías cansado.*
Después de haber discutido por haber ayudado a un chico que me pidió indicaciones en la calle, Patrick se fue hecho una furia de mi casa. Decidí ver algo de televisión, pues no podía conciliar el sueño después de tanto alboroto. Apenas me senté en el sofá, unos golpes en la puerta me hicieron dar un pequeño brinco, sabía de quién se trataba.
–¿qué quieres?–exclamé al abrir la puerta apenas un poco.
–Vine... Por mi chaqueta.–su voz era mucho más calmada, pero parecía algo decaída.
–Dime dónde está, te la traeré.–
—Es que... No sé dónde la dejé, si quieres, déjame pasar y yo la buscaré, no tienes que hacerlo tú.–
Algo insegura, abrí del todo la puerta y lo dejé entrar.
Sin mirarlo a la cara, volví al sofá, intentado enfocarme en cualquier cosa menos en su presencia.
–¿y tu chaqueta?–solté aún sin mirarlo al notar que me observaba desde el pasillo.
–... Fue lo único que se ocurrió decir para que me dejes entrar.—tallé mis ojos pensando en lo tonta que fui al creerme esa excusa.
–Patrick, no tengo ganas de seguir con esto. Peleamos todo el tiempo por estupideces y no me molestaba mucho a decir verdad. Pero hoy... Hoy me asustaste.—
–Linda, yo...–patrick intentó acercarse, pero levanté la mano en señal de que se quedara donde estaba–. Sabes que nunca te haría daño.–
–No, Patrick. No lo sé. Contigo nunca se sabe, eres tan... Impredecible. Un día estás bien, al otro mal... Ya no sé si quiero seguir intentándolo.–
Sentía mis ojos arder, realmente no quería dejar a Patrick. Lo quería demasiado. Pero esas actitudes suyas eran peligrosas, incluso para él mismo.
–Por favor, ____... No me dejes. Si tú no estás conmigo yo... No sé qué haría.–
Los ojos de Patrick comenzaban a llenarse de lágrimas, cosa que me partió el alma.
Sí, él era un chico problemático, pero sabía perfectamente a qué se debía y que no era nada lindo. A pesar de todo eso, él siempre me trató con dulzura y amor, omitiendo esos ataques de locura que sufría a veces, claro.
Al verlo de esa forma, desesperado y asustado, no podía alejarlo, pues él me necesitaba y de cierta forma, yo lo necesitaba a él.
–Ven aquí.–estiré mis brazos, invitándolo a recostarse conmigo.
Patrick no tardó en ácompañarme y abrazarme con fuerza.
–Te amo demasiado...–soltó sin despegarse de mi.
–Y yo a ti. Prometo no dejarte solo nunca... NUNCA ¿escuchaste?–él asintió sin dejar de llorar en mi pecho.
Tras unos minutos más así, la respiración de Patrick comenzó a normalizarse. Se había quedado dormido.
Tal vez no era perfecto, pero lo amaba, sin importar cuan roto pudiese estar.