Annabell Brooks
Me veo al espejo y me veo fatal pasé toda la noche llorando, no se ni en que momento me quedé dormida, la discusión de anoche me sobrepasó, nunca nadie había humillado de esa manera, fueron pocas las palabras que Edwards me dijo pero fue lo peor que alguien me ha dicho en mí vida.
Sabía que algo le pasaba, pero nunca pensé que estaría celoso, nunca le di motivos, se hizo todo una idea en su cabeza y hasta veía fantasma dónde simplemente no los hay.
Estas últimas dos semanas no lo he visto solo escucho cuando llega, (las pocas veces que suele llegar) y al parecer se va muy temprano porque cuando despierto ya no esta.
Gracias a Dios en el trabajo no hemos coincidido, no se que va a seguir después de esto, porque aún nos queda al rededor de un año de nuestro contrato, estoy incómoda en el apartamento ya no lo siento como mi casa, a veces pienso en irme con mis padres pero eso implicaría tener que explicarle a mi madre y no la quiero abrumar con mis problemas últimamente no se siente muy bien de salud.
James me llamo para juntarnos en una cafetería está tarde, es el único que sabe lo que pasa y al único que le he contado la verdadera razón de mi matrimonio.
—Anna, no mereces lo que te está pasando —me dice James acariciándome la cara.
—Lo sé —le digo con tristeza en mi voz.
—Porque no le dijiste la verdad, se habría evitado este mal momento, me siento tan culpable, debí de verlo venir.
—Claro que no, nunca diría nada y lo sabes, tu no eres el culpable Edwards se encerró en sus celos, de verdad me duele que él piense eso de mí.
—Y lo peor es que ahora no se que hacer, es insoportable estar en ese apartamento, ¿No sé qué pasará ahora? —digo y suspiro.
—Sabes qué tienes mi apoyo incondicional, pero ustedes se aman por lo que me has contado y por lo que yo mismo he visto, no es justo que sigan así por un mal entendido, habla con él y explicarle.
—No James, yo no seré quién lo busque el me ofendió de la peor manera y no pienso ir detrás de él.
El me regala una sonrisa y en ese momento suena mí teléfono.
—Hola papá.
—Annabell tú madre está en el hospital ven inmediatamente.
—¡Mami, ¿Qué tiene? ¿Qué pasó?! —pregunto pero ya mi padre había colgado.
James me mira preocupado —¿Qué pasó? —pregunta
—No se bien, pero es algo grave para que mi padre me llamara de esa manera —recojo mis cosa de la mesa y salgo.
—Espera yo te llevo no puedes conducir en ese estado —deja un billete para pagar la cuenta.
Llegamos al hospital y casi me tiro del auto pregunto en recepción y me indican que me dirija a cuidado intensivo, me extrañó pero sigo las indicaciones, ya James estaba detrás de mí, cuándo llegamos a la sala vemos a mi padre derrumbado en un mueble.
—¿Papi que pasó?
—Esta mañana vinimos por la quimioterapia como siempre y de repente entró en un paro cardíaco.
—hizo una pausa y en ese instante se derrumbó —Annabell no se qué haré sin tu madre.
Sentí que me desmayaría en ese instante pero el ver a mi padre en ese estado me dio fuerzas para ser el bastón que él necesitaba, ambos no nos podemos derrumbar.
Pasamos alrededor de ocho horas esperando nuevas noticias, James estuvo todo el tiempo a mí lado.
Los padres de Edwards llegan al hospital.
—Querida —me dice Diana, la madre de Edwards entrando a la sala y me da un reconfortable abrazo. —Siento tanto lo que te esta pasando mi niña vamos a pedirle a Dios para qué todo salga con bien.
—Espero que así sea —contesto con un hilo de voz.
El señor Collins me saluda y mira a todos lados, ya sé lo que busca —¿Y mi hijo? —pregunta extrañado.
—La verdad no sé —contesto no tengo las fuerzas para dar explicaciones ni para mentir en este momento.
—Albert —llama el doctor Cueto a mí padre.
Todos nos levantamos para oír lo que el doctor tenía que decirnos.
—Albert, Annabell —se dirigiéndose directamente a nosotros —Todo sigue igual, en estos casos esperamos un mínimo de veinticuatro horas para ver como evoluciona el paciente, todo se complica por su condición, estamos haciendo todo lo humanamente posible, si gustan pueden retirarse y venir mañana temprano ya no harán nada aquí.
Mis piernas flaquearon y James detrás de mí me sostuvo, se que las condiciones de salud de mi madre es muy delicada pero me reúso a pensar que se valla de mi vida.
—Annabell, querida vamos a casa, te bañas, te cambias de ropa, descansa y vienes mañana temprano tu madre te necesita con fuerzas —me dice Diana.
—Haz lo que te dice la señora Diana, estamos aquí desde las cuatro de la tarde, ya son las diez de la noche y no has comido nada —me dice James.
—No, no me iré de aquí no dejaré mi madre sola, ella nunca me ha dejado sola, ahora que me necesita yo no la dejaré.
—Bueno no te insistiré más, te conozco y se qué no te irás, solo iré a la cafetería a comprarte algo para que comas —me dice James.
—Gracias por estar conmigo en este momento.
—No tienes que agradecerme nada pequeña, sabes que haría cualquier cosa por tí —me dice James abrazandome y me besa la frente.
—Voy a la cafetería a buscar algo de comer para ti y tu padre —me dice y se aleja.
Me siento en el mueble de la sala de estar de cuidado intensivo, escucho como mis suegros hablan de que no han podido comunicarse con Edwards, que los han intentado contactar por todos los medios y no lo han podido contactar.
Después de un rato me quedé sola en la sala de espera, los señores Collins se marcharon con el encargo de que los llamará si necesitaba algo, James tuvo que marcharse porque tenía una reunión importante al día siguiente y mi padre lo convencí para que se fuera a descansar.
Me acomodé en el sofá con una manta que me había enviado Diana, junto a unos libros y unas cuantas cosas para que esté más cómoda, ella se había convertido en una segunda madre para mí, tomo uno de los libros qué me había enviado y empiezo a hojearlo, aunque se ve interesante no me puedo concentrar lo pongo a un lado y me pongo a pensar en Edwards, cosa que había estado evitando desde temprano, aunque no lo admitiera ya me estába preocupando el hecho que nadie se hubiera podido comunicar con él.
Tomo el teléfono y lo miró me gustaría tanto que estuviera a mi lado en este momento, lo extraño mucho intento llamarlo pero me arrepiento al instante.
Miro la bolsa que está en la mesa del lado, ya me había olvidado que James me la había dejado con la promesa de que comiera más tarde, dentro contenia un sándwich aunque no tenía hambre decidí comerlo había pasado todo el día sin comer, veo un papel dentro de la bolsa, lo leo y de inmediato reconozco las letras de James.
“Anna, se que es difícil pero deja un poco tu orgullo aún lado y llámalo, se que lo extrañas y necesitas, lo de ustedes solo es un mal entendido no seas tonta LLÁMALO, te quiero mucho cariño”.
Sonrío al ver la nota, y miro mi teléfono me debato unos minutos si lo llamo o no, cuando me doy cuenta ya estoy marcando su número, suena unas dos veces me arrepiento y cuelgo.
Me como el sándwich y vuelvo a tomar el teléfono, respiro y vuelvo a marcar, suena tres veces —Hola —me contesta una voz de mujer, miro la pantalla con la esperanza de que me hubiese equivocado de número, pero corroboro que efectivamente es su número —hola —vuelve y repite aquella voz de mujer, cuelgo inmediatamente y siento una punzada en mi pecho, el estómago empieza a doler y lo que antes había comido amenazaba con salír de mi estómago
Eran pasada de la media noche y claro que estaba con una chica.
—¿Que pensabas Annabell que iba a estar solo?, los conoces, Edwards Collins nunca está solo —pensé y sentí como en ese momento me derrumbaba.
Esa noche lloré, lloré porque sabía que pronto perdería lo que más amaba en mí vida: mi madre y lloré porque me había enamorado de un hombre que aunque me amaba, no me respetaba.
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¡¡¡Gracias por leer!!! Un 😘