Lifes Crossed

By YaribelMontero

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A veces pensamos que la vida es injusta... ¿Y quién soy yo para decir que no? La vida cambia en un abrir y ce... More

Sinopsis.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Aviso.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52. Rompecabezas.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62. Final.
Epílogo.
AGRADECIMIENTO.

Capítulo 59.

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By YaribelMontero

Nathan POV:

Una semana después:

Es irónico como la vida pasa de ser tu mejor aliada, a tu peor pesadilla. Ella misma se encarga de hacer de ti lo que jamás quisiste. Te hace feliz, pero también te hace el ser más infeliz. Te saca sonrisas, pero no es nada comparado a las lágrimas de dolor. Te pone personas en tu vida, pero ella misma te las quita. Te hace amar y odiar a la vez.

—¿Estás bien? —Dejé el vaso plastico de café en una mesa y miré a Zet y Max.

Al principio se enojaron por haberme desaparecido así de pronto, pero
luego entendieron que en realidad lo necesitaba. Zet estaba tan feliz de saber que todo fue una trampa y de que ahora estemos todos juntos. Max no se cansa de decir que él era quién quería matar a Levin y hacerlo sufrir. Pero si alguien en realidad quería acabarlo, ese alguien era yo. Y me di el lujo de verlo morir frente a mi.

—¿Podrían por favor no hacerme esa pregunta? —Murmuro.

—No tienes que responder de esta manera. —Me reprendió Zet.

—Entonces no hagan preguntas estúpidas. En lo que queda del día e escuchado esa misma pregunta más de mil veces. ¿Cómo coño pretenden que este? ¡Hayle lleva una puta semana sin despertar! Los médicos siempre vienen con la misma respuesta: Hay que darle tiempo, esto puede llegar a tardar, días, semanas y meses. La miro y es cada vez peor. No veo una puta mejoría en ella y Bane... Banessa sigue profuga de la justicia. mi madre está entrando en depresión ¡Y mi vida es una puta mierda!

—¡Ya basta! —Dejé de gritar y centré mi atención en Max. —¿Te creés que estando de esta manera las cosas serían menos difícil? Estas dos semanas hemos estando aguantando tu actitud. No estás siendo el mismo.

—¿¡Y cómo quieres que sea el mismo!? —Sentía mis ojos picar y al cabo de unos segundos empañarse de lágrimas. —No veo una maldita posibilidad de que Hayle despierte, ¡Ni una sola posibilidad! Cada vez sus daños son más: Que su columna esta rota, que sus cicatrices tardarán más en cerrar, que su cabeza recibió el mayor golpe y eso la llevará a entrar en un estado de coma. ¡Estoy en un maldito agujero oscuro! ¿Y así quieren que esté de lo más normal? ¡Maldita sea pónganse en mi maldito lugar y vean que se siente ser la mayor mierda sin suerte!

—¡No eres el único que sufre, Nathan! —Gritó Zet. No dejé caer ninguna lágrima y le miré. —Todos estamos sufriendo. Hayle está mal, Banessa terminó siendo una jodida delincuente ¡Y Haype me dejó sin decir nada! Quisiera aunque sea llamarle y decirle que Hayle está con vida pero no tengo donde mierda llamarle. Es difícil, no sabe lo difícil que es entrar a esa habitación de hospital y ver aquel rostro tan idéntico al de ella. ¡Y es que maldita sea Nathan, yo no estoy siendo tan mierda como tú!

—¡Haype está viva! Camina, respira sin aparatos, está libre, no ha cometido ningún delito. Se fue porque estaba muriendo con todo esto. ¡No puedes pensar que es igual a lo que siento yo! —Grite por igual. La gente ya empezaba a mirarnos raro y a decir verdad no me importaba.

—Estás como una jodida cabra. —Susurró negando con la cabeza.

—Que te den. —Tomé con brusquedad la llave de mi auto y me levanté.

—¡Basta! —Max se levantó por igual mirándonos con reprocho. —Ambos están perdiendo la puta cabeza y eso no solucionará nada. —Sacó las llaves de su auto y nos dio una mirada sería. —Cuando estén dispuesto a hablar saben donde estaré. —Se dio la vuelta y se fué.

—Estás dañando a todos. —Miré a Zet no aprobando su comentario.

Me di la vuelta chocando con un cuerpo. Cuando pensé en soltarle un sin fin de groserías a quién fuera que se metió en mi camino, la vi. Ella estaba ahí delante, frente a mi, con una apariencia distinta, sus ojos me miraban sin pestañear, y luego detrás de mi. Entonces desperté de mi sueño en el que por un momento pensé que era ella quién estaba delante de mi. No era ella.

—Nathan. —Susurró. Me alegraba verle, si, pero sentía tanta ilusión en que fuera ella, que el dolor volvió a florecer en mi.  Pero... ¿cómo podría ser Hayle cuando está en coma, con miles de aparatos en su cuerpo y sin posibilidad de abrir los ojos en estos momentos?

Miré a Zet, tenía la vista enfocada en ella mirándola como si no fuera posible. Sus ojos se empañaron al igual que los de ella. Aun anonado se puso de pies lentamente tirando de la silla. Dio unos pasos hasta quedar frente a ella. Levantó su mano y la llegó a su rostro. Haype cerró sus ojos dejando una lágrima brotar de sus ojos y su pecho subir con rapidez. Luego ambos se fundieron en un abrazo. Les vi por unos segundos hasta que bajé la mirada sintiéndome excluido y más dañado. Pero aún así me alegra por mi amigo, se cuanto le ama y como había dicho antes: Estaba sufriendo de su ausencia. Levanté la vista justo en el momento en que ambos se daban un beso. Cerré los ojos por un instante y luego me fuí en silencio.

Salí de aquella cafetería y fuí hasta mi coche. Quité la alarma de este  y entré sin darme tiempo a mirar atrás. Encendí en auto y salí con rapidez al único lugar donde puedo sentirme en casa.

....

Apagué el auto y salí de este activando la alarma. Entré las manos en mis bolsillos y empecé a caminar dentro con la mirada hacia bajo.

—Nathan. —Escuché una voz detrás de mi. Me di la vuelta encontrándome con Fabio junto a Nancy. —Te estábamos esperando.

—Iba de camino donde Hayle. —Señalé la puerta.

—Es importante. —Esta vez, hablo Nancy.

—Esto es importante. —Le di una mirada sin emoción y me di la vuelta.

—Debes escucharme. —Me giré hacia donde Fabio con una mirada totalmente inexpresiva.

—Necesito verle, Fabio. —Volví a darme la vuelta y seguir caminando.

—Pero es que...

Entré al hospital sintiendo el aire frío en mi cuerpo. Le di un saludo con la cabeza a la de recepción y seguí por un pasillo. Cerca de la habitación de Hayle vi al doctor salir de esta. Me aproximé a caminar y llegar hasta él.

—Joven Natanael. —Sonrió comprensivo.

—Nathan. —Corrijo. —¿Puedo entrar?

—Claro, pero solo serán unos minutos.

—¿Cómo ella está? —Inquiero.

—Por ahora los avances son muy pocos, quizás es muy poco tiempo para notar su mejoría, pero luego iremos viendo como su cuerpo toma más vida y la veremos con los ojos abiertos. Un golpe así en la cabeza es muy grave, tenemos suerte de que aún respire por medio de aparatos.
Los golpes en su cuerpo no ayudan mucho, su espalda tiene una lección. Todo esto la ha llevado a un estado de coma. Si ella aún está luchando es porque es lo suficientemente fuerte para seguir adelante. He tenido pacientes con menos de lo que tiene ella, y el ochenta por ciento no soporta y muere. —Explicó con suavidad. Me quedé unos minutos digiriendo todo aquello que dijo. —Es una chica fuerte. Que no se te olvide quien era y que hacía. —Sonrió el doctor luego de mi gran silencio. —Ve, la hora de visitas está por terminar. —Señaló la puerta. Sin saber que decir obedecí dándole la espalda y caminando a la puerta.

Antes de entrar le di una mirada al doctor y susurré un gracias, a lo que él respondió con un asentamiento de cabeza. Abrí la puerta y entré sin mirar en su dirección. Cerré la puerta caminando con la cabeza gacha hasta quedar frente a la camilla.

Armandome de valor, levanté la mirada y centré mi vista en ella.

Su piel palida, sus labios rotos y sin vida, sus párpados cerrados, los huesos de su cuerpo más marcados, su cabello sin brillo.

Esa era ella. Una persona totalmente diferente. Tendida en una cama con aparatos por doquier, viéndose débil y vulnerable.

Tomé su mano con la mía y acaricié de esta. Me senté a su lado como lo he hecho durante estas dos semanas.

—Pequeña. —Susurré llevando su mano a mi rostro. —Necesito que despiertes, por favor. —Supliqué pareciendo ya una grabadora. Llevé mi otra mano a su mejilla pálida acariciendola. —Haype a vuelto, amor. Debes despertar.

Esto era como una fotografía. Yo acariciendo su rostro y ella en la misma posición. Sentía como cada vez los pedazos dentro de mi iban cayendo más haciéndome sentir con menos vida que antes. Verle en esa condición es como ir muriendo lenta y dolorosamente. Desearía ser quién esté en esa cama y no ella, que el que haya sufrido y soportado tanto dolor haya sido yo. Tengo la sensación de que ningún otro dolor es comparado con este. Ver como la persona que amas va muriendo delante de ti, como no se mueve en una cama y su cuerpo pierde más vida, solo guiándote de una máquina contando sus latidos.

Si esa máquina deja de subir y bajar rayas... ¿Que seria de mi?

Moriría.

Esa es la respuesta. Muero con ella, no soportaría hacerme una vez más la idea de que ella ya no esté y yo si. Sé que no aguantaría un dolor más grande que este.

La puerta se abrió lentamente y un cuerpo se asomo por está. Discretamente Sequé una lágrima que había escapado de mis ojos y miré a la persona.

—¿Que haces aquí, Jesse? —Pregunté sin emoción alguna.

—¿No es obvio? —Contestó. —Lo siento. —Susurró casi inaudible.

—No sientes nada.

—Fue durante un corto tiempo mi compañera de boxeo. —Me encantaría decir que sigue siendo el mismo imbécil, pero no, es diferente y se le ve el interés en saber la salud de Hayle. Me quedé en silencio volteando mi rostro al de Hayle.

—Te dejare solo, lo necesitas más que yo. —Le escuché decir para luego verlo irse por el rabillo de ojo. Seguí observando a la chica frente a mi.

Pasaron al rededor de cinco minutos cuando escuché la puerta abrirse de pronto y varias siluetas entrar. Miré con rapidez a los causantes de el ruido con la intención de reprochar por entrar de esta manera.

—Natanael Perez, queda usted detenido hasta que se realice la investigación del caso de la muerte de Harry Levin Suag. Se le dará a usted cárcel preventiva hasta que el caso sea realizado.





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