El Rastro de Ti [C.O.R. #1]

By TheMcWonderland

33.4K 3K 954

Los jóvenes Ava y Blake comparten mucho más que ser niños de la misma edad. Ambos fueron secuestrados por una... More

Nota de Autor
Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y Uno
Treinta y Dos
Treinta y Tres
Treinta y Cinco
Treinta y Seis
Treinta y Siete
Treinta y Ocho
Treinta y Nueve
Cuarenta
Cuarenta y Uno
Cuarenta y Dos
Cuarenta y Tres
Cuarenta y Cuatro
Cuarenta y Cinco
Cuarenta y Seis
Cuarenta y Siete
Cuarenta y Ocho
Epílogo

Treinta y Cuatro

543 55 44
By TheMcWonderland

Ava

Mi ánimo está por los suelos y ya ni siquiera me preocupa que Martin llegue a joder exigiendo su dinero de la semana o quincena. Ya ni recuerdo cuánto tiempo va desde la última vez que exigió su pago. He pasado al menos cuatro días rondando el bar, ahogando mi tristeza en el alcohol y rogando en secreto porque Blake aparezca por esa puerta y se me acerque con deseos de solucionar todo. Sé cuan imposible suena, pero una chica debe tener esperanzas, por mínimas que sean, ¿no?

―Dame otro ―digo al bartender y levanto el vaso para hacer énfasis.

―No creo que debas beber más ―responde mirándome con preocupación. Que se la meta por donde mejor le cabe. No necesito a nadie cuidándome.

―¿Quién dice que no puedo hacerlo? Tan solo llénalo y no te entrometas en mi vida ―contesto de mal humor, mi estado habitual últimamente.

Rechaza mi pedido y se aleja rápidamente, concentrándose en atender a los demás clientes en la barra. El sitio no está tan lleno como siempre, sino que hay unos cuantos idiotas esparcidos dentro del espacio, encerrados en su propio mundo, ajenos al del resto. La mayoría se ve alegre mientras que yo estoy huraña y triste, envidiando a todos aquellos que me rodean. ¿Por qué debo ser yo la que sufre solamente? Blake ha de estar muy feliz con un nuevo ligue por ahí.

Un hombre se sienta a mi lado, su cabello negro resaltando a mi vista. Me parece familiar, y si pudiera apostar diría que es el mismo con el que me enrolé el jueves pasado, antes de que Blake apareciera y me destrozara el corazón con sus palabras. No lo culpo, yo tampoco actué bien al involucrarme así con un desconocido. Si yo hubiera estado en sus pantalones en ese momento dudo mucho que reaccionaría alegremente.

Una chaqueta de cuero se ajusta casi a la perfección en su torso musculoso, la camisa que trae debajo luchando para mantenerse en su lugar. La barba en su rostro, de varios días ya, me es inconfundible. Como si ya no pudiera sentirme más avergonzada, humillada y triste, llega él, uno más de mis errores. El universo tiene un retorcido y molesto sentido del humor.

Me enfoco en observar las tablas de madera, queriendo evitar un encuentro incómodo. ¿Cómo actúas con la persona con quien casi tienes sexo en medio de la calle y acabó en problemas por tu culpa? Ni siquiera deseo imaginar cuan extraña es esta situación. Ordena una cerveza al muchacho y se acomoda en su taburete, una de sus piernas pasándome a llevar el proceso. No tengo idea de si lo habrá hecho a propósito o qué, solo espero que no diga o haga algo.

―Lamento eso ―murmura sin verme. Diablos. Debo responderle ahora.

―No tienes por qué disculparte, fue un accidente ―contesto sin dejar de mirar la barra. No puedo mirarlo a los ojos sin sentirme mal por él. ¿Le habrá dolido mucho el golpe que le dio Blake?

―Está bien ―dice. Parece que no ha hecho la conexión. Puedo respirar con más tranquilidad al saber que no me reconoce―. Por cierto, linda forma tiene tu exnovio para recuperarte. Hablando de romanticismo.

Santa jodida mierda.

―¿Perdón? ―Finjo no tener idea. El momento se está poniendo raro y no me gusta la sensación.

―Ya sabes, el jueves pasado, cuando tú yo nos enrolábamos en la calle y ese hijo de puta apareció en modo macho, queriéndote de regreso y toda esa mierda ―responde sin verme realmente. Está concentrado en el mueble detrás del bartender―. Todavía me duele el puñetazo que recibí en el rostro.

―Oh, vaya, no sabía que eras tú, ¡qué horror! ―Suelto una risita nerviosa. Demonios, lo que me faltaba―. Y sobre eso, lamento que terminaras golpeado. Además, aquel imbécil no es nada mío y nunca lo fue. ―Decirlo en voz alta hace que se sienta real, aunque no quita el dolor en mi corazón.

―¿Podríamos decir que fue una aventura de una noche que terminó mal? ―sugiere intentando sonar genial―. O tal vez él es la causa de que estés bebiendo algo tan fuerte en una noche como esta, donde cualquier cosa puede pasarte.

―¿Me estás amenazando? ―Sorpresa y temor cubren mi voz. La forma en que me hable tiene las alarmas encendidas en mi cabeza.

―Solo afirmo un hecho, tranquila nena. ―Levanta las manos en gesto de rendición―. Pero sobre lo otro, ¿tengo o no razón?

―Puedes apostar malditamente a que sí. ―Un nuevo vaso con whiskey es dejado frente a mí junto a su cerveza. Al parecer el bartender se rindió conmigo. Bien por él―. ¿Un brindis por aquellas personas que nos rompen el corazón?

―Diablos, ¿por qué no? ―Acerca su jarra a mí y los cristales chocan―. Entonces, si no te molesta la pregunta, ¿puedo saber qué diablos pasó entre ustedes dos?

―Llamémosle diferencias de pensamiento. Él siempre sería un idiota y no creo que alguna vez consiga cambiar. Yo, bueno, no podría estar con él tampoco.

―Auch, eso sí es una mierda. Parecía que le interesabas bastante a ese bastardo. ―Da un sorbo a su bebida y acaricia su mandíbula―. Según mi conocimiento de la maldita mente masculina, que es bien jodida a veces, ningún hombre entraría a luchar por una mujer si esta no le interesara. Y no me refiero a ser la follada del día, si no a algo más.

―Pues si fuera como dices yo no estaría aquí, en un bar, bebiendo hasta que mi ebrio trasero caiga al suelo y conversando con un extraño al que casi me cogí contra la pared afuera ―digo. El efecto del alcohol está golpeándome y soltando mi lengua. Genial.

―El hombre es un idiota la mayor parte del tiempo. Cuando no es un hijo de puta es un imbécil y así se lo lleva todo el tiempo, en un ciclo sin fin. ―Bebe otra vez, ahora tomándose su tiempo. Hay espuma manchando su barba―. Por cierto, no creas que te habría follado ahí mismo esa noche. Podré parecer lo que quieras, pero jamás trataría de esa manera a una chica, en especial si es tan guapa como tú.

Un leve sonrojo cubre mi rostro, en parte por el whiskey que calienta mis venas y por sus palabras, tan dulces y precisas. ¿Estaría mal que me fuera con él y lo usara para olvidarme de Blake por un instante? Probablemente sí. Él no merece que lo convierta en un mero juguete del que puedo disponer siempre que lo desee. He estado ahí y no es bonito.

―Creo que eso merece otro brindis. ―Levanto mi vaso―. Por los hombres que todavía son caballeros cuando quieren tener sexo.

―Estás tan jodida. ―Niega con la cabeza, aunque no se abstiene de hacer golpear los cristales.

―Si supieras cuánto ―respondo antes de beber todo el trago que tenía. Me río entonces por el doble sentido en mi respuesta.

―Me parece que cierta persona está hasta el culo de ebria. ―Sonríe con diversión.

―Cállate idiota. Apréndete mi puto nombre antes de decirme cómo me encuentro ―reclamo. La furia en mi interior ha regresado, estallando ante cualquier cosita―. Me siento genial.

―Y yo que pensé que mi vida era una mierda ―murmura detrás de su cerveza. Me levanto apenas termina su frase y me tambaleo. Su mano atrapa mi brazo y evita que caiga al piso, salvándome de una nueva humillación―. Y según tú estás bien.

―Es solo un estúpido desliz, ya verás que se me pasa todo en minutos. ―Vuelvo a sentarme. Más vale asegurarme de que no terminaré acostada en el suelo en cosa de segundos―. Como sea, necesito otro de esos.

―Sí, eso no va a pasar en mi guardia, pequeñuela. ―Hay burla en su voz. No me gusta esta confidencialidad que se ha creado entre los dos.

―¿Qué demonios dices? No me conoces, no deberías prohibirme nada ―replico cruzándome de brazos.

―Llámame Wolfe ―se presenta―. ¿Y tú eres?

―Ava ―contesto rápidamente―. Y si no te molesta esta chica seguirá bebiendo toda la puta noche. ―Le hago señas al bartender para que se acerque, pero él nunca las capta.

Entonces, soy tomada en dos musculosos brazos y un billete es dejado sobre la barra. ¿Qué diablos? Pataleo y me retuerzo para liberarme, solo que el agarre que Wolfe mantiene sobre mí es más fuerte de lo que esperaba. Estamos montando una escena que todo el mundo asume es por culpa de mi ebriedad. Maldita sea, tal vez no debí beber tanto esta noche, al menos así podría pasar más tiempo ahí dentro.

Salimos fuera del bar, el aire frío de la noche golpeándome, mi cuerpo tiritando por ello. Me deja caer sobre el suelo con lentitud, temeroso de que escape y regrese dentro o de que termine cayendo sobre la acera. ¿Quién sabe? En mi estado actual ambas son buena posibilidades, en especial la última. Me trago la sarta de palabrotas que preparé para Wolfe y lo miro con rabia, esperando que la note.

―¿Quién mierdas te crees? ¿Acaso te pedí que me sacaras de ahí dentro? ¿Pedí la ayuda de un puto caballero andante? ―exclamo levantando los brazos.

―De caballero no tengo nada, así que no me jodas con eso ―replica―. Además, ya era tiempo de que te fueras de ahí si no querías terminar vomitando todas tus tripas en el baño y que la resaca al otro día te dejara fuera de servicio por horas. Y no vengas a quejarte del maldito dinero que dejé ahí porque no pienso acepta que me lo devuelvas ―advierte―. Ten una buena noche, yo me retiro por hoy. Demasiadas emociones para mi noche.

Quiero responder, disculparme y agradecerle por su gesto, pero mi boca permanece cerrada y ninguna palabra sale de mis labios. Hace un además con su mano antes de desaparecer, su ancha espalda siendo lo único que distingo en medio de la oscuridad que me envuelve. Intento dar dos pasos para ir por él y hablarle, mis piernas negándose a cooperar conmigo y obligándome a apoyarme en un muro para mantener el equilibrio.

Creo que no he sido nunca tan patética como ahora.

Me dejo caer por la pared hasta quedar sentada en el piso, mis rodillas atrapadas entre mis brazos. Siento unas enormes ganas de llorar, gritar y dejar salir la pena que me consume. El efecto del whiskey está pasando muy rápido y no puedo evitar recaer en los adormilados sentimientos que tanto he querido evitar. Como desearía que ese maldito imbécil de Blake se me apareciera para decirle unas cuantas verdades en el rostro.

Recargo mi frente sobre mis antebrazos y cierro los ojos, otorgándome unos segundos para calmarme antes de volver a ponerme en pie. Pequeños rastros de lágrimas se marcan en mis mejillas, las que escaparon de mi control. Quiero golpearme a mí misma por ser tan débil y no poder evitarme este sufrimiento. Maldigo el momento en que le conocí por primera vez y lo fácil que me cautivó conforme pasaba el tiempo.

Camino a una de las farolas y permanezco bajo su luz un rato, observando la calle vacía, sin siquiera un auto estacionado en la esquina. Hoy no hay luna, solo las estrellas que tanto he querido acompañándome en mi pena. Desearía que fuera mucho más simple lidiar con la maraña de emociones en mi interior. ¿Por qué el alcohol solo los adormece en vez de borrarlos para siempre? Lo único que haces es molestar.

―¿Qué hace alguien como tú tan sola en la noche? ―Sé que es él. Me es imposible no distinguir el tono de su voz. O lo bien que suena para mí.

―Piérdete ―gruño. Quiero estar lejos de él, sabiendo lo endeble que soy a su lado. Suficiente hizo ya para lastimarme. Intento moverme, su brazo envolviéndose en mi cintura, pegándome en su costado. Recuerdos inundan mi cabeza, la mayoría de ambos desnudos y lo bien que se sentía, al menos para mí―. ¿Qué mierda haces? Déjame ir, ya no quiero nada contigo.

―He ahí un problema, porque yo sí quiero algo ―dice y me besa. Este no es un beso como los otros, no está cargado de lujuria, es más pausado, apasionado y calmado. Intento no derretirme ante él y seguir cayendo, en cambio, fallo miserablemente. Mi cuerpo responde al suyo de inmediato, acercándonos más de lo que estamos.

Puta vida y la mujer que lo parió.

―Pero mira qué espectáculo tenemos aquí ―exclama otra persona, una que conozco demasiado bien. Martin ha llegado y es seguro que ahora sí se jode todo y en grande. Blake y yo nos separamos por la sorpresa. Le observo, tan débil y malicioso como siempre―. Oh, no se detengan por mí, por favor continúen.

―¿Quién putas eres tú? ―exige Blake, que ya ha dado un paso en frente en modo macho de las cavernas.

―Eso a ti no te incumbe, peleador, la única con quien deseo hablar es con Ava. ―Seguro que sí. Sus ojos ocultan sus verdaderas intenciones. Planea desquitarse conmigo ahora que ha descubierto mis actividades nocturnas.

―Si quieres llegar a ella tendrás que pasar sobre mí antes. ―Se yergue en modo amenazante, todo su cuerpo musculoso preparado para la batalla mientras me oculta detrás de él.

―Entonces los rumores eran ciertos. La puta consiguió que alguien se fijara en ella. ―Una risa seca escapa de su boca―. Increíble, jamás pensé que esto podría pasar. Tan solo mírala, ni siquiera comprendo qué es lo que ves. Está tan perdida y rota que ni la pena vale.

Estoy acostumbrada a que abuse verbalmente de mí, que me insulte y crea que sus palabras cargadas de veneno me afectan. Me crie diferente a lo que piensa. No puede dañarme con sus frases llenas de odio y verdades a medias. Excepto que Blake no. Arremete como una furia hacia él y lo empuja al piso, derribándolo en un movimiento digno de una pelea clandestina. Aplasta su pecho con una pierna y presiona con fuerza. Ya puedo ver a Martin convertido en la mierda de persona que es.

―No creas que dejaré que hables mal de ella, hijo de puta ―gruñe Blake―. Así que más te vale no volver a abrir tu inmunda boca de nuevo o arrancaré tu lengua con mis propias manos. ―La ira sale en oleadas de su cuerpo. Algo es seguro, no está amenazando porque quiere intimidarlo.

―Oh, no lo sabe, ¿no? ―Martin me mira, sus vacíos ojos haciéndome estremecer―. Debí imaginar que no se lo dirías. Eres demasiado cobarde como para perder tu más grande defensa. Pero adivina qué, yo puedo decírselo.

¿Qué mierda habla ahora? No tengo ni puta idea de qué disparates dice esta excusa de hombre, a menos que se trate de algún plan suyo. Martin siempre fue capaz de salvarse inventando cualquier tontería. Al igual que yo, Blake parece estar confundido. Su mirada delata las grandes interrogantes pasando por su mente.

―Ava, ¿de qué carajos habla este bastardo? ―pregunta, su voz calmada. No obstante, la forma en que sus músculos se sacuden me da a entender que no está tan tranquilo como quiere aparentar.

―Vamos, dile cómo te envié para obtener favores de DeMarko y la forma que lo usaste a él para acercarte sin que otros lo supieran. ―Hijo de la gran puta. Así que ese era su plan―. Cuéntale cómo fue que se te ocurrió esa idea para obtener mayores cantidades de dinero. Vamos, no seas tímida ahora pequeña perra.

Blake ha quedado en blanco, el impacto de la mentira apoderándose de él. Martin aprovecha el momento para liberarse de su agarre en un torpe movimiento. Drogado o no, el idiota es inteligente. Se pone en pie rápido, sosteniendo su pecho con una mueca de dolor. No me sorprendería que tuviera un hueso roto. Con lo delgado que es dudo que haya músculos debajo de su ropa.

―Ava, dime que eso no es cierto ―habla Blake―. Dime que todo lo que este malnacido dijo es mentira. ¡Dímelo!

Estoy sin palabras, incapaz de armar una defensa. Sé muy bien que esto es una jugarreta de Martin para joderme y quitárselo de encima para tenerme solo para él. No consigo articular ninguna frase, la presión del instante haciendo estragos en mi mente. Blake aguarda una respuesta que nunca llega y se pone en pie, la furia, el odio y no sé qué más nadando en sus irises verdes. Esto es igual que recibir una puñalada en el torso.

―Pues espero que te haya salido bien tu jugarreta. Y espero que ese dinero te ayude a vivir de buena manera a pesar de que sabes que has roto el corazón del único hombre que te ha llegado a amar.

Se aleja mientras le observo totalmente impactada. Dijo que me amaba. Debería estar corriendo detrás de él para convencerlo de que todo es una mentira y confesarle que yo también lo amo. Lo amo tanto que me duele verlo irse con esa expresión de desolación y dolor en su rostro. Y su corazón destrozado rompe el mío en trozos también. Intento ir detrás suyo, pero Martin me retiene jalándome del cabello con su mano.

Joder, eso duele.

―Y ahora perra, tú y yo solucionaremos ciertos problemas que tenemos, empezando por obtener todo el dinero que me debes ―murmura a centímetros de mi rostro, el olor a marihuana que emana su boca mareándome.

¿Acaso mi noche no podría empeorar más?

Entre tirones y golpes Martin me arrastra a su auto negro, oculto entre las sombras y me empuja, haciéndome perder el equilibrio. Caigo al piso con un gran quejido, mi rodilla sangrando levemente. Me fuerza a pararme, lo que no puedo hacer por el dolor. Si ese maldito imbécil se preocupara por algo más que no fuera su maldito trasero sabría que toma tiempo recuperarse de una caída así, incluso si no terminaste hiriéndote.

―No tengo toda la puta madrugada para esto. Párate rápido maldita zorra. ―Me atiza con su pie, dándome en toda la cadera. Aprieto los labios para no gritar―. ¿Qué no oyes? Apúrate o desearás haber muerto antes que estar aquí.

―Tal vez será otro quien desee morir justo ahora. ―Una voz femenina se añade a nuestra conversación. Su dueña emerge de las tinieblas, su rostro oculta por ellas, y sostiene a Martin por el hombro mientras le apunta con una pistola a la cabeza.

―Vaya, tenemos otro ángel de la guarda para la prostituta, ¡qué bien! ―Se burla él. Ni siquiera lucha por su vida―. Por favor señora, déjese este juego maldito antes que salga herida y termine...

El sonido de una bala siendo disparada resuena a varios metros alrededor. El cuerpo sin vida de Martin se desploma en el suelo igual que un saco de papas malparado. La sangre brota de la herida que le hizo y las lágrimas batallan por salir de mis ojos. Cubro mi boca, absteniéndome de hacer sonido alguno. La desconocida se acerca a mi lado y me ofrece una mano que recibo a regañadientes. Si ella fue capaz de matarlo a él sin contemplarlo demasiado, ¿qué le impide hacerlo conmigo también?

―Tranquila pequeña Gretel, todo estará bien ahora. Mamá llegó por ti niña, iremos a casa ―dice en un tono dulce y amable.

Mi estómago se revuelve, el llanto cayendo libre por mis mejillas. Mi noche no hizo más que empeorar. Escapé de un demonio menor para acabar en las manos del mismísimo Satán en persona. Madre nunca perdió la pista de mi ubicación luego de que escapase de ella hace más de cinco años. Estuvo siguiéndome todo el tiempo, a la espera del momento para llevarme de regreso a su lado y no dejarme ir otra vez.

Me sujeta con férrea fuerza, sus dedos marcándose a fuego en la piel de mi pobre brazo. Mi pierna apenas si protesta ya, el dolor mitigándose a favor del miedo que siento ahora. Me lleva con un firme paso lento de regreso a la farola donde Blake y yo nos encontramos hace rato. Puedo oírla mascullar sin sentido al avanzar, lo que me hace preguntar cuán loca ha terminado desde la última vez que la vi. Dudo mucho que ese golpe en la cabeza que le di ayudara a mantener su cordura.

―¿Dónde me llevas? ―pregunto. Lucho por liberarme y correr lejos de ella. Tengo que huir y ocultarme hasta que se aburra de buscarme. Madre detiene cada uno de mis intentos sin mucha dificultad. La pistola es solo una advertencia de lo que me pasará si no desisto pronto.

―Ya te lo dije, iremos a casa, pero antes debemos ir a por tu hermano Hansel. Volveremos pronto a ser la familia feliz que solíamos ser, ya lo verás.

Y por su tono de voz sé con certeza que pondrá el máximo empeño en ello.

Continue Reading

You'll Also Like

1M 4.8K 11
¿Sexo con amor? Pff qué asco, aquí solo ofrezco sexo duro, perverso y oscuro y lo mejor que los sentimientos jamás se entrometen. ¿De rodillas? Siem...
69.5K 11.1K 41
Que pasaría si tienes 17 años y de quién pensabas estar enamorada no lo estás y sin embargo te sientes atraída por una mujer 8 años mayor que ella...
73K 3.6K 39
Un baile de máscaras. Allí comenzó todo. Alesha podía poseerlo todo, pero así como lo obtuvo... Lo podría perder. Emiliano siempre obtuvo lo que qui...
126K 9.5K 28
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...