My Sweet Prince [Namjin// Yoo...

By Babi_Bu

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GANADORA DE WATTYS 2016 EN SUBCATEGORÍA COMO NOVELA FANFICTION ACLAMADA POR EL PUBLICO Jin no pensaba llevar... More

Atención
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Epílogo
My Sweet Prince
Ya se...
Fanarts
Fanarts pt. 2

40

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By Babi_Bu

Recuerdan que por allá por la edad de piedra les dije que iban a ser 50 capitulosJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJ.

Mentí.

Éste es el último capítulo, espero que lo disfruten!!!! <3 <3

JAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJJAJAJ

Volví a mentir.

La verdad es que no puedo decir cuántos capítulos van a ser, pero claramente van a ser muchos más que 50. 

*Seguimos con las pistas*

Vieron ese momento en el que algo, alguna respuesta de algún chico, o alguna situación en particular... no cierra bien? No encaja? Suena mal? Suena raro? Ese momento en el que algo las hace dudar pero simplemente siguen leyendo porque creen queBUENO NO, DUDEN CARAJO MIERDA. DUDEN MUCHO.



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 Jimin hundió la nariz en la bufanda violeta mientras caminaba tranquilamente por la calle bajo aquella helada temperatura, sintiendo que el penetrante olor masculino y delicioso de la prenda lo llenaba de calidez. Sonrió y luego se mordió con fuerza el labio inferior, intentando que nadie en la calle pensara que estaba loco. Aunque, a decir verdad, ¿pensarían que estaba loco por sonreír? Porque aunque diciéndolo así sonase muy raro, lo cierto es que ver a alguien sonreír ampliamente en la calle atrae mucho las miradas y eso es... Bueno, es raro, ¿no? Digo, ¿la gente no podía simplemente ser feliz y ya? ¿Habían que ir serios por la calle para que nadie sospechase de lo increíble que es tu vida?

Ciertamente, la vida de Park Jimin no era increíble, y aunque tenía motivos de sobra para estar comiéndose todas las uñas de las manos y estar replanteándose sus elecciónes en la vida, pero no se quejaba. No se quejaba y, de hecho, y llámenlo loco, pero no podía dejar de sonreír y pensar, embobado, en que en ese mismo momento en esa calle de Seúl él estaba usando una bonita bufanda violeta que le pertenecía únicamente a Yoongi.

-¡Hola! -le dijo a una señora que lo venía mirando desde toda la cuadra con mala cara, y cuando ésta hizo una mueca se rió en voz alta.

Cuando por fin llegó a la tienda, se metió bastante emocionado. Era su tienda favorita, sin duda, tan enorme, tan llena de... colores. Le encantaba. Y, esa tarde, como pudo haber sido cualquier otra, decidió darse el gusto de comprarse algo para la ocasión. ¿Qué ocasión? Ninguna en particular; sólo quería usar su tarjeta de crédito.

Se acercó a la percha de sacos y comenzó a mirarlos, uno a uno, pasándolos muy contento. Algunos eran demasiado ostensos, otros muy aburridos, otros muy femeninos. No, no. Él quería un saco que fuera... Bueno, casual. Uno de algún color vivo, que llamase la atención pero no tanto. Como a él le gustaba.

-¡Oh, oh, oh! 

Sacó la percha que sostenía un bonito saco largo de un intenso color amarillo patito. Lo giró varias veces, convencido. Se acercó a un espejo y se lo probó. Le encantaba. ¡Era perfecto! ¡Era espectacular! Casual, cómodo, ligero... ¡Era! Uff. 

Estiró la mano hasta el doblés del final del saco y estiró la etiqueta.

-Oh -soltó, decepcionado.

Esos eran demasiado wons, ¡le costaría el pago de dos meses! ¿¡Cómo podía existir algo tan caro!? ¡Era sólo un pedazo de tela! Y, a decir verdad, ahora que lo veía bien era horrible. ¡Horrible!

Hizo un puchero mientras se lo quitaba y lo volvía a poner en la percha. A diferencia de su hyung, él negaba las cosas pero se daba cuenta de que sólo lo hacía porque no podía tenerlas. Porque definitivamente ese saco estaba muy lejos de ser algo horrible.

-Jodido saco -lo insultó, para girarse a ir en busca de algo que no tuviera un precio desbordante.

Y lo peor es que de seguro sus padres no se molestarían con él, pero él quería demostrar que era un buen chico que no iba a dejarse llevar por una simple marcaPERO ESOS ZAPATOS ERAN TAN LINDOS. Corrió hacia ellos y los observó: blancas, charolados, con pequeños cordones y líneas entrecruzadas que daban un efecto tan raro, tan distinto, tan elegante. ¡Y eran el último par! ¡Justo de su número! ¡Le encantaban! ¡Se había enamorado! ¡Y quedarían tan bien con el...! ¡Con el...!

Con el maldito saco amarillo.

-Aigoo -cerró los ojos, hizo otro puchero y apretó los zapatos contra su pecho. Sin embargo, sintió que alguien tiraba de su reciente hallazgo hasta sacárselos de las manos y abrió los ojos de golpe-. ¡Oye!

Las palabras de furia quedaron atascadas en su garganta.

Yoongi miraba los zapatos con aire serio, aunque crítico. Sus mejillas y nariz estaban rojas, y su cabello verde depeinado; lo que significaba que acababa de entrar a la tienda luego de caminar bajo aquel frío.

-Está bien -dijo, apretando el labio inferior y asintiendo con aburrimiento-. Me gustan.

Jimin abrió mucho los ojos.

-¿Q-que te gustan?

-Eso dije.

-P-pero... -Yoongi lo miró y él se sonrojó-. No son de tu número, hyung.

El peliverde frunció el entrecejo con confusión y los giró para ver la zuela.

-Si, de hecho sí lo son.

Calzamos lo mismo.

-¡Pero yo los vi primero! -saltó Jimin.

Yoongi asintió.

-Lo sé. Tú los tenías.

El pelirrojo lo miró boquiabierto.

-¿Así que piensas robármelos?

-¿Cómo puedo robártelos si ni siquiera son tuyos? -Jimin cerró la boca y Yoongi mostró un asomo de sonrisa-. ¿Te los ibas a llevar?

-Eso creo...

-Llévatelos -Yoongi volvió a asentir con la cabeza, pero no se los devolvía.

-Bueno, supongo que... Tengo que seguir mirando en la tienda. Digo, si encuentro algo mejor por ahí entonces puedes quedártelos tú.

-¿Yo? ¿Y cuándo he dicho que quería estos zapatos? -entrecerró los ojos-. Parecían gustarte mucho, tanto como aquel saco -señaló al bendito saco amarillo-. ¿Sólo puedes elegir una cosa de la tienda?

Jimin se encogió de hombros.

-No quiero abusar de la caridad de mis padres, supongo.

-Qué tonto eres. Pero lo respeto -asintió por vez número mil-. Aún así, te aconsejo que te lleves. Ambos.

-Claro que sí -Jimin se rió-. ¿Para qué iba a llevarme un sólo zapato?

-Me refiero a los zapatos y al saco.

-Ah.

Yoongi inspiró hondamente por la nariz, como si tras esa fachada de chico frío tuviera muchas ganas de gritarle a Jimin que estaba acabando con su paciencia.

Aunque, aún así, el peliverde se quedaba a su lado y él no pudo evitar sonreír.

-¿Algo te parece gracioso, Jiminnie?

-¿Eh?

-No hagas que me arrepienta.

-¿Arrepentirte? ¿D-de qué?

-De regalártelos -Yoongi caminó con los zapatos en sus manos hasta el la percha en la que colgaba el saco amarillo. Lo sacó y se giró hacia él-. Pero sólo te los obsequiaré si te los pruebas juntos.

-¿Qué? -Jimin estaba tónito. El mayor dejó los zapatos y el saco entre sus manos y fue a buscar alguna otra cosa-. ¿Hyung? ¿Qué estás haciendo?

-Me gustan estos pantalones -buscó un talle en particular entre unos pantalones de vestir, negros con rayas verticales blancas. Bastante moderno-. Y... veamos... -escogió una polera negra de cuello alto y la añadió a la pila de ropa, para luego ponerla entre las manos de Jimin-. Anda, pruébatelo todo junto.

-No estarás pensando obsequiarme toda ésta ropa.

-No seas estúpido, claro que no -Yoongi lo miró con una mueca de desagrado y luego se puso totalmente serio-. Sólo el saco y los zapatos, como te dije.

Jimin se rió. No se lo creía ni por un segundo.

-¿¡Acaso has visto el precio!? -exclamó, viendo como Yoongi lo empujaba bruscamente hacia un cambiador, frente a las miradas curiosas de otros hombres en la tienda-. ¡¡¡Cuatrocientos mil wons!!! ¡Hyung! ¿¡Estás loco!?

-Anda, pruébatelo.

-¡Estás loco!

-Luego me dices si estoy loco.

Jimin soltó un suspiro lleno de resignación y se metió en el probador.

Jincha, sonrió irónico, no lo podía creer. ¿Acaso realmente iba a comprarle el saco? ¿O sólo iba a dejar que se encariñase con él para luego burlarse en su cara? Porque, la verdad, eso era muchísimo dinero y nadie en su sano juicio pagaría tanto en un regalo. ¡¡¡Y para colmo decía querer comprarle también los zapatos!!! 

-Anda, hazlo rápido -oyó a Yoongi detrás de la cortina, e hizo una expresión de disgusto (ya que éste no podía verlo). Sin embargo, obdecedió.

Se quitó su ropa y la colgó del perchero, para luego ponerse los pantalones, la polera, los zapatos, el saco y...

Yoongi corrió la cortina de golpe, exponiéndolo, y se cruzó de brazos.

-Me gusta -asintió lentamente, con la mirada de un experto-. Realmente me gusta.

Jimin se miró al espejo muy sorprendido. La verdad es que se veía fabuloso, muy elegante y moderno. ¡Parecía un niño rico! Bueno... era un niño rico, ¡pero ahora también se veía como uno!

-Me gustan estos pantalones -Jimin observó el precio de la etiqueta y sonrió-. Bueno, no están tan mal. Podría llevarlos -miró su polera-. Y también ésta, aunque entonces tendría que descartar los zapatos y...

-Dije que yo iba a regalarte los zapatos.

-Hyung -el pelirrojo se giró para mirarlo cara a cara y retrocedió un paso al darse cuenta que estaba demasiado cerca. Peligrosamente cerca. Aunque, ¿a quién engañaba?, él lo quería aún más cerca-. No puedo aceptar eso. Por favor, no insistas.

-Te los compraré y los enviaré a tu casa si no los aceptas. Pero si me dejas con esa opción, compraré el saco de color azul y no te quedará otra que usarlo por pena.

-Pero...

-Cierra la boca y cámbiate -Yoongi le dedicó una pequeña, pequeñísima, sonrisa ladina antes de volver a cerrar la cortina para darle la privacidad que necesitaba.

Jimin se bajó rápidamente los pantalones.

-¡Ah, y otra cosa! -Yoongi había vuelto a abrir la cortina.

-¡Hyung! 

Los ojos del peliverde recorrieron las piernas desnudas de Jimin, y también su boxer ajustado. Entreabrió los labios, volviendo la vista a su cara, pero pareció haber olvidado lo que iba a decir, así que se limitó a pasar la lengua por la comisura de su boca, asentir con la cabeza y volver a cerrar la cortina.

Jimin suspiró y se dejó caer al suelo. Era demasiado para él.




-No puedo creer que me hayas comprado todo esto -Jimin pateó suavemente por debajo de la mesa de la cafetería las bolsas de la tienda, con la mirada perdida y la pajita de su frapuccino entre los labios. A decir verdad, tampoco podía creer que hubiera aceptado sentarse fuera de la cafetería. ¡Hacía muchísimo frío!-. Creí que estabas loco, pero ahora estoy completamente seguro de que lo estás.

-Sólo soy una persona con muchos recursos; puedo darme ciertos gustos -respondió Yoongi.

Jimin lo miró juntando las cejas.

-¡Vives en una pocilga! -cerró la boca de golpe, lo justo y necesario para ver que al mayor no le habían llegado del todo sus palabras-. Digo... ¿Por qué vivirías en un lugar así y tendrías suficiente dinero como para comprarme algo tan caro? -se volvió a callar.

¿Era estúpido o qué? ¡Sabía perfectamente qué tipo de trabajo tenía Yoongi! ¿¡Por qué se le había ocurrido preguntar una cosa así!?

-A veces tengo más ingresos que otras veces, eso es todo -se limitó a responder el otro, bebiendo de su smoothie de banana.

Jimin agachó la mirada, centrándose en el vaso que tenía en frente.

-Así que fuiste.

-¿Mmh?

-Fuiste a vender... cosas a esa gente que dijo el tipo que entró en tu casa. Por eso... Por eso tienes mucho dinero ahora. ¿Con ese mismo dinero compraste mis...? 

-No lo digas. Ni siquiera se te ocurra -Jimin lo miró, atreviéndose a desafiarlo-. No es dinero sucio: es dinero que gané por hacer un recado. Sólo eso.

-Le vendiste... -bajó la voz-... sustancias ilegales a algún tipo, ¿y dices que eso no está bien?

-Que alguien use esas sustancias o no, no es mi problema. Yo sólo hago el intercambio.

Jimin frunció el entrecejo y apartó la mirada. De repente, ya no se sentía tan contento por tener ropa nueva.

-Hum... hyung... Debo irme.

-¿Debes irte porque soy un narcotraficante, o debes irte porque tienes otros planes?

¿Cómo podía ser tan directo? ¿Cómo podía decirlo de esa manera? Se puso en pie rápidamente. Algo dentro de Jimin se desató. Algo fuerte y poderoso. Algo parecido al rencor.

-No quiero nada. Puedes quedarte con tus obsequios.

-¿Qué?

-Que no los quiero.

-Pues sí parecías quererlo antes.

-Pero ya no. Quédate tú con ellos.

-Me gustan en ti. Me gustaría verte usándolo.

Jimin tragó saliva. Yoongi le miraba tan fijamente que le estaba costando un poco concentrarse en sus propios pensamientos. Seguía siendo igual de frío, inexpresivo y asombrosamente divino como siempre. ¿Era, acaso, de éste planeta tal belleza?

-¿Por qué me los compraste en primer lugar? Y no digas que porque lo quería, porque sabes que esa no es una respuesta -tragó saliva-. ¿Por qué querrías gastar dinero en mí?

-Porque tengo de sobra -ahora fue él quién apartó la mirada

-Sigue siendo una respuesta errada, Yoongi. ¿Acaso llevaste de compras a Hoseok, o a Namjoon? ¿No son ellos muy importantes para ti, porque los quieres? Entonces, ¿qué sientes por mí?

Vió que Yoongi apretaba la mandíbula y hasta se sintió orgulloso por ello. ¡Lo había picado! ¡Definitivamente le había hecho una pregunta clave! 

-Fui a la tienda a comprarles regalos a ellos, pero como te vi a ti deseando algo que no podías permitirte decidí pagarlo por ti. Podré volver a la tienda a por las ropas de mis dongsaengs más tarde.

La sonrisa victoriosa de Jimin se esfumó. Aquella respuesta tenía demasiado sentido, y lo había dejado demasiado humillado al mismo tiempo. Yoongi giró el rostro para verlo y, extrañamente, le sonrió.

-Entonces voy a quedármelos -hizo una reverencia y tomó las bolsas-. Ya me voy.

-Espera -lo frenó Yoongi, cruzando una pierna sobre la otra y sonriendo burlonamente-. ¿No es esa mi bufanda?

-¿Cuál? ¿Ésta? -Jimin se sonrojó, pero fingió indiferencia. Se echó una de las esquinas sobre el hombro y sonrió-. Si, es tuya. ¿Por qué?

-¿No piensas devolvérmela?

-Es que hace frío, hyung -Jimin hizo un puchero y el peliverde entrecerró los ojos-. Pero puedes pasar por mi casa, a buscarla, algún día.

Yoongi sonrió, captando claramente la jugada que estaba haciendo.

-Pues, a decir verdad, quédatela -hizo una pausa, esperando alguna reacción por parte de Jimin-. Te queda bien el violeta.

Jimin no pudo evitar sonreír, apretando los dientes.

-Sabia que ibas a decir eso -repuso, al fin-. De otra manera el otro día, cuando me llevaste a casa, me la habrías pedido de vuelta. Sin embargo,  dejaste que la conservara.

-A lo mejor me olvidé de pedírtela.

-A lo mejor -Jimin suspiró dramáticamente-. Hyung tiene muy, muuuy, mala memoria. Aigo... -hundió la nariz en la bufanda y aspiró, llenándose de aquel embriagante aroma-. Mmmh... Huele tan bien...

Vió que la sonrisa de Yoongi se torcía un poco, y luego se puso en pie, acercándose lentamente a él.

-¿Qué quieres, Jiminnie?

-Sabes lo que quiero, Yoongi. La pregunta aquí, en realidad, es que quieres .

-Yo quiero tu jodido culo en mi cama siendo azotado por mi mano; ya que estás siendo jodidamente irrespetuoso ahora mismo. ¿Tienes alguna otra pregunta?

Jimin parpadeó rápidamente y abrió y cerró varias veces la boca, pero finalmente respondió, muy agudo:

-Sí.

-¿Qué? -Yoongi entrecerró los ojos y ladeó la cabeza.

-¿Por qué no me llevas a casa y averiguo yo sólo la respuesta?

Ahora fue Yoongi quién sonrió con los dientes apretados.


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