— Ten, para ti.
Me entregó una taza caliente de café mientras se sentaba a mi lado, yo dejé el resaltador a un lado para pode corresponderle.
Le besé la mejilla.
— Gracias, amor.
Ladeó su cabeza para poder leer en mi computadora que estaba sobre la mesa, se acomodó sobre el cojín del piso e hizo lugar para dejar reposar su taza.
— ¿De qué es? -preguntó sirviendo mas café del termo.
— Metodología de la Investigación. Es desesperante.. -bufé.
— ¿Es mucho?
— Muchísimo, no creo llegar a terminarlo para mañana. -rasqué mi cabeza con frustración.
— Si quieres puedo armarte los esquemas con las síntesis que tienes ahí. Pero amor, estás escribiendo en español. -señaló.
— Agh.. ¡Ten misericordia de mí, Señor! -exclamé cerrando la computadora.
— A ver.., a ver.. Tú lo que tienes que estás muy cansada, son casi las dos de la madrugada, acabamos de llegar. ¿Por qué mejor no vas a descansar? Yo me ocupo de lo que te falta aquí y mañana lo terminas. ¿A qué hora debes enviar esto?
— Antes de la medianoche, hora Miami. — respondí— Pero, Abraham... en serio es muchísimo, aún me falta Política, además.
— Hey... —alzó mi mentón— Yo me encargo, tú ve e intenta dormir algo, te ves muy cansada y no quiero que enfermes a causa de esto. Hoy fue un día muy largo, tus neuronas van a explotar de tanta sinapsis. -me sonrió.
Dejó un beso en mis labios y yo puse mi cabeza en su hombro.
— Ve a descansar, fresita.. -me susurró.
— ¿No vienes tú?
— Yo en seguida voy, ¿de acuerdo? Puedes usar mi mantita de Garfield si quieres.
— Bueno..
Me paré del suelo a lo que él aprovechó para darme una palmada en mi inexistente trasero, caminé con toda la flojera del mundo hasta la habitación. Me lancé bruscamente a la cama tratando de borrar de mi mente los esquemas de Opinión Política que debería estar haciendo yo sin aprovecharme del intelecto de mi novio.
Quité mis pantuflas con la ayuda de mis pies y comencé a quejarme entre gemidos desesperantes.
— ¡Duérmete, Jari! -me gritó desde la sala.
Me metí bajo su mantita del gato Garfield y estiré mi mano para tomar el libro que él me había dado. Busqué la página señalada con el separador que me había decorado Johann.
Me sumergí en la lectura.
— Eres muy mala influencia para mí, Will Traynor. —dije, mientras abría la puerta del coche y bajaba la rampa. No lograba dejar de sonreír.
— Enséñamelo.
Eché un vistazo a la calle, me giré y bajé un poco la venda de la cadera.
— Está muy bien. Me gusta tu abejita. De verdad.
— Voy a tener que llevar pantalones de cintura alta cuando esté con mis padres el resto de mi vida. — Le ayudé a acercar la silla a la rampa y le alcé— . Aunque si tu madre se entera de que tú también te has hecho uno...
— Le voy a decir que la chica de la Oficina de Empleo me llevó por el mal camino.
Solté una carcajada. Amo a este hombre.
— ¿De qué te ríes? -oí la voz de Abraham.
— ¡Nada!
Continúe leyendo un par de páginas más hasta que la cabeza comenzó a dolerme. Cerré el libro.
Me quedé mirando la portada por un rato y me cubrí un poco más con la mantita, pero desgraciadamente (hábito mañoso), no puedo dormir sin abrazar a algo o alguien y un libro con el bello rostro de Sam Claflin no era muy buena opción si no hacía chistes sarcásticos sobre mis medias.
Llamé a Abraham.
— ¡Boli! —lloriqueé.
No tardó mucho en aparecerse y cerrar la puerta detrás suyo.
— No me siento bien... —cerré los ojos.
Me miró desde el final de la cama, yo estiré mis brazos hacia él.
— Ven...
Gateó sobre la cama y acabó en mis brazos, besando mi clavícula.
— ¿Qué sucede? —preguntó— ¿Te sientes mal?
Pegó sus labios a mi frente.
— No tienes temperatura...
— Así no se toma la temperatura.. —solté una risa.
— Pero yo sí... —me sonrió— Ya dime, ¿qué te sucede?
— Siento que la cabeza va a expl... explo.. ¿How doest it say?
— Explotar. -sonrió sobre mi mejilla.
— Explotar... -repetí.
— Sí, así..
— Bueno, la cabeza me va a explo..tar.
— Voy a buscarte un analgésico. -comunicó, enderezándose.
— No.. —tiré de su brazo— Quédate...
— ¿Me quedo? -ladeó la cabeza.
— Sí...
Entrelacé mi mano con la suya.
— ¿Y el trabajo? -preguntó.
— Mañana lo termino, por favor..
— ¿Segura?
— Sí, Abraham..
— A ver. Mírame cariño, ¿qué te duele con exactitud?
— Todo, absolutamente todo..
Hizo a un lado sus medias sucias y se metió bajo las frazadas, cubriéndonos con ellas.
Llevó una de sus menos a mi abdomen.
— No tienes síntomas de estar encubando algo..
— Oh, por Dios.. -murmuré presionando mis párpados.
— ¿Qué?, ¿Qué hice?
— Tienes las manos heladas.. -dije poniendo las mías sobre las suyas.
Suspiró.
— Oye.. —me volteé a él— ¿Te cuento un secreto?
— Como quieras.
Me acerqué a su oído.
— Estoy enamorada de Sa..
— ¿Sam Claflin? Lo sé.
— ¿Qué?, ¿Cómo?
— Lo googleaste en mi teléfono...
— Oh, cierto —reí— ¿Sabes? Yo lo amo desde Blanca Nieves y el Cazador, pero no sabía que era él.
— Creí que dirías desde Los Juegos de Hambre...
— Sabes que no vi eso, bueno sí, una vez con mi papá y me dormí, creo.
— O quizás.. Love, Rosie.
— ¡Esa no me gustó! Se me hizo muy... cliché.
— Tú amas a Lily Collins, y lo cliché. —dijo.
— Sí. Pero no sé, no se me hizo nada que no haya visto antes. Es decir, el típico mejor amigo virgen de toda la vida del que estás enamorada pero no quieres admitirlo, típica intelectual becada y como no, el ardiente estudiante de medicina.
— ¿Ardiente? —alzó una ceja.
— ¿Qué otro adjetivo calificativo usarías tú al hablar de Sam Claflin?
— ¿"El no tan feo de Piratas del Caribe"?
— ¿¡Por qué ese hombre se esmera en hacer películas que a mí no me gustan!? —exclamé.
— Cuando veas completa Yo Antes de Ti, te tragarás tus palabras...
— Haces que mis expectativas vuelen, yo sólo espero no decepcionarme.
— A mí me gustó... —se encogió de hombros.
— A ti te gusta todo.
— Tú me gustas.. —medio sonrió.
— ¿Te gusto?
— Un poco...
— ¿Un poco? —alcé una ceja.
— Un poco mucho...
Pasé mis piernas por su cintura y mordí su nariz delicadamente.
Él dio un besito en mi frente, y yo rodee su cintura con mis brazos.
Juntó su nariz con la mía.
— Oye.. y dime, ¿te esperabas que sucediera todo lo de hoy?
Suspiré.
— Yo tenía la certeza que algo iba a suceder, sabía que no por nada Dios me había puesto en ese lugar, y...
— ¿Y..?
— Y, creo que estoy orgullosa de mí.
— ¿Crees? No, crees no. Tienes que estar orgullosa de ti, bebé. Yo estoy orgulloso de ti.
— Dilo de nuevo...
— Que debes estar orgullos..
— No, no, que estás orgulloso de mi.
— Estoy orgulloso de ti, mucho. De ti y de la voluntad que cumpliste ahí arriba. Me hiciste llorar bastante, aunque creo que la señora a mi lado lloró más. De hecho, creo que mi chaqueta aún tiene sus mocos...
Solté una carcajada.
— ¿En serio te gustó?
— Muchísimo. Cosas acabaron de cerrarme del todo, por ejemplo.. yo nunca había oído bien tu testimonio y me conmovió mucho.
— Mi amor... —lo abracé— Gracias por acompañarme, en serio. Fue muy importante para mí tenerte ahí.
— Un placer, señorita.
— Mañana intentaremos despertar temprano, quiero llevarte a... a place.
— Place.. sí, ¿Quieres llevarme a un lugar?
— Sí.. —alcé la mirada— Si yo tuviera que guardar un pedacito de ti dentro de una cajita.. ¿qué crees que guardaría?
— ¿Un pedacito de mí?
— Claro, es decir, metafóricamente hablando... me refiero, a tu esencia.
— Una vez me dijiste que te llamaba mucho la atención la capacidad que yo tengo de amar y apreciar las cosas chiquitas que para mi resultan siendo grandes...
— Como una pequeña piedrita brillante y áspera que chocó con tus pies a la orilla del mar, o la puesta de sol quizás... O las pequeñas figuras que se forman en la espuma cuando bates tu café.
Continuamos hablando, a lo que él bromeó diciendo que tenemos complejo de políticos por tanto hablar y debatir la vida misma.
Le acaricié la espalda hasta que sentí sus largos suspiros adormilados. Repasé las facciones de su rostro detenidamente, lo envolví entre mis brazos para darle calor corporal.
Aunque no lo parezca, lo necesita más que yo.
Dieron las seis de la mañana y yo me encontraba en la sala continuando la lectura que había dejado a medias anoche. Abraham dormía, ni siquiera me oyó cuando desperté y abrí las cortinas para que le de el sol.
Hermoso, así se veía, pero aún así necesito que despierte y me haga café.
— Deja de amar tanto a Will, desde allá se oyen tus suspiros.
Alcé la mirada.
— Hola, precioso.
Tomé su mejilla cuando posó su boca sobre la mía.
— ¿Por qué no estabas en la cama? -me tomó de la cintura.
— Mmh.. suenas a marido meloso.. -tomé su cara entre mis manos.
— Tu marido no soy, meloso quizás un poco.
— ¿Y cuando los serás?...
Peiné su pelo hacia atrás, descubriéndole la cara.
— Cuando me cantes..
— Cuando me hagas café. -condicioné.
— ¿Quiere usted café? Venga conmigo.
Me alzó en sus brazos aplicando la fuerza de sus brazos en mi cintura y piernas. Caminó a tientas conmigo hasta la cocina y me subió al mesón.
— Me gustan tus calzoncillos. -mencioné.
— Regalo de Tina por mi cumpleaños pasado.
— Lindos..
— A mi gustan tus gafas.
— ¡Ay! -exclamé.
Me las quité.
— No, no, no. Te quedan lindas... -me las puso.
— Aunque, ni yo te regalo calzoncillos, bebé.
— Una vez dijiste que obsequiar ropa interior era patético.
— Que otros lo hagan sí, pero yo puedo hacerlo, aunque no lo hago ni nunca lo haré.
— ¿Por qué?
— Porque es patético.
— Oh ya, dame el café de ahí. El de malta.
— Uh.. vas lo por lo suave. -le pateé el trasero.
— Mi novia eres tú, yo creo que voy más por lo intenso...
Me reí.
Se posicionó entre mis piernas separando mis rodillas. Yo rodeé su cuello con mis brazos. Cerré los ojos, la frescura del viento que se filtraba por la pequeña abertura de las ventanas chocaba contra mi rostro.
— Hace un lindo día hoy.. -mencioné.
— Lo noté, tú despertaste de buen humor.
(...)
— ¿Ya está en verde? Uy, sí. -presionó el acelerador y pasó los cambios.
Yo lo observé con la mirada completamente concentrada en el camino.
— ¿Estás nervioso, Pipi? -acaricié su nuca.
— No estoy acostumbrado a conducir auto que no sea el mío, la verdad. ¿Tú estarás apuntándome todo el tiempo con esa cámara?
— Sí. -respondí- No te quejes, tú quisiste traerme.
— No quería salir sin ti, me haces hacer todo más solo que Kung Fu. -reclamó.
Vi sus ojos ser revoleados a través de la cámara, reí.
— Ahí está Abraham, enojado porque lo saqué de casa sin comer.. -hablé riendo.
— Tú no me has querido alimentar...
— No tenía ganas.
— ¡Tú nunca tienes ganas!
— Tengo ganas de tener ganas, pero no las tengo
— ¿Qué pasará cuando vivamos realmente juntos?
— Contrataremos a una Olga para que cocine...
— ¿A una Olga? -me miró cuando bajé la cámara.
— Claro, todas las amas de llaves se llaman Olga.
— Oh, entiendo. -soltó una carcajada.
Giró el volante hacia la derecha para poder doblar hacia allí.
— ¿Puedes hacer algo por mí? -preguntó.
— Dime..
— Acércate... —alzó su cuello.
— ¿Quieres que te huela? -pregunté.
— Shss, cállate el hocico y quédate así. Te amo, maldita desganada.
— Oh, que tierno eres Boli... ¡Cuidado la ancianita!
Pegó tal frenazo que hizo que yo besara a la española del GPS.
— ¡Jari, maldita sea! ¡No me hagas esas cosas!
— También te amo..
Se apartó.
— Oh vamos, no te enfades.. -lo sacudí.
— Me harás chocar, y ni siquiera sé si ésta cosa tiene seguro. -habló refiriéndose al auto.
— Oye tranquilo brother, fue lo que pude conseguir. Hubieses triado tu auto.
— ¿Tú estás loca? Tendría que venderte a ti para pagar el traslado.
— Si te pones así aquí, tú imagínate como estarás en Reino Unido manejando por la izquierda.
Lo miré de reojo. Se que le incomoda que hable del tema, pero yo realmente necesito una respuesta certera a todo esto.
— Ya sé a qué viene esto y no voy a responderte. No quiero discutir,
— Yo no quiero discutir, sólo estoy diciend..
— Ya basta Jari, ya lo hablamos.
— No, no. Tú hablaste, eres tan egoísta que solo hablaste tú. Sabes muy bien que esto también me incumbe, es mi vida también la que puede llegar a cambiar.
— Jari ya, ¿de acuerdo? No quiero que se hable más del tema, te pones mal y yo tomé una des..
— ¡Voy contigo! -exclamé.
Se guardó sus palabras y me miró. Pestañó, creo que dieciséis veces más de lo que realmente podemos hacerlo en cinco segundos.
— ¿A.. ¿a dónde quieres ir? -se voz sonó débil.
— A Londres, voy contigo.
Continuará...
¡I'm back! 💪
Heey, antes que nada quiero agradecerles por todo el amor que se encargaron de transmitirme sobre el capítulo anterior. Recibí muchos mensajes que me emocionaron mucho (lloré con algunos...🙈🙈🙈)
Me hizo muy feliz ver como muchas de ustedes entendieron el propósito de todo esto, y que sobre todo, supieron respetarlo muy bien más allá de no compartirlo.
Me daba un poco de.. no sé si miedo, sino que me preocupaba un poco compartirles algo tan íntimo y personal acá, que es el lugar menos esperado. Pero realmente sé que los planes de Dios son perfectos, a mi sólo me toca obedecer.
Gracias, gracias totales. ❤️
Bien, ahora quiero hacerles una pregunta a ustedes...
Si tuviesen que guardar en una cajita una pequeña parte de la esencia de los personajes, ¿Cuál sería?
Las leo!!
Rocío.