CAPÍTULO 22

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En Multimedia James Smith

Annabell Brooks

Pasaron los días y Edwards seguía comportándose de manera extraña, casi todo el tiempo estaba gruñón y de mal humor, en otros momento estaba amable y cariñoso, sus cambios de humor me estaba hartando, y cuando le preguntaba que le pasaba solo decía que eran inventos míos.

A veces sentía como si me estuviera acusando de algo, pero yo no tenía ni la menor idea de que pasaba.

—Hola Edwards, ¿Puedes por favor llegar temprano a la casa hoy?

—Esta bien, llegaré como a las ocho de la noche.

—ok, gracias —digo y cuelgo de inmediato me pongo a preparar la cena.

Escucho la puerta abrirse
—Mmm huele bien —me dice dirigiéndose a la cocina.

—Hice pastas, tu favorito, ve a darte un baño y ponte cómodo la cena está casi lista.

Sale de su habitación con unos pantalones de pijama y una camiseta sin mangas, yo llevo unos shorts y un top strapless.

—¡La cena está servida! —digo con una sonrisa orgullosa por lo bien que me ha quedado todo. Comimos casi en completo silencio, algo extraño entre nosotros, pero últimamente se ha vuelto costumbre y el no saber que pasaba me estaba volviendo loca, pero esta noche lo averiguo.

Recojo los platos de la mesa y lo llevo hasta la cocina, el coje el vino que queda en la botella y lo pone encima de la mesa del mueble.  Lavo los platos y me voy a donde él está me siento a su lado.

—Hola —le digo tímidamente.

—Hola —me dice extrañado.

—Se que ya me has dicho muchas veces que no te pasa nada, pero no puedes negar que estás diferente, no me llamas, llegas tarde a casa y te vas temprano, estas frío e indiferente —le digo con un nudo en mi garganta.

—Ya te lo he dicho he estado muy ocupado estos días —me dice mientras me atrae a él y me sienta en su regazo.

Respiro resignada —ya veo que seguirás con la misma excusa, no soy estúpida Edwards algo pasa —le digo al tiempo que me voy levantando de su regazo

Respira y deja caer los hombros en señal de derrota y me agarra por el brazo para que no me levantará

—Solo es estrés, pero te prometo que todo volverá hacer como siempre,     —me dijo para luego darme un beso dulce y suave.

—Te extrañaba —me dice.

—Ummm ya empezaba a dudar si me querías —digo.
—Aunque a veces me comporte como un capullo nunca olvides qué té amo.

Esa noche hicimos el amor una y otra vez, ambos no extrañábamos y nos deseábamos demasiado. Nunca me cansaré de este hombre.

Edwards Collins.

Mas estúpido no podía ser, esta mujer me había demostrado  de mil maneras que me quería, pero aquí estoy yo siendo un completo idiota con ella, es que el solo hecho de ver la manera en que el idiota de James la mira y ella le sonríe me hace hervir la sangre.

La he estado evitando porque en cualquier momento siento que explotaría de celos y lo último que quiero es admitir que estoy celoso, porque yo Edwards Collins no siente celos, nadie puede superarme.


[...]

Llegamos al restaurant al que no invitó James no tenía ganas de venir pero se vería muy extraño que no asistiera, el muy “amable” nos había invitado  a cenar a nosotros dos y unos socios mas de la empresa, para celebrar el trato que ambas empresa habían cerrado.

—Buenas noche —nos dice a Annabell y a mí, se levanta de la silla y me estrecha la mano mientras que a ella le da un beso en la mejilla, odio la familiaridad con la que la trata.

Annabell quedó sentada entre el y yo, cosa que estoy seguro fue a propósito.

—Annabell recuerdas este restaurant —dice James a Annabell con una gran sonrisa en su cara, que gustosamente la borraría a golpes.

—Claro que sí, no creí que lo recordarás

—Annabell adora la comida y música de éste lugar, veníamos muy seguido       —dice James como si conociera mejor a mí esposa que yo, al parecer era así y eso me estaba calcomiendo el alma. Solo me limité a sonreír porque si abría la boca creo que explotaría.

Gracias a Dios que habían mas personas en la mesa,  porque si no ya hubiera molido a golpes a ese, pasamos un rato conversado de temas triviales y el ambiente se fue suavizando un poco más.

—¿Edwards puedo bailar una pieza con tu esposa? —me pregunta el muy cínico, con una sonrisa se aprovecha que los demás no están escuchando y no puedo negarme,  lo último qué querría es un escándalo

—Claro —respondo con una falsa amabilidad, no sin antes plantarle un gran beso en la boca a mí esposa.

Verlos tan juntos riendo y el mirándola embobado con cada palabra que ella le dice fue demasiado, me levanto y voy hacía ellos, le doy una sonrisa burlona       —creo que ya es suficiente —le digo con voz sería.

—Claro —me responde con su estúpida sonrisa y se aparta.

Él se va a la mesa y Annabell me mirá con los ojos entre abierto —fuiste muy grosero ¿Qué te pasa?

—Nada, solo quería bailar contigo    —le digo restándole importancia.

Pasado un rato me disculpé con los presentes y nos despedimos con la excusa de que tenía que madrugar.

—¿Qué fue todo eso? —me dice Annabell cuando estuvimos en casa.

—¿Cuál es tu manía de preguntarme hoy?—respondo indiferente.

—Fuiste un grosero toda la noche con James —dice enfadada. —El solo trató de ser amable toda la noche  y tú te comportaste como un capullo.

Escucharla defenderlo fue la gota que derramó el vaso y toda la irá que había guardado esa noche subió a mi cabeza  —¿Amable? Jaja permite que me ría, él solo es amable porque quiere meterse entre tus piernas y tú al parecer quieres lo mismo, pareces una perra en celo cuando estas a su lado —le grité en la cara, vi como su cara se puso roja, su ojos se abrieron como plato, sin créer lo que le había dicho y sus manos se posaron en mi cara dándome una bofetada.

—No te permito que me faltes al respeto de esa manera y te juro por Dios que te comerás tus palabras      —me  dice en un hilo de voz

La agarro ambos brazos y la acorraló  en una pared —escúchame  bien Annabell tú eres mía, y nadie, absolutamente nadie toca lo que es mío —le digo con voz ronca sobre sus labios y la beso mordiéndole los labios y ella se retuerce bajo mis manos. Recojo las llaves y me largo de allí.

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¡¡¡Gracias por leer!!! Un 😘











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