CAPÍTULO 25

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Edwards Collins.

Entro a la oficina —Señor su madre… —me dice Camila cuando me ve llegar, levanto un dedo en señal para que se callara, me imagino la cantidad de llamadas que mi madre me ha hecho estos tres últimos días, me sirvo un trago y me siento en el sofá del escritorio, debo de aclarar mis pensamientos, me fui unos días a Italia a descansar y desconectarme de todo y todos, la última pelea con Annabell me dejó peor de lo que quería, me sentía fastidiado de todo, así que hice una pausa para pesar el problema es que tuve una pequeña distracción en mi viajes.

Por “casualidad” me encontré a Nathalie en Milán, me dijo que había ido por una invitación que  un amigo diseñador le había hecho para su desfile.

Estuve con ella estos dos días, en donde me desestresé de todas las formas posibles. Tenía pensado durar por lo menos una semana allá pero no aguante, anoche no pude dormir estába vacío, me hacia falta algo, me hacía falta Annabell, así que me levanté y me vine a casa.

Llegué a casa y no estaba allí por la hora me imaginé que estaba en la oficina, me dí un  baño y vine para acá decidí tomarme un trago se que no me será fácil hacer que me perdone, le dije cosas horribles que no estoy seguro que me pueda perdonar. Salgo de la oficina y me  dirijo a la de ella, toco la puerta, nadie contesta y decido entrar, no está ahí. Llamo a su móvil y está apagado, —es extraño, ella nunca apaga su teléfono —pienso, me dirijo a la oficina de Jonathan, toco la puerta.

—Pase —me dice

—¡Hermano! —le digo como saludo y entro en la oficina, el se levanta y me abraza

—Por fin aparece ¿Dónde andabas?, Tu padre te va a asecinar.

—¡Por Dios Jonathan no exageres!, no es la primera vez que me voy por unos días, además dejé todo organizado.

—¿Aun no hablas con tus padres?

—No ¿Qué pasa? Apenas llegué hace unas horas, estaba buscando a Annabell y no está en su oficina pase por aquí porque creí que estaba aquí.

Jonathan suspira y se pasa la mano por el pelo y la cara, eso me pone en alerta porque solo hace eso cuando va decir una mala noticia.

—Hermano, la madre de Annabell esta desde ayer en la mañana en el hospital en cuidado intensivo, está muy mal.

—¿Qué? —pregunto sorprendido y salgo como una bala de la oficina, sin ni siquiera despedirme.

Iba tan deprisa que creo que me salté varías luces en rojo, soy un imbécil justamente ahora dejo a Annabell sola, esto no me lo perdonará nunca, está pasando por el peor momento de su vida y yo decido dejarla sola, en qué coño estaba pensando.

¿Cómo estará? ¿Con quién estará? Y algo se  vino a mi mente “James está con ella”, ¡el imbécil esta con ella!, es mi culpa yo la dejé sola, me dan ganas de golpearme la cabeza, como pude ser tan estúpido.

Llegué al hospital, pregunté por la unidad de cuidados intensivos y me dirigí hacia allá, me extrañe porque no había nadie allí pensé lo peor, fui a la estación de enfermería.

—Disculpe señora quiero saber de una paciente, la señora Brooks tengo entendido que está en cuidado intensivo.

—Si, pero no puede recibir visitas solo esta autorizado su esposo e hija.

—¿No sabes si alguno de los dos esta en el hospital?

—Claro, el señor esta con ella y la señora Annabell está ingresada en la habitación 306 es esa que está al final del pasillo —me dice y señala la puerta.

—¿Ingresada? —pregunto, pero no dejo que me contesté y me voy corriendo a donde  me había indicado anteriormente.

Abro la puerta y veo a James sentado a un lado de la cama dándole de comer a Annabell, ambos riendo en una escena muy romántica.

—Despegate de mí esposa imbécil —le grito y el se gira impresionado, se levanta y yo me voy para encima de él y movido por la irá le di un puñetazo en la cara, escuché un grito a lo lejos pero la sangre hervía en mis venas me lance  sobre él  dando trompadas, sentí que  me agarraba por los brazos y me lanzaban hacia el otro lado.

—¡Tú, imbécil si sabes lo que te conviene no vuelvas a acercarte nunca más en tú vida a mi esposa!    —le grite a James.

—Tu no eres quien para tomar esa decisión —me grita también mientras se limpia la sangre de los labios.

—¡Soy su esposo! Eso me da el derecho.

—ja, un esposo que la dejó sola en el momento que mas te necesitaba.

—¡Ya cálmense caballero! —Grito un doctor que imagino es quien nos desapartó.

Annabell había estado llorando todo el tiempo se levantó de la cama y de inmediato se desplomó, como estaba mas cerca de ella pude sostenerla antes que callera al suelo.

—Por Dios Annabell, mi amor ¿que tienes? —digo desesperado recostandola en la cama, toda mi irá se había esfumado para pasar a estar completamente asustado, no me fijé en ella cuando entre, los celos me cegaron al verla con él.

Estaba pálida, sus ojos hinchados y rojos me imagino que de tanto llorar, la estaba pasando realmente mal y yo no estuve aquí para ella.

—Nena ¿Qué te pasa? —volví a preguntarle, esta vez mas calmado y acariciándole el rostro con mis dedos.

—No me toques —me dice con voz baja y despacio

—Nena no —le digo con amargura

—Sal de aquí —me dice con voz firme.

—No, no me voy, soy  tú esposo y me quedo contigo.

—¡Que te vayas! —me grita

—Señor por favor salga —me dice el doctor

—Esta bien salgo, pero estaré en el pasillo no me voy a mover de aquí       —digo y salgo enojado a la sala de estar.

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¡¡¡Gracias por leer!!! Un 😘😘😘

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