Henry: *una fuerte gripe y una maldita lluvia habían hecho que Henry y tú se quedaran en casa un sábado por la tarde*
–Lamento haber arruinado la salida, Henry. Si no me hubiese resfriado...–
Tu novio se acercó a ti y te abrazó por la cintura, para luego besar tu frente.
–No es tu culpa, además está lloviendo, no podríamos haber salido de todas formas.–asentiste aún algo triste–. ¿Qué te parece si jugamos algo? Ya sabes, para pasar el rato.–sonreíste.
–¿unas escondidas?–
–Otra cosa... Que no implique caminar ni moverse... ¿Monopoly?–
–No, siempre haces trampa.–Henry rió–. Juguemos a las escondidas, por favor~ tú eliges las reglas.–
El rubio sonrió con picardía, fue mala idea darle el beneficio de las reglas.
–Si yo te encuentro...–se acercó a ti–. Podré hacer lo que quiera contigo.–sentiste tu piel erizarse.
–¿y si yo te encuentro?–
–Te comeré la boca de un beso.–
–¡no es justo! Tú sales ganando de todas formas.–
–¿qué? ¿No quieres un beso de este chico?–tomaste su cuello y lo besaste rápidamente.
–¿ves? Puedo conseguirlos fácilmente, ¿qué tiene el beso del premio de especial?–
–Ya lo verás cuando te lo dé. .–subió y bajó sus cejas sonriente.
–Esta bien, juguemos. Tú te escondes.–
Te pusiste contra la pared y comenzaste a contar. Cuando terminaste, saliste a buscarlo.
Recorriste toda la casa y no lo encontraste por ningún lado.
Demonios, si él gana, yo sé lo que querrá. Aunque... No estaría mal que ganara...
Mientras caminabas al azar por la casa, recordaste el armario de limpieza, así que caminaste lentamente hasta él.
Cuando estuviste frente a la puerta, la abriste rápidamente, pero Henry no estaba ahí.
Al cerrar la puerta, sentiste como unos brazos te rodeaban y te hacían voltear, quedando frente a un Bowers sonriente.
–Yo gano.–soltó divertido.
–Claro que no, aún me quedaban cinco minutos.–
–Ah... ¿era por tiempo?–lo miraste enojada–. Esta bien, esta bien. ¿Qué te parece un empate?–
–¿y el premio?–
–Yo te doy tu premio...–se acercó a tu oído–. Y tú me das el mío.–
Sentiste tus piernas temblar.
–Hecho...–
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
🌡
Georgie: *el chico había estado resfriado hacer un par de días y por pedido de la maestra, fuiste hasta su casa a ayudarlo con algunas tareas atrasadas.*
–Hola, señora ¿ésta es la casa de Georgie?–pregunté al ver a una mujer asomarse por la puerta.
–Sí, cariño. ¿Tú eres su amiga de la escuela?–
–Amiga, no. De la escuela, sí.–
–Esta bien, ¿quieres pasar?–asentí mientras entraba a la casa.
Caminamos hasta llegar a la habitación de Georgie, donde el chico estaba en un escritorio dibujando.
–Cariño, aquí está tu compañera. Viene a ayudarte con los deberes atrasados.–la madre me dedicó una sonrisa mientras se retiraba.
–¿____? Pensé que nadie vendría y tú eras la que menos esperaba... Ya sabes, siempre dices que soy molesto.–no pude evitar sentirme un poco mal por aquello.
–En realidad no creo que seas molesto...–Georgie me miró–. Creo que eres divertido.–
–¿y por qué cada vez que intento jugar contigo te vas?–
–Porque... Me da vergüenza hablarte.–bajé la mirada–. Como sea, vine a ayudarte. Estás muy atrasado con las tareas, así que empecemos ¿si?.–
Le di a Georgie las actividades que habíamos hecho en la semana y lo ayudé a leer el cuento que estábamos trabajando en clases, así no se atrasaría aún más.
°•°
–Gracias, ____.–Georgie me sonrió–. Por todo.–
–No es nada, fue divertido... aunque se trató de hacer tarea.–
–Antes de que te vayas...–Georgie se sonrojó un poco–. Quiero decirte que... No te dé vergüenza hablarme en la escuela, de verdad me gustaría que fuésemos amigos.–
Sentí mis mejillas arder.
La verdad él me gustaba un poco, aunque no quisiera aceptarlo.
–C-claro. Cuando vuelvas a la escuela, me sentaré a tu lado en el salón.–sonreí.
–Serías mi primer amiga, después de billy... pero él es mi hermano, así que no cuenta realmente.–
–¿no tienes más amigos?–Georgie sonrió débilmente.
–Si tú eres mi amiga, no necesitaría mas.–
Le dediqué una amplia sonrisa para luego acercarme a él y besar su mejilla.
–Espero que te recuperes rápido. Te estaré esperando, amigo.–caminé hasta la puerta.
–¡adiós, amiga!–
🌡
Patrick: *el chico te había invitado a pasear un poco por la playa y a pesar de que no te estabas sintiendo muy bien, no pudiste negarte*
–¿segura de que te sientes bien?–preguntó por vigésima vez tu novio.
–Claro... ¿Por qué lo dices?–limpiaste disimuladamente la gotita de agua que comenzaba a asomarse por tu nariz.
–Te veo algo pálida, además de que pareces cansada.–llevó su mano a tu frente–. Estás caliente y no en el buen sentido.–
–¡pervertido!–golpeaste su hombro, ganándote una sonrisa de su parte–. De verdad, estoy bien... No dormí muy bien anoche, es todo.–
–Esta bien...–soltó no muy convencido.
Tras caminar un poco más por la arena decidieron sentarse frente al mar, ya que estaba anocheciendo y la vista era increíble.
Te sentaste junto a Patrick y recostaste la cabeza en su hombro cuando de repente, sentiste ganas de estornudar.
Contrólate, o se dará cuenta y te regañará.
Hiciste un gran esfuerzo por reprimirlo pero no lo lograste, dando un gran estornudo que asustó a Patrick.
–Lo siento...–exclamaste sacando un pañuelo de tu bolsillo para limpiar tu nariz.
–¿estás... resfriada?–asentiste avergonzada–. ¿Por qué no me lo dijiste? Hace frío aquí, volvamos a casa.–lo detuviste.
–No quiero volver, al menos no por ahora. Quedémonos un rato más aquí, disfrutemos de la vista ¿si?–
Patrick te miró preocupado unos segundos, para luego comenzar a a quitarse la camisa y ponértela sobre los hombros.
–No es mucho, pero al menos servirá de algo.–
–Pero hace frío... Tú también enfermarás.–
–Eso no importa, tú sí. Así que no te la quites.–
No pudiste evitar tomar su rostro y besarlo con dulzura, amabas cuando se preocupaba tanto por ti