— Es hacia la izquierda, dobla a la izquierda. —indiqué señalando efusivamente. Abraham me miró serio.
— Dijiste que era para el otro lado. —se quejó, revolviendo su cabello. Giré mi rostro hacia a él para contemplar su irritación—. ¿Estás segura de que no tienes el mapa al revés?
— Debería de tener mi celular al revés entonces, y no. —respondí, entrelazando nuestros dedos.
Me sonrió y yo no pude negarme en hacerlo también. Sonreírle puede que disminuya la opresión que siento ahora, y es que esto me asusta.. me asusta que acabe y no saber qué es lo que va a ocurrir después de eso. Verlo a él tan agobiado y asustado me parte el corazón, realmente estoy quedándome sin recursos para animarlo. Las piernas me duelen de tanto caminar y las ganas de llorar se acumulan dentro de mí, oprimiéndome el pecho.
— ¿Cuantas opciones nos quedan? —preguntó.
— Dos. —contesté.
Continuamos caminando por un rato más en completo silencio. Por más que intentemos ignorarla, la tensión entre nosotros era innegable, sé que él conoce de mi opinión al respecto de todo esto.. pero también tiene en claro el apoyo que estoy brindándole desde lo más sincero de mi corazón. Corazón que se encuentra desdichado por la situación, En serio intento ser un bálsamo para él dentro de mis posibilidades, dándole mi completa comprensión y amor, pero lastimosamente eso no significa que el sentimiento de miedo desaparezca. Miedo a sentir su ausencia una vez más.
— Creo que estamos cerca. —declaró sacándome de mi nube.
Presté atención al panorama y fruncí el ceño. Por alguna razón que desconozco, creo haber estado aquí alguna vez.
— Yo conozco éste lugar. —reconocí. Me detuve en el camino para hacer conexión con mi memoria, sé que he estado aquí antes.
Abraham se paró a mi lado y tomó el celular de entre mis manos, observó la dirección y se quedó mirando alusivo. Me miró por un segundo y continuó caminando a paso apresurado hasta donde el dispositivo le indicaba. Sus pasos se detuvieron frente una gran casa, a mi parecer bastante antigua.. pero eso no evitó que él tomara la iniciativa de llamar a la puerta con expectativa. Siento el impulso de preguntarle si está seguro de lo que hace, pero decido guardármelo para mí, así como muchos otros cuestionamientos. Él insiste a la puerta con impaciencia, desde dentro se percibe un silencio sepulcral hasta que los pasos se aproximan después de unos minutos de espera. Los músculos de mi novio se tensan, presionando mi pequeña mano con fuerza, tanto que creo que llegará a quebrarmela. La cerradura comienza a ser girada con cuidado, yo tengo las emociones a flor de piel. Finalmente, cuando la puerta es abierta del todo, nos deja ver a una muchacha joven, poco más grande que nosotros, la condición puede notarse en su pálido rostro al vernos parados frente a su puerta.
— ¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó, cubriéndose detrás de la puerta. Miré hacia abajo, los pies de Abraham no pueden dejar de moverse.
— Estoy buscando a ésta mujer. —precedió Abraham, enseñándole la fotografía. La chica la tomó con tanta delicadeza como si se tratara del cristal más frágil del mundo. Alzó su rostro con sorpresa, sus ojos marrones mostraban confusión y tristeza. Abraham aclaró su garganta.
— Adelante. —indicó, apartándose de la puerta. Él sin dudarlo ingresó a la morada.
El suave olor a perfume ambiental abrumó mi nariz al momento de entrar de lleno. Las paredes estaban pintadas de un rosa viejo, por no decir desgastado, los muebles estaban cubiertos por una pequeña y sutil capa de polvo, no había muchas fotografías que no sean cuadros artísticos. Comenzamos a seguir a la mujer de tacones ruidosos por su casa hasta que finalmente nos condujo a un sofá medianamente cómodo, pidiéndonos que nos sentemos en él.
— ¿Gustan algo de beber? —ofreció con amabilidad.
— No gracias, estamos bi.. —comenzó a decir mi novio.
— ¡Sí, por favor! —exclamé desesperada. Abraham me miró de reojo.
La mujer sonrió y tomó paso fuera del sector dónde nos encontrábamos. Ahora sí, comienzo a estar nerviosa. Mis pies bailan sobre la alfombra de piel, el reloj de la habitación hace, en mi opinión, demasiado ruido y me pone aún más nerviosa. Entonces recuerdo que la persona a mi lado puede estar todavía peor que yo, por eso mismo procedo a tomar su mano. Me mira, entonces le guiño un ojo haciendo que sus tensas acciones se relajen. Dejo reposar mi cabeza sobre su hombro, pero nos alarmamos al instante cuando oímos estruendos provenientes de la que creo, es la cocina, esos parecieron ser vidrios rompiéndose.
— ¿Se encuentra bien? —inquirió Abraham.
— Sí, sí. Es que soy un poco torpe. —apareció nuevamente en la habitación. Me quedé inspeccionandola, frené en sus ojos, estos estaban rojizos y algo hinchados. Parecía haber estado llorando.
— No te preocupes, yo soy peor. —comenté despreocupada, haciéndola sonreír.
— ¿Les gusta el jugo de limón? Disculpen, no cuento con mucho más... a no ser que quieran agua del grifo.
— Así está bien, no hay problema.—Abraham tomó el vaso entre sus manos.
Ella tomó asiento frente a nosotros y nos miró fijamente. Abraham bebe de su vaso con toda la paciencia del mundo con la mirada perdida en algún punto del techo. El silencio era nuevamente sepulcral y la tensión entre el triángulo de dudas va creciendo cada vez más.
— Es mi madre. —espetó ella, alzando la mirada. Abraham dejó de beber—. Murió hace dos años.
Abraham la miró con su mirada compasiva, yo me quedé estática en mi lugar. Ella mantenía en sus manos la fotografía de sabemos, ahora, es su madre.
— ¿Qué quieren? —masculló.
— Cumplir una promesa. —espetó Abraham. Él señaló la fotografía, haciendo que ella repase los bordes de ésta con sus dedos. Lo miró desde su lugar. Yo no entiendo nada.
Ella se puso de pie y caminó hasta una estantería de la cual abrió un cajón y rápidamente regresó a dónde estábamos. Se sentó a nuestro lado. En su mano izquierda podía verse un papel rasgado, más bien una foto de un muchacho, muy apuesto a decir verdad.. Esperen, ¿es quién yo creo que es?
Ellos juntaron ambas partes, formando una sola. Ahí fue cuando entendí, estoy en Juego de gemelas o esos son Beto y su novia.
— Vengo de su parte. —señaló Abraham—. Él era como un padre para mí, murió hace poco más de un año..—suspiró. Yo tomé su mano —. Le prometí que..
— Ella también lo quiso hasta sus últimos días... Alberto, ¿verdad? —le preguntó ella. Abraham sonrió.
— Beto, para los amigos. —le contestó él.
— Lo siento mucho. Mi madre me habló de un amor, uno que jamás volvió a ver... el amor de su vida. Ella decía que existen personas que se alojan para siempre un tu corazón..
— No importa si la vida se encarga de espirar el contrato de renta. —afirmó Abraham. Ella lo miró—. Esa era una de sus muchas frases hechas, creo que no soy el único que se las guardó.
— Creo que él era una de esas personas...
— Al igual que tu madre, no hay duda. Ella también era el amor de su vida, él quería que lo supiera.
— Nunca lo olvidó...
Yo desvié la mirada hacia el resto de la habitación, sonará estúpido.. pero me siento de sobra aquí, la situación es más personal de lo que creí. Yo apenas conocí al hombre, realmente creo que debo dejarlos a solas.
— Creo que voy a salir, no me siento muy bien.—comuniqué a mi novio. No esperé que me dé una respuesta, simplemente me puse de pie y salí de ahí.
Me senté en césped del jardín a esperar que todo acabe. No entiendo muy bien el motivo por el cuál accedí a acompañarlo, sabía que esto pasaría. La peor parte todavía no pasó, estamos vísperas aún y me asusta. En dos días él tiene que estar en un avión rumbo a Londres, con un sueño en el maleta.. y sin mí. Cerré los ojos cuando sentí que comenzaba llorar, no sé exactamente cuanto tiempo estuve sentada en aquel lugar, sólo sé que me duele el trasero y que alguien posó una mano en mi hombro.
— Ven a despedirte. —me indicó Abraham. Me paré de mi lugar y regresé a la casa, detrás de él.
Abraham se despidió de la chica con un abrazo y le hizo saber que fue un placer haberla conocido. Yo desde mi lugar, me acerqué a hacer lo mismo, ella me preguntó si estaba mejor, yo simplemente asentí por más que esté destrozada ahora. No sé exactamente cuanto tiempo llevamos caminando en silencio, un silencio que no es vacío ni incómodo, sino que es necesario. Sé que comenzaré a llorar al apenas pronunciar palabra. Sin embargo. no pude evitarlo.
— ¿Cómo te fue? —pregunté mirándolo.
— No fue tan complicado como creí, fue triste sí, pero no tan complicado. Aún queda lo peor.—masculló.
— Perdón por no haberme quedado, pero sentí que era muy personal.. me sentí ajena a la situación.
— ¿Por qué? Si tú er..
— ¿Qué sigue ahora? —inquirí, desviando el tema.
— Lo más difícil.. —contestó. De su mochila, la cuál no había notado que llevaba consigo, sacó la hurna fúnebre.
— ¿Y dónde?..
— Tranquila, sé exactamente a dónde ir. —declaró, mientras continuaba caminando.
No hablé en toda la caminata, sólo seguí sus pasos intentado ser alguna definición coherente de apoyo humano para mi devastado novio, pero no creo aguantar mucho, pues yo también lo estoy. Caminamos mucho, creo que ya está empezando a atardecer, pero él no parecía rendirse. Yo creo que cumplir dos promesas en un día es cansador, no sé que piense él. Llegamos a un lugar que yo conocía perfectamente, estamos yendo rumbo al lugar a donde yo lo había llevado días atrás. Sin comentar nada al respecto lo seguí hasta llegar al cerro eterno al que anteriormente habíamos subido. Comenzamos a subirlo, en silencio, solo se oían nuestras respiraciones cansadas, él se ofreció a cargarme cuando vio que ya no podía más, me negué. Casi estábamos llegando a la cima, cuando se detuvo y me miró.
— Escucha, Jari..—comenzó.
— No, no Abraham. Aún no quiero oírlo. —lo interrumpí.
— Jari...
— ¡No! —exclamé. Continué caminando costa arriba, con la intención de dejarlo atrás. Mis pies se detuvieron y me quedé estática cuando fijé mi vista al frente, habíamos llegado.
Siento su presencia a mi lado, ya no teníamos razón para avanzar. Ése era nuestro punto, su punto. Él se acercó a la orilla, me dedico una mirada antes de fijarla completamente en la lejana vista a la cuidad, yo me quedé atrás.. este es un momento entre él y su dolor. El viento está enmarañado mi cabello, desde aquí puedo ver como su camisa es flameada por la ráfaga que corre en nuestra dirección, lo observo abrir su mochila y sacar la hurna, la mira por un segundo y procede a abrirla. Se gira hacia mí y su semblante cambia, ahí es cuando me doy cuenta de que hay lágrimas rodando por mis mejillas, me acerco a él y lo miro a los ojos a través de mi cabello el cuál se encuentra completamente sobre mi rostro. Procedo a meter mi mano dentro de la hura y tomar una parte de las cenizas entre mi puño, lo presiono con fuerza meintras avanzo hacia el final del suelo.
— No tengo palabras para ti —comienzo a decir con la vista al cielo—. Supongo que en momentos cómo éste debería llorar y decir lo mucho que cuesta hacer ésto, pero realmente no sé qué duele más.. —mi rostro comienza a ser empapado por mis propias lágrimas y suelto el polvo. Me giro hacia él—. Yo sé que quieres que estemos a la altura, que disfrutemos, que la pasemos bien, que aprovechemos estos momentos juntos... pero es que.. no puedo ser feliz si sé...—mi voz se está quebrando debido al nudo en mi garganta y no puedo dejar de llorar—. Abraham hemos sufrido mucho, demasiado, no puedes hacernos esto, tú no... No otra vez.
Empiezo a caminar hacia abajo, dejándolo solo, no sé cuanto tiempo ando, sólo sé que mis ojos arden por las lágrimas y que me estoy quedando sin aire. Llego a un punto en el que me encuentro sentada en el césped seco. Mis lágrimas continúan cayendo, intento recomponerme llevando mi vista al cielo.
Ya no puedo soportar tanto, no por tanto tiempo. Necesito que me mire, necesito que note.. sí, estoy siendo egoísta pero es que no me sale nada más que eso. No puede dejarnos romper nuevamente, no puede permitirlo. Mi corazón se está rompiendo, de a poco, de a llantos y lo está haciendo él, de nuevo. Está siendo egoísta una vez más, lo estamos siendo. Mis sentimientos se desgastan, me desgasto, mi corazón también. No puedo parar de llorar, no puedo dejar de desear que las cosas sean diferentes.. no puedo evitar que en éste preciso momento, quizás del otro lado del mundo hay dos personas como nosotros siendo felices, planeando una vida juntos, amándose. Él es el amor de mi vida, por más cursi que suene, no tengo duda. Pensar en dejarlo ir, me rompe, me destroza tanto así como alguna vez lo estuve. Estoy sufriendo tanto como mi corazón, no tengo fuerzas para volver a afrontar tanto, no quiero. No sin él. Sólo me queda cerrar los ojos y confiar en que Dios tiene el absoluto control.
Él crujido del césped siendo pisado llama mi atención, sin emargo ni siquiera me giro. Sé que es él. Un par de segundos después lo siento sentarse a mi lado, sigo con la vista al cielo.
— Siento haber arruinado la despedida de Beto. —me lamenté después de un tiempo de silencio.
— No pasa nada..—dice restándole importancia, pero sí importa. Sé que sí—. Amor, yo..
— No Abraham, no hables. Nada de lo que digas ni de lo que hagas cambiará lo que siento. Te lo he dicho todo, quizás de la peor forma y en el peor momento, pero es que salió así. Sé que es duro y que no lo puedo cambiar.. pero por muy duro que sea Abraham, aquí es dónde quiero estar y estoy segura de que tú también.
Guardó silencio, ambos lo hicimos, porque no hay nada más que decir. Ya lo hemos dicho todo.
Lo siento removerse en su lugar, entonces me fijo que ha sacado una libreta de su mochila.
— ¿Qué es? —pregunté mirándolo.
— Es el diario de Beto, es de las poca cosas con las que pude quedarme. —contestó.
— ¿Es su diario personal?
— Nuestro diario personal.—afirmó con un tono alegre.
— ¿De los dos? —pregunté. Él asintió.
— Lo comenzamos cuando ingresé al hospital, y siempre que iba escribíamos juntos. Él me dijo que como ahí tienen nuestro historial médico, nosotros podríamos tener nuestro historial vital.
— Déjame ver.
Abrí el diario y comencé a ver por encima, al ver la primera página pude apreciar una enmarañada letra de niño pequeño, no pude evitar reír por eso.
— ¿Tú escribiste esto? —pregunté riendo.
— Sí..—rió él también—. Supongo que no quería que se me olvidara escribir.
— ¿Quieres que lea un párrafo? —ofrecí, él asintió. Abrí una página.
— "Hoy me internaron, estoy en una habitación pequeña pero bonita. Tengo diez años y es la primera vez que duermo fuera de casa. Conocí a Alberto hoy, bueno.. él me dio permiso de llamarlo Beto, dice que sólo sus amigos pueden llamarlo así.. creo que yo soy uno. Él me dijo que cuando escriba lo que me pasa, que no tenga miedo, que un día cuando lo lea será importante recordarlo, y que nos reiremos de esto... ¿Quieres que siga? —me detuve a preguntar, pues puedo ver en su rostro que no le está haciendo muy bien. Sin embargo, él asintió—. Dicen que me quedaré poco tiempo y Beto me prometió que todos los días me contará una historia, una historia por día. No sé si quiero salir de aquí, porque puedo ser el niño con más historias para contar del mundo. Le prometí siempre escribir en éste diario, hasta el último día.. porque me juró que llegará el día en que estaremos curados, en una playa riendo y comiendo helados, le prometí que lo haría. Tengo sueño, aquí termina el primer día... Creo que Beto tiene razón, nos curaremos pronto"
Cerré el diario, dejándolo sobre mis piernas.
— ¿Has escrito siempre? —le pregunté.
— Escribí hasta el día que murió, desde entonces no he podido continuar.
— ¿Y por qué lo trajiste?
— Porque no pude cumplir la promesa de escribir cada día.. —suspiré—. Pero quiero escribir el final. No sé cuando ni qué día, pero sé que lo voy a escribir... ¿Qué piensas? ¿Qué es una tontería?
— No, no..—negué—. Cuando hablas de él se te ilumina la cara.
Un fuerte viento se levantó de repente, haciendo que le diario se abra y que las páginas comiencen a desparramarse, una de ellas llegó hasta los pies de Abraham. Yo cerré el diario. Lo miro a él y noto que se encuentra con el ceño fruncido mientras observa lo que tiene en las manos.
— ¿Qué es eso? —pregunto.
— Al parecer es una carta de Beto. —responde desconcertado.
— Ábrela.
Me dedicó una mirada antes de desdoblar el papel, me acerqué más a él para poder leer con claridad.
Abraham, estoy seguro de que cumpliste lo que me prometiste, no me cabe duda. Quizás incluso ahora estés cerca de mí, con ella. Sé que probablemente, este es un momento difícil para ti, para ambos. Lo sé, porque es evidente que ibas a lograrlo, siempre lo supe. Tú tienes la capacidad de lograr todo lo que te propongas, porque así eres, capaz. Y aunque no sea lo indicado, sé que duele.
Muchas veces me hacía sufrir que no te rindiera. Todo lo que ustedes han tenido que superar es inhumano, un sufrimiento insufrible, incluso para un león como tú., para alguien tan fuerte y valiente como ella. Por eso, los apoyaré en la decisión que tomen, y sé, que ella te apoyará a ti.
Hagan lo que hagan será lo correcto y quiero que recuerden que su lucha no ha sido en vano. Siempre he pensado que cuando alguien atraviesa grandes tristezas o alguna enfermedad grave, lo que hace es distraer a todas esas dificultades para que sobrevivan un par de personas más
Y tengo que decir que con la lucha feroz y valiente de ambos, han logrado salvar muchas vidas. Pero lo más importante es que se han salvado a ustedes mismos. Y por eso, quizás llegó el momento de confiar el uno en el otro.
Y permitirse marcar un camino.
FIN
Después de casi dos años llega a su fin y no sé como sentirme al respecto, creo que voy a llorar. Ésta es una de las muchas historias que tuve por mucho tiempo rondando por mi cabeza. A través de Jari pudieron conocer una gran parte de quien soy y me emociona mucho ver que la hayan apreciado tanto. Es muy difícil para mí despedirme de Abraham y Jari, o más bien de Boli y Pipi, porque eso fueron ellos para mí, dos amigos con los que me tomé toda la confianza de personalizar mis ideas. Gracias a ellos descubrí qué es a lo que quiero dedicarme toda mi vida.
Y gracias a ustedes por darme su amor capítulo a capítulo. ¡No puedo creer que me estoy despidiendo de ustedes!
Me falta mucho por decir y contar, por eso escribí un Epílogo del que no estoy muy segura, pero según sus respuestas y opiniones lo voy a publicar. En pocas palabras, si yo considero que están lo suficientemente tristes, lo voy a hacer. 😂
MUCHAS GRACIAS.
Rocío.