El Rastro de Ti [C.O.R. #1]

By TheMcWonderland

33.4K 3K 954

Los jóvenes Ava y Blake comparten mucho más que ser niños de la misma edad. Ambos fueron secuestrados por una... More

Nota de Autor
Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y Uno
Treinta y Dos
Treinta y Tres
Treinta y Cuatro
Treinta y Cinco
Treinta y Seis
Treinta y Siete
Treinta y Ocho
Treinta y Nueve
Cuarenta
Cuarenta y Uno
Cuarenta y Dos
Cuarenta y Tres
Cuarenta y Cuatro
Cuarenta y Cinco
Cuarenta y Seis
Cuarenta y Siete
Cuarenta y Ocho
Epílogo

Veinticinco

543 59 8
By TheMcWonderland

Blake

Aquella tarde de martes fue mejor de lo que esperaba, y eso era decir mucho. Había llegado del entrenamiento mejor que los días anteriores, mis ánimos subiendo igual que la espuma en una cerveza. Conseguí hacerle frente a Tino y, joder, me sentía feliz por ello. Tal vez no le habré ganado, pero le di pelea y maldita sea si eso no ayudo a que mi lastimado ego regresara a su antigua gloria.

Debía festejar en su honor.

Conduje desde mi apartamento a Box luego de darme cuenta de que el lugar era como una segunda casa para mí. El ambiente dentro solía ser ameno, divertido y nadie parecía juzgarte por quien eras o no. Lo otro era que había bastantes chicas dispuestas a coquetear conmigo, incluyendo a la bartender con quien me enrolé unas noches atrás. Incluso si no quisiera repetirlo, llegar allí era un buen plan.

Estacioné cerca de la entrada, queriendo evitar caminar demasiado de ida y regreso, especialmente si se me iba la mano con las copas. A veces, festejando, pierdes la noción de tiempo y mesura. Bajé de la camioneta y avancé a la puerta, atravesándola para llegar a la enorme habitación que era el bar. Grupos se esparcían por todo el lugar, mi atención vagando por ellos hasta que se detuvo sobre una cabellera castaña en la barra.

No podía ser ella, ¿o sí?

Con el corazón latiéndome a mil por hora, vaya yo a saber por qué, me acerqué a su lado, lentamente para calmar mi pulso. Esto no podía ser peor. Yo era el jodido Blake King, el tipo al que las chicas deseaban tener en su cama, no un idiota que soñaba con tener a una sola por siempre. ¿Qué mierda andaba mal conmigo? Esa era la pregunta que llevaba haciéndome por mucho tiempo y seguía sin encontrar respuesta.

Una vez controlé mi extraña reacción, el yo arrogante se hizo cargo de la situación. Llegué al mueble de madera y tomé asiendo cerca, mirando de reojo a la chica que consiguió mi atención de inmediato. Se vestía similar a Ava, con ropa ajustada, corta y sensual, de esas que podían detener el tránsito al ser usadas por una mujer estupenda y con buenas curvas. El único problema era que no podía reconocerla, pues su pelo ocultaba parcialmente su rostro.

Esta noche se encontraba la bartender atendiendo, lo cual me alegró un poco. ¿Cómo demonios iba a actuar frente a ella ahora? Debería haber entendido hace años que pensar con la polla no era buena idea, menos follar a alguien que verías todo el tiempo. Bueno, cruzaría ese puente cuando llegara a él. Preocuparme por algo que no ha pasado no tiene sentido. Ahora, solo tengo que saciar mi curiosidad y descubrir si es ella o no.

―¿Qué te traigo? ―preguntó un chico que nunca antes había visto aquí. Probablemente era su primera vez trabajando en el bar.

―Dame un vaso de ron y ponle hielo ―pedí y asintió, agitando su cabello rubio, quizá demasiado largo para su bien.

Observé al muchacho preparar la bebida con mucha dedicación, a pesar de que era muy simple de hacer. De vez en cuando, en contra de mi voluntad, arrojaba miradas a la chica, queriendo verle la cara y salir finalmente de la maldita duda. La tarea no era tan fácil. Parecía que ella se encontraba muy entretenida mirando hacia el frente, sin hacer nada más que beberse el trago ante ella. ¿Acaso jugaba conmigo?

Hice caso omiso de las ganas que tenía de llegar a ella, tomarla de los hombros y girarla para poder verla bien. La curiosidad estaba matándome y no era bueno para lidiar con ella. El vaso con líquido marrón oscuro llego a mí, cortesía del joven. Lo tomé con la mano derecha, agitando el contenido y luego llevándomelo a la boca, dejando que quemara su camino a mi estómago. He de reconocer que no era muy buena idea zampármelo de una sentada.

El fuerte sabor prácticamente me golpeó en el rostro. Una mueca se deslizó en mis labios y pude sentir una mirada puesta en mi espalda. No sabía por qué era tan sensible a ellas, siendo que debía estar acostumbrado al ser parte del espectáculo para un montón de idiotas cada viernes. Giré hacia el sitio de donde creí me observaban, quedando agradablemente sorprendido de ver a una pelirroja lamiendo sus labios mientras seguía viéndome.

Bueno, hola a ti chica.

Permití que mis ojos hicieran un recorrido por su cuerpo, comprobando lo que tenía para mí. El escote de su camiseta o vestido –no lo sabía bien– ocultaban un buen par de pechos. Y esa boca que lucía me provocaba los más sucios pensamientos. ¿Cómo se vería alrededor de mi polla esta noche o abierta en un silencioso gemido? Seguro como el infierno que me encantaría esa respuesta.

Una muy mal fingida tos me arrancó de mi mente, donde estaba casi follándomela encima de una mesa. Sin embargo, no me agrada tanto como supuse al verla. La chica castaña del otro lado volvió a retener mi atención. Solo una persona estaría molestándome en un momento así. Ava debía haber notado lo que hacía con la otra y no le agradaba para nada. Pero, ¿realmente sería ella?

―¿Disculpa? ―le hablé―.¿Eso que acabas de hacer iba para mí?

―¿Para quién sino? ―Se dio la vuelta para enfrentarme y sí, era ella―. Solo tú tendrías el descaro de follarla en tu cabeza solo con verla.

―Y que, ¿acaso te molesta? ¿Estás celosa de eso? ―La piqué, sabiendo cómo reaccionaría. Me encantaba verla enojada conmigo. Era caliente.

―¿Yo, celosa por eso? Ya tuve lo que tanto presumes y créeme, no me gustaría repetirlo.

Avancé hacia ella, acercándome lo suficiente como para que nadie pudiera escuchar nuestra conversación. No quería que un montón de idiotas nos hicieran callar o se enfadaran por lo que decíamos. Su cuerpo se estremeció por mi cercanía y la piel detrás de su oído se erizó cuando llegué a él. Su espalda se tornó rígida y su respiración se detuvo momentáneamente. Era tan genial poder causarle esto.

―No recuerdo que actuaras así cuando te tenía debajo de mí y estaba enterrado hasta el fondo en tu interior.

―No me quejé porque, vamos, ¿quién lo haría cuando recibe un orgasmo gratis? ―respondió.

―Entonces, ¿dices que los orgasmos que te di eran bastante buenos como para nublar tu mente? ―Sonreía arrogante―. Me lo dicen seguido. Muy seguido.

Bebió lo que fuera que se encontraba en su vaso sin dejar ni un solo rastro en él. No me perdí el movimiento que su garganta hizo mientras el alcohol bajaba por ella, alojándose en su vientre. ¿Quién era la pelirroja de hace rato? ¿Por qué me interesaría en otra cuando tenía a esta preciosidad a mi lado? Joder, esa pregunta sonaba peligrosa.

―Sí, bueno, las mujeres suelen mentir cuando no quieren volver a meterse con el mismo hombre.

Llevé una mano a mi corazón, su comentario doliéndome más de lo que me gustaría admitir. Sonaba como una broma, pero no se sentía así. Nunca me había acostado con la misma chica más de una vez como para corroborarlo. Pasaba de ellas como si fueran ropa interior o papel desechable. Bueno, eso era hasta que ella entró en mi vida y prácticamente destrozó todo lo que construí para protegerme.

―Me hieres, nena ―fue lo único que pude contestar.

―Oh, lo lamento tanto, pobrecito de ti. ¿Tendré que llamar a la pelirroja para que te cuide tus heridas o puedes hacerlo por ti mismo? ―preguntó, su voz baja.

―Podrías hacer tú. Ya sabes cómo me gusta que me cuiden ―susurré en su oído―. Y creo que te gustaría más que a mí, nena.

Me apartó de su lado, empujándome con ambas manos presionadas contra mi pecho. Su toque causaba toda clase de cosas extrañas en mi cuerpo. El muy traidor reaccionaba a un mísero roce y se alborotaba como si ella me estuviera acariciando de arriba abajo. Ava lo notó, su sonrisa engrandeciéndose y su mirada oscureciéndose. Lucía igual que un gato arrinconando a su próxima presa. Lo que fuera que pensaba comenzaba a agradarme.

―Estarás bien sin mí ―dijo. Recorrió con un dedo mi abdomen, trazando los músculos―. O eso parece, quizás en realidad seas tú quien ruegue por mis cuidados.

―¿Por qué habría de hacerlo cuando tú misma te arrojaste sobre mí? Solo mírate, estás loca por mí, reconócelo ―Esta vez yo sonreía, divirtiéndome con la forma en que evolucionaba nuestro juego.

―¿Eso crees? Pues tu cuerpo me dice lo contrario, solo observa. ―Trazó con su uña la piel debajo de mi camiseta, casi marcándola. Temblé un poco. ¿Por qué demonios me gustaba esto?―. No puedes negar que el que está loco por mí eres tú.

Necesitaba espacio para poder nivelar mis pensamientos. Quería solo tenerla debajo de mí, gritando cada vez que la llenaba. Diablos, era una maldita contradicción caminante y no me gustaba no pensar con claridad. Apreté los dientes, buscando la jodida calma para no arrojarla sobre mi hombro, llevarla a un baño y follarla hasta que lo único que saliera de su linda boca fue mi nombre en un gemido mientras se venía gracias a mí.

―¿Segura que es así y no al revés? ―cuestiono a centímetros de su rostro. Dios, me encantaría besarla justo ahora.

―Por supuesto ―contesta más cerca. ¿Es mi idea o ella también lo desea?

―No te creo nada ―respondo con más seriedad.

Lo siguiente pasa en una especie de borrón. Ava se levanta, me empuja contra uno de los asientos y acaba sentada en mi regazo, sus piernas rodeando mis muslos, su pecho presionado contra el mío y nuestros rostros demasiado cerca para nuestro bien. El deseo de darle un beso y luego deshacerme de la molesta ropa es atronador. Mi polla toma real atención a lo que está sucediendo, tirando de mis pantalones. Trago con fuerza.

Joder.

―Ahora dime quién es el que está cayendo mal por el otro ―se burla en mi cara. Quiero morder esos labios tan tentadores.

Coloco mis manos sobre sus caderas, atrayéndola más hacia mí de ser posible. La gente que observa tal espectáculo no debe tener ni la menor idea de dónde comienza ella y termino yo. Nuestros cuerpos se encuentran tan pegados que ni yo lo sé. Ava se estremece ligeramente bajo mi toque, aunque se recupera con gran rapidez. Ella es tan buena en este juego como lo puedo ser yo. Es tiempo de aumentar las apuestas.

―¿Qué me dices en este momento? ¿No seré yo quien lleve las de ganar? ―susurro en su oído―. Vamos reconoce que te encantaría ser llevada hasta el baño y perderte en mis caricias y toques.

―Solo si tú dices que no puedes resistirte a tomarme y hacerme tuya esta noche ―reconoce dejando un suave y caliente beso en la piel de mi mandíbula―. He extrañado tener orgasmos de tu parte.

Una sonrisa arrogante tiró de mis labios tras oír sus palabras. ―¿Ves como sí estabas locas por mí, o al menos una parte de mi anatomía?

―Cállate idiota y no hagas que me arrepienta de esto ―protesta―. ¿Por qué creí que el imbécil dentro de ti no saldría después de esto?

―Nena, él es parte de mi personalidad que tanto amas y los sabes. ―Acaricié su mejilla con los nudillos. Tan malditamente suave―. Entonces, ¿qué hacemos ahora? ¿Te hago gritar mi nombre hasta que no puedas mantener tu voz estable?

―O soy yo quien te hace girar la cabeza. ―Llega a mi oído y muerde el lóbulo. Mierda, eso es caliente―. Conoces bien mis habilidades con la lengua.

La quito de mi regazo, ignorando el bulto que se presiona contra la pretina de mis pantalones. Ava finge no darse cuenta, pero sonríe burlona, sabiendo que ella lo provocó. La necesidad de hacerme cargo de ella, llevarla al éxtasis y perderme en ella una vez más es tan poderosa como la de respirar oxígeno o luchar contra un idiota en el ring. ¿Acaso ella se ha vuelto mucho más que un simple deseo?

La confusión adorna su linda cara cuando sus pies conectan con el suelo. Sus ojos me ven, a la espera de mi próximo movimiento. Deposito unos cuantos billetes en la barra, el pago por las bebidas que ambos ordenamos, y le sujeto de la mano, regañándome mentalmente por disfrutar de la sensación que recorre mi brazo. Camino por el bar con Ava detrás de mí, ansiando llegar pronto a mi camioneta e irnos a un lugar donde realmente pueda disfrutar de ella como quiero hacerlo.

Algunas miradas nos siguen en nuestro camino hasta la puerta, gran parte dirigidas a la chica que llevo casi a la rastra. Las otras mujeres la miran como un obstáculo a derribar para alcanzarme, sus ceños fruncidos por la envidia. Casi me siento mal por ellas, que no podrían ni llegar a los talones de Ava. La saco al exterior, las ganas de sentirla contra mí ganando esta batalla. La empujo contra la pared del edificio, tocándola en los sitios precisos y la beso con rudeza.

No se aparta o me empuja lejos, en cambio, y si es más posible, me ansía tanto como yo a ella. Mi lengua se desliza entre sus labios, chocando con la suya mientras mis manos vagan por sus muslos, queriendo más, mucho más. Su pierna izquierda sube lo suficiente para acunarme y nuestro beso se prolonga, a cada segundo tornándose más ardiente y lujurioso. Estoy tan perdido en ella como ella en mí y me encanta saberlo.

Me aparto de Ava en el momento exacto en que descubro que acabaré follándola en medio de la intemperie. Mi visión está algo perdida, una consecuencia de lo que pasó hace poco, y me cuesta respirar con normalidad. Ella se encuentra en la misma situación que yo y no puedo evitar que el orgullo me invada. Solo me queda hallar el lugar donde estacioné y subirla para llegar a su departamento o el suyo. Sinceramente me da igual donde sea, lo único que espero es poder enterrarme en su interior de una buena puta vez.

Tras unos segundos de búsqueda, muy útiles para calmar el errático latir de mi corazón, subimos al vehículo, Ava en el asiento del copiloto y yo en el del conductor. El motor ruge apenas giro la llave y entramos a la calle, el cielo nocturno cubriéndonos. Dejamos atrás el bar, las farolas guiando nuestro camino.

―¿Dónde iremos? ―me pregunta tras unos minutos. Sigue sonando sin aliento.

―Escoge tú, ¿mi departamento o el tuyo?

―Que sea el tuyo, todavía estoy molesta por no haber estrenado tu cama aquella vez ―murmura, su vista perdida en los alrededores.

―Pues será un bautizo memorable el de hoy entonces ―respondo con una sonrisa.

No me doy cuenta cuando hemos llegado a mi edificio. Estaciono cerca de la entrada, apresurándome en descender y hacerla bajar. Bloqueo las puertas por seguridad y llevo a Ava escaleras arriba, sin importarme lo desesperado que pueda lucir. Abro la puerta para ella, deteniéndola un momento para darle un pequeño pico en los labios, uno que le asevere lo bien que la pasaremos esta noche los dos, juntos.

Mierda, no puedo esperar porque esto de comienzo.

Continue Reading

You'll Also Like

39.1K 2.1K 22
Intentaremos hacer feliz a nuestro gallo 🐓🐓 [Habrá versiones fem]
78.8K 5.1K 30
Chiara consigue plaza en un colegio de Madrid como profesora de Musica y tutora de una clase, en la cual se encuentra Tana, la hermana pequeña de Vio...
51.4K 4.7K 8
ACELERANDO EL DESTINO | Camila Clement, la próxima gran promesa de la música argentina, decide aceptar la invitación de Bizarrap para colaborar en un...
5.9M 266K 95
Ella quería salir de todo eso Y Él la devolvió a ese mundo sin saber Él sólo buscaba cierta diversión en esa fiesta...