Stan: *frente a todas las desapariciones que se estaban dando en Derry, tus padres habían decidido mudarse a otra ciudad, cosa que tú no disfrutabas mucho, ya que no querías dejar a tus únicos amigos. Después de haberle contado la noticia al club de los perdedores, tú mejor amigo, Stan, comenzó a comportarse de una forma demasiado extraña.*
–Hola.–saludé al grupo de chicos que se acercaba a mi–. Me alegra que hayan venido a pesar del mal tiempo.–
Todos mis amigos entraron al garage empapados, mientras dejaban sus bicicletas.
–N-no podíamos fallarte, ____. E-eres nuestra mejor a-amiga, debemos d-disfrutar tu último d-día en el pueblo.–sonreí haciendo un gran esfuerzo por no llorar.
Después de arreglar el problema de la ropa mojada, todos los chicos se acomodaron en la sala para hacer lo que más nos gustaba en días lluviosos: Calabozos y Dragones.
Pero como el 90% de las veces, terminamos discutiendo.
–¡hiciste trampa! Eso fue un 7, el hechizo no fue válido.–exclamó Eddie enojado señalando a Richie.
–Tu mamá no es válida, torpe. ¿Tratas de embustero a "Richmond, el grande"?–respondió el otro.
–¿"grande"?–
–Sí, de pene.–ambos chicos comenzaron a darse manotazos.
–Ya basta.–exclamé tratando de separarlos–. Aquí somos todos amigos.–
–¿segura? Porque dejarnos no es algo que una buena amiga haría.–soltó Stan ácidamente, jugando con su figura de hechicero.
–¿disculpa?–exclamé soltando a mis amigos y acercándome a él.
–O-oye, Stan. Tranquilo.–Bill lo regañó.
–¿tranquilo por qué? Si es la pura verdad.–se puso de pie y se acercó a mi–. Tus padres dijeron que se iban y tú no hiciste nada al respecto. Ni siquiera quieres irte, pero eres demasiado cobarde como para hacerles frente y decirles que quieres quedarte.–
Sentí mis ojos arder, era inútil seguir intentando ocultar las lágrimas.
No dije nada, no podía decir nada. Mi mente estaba en blanco, sólo podía mirar a mi amigo fuera de si, mirándome fijamente.
La verdad es que no estaba enojada con él, todo lo contrario, tenía razón.
La sola idea de pasar un día lejos de ellos me aterraba, no era buena haciendo amigos y los que tenía, los amaba más que a mi misma, en especial al que tenía enfrente gritando todas estas cosas.
Sin decir más, Stan se fue rápidamente de mi casa, ni siquiera su bicicleta se llevó.
Un gran silencio inundó el lugar, hasta que Richie se paró y apoyó su mano en mi hombro.
–¿y si mejor... Jugamos cartas?–sequé mis lágrimas con la manga de mi camiseta y le sonreí débilmente.
°•°
Pasamos el resto de la tarde jugando a diferentes juegos de cartas, hasta que ya era hora de despedirse.
No fue nada lindo decir adiós, y mucho menos decirlo 6 veces. Pero el gran abrazo grupal que me dieron, me llenó el corazón de calidez, sin duda los extrañaría, pero tenía un pedacito de cada uno de ellos en mi.
Una vez sola, me dispuse a ordenar el gran desorden que los chicos habían dejado en mi casa, debía admitir que extrañaría la tradición de ordenar luego de sus visitas.
Cuando solo me quedaba poner los cojines del sillón en su lugar, el timbre de mi casa sonó.
–Oh, hola, Stan.–el chico parecía un pollito mojado resguardado bajo el pequeño techo de la entrada–. Lamento lo que sucedió hace rato, lo que menos quiero es irme enojada con el chico que más quiero...–sonreí avergonzada.
Stan me miró detenidamente, a tal punto de incomodarme un poco. Di un pequeño brinco al ver cómo se metía a mi casa rápidamente. Pero aún más grande fue mi sorpresa al sentir sus fríos labios sobre los míos.
–Después de todo lo que yo dije, tú eres la que se disculpa.–susurra Stan en mi oído sin separarse de mi–. Realmente eres especial, ____.–
Lo abracé firmemente.
–Eres muy injusto, Stanley Uris.–el chico me miró confundido–. Ahora quiero quedarme más que nunca.–sonrió.
–El hechizo de "Stanis, el poderoso" Ha sido efectivo, Lady ____ se quedará en el Reino.–
–No prometo nada, pero lo intentaré.–dije llevando mis manos a su mejilla.
💋
Richie: *Anginas: la causante de quedarte en casa, perdiéndote así, la salida con tus amigos. Pero para tu sorpresa, uno de ellos apareció en tu casa con películas y helado.*
–No debiste venir, Richie. Vas a perderte la feria por mi culpa.–exclamé poniendo un poco de helado en dos tazas.
–Pss, la feria no irá a ningún lado. Además, la persona más importante para mi esta aquí, no pienso dejarla.–sonreí.
Ambos nos sentamos en el sillón luego de que Richie pusiera una película en la videocasetera.
°•°
Después de 40 minutos el helado se acabó y la película se estaba poniendo muy aburrida.
–Me aburro.~solté tapando la cara de Richie, molestándolo.
–¿qué dices? Si está genial.–le quité los lentes y me los puse.
–Wow, no ves nada, amigo. Esto tiene más aumento que unos binoculares militares.–bromeé mientras me acostaba en el sillón y apoyaba la cabeza sobre sus piernas.
Seguí molestándolo por unos minutos más, hasta que por fin, Richie se cansó. Esperaba que intentase asfixiarme con un cojín o algo por el estilo, pero no. Lo que hizo... Fue besarme.
–Al fin te callas, déjame terminar la película.–exclamó como si nada al separarse.
Quedé ahí congelada unos minutos, hasta que reaccioné.
–Me besaste...–Richie me miró.
–No, me comí tu cara. Claro que te besé.–tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos–. Y lo volvería a hacer si vuelves a hablar. Así que hazme un favor y hazlo de nuevo ¿si?–tomé un cojin y lo estrellé en su cara.
💋
Georgie: *Tu madre y la de Georgie eran mejores amigas desde la primaria, y como ambos tienen casi la misma edad, son amigos desde siempre.*
–¿a qué jugamos, Georgie?–exclamé aburrida entrando a la pequeña tienda de mantas que habíamos hecho en su cuarto.
–No lo sé, ____.–parecía pensativo unos minutos y luego sonrió-. ¿Y si jugamos a casarnos?-lo miré confundida.
–¿a eso quieres jugar? Parece aburrido.–
–No digo que sea divertido, pero me gustaría... Casarme contigo.–sentí unas cosquillitas en la panza.
–¿por qué?–
–Quiero que seamos como mi papá y mi mamá, o tu papá y tu mamá. Quiero que nos casemos, que tengamos una casita linda, perros para mi y gatos para ti. Y también quiero...–jugaba nervioso con sus dedos–. Que me des un beso.–lo miré sorprendida–. ¡Pero de mentiritas!... De mentiritas...–sacudió sus manos frente a él–. No... Mejor olvídalo, juguemos a las carreras ¿si?–
Sin saber muy bien porqué, cerré con fuerza mis ojos y besé fugazmente a Georgie, pero no un simple beso en la mejilla como el que le doy para saludarlo. No, éste fue en la boca.
–Podemos jugar a casarnos, Georgie. Y cuando seamos grandes como mi mamá y mi papá, te prometo que me casaré contigo.–me miró con un lindo brillo en sus ojos.
–¿lo prometes?–asentí sonriente.
–Lo prometo.–