97.
Me quedé parada en seco, no podía respirar, no podía procesar lo que estaba pasado. Se está yendo y es como si me estuvieran arrancando una parte de mí. No entiendo muy bien qué es lo que acabo de hacer, no entiendo porqué lo hice.
Solo sé, que no puedo dejarlo ir.
— ¡Abraham! -grité.
Corrí hasta el pasillo y lo vi adentrarse al ascensor. Las puertas estaban por cerrarse, pero él se interpuso ante ellas.
— Lo siento, pero yo...
No me dejó acabar, ya que jaló de mi cintura atrayéndome a él y me besó. Yo enrosqué mis piernas en si cintura de un salto, llevé las manos hasta su cabello y comencé a acariciarlo. Él sostuvo mis piernas con firmeza y sentí mi espalda chocar con una pared.
Hice mi cabeza hacia atrás y él bajó sus besos hasta mi cuello.
— Espera...
— ¿Qué pasa? -susurró.
Ay, Dios mío...
— Esto es un error...
— No, ¿por qué siempre tienes que ser tan racional?, tú me quieres, yo siento que me quieres.
— No, espera...
Posé mis pies en el suelo nuevamente e intenté separarme de él. Cuando lo hice, me abrazó por la cintura.
— No puedo dejar de pensar en ti, quédate conmigo, por favor... -susurró pegando su frente a la mía.
— ¡No, sueltame! Esto no puede ser, tú tienes tu vida y yo la mía. Es mejor que todo continúe como estaba.
— Mi vida no es la misma sin ti, Jari.
Ay, por favor...
— La mía sin ti sí. Yo tengo mi novio, no...
— ¿Qué novio?, ¡basta ya con la historia del novio, ese novio no existe!
— Sí, sí existe. Volvió de Toulouse y...
— No creo una sola palabra que salga de tu boca...
Tiró de mis brazos y sujetó mi cintura con firmeza, impidiéndome salir. Su respiración se mezclaba con la mía y su boca estaba a pocos centímetros de besarme.
— Esto que pasa lo sientes sí, sé que no me has olvidado.
— ¡No existe nada entre nosotros, Abraham vete! -dije empujándolo.
— Mañana sería nuestro aniversario, ¿crees que lo he olvidado? -dijo acercándose a mí.
— Yo sí...
— No, ya no me mientas más, no lo olvidaste. Te necesito, mi amor...
— Ya no podremos estar juntos, Abraham. Ahora por favor, vete.
— Sí es lo que prefieres...
Acarició mis mejillas y me dedicó una última mirada, soltó mi cintura y se adentró al ascensor.
— No te vayas...
Sujeté su mano antes de que se fuera. Se volteó y yo tomé su rostro y lo besé. Enrosqué mis piernas en su cintura nuevamente, él me cargo sobre las paredes del ascensor sosteniéndome con más firmeza. Comenzó a avanzar conmigo encima y mordí su labio cuando mi espalda chocó contra una supuesta puerta, la cual se abrió y él comenzó a caminar hacia dentro del que parecía ser mi departamento. Tiré los bordes de su chaqueta y él estiró sus brazos para que yo pudiera quitársela.
— Jari... -gruñó, dejando besos por mi cara.
— Shsss -posé mi dedo en su boca- No digas nada, sólo no te detengas ahora.
Sentí otra puerta abrirse, entonces su boca viajó a mi cuello y yo enterré mis dedos entre su cabello. Me quité las botas con una sola maniobra de pies y ahí fue cuando caí sobre la cama. Se posicionó sobre mí, yo tiré de su camiseta mientras maldecía al ver otra debajo de ésta.
¿Justo hoy se le da por ponerse todo el armario encima?
Levanté mis brazos para que pudiera quitarme la blusa y se rio al notar mis actos desesperados.
Volví a saltar sobre él, rodeando su cuello con mis brazos mientras él se ocupaba de besar el mío. Cerré los ojos y me dediqué a sentir su respiración por unos segundos, lo abracé con todas mis fuerzas y mis lágrimas no podían faltar.
Desabrochó mi sostén y yo desprendí la cremallera de su pantalón, seguido del cinto que llevaba puesto. Él metió sus manos por debajo de mi falda y tiró de ella dejándome semi desnuda. Me recosté sobre la cama y tiré de su cadena para volver a besarlo. Tiré también de las sábanas y las coloqué sobre él, mientras lo sentía besar dulcemente mis mejillas. Llevé mis manos hasta la goma de su ropa interior y me tomé el trabajo de bajarla, dejándole a él la tarea de quitársela del todo. Alcé mis caderas para que él pudiera quitarme la mía. Lo abracé para ocultar mi nerviosismo, entonces lo sentí acariciar mi espalda con ternura, besé su hombro y ascendí a su cuello sintiendo su perfume incondicional. Pensé en las veces que me recorrí perfumerías tratando de encontrar ese perfume y ponerlo en mi almohada, cuando reinaba el masoquismo...
Bajé la mirada hasta su pelvis, encontrándome con su intimidad. Él sonrió de lado al notarlo.
Llevó sus manos a mi cadera y acomodó mis piernas al rededor de su cintura. Respiré profundo esperando la sensación incómoda de tenerlo ahí después de tanto. Liberé mi respiración dándome cuenta de que estaba tan en mi mundo que no noté que me estaba doliendo todo como si fuera a parir. Mi ritmo cardíaco comenzó a alterarse. Me quedé estática, mi cuerpo se derretía por el calor de sus besos y la intensidad de los suspiros de sus labios. Mis muslos se encuentran siendo presionados por sus manos grandes e imponentes, seguramente dejando sus marcas allí. Gemí sobre sus labios cuando elevó levemente sus caderas.
Gruñó con fuerza. Yo no puedo despegar mi mirada de sus ojos.
Mi cuerpo subía y bajaba sobre el suyo, chocando completamente ambas anatomías. Mis párpados comenzaron a revolotear en cuanto su boca se concentró en mi cuello, haciéndome jadear con fuerza. Besé su frente, sus mejillas, sus párpados, su boca, su cuello, sus clavículas, su pecho Comencé a relajar mis movimientos, y yo me concentré en sus gestos. El placer surcaba su rostro completamente acompañado de un revuelo de emociones que me muero por liberar, me está mirando con deseo, yo pienso en lo sexy que se ve en este momento.
No sé en qué momento sucedió, pero me encuentro bajo su merced, siendo completamente sacudida por él y su ferocidad. Me besó delicadamente el cuello, mordió allí también, y y no pude evitar omitir un gemido que impactó contra su oído.
Murmuró algo por lo bajo, inaudible para mis oídos.
Se dedicó s subir completamente mis brazos hacia arriba de mi cabeza. Entonces sus manos comenzaron a explorar mi cuerpo sin barrera alguna. Mi cuello, mis hombros y mis clavículas, mis pechos, mi abdomen y mi vientre gozaron de la calidez de sus manos. Pasado un momento, su boca comenzó a ocupar el lugar de ellas, haciendo que me deshaga en mi lugar.
Sus besos me queman y yo estoy volviéndome loca. Me siento deseada y quiero que me toque. Quiero que me toque donde no me ha tocado.
— ¿Qué pasa, preciosa? -masculla dejando sus jadeos de lado.
Mi corazón da un vuelco en mi pecho al oírlo llamarme así, ya había olvidado como sonaba su voz fuera de los viejos audios de WhatsApp con los que me torturaba.
— Yo... quiero que... -murmuré en un susurró.
— ¿Qué, qué quieres?
— Quiero que...
Lo miré esperando desesperadamente que entendiera lo que intento decirle. Como lo hacía antes, le tocaba descifrar mis peticiones con la mirada, ya que siempre fui una cobarde como para pedírselo textualmente.
— Ya sé lo que quieres...
Llevó delicadamente una de sus manos hasta mi parte genital y comenzó a esparcir sus caricias, haciendo que algo completamente desconocido comenzara a construirse dentro de mí y quiero detenerlo. Abrí mis labios y liberé la tensión que llevaba dentro. Comencé sudar y él llevó su otra mano hasta mi espalda baja evitando el continuo movimiento de mis caderas. Besó mi vientre y un grito se escapó de mi interior, ese que estuve tratando de evitar desde el principio.
Sus labios me humedecen la piel, lo veo descender hasta mi pelvis y sus ojos se alzan para encontrar los míos. Sé que busca aprobación. Yo me remuevo el mi lugar y él sigue, besando mis alrededores y la ansiedad puede conmigo. De pronto, siento su aliento chocar contra mi zona intima y un gruñido se escapa de sus labios.
— Abre las piernas.. —sisea. Su voz es débil. Ronca. Sexy. Tan sexy que creo que moriré en cualquier momento.
De a poco, voy dejándolo a vista libre. Suelto un leve jadeo cuando siento un beso corto allí. Me espalda se arquea involuntariamente y mis manos aprietan las sábanas cuándo intensifica su acción. Una de mis manos viaja a su nuca cuando siento su lengua deslizarse en mí.
— Joder... ¡Abraham! —gemí con fuerza.
Noto como una sonrisa se forma en sus labios y me muerde con delicadeza. Mis gemidos comienzan a inviadir la habitación tanto el continúa allí abajo. Enriedo mis piernas alrededor de sus hombros cuándo se hunde más en mí. Sus besos vuelven a subir por mi pubis, mi pelvis, mi vientre, mis pechos. Pasa su labio inferior por ellos y me remuevo en mi lugar.
De nuevo, está sobre mí, besándome los labios. Mis manos acarician su espalda y las suyas mis piernas.
— Oye... mis vecinos no están acostumbrados a esto.. —le susurro entre besos.
— Pues que se acostumbren.. —susurra también.
Volví a sentarme sobre él, besándolo. Me envolvió entre sus brazos, sujetándome fuerte. Yo continuaba besándolo, con las manos sobre su hombro.
Yo todavía no era consciente de lo que estaba pasando, lo siento como un reflejo de mis recuerdos, pero no, es real...
Mi respiración agitada se hizo presente y el miedo a que esto acabe comienza a crecer en mi pecho. Él gruñó y dio un suspiro de alivio. Mis caderas se detuvieron de a poco y suspiré, mirándolo a los ojos.
Segundo después me permití cerrar profundamente los ojos y dejarme caer sobre un lado de la cama. Me quedé mirando al techo. Ambos en completo silencio, donde sólo se oían nuestras respiraciones agitadas.
Era un silencio raro, casi incómodo. Como si no nos conociéramos, como si nunca nos hubiésemos amado alguna vez. Lo siento como.. si fuéramos la noche caliente el uno del otro, después de una discoteca.
Tomé coraje desde lo más interno de mí y me giré a mirarlo. Entonces, lo noté mirarme desde su lugar con la mirada perdida en mí, y ahora siento como las emociones se arremolinan en mi interior.
Mi fije que su rostro húmedo por el sudor, en sus labios rojos, entre abiertos, ruborizados, me dieron inmensas ganas de besarlos, besarlo a él como nunca antes lo había hecho. Sus pestañas.. que están ligeramente rizadas en las puntas, haciéndolo ver encantador.
Voluntariosa, llevé mi mano hasta su mejilla y la acaricié. Sus comisuras se alzaron dejándome ver su sonrisa.
— Te amo...
Su rostro se mostraba inexpresivo, y yo siento las lágrimas picar en mis ojos.
— Te amo.. —contesta.
— Lo noté... —solté una risa.
Se rió y me atrajo a él, quedando mi cuerpo sobre su pecho. Lo abracé sintiendo sus latidos relajados.
— No puedo creer lo que acaba de pasar. -comentó, acariciando mi espalda.
Subo sobre su cuerpo, atrapa mis caderas entre sus manos. Paso mi dedo índice por su mandíbula y él estira sus labios para besarlo.
— Qué lindo eres... —le susurro—. Quién pudiera. —me muerdo el labio.
Se rió.
— Tú eres tan hermosa, demasiado.
— Mentira. Estoy horrible.
— Pues... mi amigo allá abajo no opina lo mismo. —me guiña un ojo.
— ¡Abraham! —exclamo, escondiéndome en su cuello.
Negó.
— No, así no. Dime Boli.
Y sí, en algún momento tenía que pasar, lloré.
— Perdón, perdón por lastimarte tanto. Yo quería alejarte de mí, no quiero hacerte más daño del que ya te hice.
— Hey, escuchame. Yo jamás te dejaría ir otra vez, cuando dije que me iría era mentira, yo volvería una y otra vez. Porque no puedo estar sin ti.
Le besé, lo besé porque no podía hacer otra cosa más que besarlo y llorar. Porque pasé tanto tiempo en éxtasis destructivo, en un continúo sufrimiento. Estuve al borde de la muerte, ya abrazando una lápida. Pero aquí estoy, aquí estamos. No sé que vaya a ser de nosotros, no sé si después de esto algo cambiará, lo único que sé es que....
— Te amo, Boli.
Continuará...
*se para y aplaude* 👏👏👏
¡AL FIN, NESTOR!
No saben lo mucho que me emocioné al escribir éste capítulo. Estoy muy feliz de haber llegado a este punto.
A parir de ahora se terminó el llanto y el sufrimiento. Al fin somos todos felices. Eso quiere decir que el final se acerca. Tengo que confesar que mi idea era hacer de éste el capítulo final. Pero no estoy psicológicamente preparada para eso. 😧
Por ende, decidí posponer un poco más la cosa, así que me tienen acá por un rato más.
¡Tienen que amarme! 🙋✌😌
Bien, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. 😊❤
Perdónnnnn por hacerlas sufrir tanto y GRACIAS por seguir ahí.
Las amo. 💕