El Rastro de Ti [C.O.R. #1]

By TheMcWonderland

33.4K 3K 954

Los jóvenes Ava y Blake comparten mucho más que ser niños de la misma edad. Ambos fueron secuestrados por una... More

Nota de Autor
Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y Uno
Treinta y Dos
Treinta y Tres
Treinta y Cuatro
Treinta y Cinco
Treinta y Seis
Treinta y Siete
Treinta y Ocho
Treinta y Nueve
Cuarenta
Cuarenta y Uno
Cuarenta y Dos
Cuarenta y Tres
Cuarenta y Cuatro
Cuarenta y Cinco
Cuarenta y Seis
Cuarenta y Siete
Cuarenta y Ocho
Epílogo

Cuatro

866 83 2
By TheMcWonderland

Ava

El alcohol era mi peor enemigo y este era uno de esos momentos. Ya debería tener claro que beber demasiado me hacía perder el control de mis emociones. Pronto estarían surgiendo de improviso y terminarían humillándome más de lo que podía ser posible. Y ahora comprobaba aquello mientras lloraba sin mayor problema ante un hombre al que no conocía y viéndome como el desastre patético que sabía que era.

Yo era una mujer rota.

―Oye, ¿qué te pasa? ―pregunta acercándose a mí. Su tono suena sincero, aunque dudo que realmente lo sea. Nadie se preocupa por mí más que yo.

―Estoy bien, estoy bien ―respondí irguiéndome rápidamente. Limpié con mis dedos las lágrimas que caían. Debía mantener un poco de orgullo y dignidad―. No fue nada, lo siento.

Frunce el ceño por debajo de su cabello castaño y puedo imaginar sin mucha dificultad lo que debe estar pensando de mí. No bastaba con que yo fuera una maldita puta, sino que ahora era una loca más. Me regaño por hacer el ridículo ante él y gran parte del bar. Hace mucho tiempo que dejé de ser la chica que permite que el mundo la pisotee y apenas si se queja por ello. Es momento de recomponerme y seguir adelante.

―Fingiré creer eso y beberé para que sea más fácil hacerlo ―murmura haciéndole una señal al chico en la barra. Este de inmediato le pone atención―. Dame uno de ron y bien cargado.

El barman obedece a su pedido y en cuestión de segundos trae el vaso con su bebida. Él la toma con una mano y la bebe, dándome un grato vistazo de todo su ser. El tono de su pelo resulta ser más oscuro que el mío, quizá más opaco. Su piel se ve tostada por acción del sol y los músculos se marcan debajo de su camiseta, que se ve muy ceñida a su torso. Su sola presencia grita lo guapo que es y lo mucho que lo sabe.

El silencio se ha extendido entre ambos y nos mantiene atrapados en un ambiente incómodo. Mis deseos de hablarle han muerto después de aquella vergonzosa escena así que cojo la botella de whiskey que ordené, me sirvo un corto y empiezo a beberlo con lentitud. Aprendí mi lección esta noche: los tragos con moderación si no quiero quedar en ridículo de nuevo. Solo espero recordarlo las próximas veces.

―Entonces, ¿qué es lo que te trae por aquí un día como este? ―cuestiona. Su voz suena llena de condescendencia y al mismo tiempo burlona. Frunzo el ceño y le miro molesta.

―Pues lo mismo que tú ¿o es que no se nota? ¿Hay muy poca luz para que lo veas bien?

―Creo que cambiaré mi pregunta ―dice y tose―. ¿Qué es lo que hace que una chica venga a un bar y beba sin control? ―Se acerca descuidadamente hacia mí, un par de centímetros separándonos del otro. ¿Qué pretende?

―¿Por qué? ¿Esperas que tratándome bien acepte dormir contigo y hacerte una tarifa especial? ―respondo molesta―. Eso no funciona conmigo, amigo.

―¿Es necesario que repita lo fácil que se me hace ir y conseguir a cualquier chica con la que follar sin siquiera gastar un jodido peso? Alguien disfruta de ser humillada al parecer. ―El bastardo sonríe con sorna y se gana una mala mirada de mi parte, aunque no es como si fuera a espantarlo con ella―. Simplemente tengo curiosidad por ese arrebato de llanto de hace un rato atrás.

Sin saber muy bien porqué, termino sonrojándome. Desvío la vista hacia la barra que curiosamente se ha vuelto más interesante que la conversación que estamos teniendo. El silencio cae nuevamente sobre ambos y él aguarda por mi respuesta. No puedo decirle el motivo por el que estoy aquí. Nadie entendería a una prostituta que detesta lo que hace, pero que es incapaz de dejarlo. Por eso prefiero mantenerme alejada de la gente y evitar acercarme mucho a ellos.

Pararme en una esquina cada maldita noche a atraer hombres era lo último que deseaba hacer con mi vida. Tenía sueños y esperanzas que fueron destruidas por un jodido monstruo en mi niñez. Si las personas supieran lo sucia que me sentí cuando aquel tipo me llevó detrás de un edificio y me manoseó de pies a cabeza. Si se dieran cuenta de lo terrible que fue para mí y cuanto luché para no arrojarlo contra el muro y destrozarle ese rostro demente antes de escapar lo más lejos posible.

No creo que alguna vez pueda olvidar la sensación de sus horribles dedos recorriendo cada centímetro de mi piel, deslizándose bajo mi ropa, buscando excitarme, volverme loca y hacerme rogar por tener sexo con él; la de sus repugnantes besos continúan marcados en mi garganta y mandíbula, incluso después de tanto; la de sus ásperas y enormes manos apretando mi trasero mientras se deslizaba dentro de mí repetidamente. Pero lo peor de todo fue ser follada contra una sucia y dura pared y fingir que eso me gustaba.

El estómago se me revuelve de solo pensar en ello, algo que debo agradecer al alcohol. La botella de whiskey ante mí me parece lo más desagradable que veré en toda mi vida de mierda. Necesito salir de aquí lo más pronto posible y perderme entre las sombras, donde solo seremos mi soledad y yo contra el vasto universo que nos rodea. Sin embargo, hay otros planes en la lista y debo correr con urgencia al baño más cercano.

―¿Estás bien? Te ves enferma o algo así ―dice él corriendo a mi lado. Me sorprende que notase las náuseas y que viniera detrás de mí.

Incapaz de contestarle, lucho contra el reflejo del vómito hasta que consigo llegar al sanitario más cercano. Apenas consigo bloquear la puerta cuando tengo que vaciar todo el contenido de mi estómago en la taza. ¿Por qué demonios me puse a beber como si no existiera un mañana? ¿Era tal la desesperación que sentía por olvidar lo inmundo que me resulta mi propio cuerpo? La respuesta a eso ya no importa.

Permanezco encerrada por varios minutos, mi costado recargado contra el frío suelo. No quiero ni imaginar el desastre que debo ser en este momento. Escucho a la gente fuera conversar y preguntarse lo que le pasó a esa pobre chica que entró tan apresurada. No me quiero imaginar lo que dirían si supieran lo que pasó dentro de este cubículo. Suficiente mortificación por un par de horas.

Limpio mi boca con el dorso de la mano y jalo la cadena, maldiciendo mi genial idea de venir a un bar. Cuando salgo ya no hay nadie por lo que camino al lavamanos y mojo mi rostro, asustándome al ver mi propio reflejo demacrado. Una pésima idea combinar alcohol y malos recuerdos. Como sea, no puedo seguir en este lugar por más tiempo. Si no consigo un nuevo cliente, Martin va a matarme. Ya no es cuestión de que me guste o no meterme con cualquiera, se trata de mi supervivencia.

Tras secarme con una toalla de papel salgo fuera y lo primero que noto es una figura masculina recargada contra un muro, sus brazos cruzados en su pecho y la cabeza gacha, aguardando a por alguien. Eleva su mirada apenas me distingue y sus ojos verdes se fijan por completo en mí. Ninguno de los dos hace ademán de moverse o decir algo, quedando ambos suspendidos a la espera de una reacción del otro. ¿Qué hace aquí? ¿Qué quiere de mí?

Doy el primer paso en su dirección con tal de salir del interior del edificio. No tengo ni el tiempo ni el interés para concentrarme en alguien que recién vengo a conocer, por mucho que se preocupe por mí. Su cuerpo se relaja cuando nota que me le acerco, sin embargo, todavía mantiene puesta su vista en mí, esperando por una acción más de mi parte. Realmente no quiero volver a tener que ver con él.

―¿Cómo te sientes? ―consulta con real preocupación―. Te ves mucho mejor que antes.

―¿A ti qué te importa cómo me encuentre? ―replico manteniendo mi voz fría cual hielo ártico. Pese a ello me siento culpable. No era necesario contestarle de tan mal forma―. Creo que mejor, pero ya no importa.

―Por cierto, pagué por tu bebida ―menciona rascándose el codo. Se ve incómodo, quizá más que yo.

―Vale, gracias por eso. Déjame sacar dinero y devolvértelo. ―Esta tarde recibí un buen pago así que no será problema.

―No te preocupes. Tómalo como una disculpa de mi parte por ser un imbécil ayer y ahora ―dice negándose a mi ofrecimiento.

―Supongo que lo tomaré. Gracias otra vez.

No hay más diálogo a partir de eso. Me alejo sin poder evitar notar una extraña y molesta sensación de ser observada por alguien. La piel de mi cuelo pica y se caliente mientras marcho hacia la puerta. La gente ríe, despreocupada de lo que pasa en sus vidas o lo que sufre el resto y recibo miradas aprobatorias de parte de los hombres presentes, muchos de los cuales parecen muy interesados en acompañarme fuera.

¿Es normal que todavía me sienta sucia de solo verlos darme una repasada?

Dejo atrás "Box" tan rápido como me es posible y el exterior me recibe con una brisa helada que cala hasta mis huesos por la falta de ropa larga y abrigadora. Me abrazo a mí misma con tal de mantener un poco más el calor y no congelarme mientras avanzo a mi lugar habitual. Si tengo suerte me tomará poco más de cinco minutos llegar allí, si es que no me distraigo con nada o si no aparece un potencial cliente en la mira.

Las estrellas titilan en el cielo oscuro acompañando el poderoso brillo de la luna llena. Luce mucho más hermosa que otras veces, más grande y noble. Para algunos ver este espectáculo natural es una estupidez, para mí, en cambio, es una forma de sentirme mejor conmigo misma. De niña solía observarla en los momentos tristes y me daba la fortaleza para seguir adelante. Hoy continúa siendo así.

Las calles alrededor del bar se encuentran casi desiertas. Muy pocas son las personas que caminan a estas horas por la vereda, lo que me produce un presentimiento de que todo puede ir mal. Probablemente solo sea mi imaginación jugándome en contra solo porque no puedo dejar ir lo de ese horrible callejón. Tengo que concentrarme en el presente y dejar de vivir en el pasado, del mismo modo que hice hace tiempo atrás.

Me detengo bajo la brillante luz de una farola, incómoda por un motivo que no comprendo. Estoy empezando a asustarme y prueba de ello es el temblor en mis piernas. El corazón me late a mil por hora y las manos me sudan, obligándome a limpiarlas en la falda. Aunque no pueda probarlo, sé que están siguiéndome. Trato de controlar mi reacción y de convencerme de que solo es una exageración mía, cosa que no funciona muy bien.

Busco la luna con la mirada cuando lo siento llegar a mi lado. Sus respiraciones son suaves y dejan escapar pequeñas nubes de vapor cuando lo hace. Usa una colonia que huele horrible, demasiado picante para mi gusto. Me abstengo de dar media vuelta y enfrentarlo, temiendo que pueda ser un ladrón o un asesino. Da un paso hacia mí, su olor llenando mi nariz y dándome ganas de estornudar.

Su sola cercanía me causa repulsión. El calor que emana su cuerpo llega al mío y en vez de reconfortarme o quitarme el frío, me provoca nervios y pánico. Se queda quieto junto a mí, probablemente observándome y devorándome con los ojos. Debajo de la luminaria nos vemos como dos personas comunes esperando a que algo pase, aunque no sea así. ¿Qué demonios espera para tocarme o qué sé yo?

―Sígueme ―ordena. Su voz es gruesa y se arrastra un poco. Debió haber bebido.

Obedezco sabiéndome sin más opciones. La parte optimista es que obtendré más dinero esta noche. La suerte está de mi lado pues estamos en plena vía pública y en caso de que deba huir de él tengo el bar a unas cuantas cuadras de aquí para resguardarme. Lo único que espero es que no sea tan malo como cuando recién empecé a trabajar de puta.

Obedezco porque no tengo otra opción y me servirá para ganar más dinero esta noche. La suerte está de mi lado, en cualquier caso, una calle pasa cerca y el bar no está tan lejos si debo escapar de él. Ojalá no sea tan malo como las primeras veces en este rubro. Lo sigo a través de la oscuridad, intentando calmarme un poco y borrando cualquier pensamiento retorcido de mi cabeza. El hombre no es un violador, asesino o delincuente y, en caso de hacerlo, ya habría hecho un movimiento incriminatorio contra mí.

Estaré bien.

Gracias a la luna puedo ver más o menos el camino que tomamos y esquivar el montón de cosas que aparecen de pronto. Nos adentramos en un callejón y colamos en el espacio que hay entre dos edificios. Al fondo distingo un coche estacionado y frunzo el ceño, resultándome extraño que una persona se estacione aquí teniendo una calle a su disposición. Nos detenemos una vez llegamos a él y le escucho desbloquearlo.

―Sube del lado derecho ―demanda con voz dura.

Quiero negarme a esto, pero debo hacerlo si no quiero que Martin termine tomando represalias en mi contra por fallarle. Alejo las alertas de peligro que destellan en mis ojos y rodeo la carrocería, alcanzando la puerta y abriéndola para mí. Deslizo el pie izquierdo en el interior y me agacho para meter mi cuerpo completo. Entonces, una segunda persona se aparece y me detiene.

―Ni se te ocurra hacerlo.

El desconocido y yo dirigimos nuestra vista hacia donde creemos que provinieron aquellas palabras. Otra figura se encuentra ahí de pie, su tamaño superando por varios centímetros a mi compañero. Le escucho maldecir por lo bajo y trata de forzarme a ingresar, lo que me termina convenciendo de lo mala idea que es esto. Hago mi mayor esfuerzo por resistirme a ello y busco la forma de golpearlo lejos.

Me empuja sin cuidado contra el auto y me golpeo el costado con el borde de la puerta. No contento con ello sigue tratando, azotándome duramente en la carrocería. Con el poco equilibrio que consigo trato de alejarme un poco de él. El segundo extraño aparece por el otro y entierra sus dedos en mis brazos, tirando de mí en su dirección.

―Suéltala ―sisea la nueva voz. El otro obedece al instante―. Y tú vete. Esto no será bonito.

No debe repetírmelo para que le haga caso. Salgo corriendo a la calle igual que un alma perseguida por el diablo y no me detengo hasta estar de nuevo bajo la luminaria. Elevo mi mirada al cielo y me concentro en la luna, rogando porque de esa forma consiga calmar mi errático pulso y normalizar mi agitada respiración. Una leve brisa se levanta, enfriándome y obligándome a abrazarme para conservar el calor. Una tela suave cae sobre mis hombros, resguardándome del frío. ¿De dónde provino y a quién le pertenece?

―Supuse que eras tan imprudente como para irte a pie, pero no te creí tan estúpida para caer en el mismo truco de la vez pasada. Tenía más expectativas sobre ti, ¿sabes? ―me regaña. Su mano se desliza en mi espalda y no hago nada por detenerla. Maldito idiota.

―Es mi jodido trabajo. Yo no decido con quién me voy o no, simplemente recibo el dinero y me dejo guiar ―reclamo moviéndome unos pasos más adelante para enfrentarlo―. Y pude estar bien sin tu ayuda. El hombre no intentó nada conmigo.

―Pequeña idiota. Por supuesto que no te haría nada cuando están medio de una calle y bajo

―Pues es mi vida, no la tuya. Además, ¿siquiera por qué me seguiste? ¿Planeando obtener el favor de una prostituta así? ―inquiero.

―No. Jamás haría eso. ―replica. Puedo decir que está un poco incómodo―. Es solo que saliste tan mal del baño que tuve que revisar por mis propios ojos que estuvieras bien.

―Que dulce, el chico rudo revisando a la puta porque la vio muy mal. Perdona que no crea eso de ninguna manera ―me burlo.

―Si hubiera sabido que actuarias tan perra conmigo no me habría molestado en salvar tu patético trasero de ese imbécil que planeaba secuestrarte.

―No puedes estar tan seguro de eso.

―Quieras creerlo o no es la verdad. Vi la cinta adhesiva en el asiento trasero y las sogas ocultas. También pude oír el arma cayendo al suelo después de que le di un solo puñetazo en la cara.

―Oh. ―Mis pensamientos no se equivocaron.

―Sí, oh. ¿En qué mierda pensabas?

―No lo hice, ¿feliz? Este es mi trabajo, la única forma en que puedo obtener dinero. Y qué crees, lo odio. No quise ser una mujerzuela, solo tuve que aceptarlo.

―Lo...

―Ni se te ocurra decir que lamentas todo eso.

―Pero ¿por qué lo dices?

―Porque solo soy una puta que tú has rescatado dos veces. No me conoces y yo a ti tampoco y así está bien para mí. Solo espero algún día poder devolverte esos favores que me hiciste, pero por ahora, olvida que alguna vez nos vimos.

Lo dejo con la palabra atrapada en su boca. Él tenía la maldita razón. Yo no era más que una estúpida por ignorar mis propios pensamientos y fingir que era la chica fuerte que siempre deseé ser. Este trabajo conllevaba riesgos y si los notabas, por muy menor que fuera la forma, debías huir de ahí antes de que fuera muy tarde. Martin lo repetía siempre y yo lo olvidé por ser demasiado ingenua. Yo no merecía la ayuda de nadie.

Estaba bien sola.

Continue Reading

You'll Also Like

482K 40.9K 38
Amber y Nelly. Personajes conocidos de "La hija de mi primer amor" y de "La amante", cuentan su larga historia de amor. Ambas resumirán sus recuerdos...
105K 9.5K 69
Júlia Fort García es la hermana mayor del joven lateral del Fc Barcelona Héctor Fort,el club invita al equipo a un partido de la sección femenina,est...
53.8K 8.8K 35
Que pasaría si tienes 17 años y de quién pensabas estar enamorada no lo estás y sin embargo te sientes atraída por una mujer 8 años mayor que ella...
357K 29.1K 19
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...