Lifes Crossed

By YaribelMontero

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A veces pensamos que la vida es injusta... ¿Y quién soy yo para decir que no? La vida cambia en un abrir y ce... More

Sinopsis.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Aviso.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52. Rompecabezas.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62. Final.
Epílogo.
AGRADECIMIENTO.

Capítulo 46.

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By YaribelMontero

—Hace unos meses atrás una persona me declaró la guerra. Al principio creí que era una broma, pero luego los mensajes, llamadas y cartas me demostraron que era todo lo contrario. Cada vez me amenazaba con lastimar a Haype o cualquier otra persona. Luego cuando empezamos a salir... Las amenazas eran con relación hacia ti, así fue durante un tiempo, hasta que me dijo que te abandone, debía alejarme de ti y si no lo hacía tú sería quién las pagarías. Pero no quería, no quería alejarme de ti. Aquel día en el parque antes de que te golpearan de esa manera había recibido una llamada, era él, me advirtió a tiempo pero me negué tanto a dejarte que no pude evitar que te hicieran aquello y te dejarán en esa condición. —Mientras le contaba mi vista estaba en un punto muerto con tal de no verlo a él.

—¿Que hiciste luego? —Sonaba interesado pero su actitud no cambió.

—Lo obvio. —Le miré. —Hice lo que debía hacer y lo que él me pidió que haga. Me alejé, me alejé de ti y de todos, así él lo quería, debía alejarme de todos a mi alrededor por su seguridad. Al principio me negaba rotundamente e ignoraba que cada vez las cartas eran más. Pero un día me puse a pensar si valía la pena quedarme para luego verlos morir uno a uno. Por eso me fuí, dejando a todos, sabía que podía dolerle, pero seria menos de lo que les podía pasar si yo me quedaba.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? Podías confiar en mi, yo confiaba en ti. —Trate de ignorar la palabra "Confiaba" y no "confío" pero no valió.

—Te arriesgaría.

—¿Quién es él?

—No lo sé. Al principio en sus mensajes y cartas firmaba con una L pero hace unos meses atrás se atrevío a decirme su nombre, Levin, es lo único que se de él.

—¿Por qué lo hace?

—Por una venganza.

—¿De qué? —Niego con la cabeza.

—Solo sé que quiere vengarse de algo que hice en el pasado.

La tensión en el aire no ayudaba en nada, y las preguntas de Natanael a pesar de que no quería responderla me propuse hacerlo con la verdad. Su cuerpo estaba tenso y sus puños blancos de tan apretados, su mandíbula apunto de estallar y las venas de su cuello me indicaban que estaba enojado y se estaba conteniendo.

—¿Por qué tiene a Haype? —Aquella pregunta fue de todos la más difícil de contestar, supe que el habla me fallaria por lo que me aclare la garganta apartando la mirada de la de él.

—Porque los arriesgue. Todo este tiempo estuve escondida, no podía dejarme ver de ustedes sino Levin les haría daño.

—¿Y por qué te dejaste ver?

—Porque no soporté más la idea de tenerlos lejos. —Me giré y clave mis ojos en los de él. —Porque no quería tenerte lejos. Pensé... Pensé que me necesitabas, que necesitabas tenerme ahí para ti y ser un apoyo más en tu dolor.

Natanael se quedó unos minutos en silencio, no pestañeaba ni movía un solo músculo, así fue durante unos minutos hasta que me miró.

—¿Y si no te creo nada? —Soltó igual de frío y cortante. A pesar de que pensé que diría eso no pude evitar sentirme peor de como ya estaba.

—Te aseguro por mi vida que todo lo que te dije no es nada mas que la verdad. —Apreté los dientes porque se que puedo echarme a llorar.

—Me iré a casa. —Se puso de piés y caminó a la puerta. Antes de que llegara me adelanté parandome frente a esta prohibiendole el paso.

—No puedes irte.

—Puedo hacerlo y lo haré. —Su aliento chocó en mi rostro dado a nuestra cercanía enviándome corrientes recorrer todo mi cuerpo y hacerme sentir eso que hace meses no sentía.

—Si te vas Levin te mataría.

—Soy un hombre y sé defenderme solo.

—No voy a dejarte ir, no para que estes igual o peor que Haype. Cuando acabe con Levin te dejaré ir. —Hablé segura. Hubo un silencio en la habitación, su respiración pesada era todo lo que podía escucharse.

—¿Estás segura de querer dejarme ir?

¿Pero quién le entiende?

—No. —Respondí en un susurro. La mano de Natanael subió a mi mejilla y su rostro se fue acercando más al mío, a tal punto de rozar sus labios con los míos. Tragué grueso cerrando los ojos y dejándome llevar.

Sentí como sus suaves labios tomaban los míos, llevé mis manos a su cuello permitiendome disfrutar aunque sea un segundo de esto. Nuestros labios se movían al compas y al instante de sentirlo no pude evitar recordar las veces que estábamos así, las mariposa en mi estomago no tardaron en dar su aparición y mi cuerpo temblar. Las manos de Natanael me tomaron de la cintura alzandome. El beso se fué haciendo cada vez más acelerado, desesperado y deseado, podía sentir como él también lo deseaba y había extrañado. Sentí nuestros cuerpos moverse y luego caer en un lugar que creo y es la cama. Quedé sentada en el regazo de él aún sin romper el beso. Lo amaba, y ahora más que nunca me doy cuanta de cuanto lo había extrañado. Podían pasar años pero mi corazón seguiría latiendo por él. Ahí, en ese momento me di cuenta, de que en realidad nada ni nadie podrá lograr que saque a Natanael de mi vida, y es que él ya está infiltrado en cada vena de mi cuerpo.

El aire comenzaba a faltarnos y a pesar de que ninguno quería acabar el beso nos vimos obligados a separar nuestros labios y respirar. Pegué mi frente a la de él y abrí los ojos encontrándome con los de él aún más oscuros que antes. Apartó un mechón de mi frente y yo no pude evitar abrazarlo.

Hundí mi cabeza en su cuello aspirando su olor. Pensé que no me correspondería, pero para mi sorpresa lo hizo con el mismo cariño y entusiasmo que lo hice yo. Sus grandes brazos me tomaron con fuerza pegándome más a él, sus manos acariciaban mi cabello mientras que yo no pude evitar soltar una lágrima.

—Nunca quise lastimarte. Debía elegir entre mi felicidad y la seguridad de todos. —Una lágrima sale de mi ojo izquierdo. —Un día entendí que mi felicidad es la de ustedes, y si no los veo felices entonces yo no lo seré. —Me aferré a su cuerpo sin importarme que luego todo vuelva hacer como antes, y mi vida de mierda regrese.

—¿Por qué nunca me dijiste por lo que estabas pasando? —Su voz ya no era fría ni cortante, sino, delicada y en susurro. Separé mi rostro de su cuerpo. Con su dedo secó una lágrima de mi mejilla enviándome con su tacto miles de corrientes.

—Tenía miedo. —Confesé casi inaudible.

—Yo podía ayudarte, juntos podíamos superarlo.

—No sabia que hacer. No quería ocultarte nada pero estaba tu seguridad primero.

—Tu felicidad y seguridad también importan. —Podía escuchar el sonido de mi corazón con cada palabra que salía de los labios del chico frente a mi.

—Pero no tanto como la tuya o la de Haype. —Me quedé unos minutos observándolo, ese rostro que veía más desde una pantalla que en persona, y si lo veía debía ser ocultada, el rostro que veía serio y sin vida acompañados de unos ojos sin brillos. Una vez más estoy dispuesta a dar todo por verlo a salvo de las garras de Levin, no importa cuantas veces tenga que arriesgarme siempre estará su vida antes que la mía. —Te extrañé. —Al momento de decir aquello una pequeña sonrisa se formó en su rostro, esa sonrisa que hace mucho no podía ver ni disfrutar. Sonrisa que hace que mi corazón salte de felicidad.

—Hayle, tú lo eres todo para mi. —Podría estar pasando por lo peor, pero escucharle decir aquello provoca en mi tantas emociones que no podría explicar.

—¿No me odias?

—Jamás podría odiarte. —Susurra. —Jamás odiaría a la chica que se robó mi corazón. —Mi cuerpo completo recibió una corriente, no sé si fue por la brisa que entró de la ventana abierta o por lo que acaba de decir. Pero sé, y soy conciente de que sus palabras fueron las causantes de mi reacción. Una palabra no salía de mi boca lo único que pude hacer fue dejar caer una lágrima solitaria, lágrima que al instante Natanael había apartado. Me sonrió con dulzura y pegó su rostro al mío. Sus labios se juntan con los mío haciendo mi cuerpo temblar. Me besó con toda la ternura, con todo el amor. 

Los toques en la puerta nos hicieron separ, me dedicó una sonrisa y una vez más selló un corto beso en mis labios.

Ambos caminamos hacia la puerta y al abrirla un Max con el ceño fruncido apareció. Lo miró a él y luego lo hizo conmigo, entonces sonrió afirmando con la cabeza.

—Ya entendí. —Amplió aún más su sonrisa e hizo un ademán con las manos. —Bajemos, la cena está lista. —Y con eso se adelantó.

¿Qué pasará luego? admito que siento una felicidad, él no me odia y eso es un alivio para mi. Lo amo, pero no puedo hacerme la idea de que estaré en paz, mucho menos ahora que Levin tiene a mi hermana. Nada a acabado, al contrario, las cosas se pusieron peor. Levin no descansará hasta lograr lo que quiere, y yo no descansaré hasta poder ver sus ojos apagarse. Estaba dispuesto a matar a Natanael y sé y soy conciente que mi vida acabaría si no llegara a tiempo y una vida más se vaya por mi culpa. Para una venganza acabar uno o dos cuerpos deben ir a la tumba, no me interesa si es el mío o el de él, pero si pierdo la vida salvando a las personas que amo, puedo morir en paz.

—¿Qué estás pensando? —La voz de Natanael me saco de mi ensimismamiento. Obligada a mirarle una vez más y poder analizar su rostro. Estaría dispuesta a dar la vida por él, eso sin duda alguna.

—Sabes que las cosas no han acabado. Aun hay cosas que debes saber. No soy la misma, he hecho cosas de las que quizás no te sientas orgulloso. He cambiado Natanael...

—Nada me decepcionará de ti. Si no lo hice todo el tiempo que te marchaste mucho menos ahora. No me importa que hayas cambiado si para bien o para mal, sé que todo lo hiciste por una razón. Todo saldrá bien. —Su mano se posó en mi mejilla haciéndome perder en su tacto y cerrar los ojos.

La cena pasó tranquila, o eso quería aparentar yo. Max y Natanael hablaban y a veces me incluían cuando se trataba del tema de Haype. A decir verdad no pude pasar comida por mi garganta, movía la comida en mi plato haciéndo dibujos con ella, perdí todo el apetito. Solo quería hacer dos cosas: Encontrar a Haype y matar a Levin.

Las horas pasaban hasta llegar la hora de dormir, Max se fué a la habitación de invitados y al instante se había dormido. Estuve hablando con Natanael hasta que se quedó dormido por igual.

Me quedo observando su rostro sereno detenidamente, acaricio su mejilla con cuidado y sonrío al verle hacer un gesto extraño con sus labios. Acerco mi rostro y beso su mejilla. Me levanté con cuidado de no despertarlo y caminé hasta el sillón frente a la computadora, la enciendo y analizo todo lo que ha podido encontrar Max. Pero no había nada, ni una pista.

Rendida de no poder tener resultados busqué la foto y la dejé ver en la pantalla del ordenador. La imagen de Haype sola en una habitación iluminó la pantalla. Abrí los ojos al darme cuanta de algo. Esa habitación.

Flashback:

—Cuando te de la señal entraremos. —Avisó Max en el otro lado de la puerta. Asentí en repuestas y esperé. Pateó la puerta y al instante ambos nos posicionamos frente a la puerta apuntado con las armas.

—Nada. —Dije con desilusión. Una vez más escapó. Un almacén más abandonado donde Levin a estado.

Revisamos cada lugar, era grande y de muchas habitaciones. Entré a cada una grabandome sus detalles en mi memoria.

Fin Flashback:

Sé dónde está, se dónde Levin tiene a Haype, está en ese almacén abandonado.

Me levanté como un resolte sin importarme en apagar el ordenador. Bajé corriendo al cuarto de armas y tomé las necesarias dejándola en los cinturones de las piernas y detrás de mi espalda. Subí nuevamente a la habitación y tomé la llave del auto.

Miré a Natanael, su rostro moviéndose de un lugar a otro y de sus labios saliendo el nombre de su padre.

Sé cuanto le duele, pasé por ese dolor y es el peor de todos. Solo que yo los perdí a los dos.

Él merece ser feliz y estar a salvo, sin nada que ver en lo que hago y haré. Él igual a Max merecen no estar involucrados en nada de esto, deben tener una vida normal y no preocuparse más por mi.

Salí de la habitación y bajé los escalones lo más rápido posible.

Voy por ti Haype y voy a matarte Levin.




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