My Sweet Prince [Namjin// Yoo...

By Babi_Bu

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GANADORA DE WATTYS 2016 EN SUBCATEGORÍA COMO NOVELA FANFICTION ACLAMADA POR EL PUBLICO Jin no pensaba llevar... More

Atención
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Epílogo
My Sweet Prince
Ya se...
Fanarts
Fanarts pt. 2

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By Babi_Bu

-¡Nonono! ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! -Seokjin gritaba, sonreía, gritaba más fuerte, no podía dejar de reírse, no podía dejar de gritar-. ¡AhhhAhhhh! ¡NAMJOON! ¡NAMJOONNNN!

Namjoon, a su lado, se reía mientras el flequillo se paraba de su frente como si tuviera estática. El mayor se giró y, al verlo, estallo en carcajadas aún más fuerte. Sin embargo, la velocidad que tomaba aquella montaña rusa hacía que le entrara demasiado aire en la boca y terminara atragantándose y tosiendo con fervor. Él... jamás había visto a Jin tan sonriente y, a decir verdad, le sentaba fantástico.

-¡MIRA MIRAAA! ¡DESDE AQUÍ SE VE EL REST.... AHHHHHHHHHHHH! -Seokjin seguía gritando justo en su oído pero él, lejos de apartarse o de darle una bofetada porque no era para tanto, se reía a su vez.

Cuando la montaña rusa paró, el cabello de Namjoon estaba todo parado en el flequillo y Seokjin lo tenía todo sobre los ojos. Se reía, se reían ambos, no podían parar. Había sido demasiado gracioso, por alguna razón, y ahora parecían dos tontos. Namjoon bajó primero del carrito y cuando Seokjin se paró le temblaron tanto las piernas que cayó de culo sobre el asiento. Se rió y estiró un brazo para que le ayudara, y Namjoon lo sacó con cuidado y no soltó su brazo mientras caminaban fuera de la atracción. Quizá el otro creería que lo hacía por ayudarle, pero en realidad era sólo una excusa. Una perfecta excusa para tocarlo.

-¿A dónde quieres ir ahora? -inquirió, girando el rostro para verlo.

Seokjin levantó una mano para correrse el flequillo de los ojos.

-¡Oh! ¡A la vuelta al mundo!

La sonrisa de Namjoon se borró inmediatamente de su boca.

-¿Qué? ¡No!

-¿Por qué no?

-Porque ese juego es aburrido y tonto, y no pienso gastar en eso.

-¡Pero me gusta mucho! Y se ven unas vistas tan... Namjoon, ¿estás bien?

Oh no. ¿Se había notado mucho que le estaban dando náuseas? Se apresuró a recomponerse y le dedicó una sonrisa torcida.

-Estoy bien. ¿Qué te parecen los autitos chocadores?

-¿Otra vez? -Seokjin hizo un puchero y Namjoon lo miró, mordiéndose el labio inferior como un pervertido necesitado. Lo era, en efecto-. Mmmmh. Mejor vayamos a la vuelta del mundo.

-¿Y qué tal la feria de juegos, Jin?

-¡Vuelta al mundo?

-¿Y qué tal la ruleta rusa, Jin?

Seokjin lo miró con ojos muy abiertos y le dió un fuerte golpe en el hombre, por lo que Namjoon hizo una mueca sin dejar de sonreír como un tonto y se vió obligado a soltarlo.

-¡No seas así! ¡Es sólo un juego! ¿Acaso...? -sonrió malvadamente-. ¿Acaso te da miedo, Kim Namjoon?

-¿Qué? ¿¡Qué!? ¿¡Miedo!? ¡A mí! -Namjoon se rió, aunque el estómago volvía a contraérsele-. No tengo nada de miedo.

Estaba cagado de miedo, en realidad.

-¡Entonces vamos!

Namjoon fue a protestar, pero al ver que el otro muchacho le había agarrado de la mano para arrastrarlo a la atracción, se dejó hacer. Es que esa mano... Uff, esa suave, pálida mano. ¿Qué haría esa mano cuando estaba aburrida?

-Dos boletos -dijo Seokjin. Luego metió la mano que tenía libre en el bolsillo de Namjoon, sacó su billetera y pagó. 

Namjoon no hizo nada. Apenas si se había dado cuenta. Estaba en modo imbécil.

-Por aquí -dijo el tipo, mirándolo medio mal por ir de la mano.

Maldito homofóbico.

Namjoon sonrió al tipo, levantó la mano que seguía agarrada a la de Jin y le dió un beso en los nudillos. El tipo apartó la mirada rápidamente y su princesa se lo quedó mirando atontado.

-¿Por qué hiciste eso? -preguntó.

Namjoon sonrió y sacudió la cabeza, metiéndose en el pequeño asiento junto a él. 

El tipo bajó la barra que los sostenía... Que los sostenía de... De... De caer de varios metros de altuRA Y QUE SI SE CAÍAN SE MORIRÍAN, PUM, PAF, MUERTOS.

-¡No! -exclamó de golpe, agarrándose con fuerza a la barra.

-¿Y qué te pasa ahora? -Jin giró el rostro para verlo, confundido. Sonreía enormemente.

¿¡POR QUÉ ESTABA FELIZ SI SE PODÍAN CAEN Y MORIR!? ¿¡ESTABA LOCO!? ¡LOCO! ¡UN LOCO DE SONRISA LINDA, Y OJOS LINDOS, Y cabello lindo, y cuerpo lindo, y....! ¡Ahhh! ¡Qué lindo que era! ¡PERO IBAN A MORIR DE TODOS MODOS!

-Tengo que bajar. ¡Ah! -gritó, cuando la rueda empezó a girar.

A Jin le entró la risa.

-¿Estás asustado?

-¡ESTOY BIEN!

-¿Entonces por qué gritas?

-Porque me gustas -murmuró bajito Namjoon, con los ojos cerrados y la cara contraída en una mueca de miedo.

Jin volvió a reírse y estiró los brazos hacia arriba. Cuando Namjoon vió lo que hacía, se mareó.

-La mierda -soltó, tapándose la cara con las manos-. ¿Cuántas vueltas son?

-Tres.

-¿¡TRES!? ¡JINCHA!

Ave María Purísima, lamentaba de todo corazón todas las chicas y chicos que se había follado. Todas las viriginidades que había tomado. Lo lamentaba mucho, muchísimo. Pedía perdón por todos sus pecados y... Y... ¡Por favor, que lo escuchara!

-Tienes que vencer tu miedo a las alturas -murmuró el otro muchacho, moviendo las piernas con felicidad.

La rueda iba por la mitad del recorrido hasta al cima, y Namjoon no quería ver pero aún así lo hizo porque era un morboso.

-Ay por Dios -pegó la espalda contra el respaldo y se lamentó de todo corazón haber subido. ¡Había sido hipnotizado por la belleza de la princesa y no se había dado cuenta realmente de lo que hacía! Y ahora el otro no lo vería jamás como a un chico, porque... ¡Porque ahora mismo se estaba riendo de él! ¡Porque estaba quedando como un cobarde, como un niño!-. No es gracioso.

-Si, es bastante gracioso. Tan malote siempre, ¿eh? -Jin sonreía-. Y ahora te dan miedo las alturas. 

La vuelta al mundo llegó a la cima y Namjoon casi se muere. Definitivamente no la estaba pasando bien. Apretó los dientes con fuerza y se obligó a mirar a Jin, sin darse cuenta de que probablemente parecía mirarlo como pidiendo auxilio. Éste abrió mucho los ojos, dejó de sonreír y lo miró con un poco más de preocupación.

-¿Quieres bajar? -inquirió.

Namjoon negó con la cabeza.

-Puedo hacer esto.

-¿Estás seguro?

-¡Estoy seg.... mmh...! Sí.

-Oye, mírame. No dejes de mirarme.

-Eso hago.

-No tengas miedo -las palabras de Jin eran suaves, dulces, casi maternales. A Namjoon lo llenó un sentimiento que no supo descifrar.

-Eso intento.

-Mírame.

-¡Te estoy mirando!

-Mírame de verdad.

Namjoon parpadeó, confuso, justo cuando la rueda gigante comenzaba a descender. No podía entenderlo, y al mismo tiempo le entendía. Entendía que tenía un problema, y que Jin se lo había dicho sin querer: él miraba, pero no veía de verdad. No era capaz de distinguir la belleza externa a un rostro lindo. No era capaz de encontrar amor entre las piernas de una mujer. No era capaz de querer, de verdad, a alguien de otra manera que en la que quería a sus hyungs. 

Él no era capaz de amar.

Y, por alguna razón, aquellos enormes ojos castaños que ahora lo miraban con preocupación se lo estaban reprochando.

-Namjoon -dijo, de repente.

El aludido parpadeó, perdido.

-¿Qué?

-Suelta la barra.

-¿¡Por qué!?

-Porque ya han terminado las tres vueltas.

El muchacho abrió los ojos como platos y comprendió que sus pies tocaban el suelo, y que el tipo homofóbico lo miraba como si fuera un estúpido. Sin embargo, Jin no... Jin sonreía. Le sonreía.

Namjoon soltó la barra, dándose cuenta de que todo este tiempo había puesto los nudillos blancos al agarrarla, y vio como el tipo la apartaba. 

-Lo lograste -murmuró la princesa, y luego se agachó para darle un rápido beso en la mejilla. Inmediatamente se puso en pie y se marchó hacia alguna parte.

¿Qué parte? No tenía ni idea. Namjoon simplemente se quedó allí sentado, con cara de imbécil, con las piernas temblorosas y una sonrisa estúpida en los labios.

-¿Ya te vas a bajar, o qué? -inquirió repentinamente el tipo con cara de asco.

-Ojalá que sus nietos sean homosexuales -respondió Namjoon señalándolo con un dedo amenazante, antes de echar a correr para llegar junto a su princesa.

Seokjin yacía en la feria, mirando con ojos como platos un enorme unicornio rosa que colgaba del telón. Se giró lentamente para ver a Namjoon con la misma fascinación y éste suspiró hondamente, sacando su billetera.

-Deme el caballo, por favor -le dijo a la mujer del juego.

-Tiene que jugar para ganarse el peluche.

Namjoon levantó la vista de su dinero y miró a la mujer con una ceja enarcada.

-Pienso pagarle lo que me pida por el muñeco.

Jin lo miró con los ojos muy abiertos, impresionado, y la mujer sonrió. Puso un par de aros frente a Namjoon y chasqueó la lengua.

Maldita sea.





-Qué bruto -decía Jin, cruzado de brazos y negando lentamente con la cabeza.

Allí estaba Namjoon, con veintitrés nuevas canas en la cabeza, un sudor frío en la frente y los ojos entrecerrados. ¿¡Cómo mierda podía meter los aros dentro de las botellas de leche!? ¡Era imposible! ¡Imposible!

-Perdiste de nuevo -soltó la mujer, muy felizmente, juntando los aros que habían caído al suelo.

-Deme otro juego.

-Namjoon, ya no quiero el unicornio -Jin sacudió levemente su hombro-. En serio...

-¡No! ¡Quiero el jodido caballo! 

La mujer se rió y dejó tres aros frente a Namjoon por vez número... veinticuatro.

-Tiene un novio muy lindo -le dijo a Seokjin.

Éste se puso como un tomate. 

Namjoon, pese al odio interno que sentía por la mujer, y el juego y el peluche, no pudo evitar sonreír.

-¡No, no! Él es... Él no es... Digo... 

-¡Oh! -exclamó Namjoon, de repente. Había embocado. Sonrió ladino-. Bang, babe.

-Genial. Sólo te tomó como mil intentos -se burló Jin.

La mujer volvió a reírse y bajó el puto caballo del telón para entregárselo a su princesa, que inmediatamente puso una cara de felicidad extrema y lo abrazó con ternura.

-Anda, suéltalo -dijo.

Seokjin lo miró sin comprender.

-¿Qué?

-Dame el caballo.

-Es un unicornio.

-Lo que sea, dámelo.

-¿¡Por qué!?

-Porque es mi premio, princesa. Así que me lo das.

Seokjin no podía creerlo. Frunció el entrecejo, abrió y cerró la boca. Chasqueó la lengua. Se lo tiró por la cabeza y se fue.

Namjoon alcanzó el unicornio al vuelo y contuvo la risa mientras caminaba para alcanzarlo.

-¿Y ahora por qué te enojas?  -inquirió, fingiendo estar muy confundido-. ¿Quién embocó la argolla? Lo justo es justo.

-No es justo, ¡sabías cuánto quería el unicornio!

-La próxima vez, puedes ser tú quien... -no pudo terminar de hablar porque la mirada de Seokjin era terrible. 

El mayor puso la mano con la palma hacia arriba justo frente a él, y al ver que no entendía lo que quería decirle rodó los ojos y dijo:

-Dinero.

-¿Para qué quieres dinero?

-Para lugar -señaló con el pulgar detrás de él, donde había uno de esos juegos en los que tienes que pegarle al botón con una maza para que la campana llegue hasta la cima del poste.

Namjoon se rió.

-Hay que tener mucha fuerza para ganar premio ahí, ¿sabes?

Seokjin abrió y cerró la palma de la mano y Namjoon, con resignación y... también con un poco de cariño, sacó su billetera para dejarle un poco de dinero. El mayor cerró la mano en torno al papel y sonrió con malicia.

-Mira ésto -dijo.

Caminó hasta el tipo, cambió el dinero por una enorme maza y se acercó al lugar donde tenía que pegar. Tomó aire inflándose el pecho, cerró y abrió varias veces los dedos en torno al palo de la maza, lo levantó sobre su hombro como si fuera un bate de baseball y... 

Pegó.

La boca de Namjoon se iba abriendo más y más mientras sus ojos seguían el movimiento que hacía la campana al subir y marcar números a su paso. 

100

200

300

400

500...

6...

7...

-Dios mío.

La campanilla tocó el "1000" y todo se puso de colores, para que luego un sonido chirriante y molesto de victoria hiciese reír a Seokjin. 

El castaño se acercó al tipo y pidió un delfin gigante. Luego miró a Namjoon, con la barbilla en alto, y se acercó a él caminando como un modelo.

-¿Qué dices ahora? -inquirió.

-Que igual me pertenece tu delfín porque el dinero es mío -Namjoon le quitó el peluche de las manos y salió corriendo.

-¿Qué? ¡No! ¡Namjoon! ¡Ven aquí!

De repente, bajo la luz de las farolas rojas y las estrellas y la luna, dos muchachos corrian. El primero, con dos peluches enormes entre los brazos. El segundo, con la cara como un tomate y gritando barbaridades impropias para ser una princesa.

Y, sin embargo, lo único que podía pensar el ladrón de muñecos era que... La princesa era increíble. 

Sencillamente increíble.





Namjoon caminaba tranquilamente por la vereda, dando pasos lentos y vagos con sus piernas largas y con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo. El otro muchacho, a su lado, trataba de ver por dónde iba porque el unicornio y el delfín se lo impedían en gran parte.

-Mira eso -el pelirosa levantó la mirada y los copos de nieves se encontraron con su rostro-. Está nevando. 

-¿De verdad? -Jin lo imitó y sonrió ampliamente-. Oh... Es tan hermoso al principio...

-¿Al principio?

-Sí, luego forman una barrera justo frente a tu puerta y te tienes que quedar encerrado o salir por la ventana. Entonces no es tan hermoso -se rió con esa risa de pato moribundo que tenía, y Namjoon le sonrió.

Le encantaba su sonrisa fea. Le encantaba porque se le hacía hermosa. Porque el rostro de Jin era hermoso cuando sonreía, incluso más que cuando se enojaba (esto también le gustaba). A decir verdad, el rostro de Jin siempre era hermoso. ¿Era, siquiera, humanamente posible ser tan... así? Y... ¿por qué le gustaba tanto? Digo, había muchos chicos coreanos lindos por ahí, pero... Éste tenía algo, no sé. Algo muy rosa que le llamaba la atención.

Cuando Seokjin se giró y lo vió a los ojos, hizo una mueca.

-¿Hace cuánto me estabas mirando? -preguntó.

-He estado ciego hasta ahora.

La mueca se borró de la boca del mayor, para dar paso a una expresión muy tímida. Apretó los labios y agachó la mirada.

-Ya... Ya estamos aquí -murmuró, caminando un par de pasos hasta quedar justo frente a la puerta de su casa.

Cuando Namjoon la reconoció, sintió una especie de decepción enorme. No es como si fuese la última noche en la que ambos podrían salir, no es como si, incluso, al otro día no pudiesen verse; pero aún así... Era demasiado lindo como para decir adiós. No tan pronto.

Entonces, de dentro de su casa, un sonido grave y repiqueteando comenzó a sonar.

-¿Qué es eso? -preguntó el menor, algo alarmado.

-Tengo un reloj molesto -Jin sonrió como si le diera vergüenza-. Marca la medianoche.

-La medianoche, ¿eh? Parece que a ésta hora tienes que escaparte de mí, princesa.

Seokjin rodó los ojos, divertido.

-Siempre diciendo estupideces...

-Te gusta que te llame así.

Jin infló los cachetes.

-Es cierto -afirmó al final.

Namjoon sonrió y se acercó al otro, quedando justo frente a él. Estiró una mano y comenzó a quitar los copos de nieve del cabello castaño claro de Jin. Éste lo miraba con los ojos muy abiertos, casi suplicantes, hasta que en un descuido dejó caer los peluches al suelo. Soltó un "oh" y miró hacia abajo, pero Namjoon se apresuró a acortar la distancia que los separaba, tomar su rostro con ambas manos para levantarlo y ladeó la cabeza para depositar sus labios en los del otro. Seokjin pareció muy sorprendido al principio, pero finalmente correspondió al beso agarrando con las uñas el cuello del abrigo de Namjoon. Éste sonrió y saboreó aquellos labios carnosos que sabían a melón, probablemente algún hidratante, y apretó con fuerza su boca contra la del otro. Respiró hondamente, como si se estuviera quedando sin aire y Jin fuese el único que pudiera darle oxígeno.

En un momento dado, Namjoon se separó del mayor. Sus manos seguían sobre las mejillas de Seokjin, que yacían tan rojas como un pimiento. Su cabello estaba bañado de copos de nieve, y sus labios brillaban, tan apetitosos que el pelirosa profirió un gemido de dolor. Los ojos de Seokjin seguían cerrados y él... Él supo que ni en mil años encontraría a alguien como su princesa. 

Porque era hermoso. Él era hermoso, hermoso como muy pocas cosas lo son en este mundo; y ese pensamiento sólo le hacía deleitarse aún más. Pensar que en un lugar tan podrido pudiese hallar tal belleza...

-Mira eso -murmuró. Jin abrió los ojos, adormecido, y lo miró-. Aún no te has convertido en rana. Debes de ser una princesa de algún cuento nuevo.

El mayor se rió y volvió a ponerse de puntitas para besarlo.





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