Smoke Gets In Your Eyes

By CamiUrizar904

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La enfermera Camila Cabello se encuentra con la oportunidad de su vida. Una adinerada socialité de New York l... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Nota de Autor
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Aviso
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78

Capítulo 22

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By CamiUrizar904

7 de Marzo, New York, 1959.

Después de la sorpresa que le había preparado Lauren por su cumpleaños, la vida de Camila parecía ir cada vez mejor encaminada. Terminaba su trabajo en el hogar de las Jauregui, llegaba a casa y escuchaba a Mario Lanza hasta que se iba a dormir. Sus amigas quedaron en una pieza al ver el autógrafo estampado en la funda del vinilo y trataron de obtener más información acerca del por qué su paciente había querido entregarle tan preciado objeto. La chica eludió lo mejor que pudo el tema, pero estaba más que segura que Normani no había quedado muy satisfecha con las vagas respuestas que le había dado. Camila estaba siempre alerta para el momento en que su amiga decidiera interrogarla con mayor firmeza, pero sabía que eso podría ser en cualquier rato.

Lo único que la tenía preocupada era Daniel. Un día después de su cumpleaños, había recibido una carta de él en la que la felicitaba por su cumpleaños y en donde ponía lo ilusionado que estaba con la idea de volver a verla. Si algo había aprendido la joven era que tarde o temprano los secretos mejores guardados salen a la luz. Estos no podían competir contra las fuerzas de la naturaleza y sabía que tenía que romper ese sueño al que se aferraba el soldado para ser feliz en plenitud. Y también tenía más que claro que esa necesidad había surgido mucho antes de que Lauren entrara como un huracán a su mustia existencia. Daniel había sido su amigo, pero nunca pudo corresponder a los sentimientos que él pregonaba sentir por ella de la misma manera. Y ahora que pensaba en esa mirada que le quitaba el aliento, comprendió que el destino le tenía preparado otra cosa.

Había terminado el libro que sus amigas le habían regalado en un siantamén. La historia la había atrapado desde el principio y la había hecho reflexionar mucho al respecto de ciertas cosas. Se lo había prestado a Lauren y ella también lo había adorado. Era la primera vez que la veía soltando su ejemplar de "Lolita" para leer otra cosa. Lauren poseía una biblioteca bastante vasta, pero ese libro era el que prefería por sobre todo. Camila había tratado de pedírselo prestado, pero ella se había negado rotundamente. No quiso insistir para no discutir con ella, pero la curiosidad la carcomía. Algún día de esos pasaría a alguna librería para poder salir de la duda sobre el condenado libro.

Ese día en especial, todo estuvo muy calmado. Lauren y Camila escucharon música mientras la enfermera peinaba el largo cabello castaño de la otra. A la morena le encantaba hacerlo, ya que este era increíblemente suave y manejable. Se divertían haciéndose peinados graciosos y disfrazándose de lo que fuera. Lauren también trataba de enseñarle italiano y se reían cuando a Camila pronunciaba mal una palabra.

- No sé cuál es tu insistencia en que aprenda esto. - dijo Camila al cabo de un rato mientras rodeaba su cintura con sus brazos debido al dolor que le producía el reírse tanto.

- Es bueno para la memoria aprender idiomas que no sean el tuyo. Además - añadió con una sonrisa de oreja a oreja. -, me divierte mucho el escucharte.

- ¿O sea que todo esto es para hacerte reír? - inquirió la chica mitad divertida, mitad indignada.

Lauren soltó una de esas carcajadas tan propias de ella y que la hacían ver tan hermosa antes de darle un tierno beso en la mejilla. Camila amaba esos gestos tan espontáneos hacia ella y la hacían sentirse el ser humano más afortunado del planeta. Descansó su cabeza en el pecho de Lauren y trató de acompasar su respiración al ritmo de la chica, quien al parecer se sentía igual de cómoda ante el tacto de Camila. Había pasado mucho tiempo desde la última vez en que había ansiado tanto el sentir a otro ser humano sobre su piel que se visualizaba como un recién nacido que está en pleno proceso de conocer al mundo. Y el Universo le había puesto a la mejor acompañante para hacerlo.

- No es sólo para eso, ridícula. - dijo con su voz rasposa. - Mi abuela lleva mucho tiempo viviendo en Italia y me gustaría que el día que venga y te presente ante ella, tú puedas entender qué demonios está hablando.

Eso sorprendió a Camila. Se incorporó rápidamente y clavó sus ojos en los de Lauren, buscando algún rastro de las típicas bromas y jugarretas que le hacía vez que tenía oportunidad. Pero su mirada estaba tan limpia y mostraba una sinceridad imposible de negar. Lauren era juguetona como una niña pequeña, pero no era mentirosa. Había una casi imperceptible diferencia en ello y Camila sabía distinguirlas a la perfección.

- ¿Quieres que conozca a tu abuela? - preguntó atónita para comprobar lo que los ojos de Lauren le estaban comunicando.

- Claro que sí. Mi nonna Isabella te adorara tanto como yo te adoro a ti. Hace mucho que no viene, pero debemos tomar las precauciones necesarias.

- ¿Estás segura de ello? - replicó Camila algo preocupada.

- Por supuesto. Isabella Rossellini puede ser una católica acérrima, pero sabe reconocer cuando hay algo puro de por medio. Y yo pongo las manos al fuego cuando digo que lo que siento... sentimos es quizás lo más puro que ha existido en mi vida.

Tras decir esto se apagó un poco. Camila entendió de inmediato que Lauren estaba recordando lo que le había pasado cuando era pequeña y lo que menos quería era que se deprimiera después de haber avanzado tanto. La chica la rodeó entre sus brazos y apoyó su cabeza encima del pelo de la otra. El olor del shampoo que usaba para bañarse atacó sus sentidos de inmediato y se sintió flotar en una nube de paz y armonía.

- Tú eres eso y más para mí, Lauren. - Besó tiernamente la coronilla de su cabeza tras lo que se escuchó un suave quejido. - Eres esa estrella que nunca desaparece y que guía a los marineros a destino. Eres esa luz que me guía en medio de la oscuridad y la lluvia que riega mis cosechas. Para mí, tú eres la encarnación de todo lo bueno que existe en este mundo. Por favor nunca lo olvides. No dejes que lo malo se anteponga a todo lo valioso que posees.

Lauren estaba sollozando en silencio y apretó a Camila hacia su cuerpo. Nunca había creído que podía despertar en alguien sentimientos tan hermosos. No sabía si iban a estar juntas para siempre, pero quería que estuviera con ella el mayor tiempo posible.

- Te quiero demasiado. - dijo Lauren con algo de tristeza en su voz. - Tanto que me da miedo que el día en que sepas cómo soy yo en realidad quieras alejarte de mí o que te canses de mí. Es increíble cómo me motivas día a día a ser mejor persona. Es algo inexplicable. Es como tener en tus manos un arma y no saber si en algún momento esta se volverá en contra tuyo.

- Lauren. - contestó Camila con una sonrisa. - Yo no soy ningún tipo de arma. Me encanta que te estés abriendo a mí y que confies tanto como lo haces ahora. Pero quiero que me hagas la promesa de que si, por algún motivo no puedo estar a tu lado, no vuelvas a ser esa huraña mujer que conocí meses atrás. Prométeme eso, por favor. Nuestra felicidad la construimos nosotros todos los días y esta no debe de depender de los demás.

Lauren dudó un poco al escuchar lo que le estaba diciendo Camila. Tratar de imaginarse la vida sin ella era algo casi imposible, pero no podía negar que esta tenía razón. Había olvidado lo reconfortante que era estar lejos de la sombra de su pasado, sin tener en su cabeza las veinticuatro horas del día el tacto de ese bastardo sobre su piel que volver a eso era una verdadera tortura. Respiró profundamente y le contestó con toda la veracidad que pudo reunir:

- Te lo prometo.

* * *

Camila cerró la puerta de la habitación de Lauren y salió de esta con varias cosas en su cabeza. Tras hablar con la chica, llegó a la conclusión de que tendría que enviarle esa carta a Daniel lo más rápido posible. Siempre se había caracterizado por ser una persona que no jugaba con los sentimientos ajenos y el chico no se lo merecía. Y tampoco Lauren se merecía que ella estuviera haciendo eso. Tenía más que claro el esfuerzo que esta estaba haciendo para tratar de recuperarse y así no hacerle daño a ella ni sí misma que no podía cometer semejante acto tan ruin.

Cuando llegó a la cocina, se dio cuenta de que Christina ya se había marchado a su habitación. Descolgó su abrigo y su bolso del perchero y se lo colocó antes de enfrentarse al frío de la noche. A veces no se daba cuenta de la velocidad con la que el tiempo pasaba cuando se encontraba conversando o jugueteando con su paciente. Sonrió de lado y salió del lugar para alcanzar un taxi y no matar de susto a sus amigas.

Estaba por abrir la puerta de la entrada de la casa cuando el ruido proveniente de la sala de estar le llegó a los oídos. Se devolvió sobre sus pasos y observó cómo la señora Green bebía de su vaso un líquido ambarino mientras le subía el volúmen a su tocadiscos. Camila jamás la había visto de la forma en que se le presentaba ahora: una mujer derrotada y al borde de lo que parecía un ataque de tristeza. Para ella siempre había sido la mujer más fuerte que conocía (después de su madre) y verla así la dejó perpleja.

Haciendo caso a esa predisposición de ayudar al prójimo que tenía, se acercó a la mujer. No fue hasta que estuvo a casi medio metro de distancia que la mujer recién se dio cuenta de su presencia. Dejó el vaso en la mesa de centro y le sonrió ampliamente, pero sin esa energía que la caracterizaba.

- Señorita Cabello, creí que ya se había marchado a su casa.

- No me di cuenta de la hora. Estábamos junto a Lauren conversando de ciertas cosas y el tiempo se pasó volando. - El rictus de la mujer cambió un poco al escuchar eso.- Lo lamento.

- No tienes nada que lamentar, dulzura. ¿Te apetece una copa? Sólo te puedo ofrecer este bourbon que tenía guardado para no sé qué. - Camila pensó seriamente en negarse, pero dado el aspecto de la mujer decidió aceptar. - Así me gusta.

La mujer se puso de pie y se acercó a un mini mueble-bar que tenía cerca del piano. A la joven le sorprendía cómo, a pesar de estar por completo borracha, mantenía la firmeza de sus movimientos y no se tambaleaba como normalmente lo hacían los ebrios de su villa. Le sirvió una copa con generosidad y se la tendió con el dedo meñique alzado. Camila se la recibió todavía preocupada por el estado de la mujer, pero decidió que lo mejor sería seguirle la corriente hasta que tuviera la oportunidad de llevarla a descansar a su habitación. Ya mañana se las tendría que apañar con una resaca imposible de sobrellevar.

- Es extraña la forma en que obra el destino, ¿no lo crees? - Soltó de repente la mujer. - Yo al principio no tenía la menor de las intenciones de asistir a la fiesta de Jackie. Con el tiempo te aburres de toda esa frivolidad que rodea este mundo en el que vivo. Los colores pierden su fulgor y hasta el trago se vuelve insulso. Si no hubiera sido por la intervención casi divina de Lauren y uno de sus berrinches ni siquiera te habría conocido y no estarías acá.

Camila no entendía a qué venía ese comentario. Observó como la mujer bebió de su vaso a tragos pausados y luego se quedó observándola con mayor detenimiento, tanto que la joven se sintió intimidada. Los ojos de la mujer eran claros igual que los de Lauren, pero no tenían esa inocencia que caracterizaba a los de la otra. Poseían un brillo casi salvaje en el que nunca había reparado antes y un conocimiento sobre la vida que hacía sentir a Camila casi una bebé. Se notaba que a lo largo de su vida había visto varias cosas que de alguna u otra forma la habían transformado en lo que era ahora.

- Cariño, ¿nunca te has hallado en la encrucijada de que si te atreves a ser sincera acerca de lo que sientes puedes dañar a otra persona que no se lo merece? - Camila no pudo evitar asentir, ya que estaba pasando por eso en ese mismo instante. - A veces resulta tan duro ser uno misma y ser feliz. Y lo peor de todo es sentir celos de alguien que se nota a leguas que no siente nada por ti. Tener que conformarte con ver cómo otros son felices, ya que hiciste promesas que no puedes romper...

Ya en ese momento Camila estaba más que segura que se sentía incómoda por el rumbo que estaba tomando la conversación. La vista de la mujer centelleaba de manera intimidante y la chica se puso de pie, dejando el vaso que le había servido sobre la mesa.

- Creo que será mejor que me vaya a casa. No quiero preocupar a mis amigas.

Eva Green hizo lo mismo y se acercó a ella con lentitud. Camila contuvo la respiración cuando sintió los suaves dedos de esta sobre su mejilla, acariciándola como si se tratara de los pétalos de una flor muy especial. Se sentía rara y lo único que quería hacer era arrancar lo más rápido posible. Ya para cuando sintió el aliento de la mujer en su mejilla y sus labios sobre esta se alejó unos centímetros y volvió a coger su bolso para marcharse. La mujer sonrió con tristeza y le dijo:

- Te veo mañana. - Estaba a punto de subir las escaleras cuando le dijo sin volver la cabeza:- No te olvides de cerrar la puerta, por favor.

**********************************************************

¡Hola queridos y queridas lectoras!

¡Estoy muy emocionada porque esta historia ha alcanzado 1K de votos! Nunca en mi vida de wattpad's writer me había pasado eso, así que supongo que ya se harán una idea de lo feliz que estoy.

Esto obviamente es obra y gracia de su apoyo incondicional, por lo que no puedo estar más agradecida de cada uno de ustedes que se ha dado el tiempo de votar los capítulos y leerla, por supuesto. Estaba pensando hacer un pequeño especial en el que ustedes me envíen preguntas acerca de la historia (tipo ¿qué me inspiró? o cosas de ese estilo), pero eso queda a decisión de ustedes, a quienes me debo como escritora amateur.

Gracias de nuevo y les envío un abrazo a todos.

Camila Urízar.

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