Lifes Crossed

By YaribelMontero

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A veces pensamos que la vida es injusta... ¿Y quién soy yo para decir que no? La vida cambia en un abrir y ce... More

Sinopsis.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Aviso.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52. Rompecabezas.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62. Final.
Epílogo.
AGRADECIMIENTO.

Capítulo 23.

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By YaribelMontero

Natanael condujo por unos 20 minutos. Todo el camino la pasamos en silencio.

Llegamos a un lugar que no había visto, de hecho no he visto casi ningún otro lugar que no sea la universidad, el lugar de las carreras, la playa y el parque.

—Este es mi lugar favorito. —Giré mi rostro hacia él. —Cada vez que tengo problemas vengo aquí. —Levantó una de sus comisuras.

—No sabía que tenías problemas. —Él miraba al frente y su mano sostenía el timón. Por un momento dejó de mirar al frente para mirarme a mi.

—Tú no sabes nada de mi. —Abrió la puerta del conductor y salió del auto.

Y quisiera saber más de ti.

La vida de Natanael me es curiosa de saber. Es de padres ricos, estoy segura que desde pequeños a sido así, no le falta nada. Aparte de ser el típico chico problema que todos temen.

Miré al frente, él estaba recostado al frente del auto, sus manos descansaban en sus bolsillos y su cabello se movia a causa de la brisa. Miraba al frente como si fuera la cosa más interesante.

Abrí la puerta del copiloto y bajé del auto. La brisa movió a todos lados la cola de mi cabello y algunos mechones que yacían fuera. Fuí al lado izquierdo de él y me recosté por igual al auto.

Es un paisaje totalmente hermoso, hay un río más delante, arriba se encuentra una gran montaña junto con una pequeña cascada, los árboles totalmente verdes se mueven al compás de la brisa, las aves hacen su típica canción que relajan a cualquiera, y la grama es tan verde como los árboles. No pensé que este pueblo tenga un lugar tan hermoso como este. Recuerdo cuando mi padre nos llevó a un lugar parecido, solo que no había cascada. Sacudí la cabeza porque no quiero llorar aquí, frente él.

—Quiero saber más de ti. —Susurré, él por su parte, sonrió. —Quiero decir... que eres el chico rico, grosero, imbécil y tenebroso, eres interesante.—Levantó una ceja con una sonrisa.

—Rico, grosero, imbécil y tenebroso. —Repite. —¿Algún otro?

—No, por ahora está bien. —Sonreí y mire al frente.

Hubo un silencio, ninguno se molestaba en decir nada. Disfrutaba del paisaje y el viento chocar contra mi.

Natanael llevaba sus manos ocupadas en sus bolsillos, su mirada estaba igual al frente. Era como si en su mente se debatía algo. Él es oscuro, no revela nada, creo en eso nos parecemos.

Vi una pequeña sombra por el rabillo del ojo. Giré mi rostro a mi hombro donde había una mariposa de colores. Sus alas se movían sin volar y sus grandes ojos violeta me miraban con atención. Sonreí y cuando la iba a llevar a mis dedos un recuerdo invadió mi mente:

Flashback:

—Eres como la naturaleza. —Dijo papá con orgullo.

—¿Por qué, papá? —Pregunté con esa voz de una niña de cuatros años.

—Es hermosa y llena de vida. —Me miró y sonrió, tomó una  pequeña mariposa  que se había posado en sus piernas cruzadas. —Tú eres hermosa y estás llena de vida, pequeña.

Tomé aquella mariposa y lo puse en mis piernas.

Estoy llena de vida porque tu estás conmigo. —Dije sintiendo el aire en mi rostro.

—Y siempre estaré contigo. —Me tomó en sus brazos y se puso de piés. —Vamos dentro, tu hermana y tu madre ya han terminado de jugar, deben ir a la cama. —Restregue mis ojos porque ya el sueño me había ganado.

—Te quiero, papá. —Recosté mis cabeza en su hombro.

—Te quiero mi pequeña luz. —Salió de la cabaña y nos adentramos a casa donde ya mi madre y Haype estaban en el sofá. Haype en sus piernas dormida y mi madre acariciandole el cabello. Sonrió en cuanto nos vió y tomó a  Haype en sus brazos. Se acercó a mi y besó mi frente.

—Te quiero cielo. —Dijo al lado nuestro. Le dio un corto beso en los labios a mi padre y luego subieron los escalones para llegar hasta nuestras habitaciones. Nos acostaron en nuestras camas a cada una y luego de besar nuestras frente y dar las buenas noches iban hacia la puerta.

—Quiero ser una boxeadora. —Susurré antes de caer dormida.

Fin Flashback:

—Hayle... —Di un paso hacia atrás. Me había dejado llevar, olvidé todo, olvidé que no quería recordar. Fué como si me trasladará a años atrás y viviera esos momentos una vez más. Me sentía sofocada, como si me estuviera aficciando.

Sangre, muerte, llantos, dolor...

Eso lo pensé en el accidente. No puedo sacarlo de mi cabeza. Sentía mis ojos arder y mi corazón latir a gran velocidad.

—Hayle ¿Estás bien? —Natanael se veía desesperado y la preocupación invadió su rostro.

Fué donde me di cuanta que mi rostro estaba bañado en lágrimas y que mis manos temblaban.

Yo lleve a mis padres a la muerte. Siempre lastimo a los demás.

—Debes alejarte de mi. —Susurré con voz aguda. No sabia porque pero siento que todo el que se cruza en mi camino termina herido. Natanael parecía confundido. Dió un paso hacia mi y yo di un paso atrás. —Yo maté a mis padres, yo hiero a las personas, soy agresiva, pierdo el control, odio poder querer a una persona, no quiero amistades, me gusta estar sola. No soy buena para nadie. —Estaba entrando en pánico, me sentía débil. Solo quería que nadie se me acercara. Pero con todo lo que dije y pensé no aguante y rompí en llanto. Iba a caer pero unos brazos me tomaron y me pegaron a él. Solloce en su pecho, intenté alejarme pero él me tenía rodeada y no aflojaba su agarre. Tomé con fuerza su camisa y dejé las lágrimas salir de mis ojos.

Odiaba sentirme débil, odiaba llorar, odiaba depender de alguien.

—No me alejaré de ti, no eres mala, eres lo más tierno. Eres como un conejo, solo que cuando el conejo no tiene zanahoria se enoja pero que es tierno. Diría que eres como los perros pero los odió. —Dijo Natanael acariciando mi cabello. Mis sollozos se calmaron y no pude evitar curvar una media sonrisa.

—No soy tierna, tierna una ardilla. Y tampoco soy un conejo, preferiría ser un león feroz.

—Salvaje. —Sentí su pecho subir por una sonrisa. —Tú no eres nada de eso que dijiste, quizás no la más tierna pero eres hermosa y buena... No me pidas que me aleje de ti porque simplemente no podre hacerlo. —Suspiro y continuó. —No dejes que los recuerdos te atormenten, todos tenemos pasados malos, pero debemos intentar superarlo.

Aveces pienso que es un imbécil filósofo con algo de cerebro.

—¿Cómo sabes que es mi pasado?

—Se todo de ti, Elyah. —Dijo con orgullo.

Frunci el entrecejo y me fuí separando de su pecho, subí la vista y lo vi sonreír.

—¿Elyah? —Él sonrió aún más y asintió con la cabeza.

—Tu nombre es Hayle y al revés se escribe Elyah. —Quiero reír pero me contuve.

—Entonces Natanael al revés es Leanatan. —Dije de pronto, lo analicé y fue inevitable no soltar una gran carcajada. —Leanatan. —Repetí aún riendo. —Es como si un maestro te ordene: "Lea natan" o sea puede ser un libro llamado "Natan" —Volví a reír. Natanael me miraba sin expresión alguna.

—No me da gracia y no me gusta mi nombre al revés. —Se cruzó de brazos.

—A mi me da gracia y me gusta como suena al revés. —Hice bailar las cejas. Natanael sonrió y su mirada se volvió aun mas intensa. —¿Por qué sonríes?

—Nunca te había visto reír así, creo que nunca te había visto reír ni sonreír de verdad. –Se quedó observándome detenidamente. –Eres hermosa, Hayle. Me gusta tu risa, tu sonrisa, como se forman tus hoyuelos al reír y tu rostro color rojo cuando ya no tienes aire.

Con Natanael es diferente. No me gusta estar acompañada y con él si, no me gusta hablar y con él si, no me gusta saber la vida de nadie y la de él si, no me gusta reír y con él si, no me gusta llorar delante de nadie y lo he hecho con él, no me gusta que me hablen pero si es él si. Con las personas me siento extraña, odio estar junto a alguien, no socializo, soy fría, a todos los miro mal sólo para que no intente acercarse. Pero todo con Natanael es tan diferente, todo lo que no hago lo hago con él. Y esto aparte de que asusta por lo que puedo pensar también es muy raro. Todo conmigo es raro porque no soy una chica normal de esas que les gusta salir con sus amigos, tener mas de un novio, perder su virginidad con cualquiera, tomar hasta perder el conocimiento, pintarse las uñas y esas cosas. No soy tan femenina, me gusta el boxeo, pelear, romperle la cara a cualquier idiota, no quiero enamorarme, aun soy virgen y odio tener color en mis uñas.

—Quizás ya estoy loca.—Natanael soltó una carcajada ganadose mi atención.

—No lo estás, solo debes admitir que soy irresistible, nadie puede con el sexi Nathan. —Dijo egocéntrico. Sonreí porque acabe de decir una estupidez.

—Ni en tus sueños, señor ego. —Dije levantándome y caminando al frente.

—¿Dónde vas? —Pregunto a mis espalda.

—A lanzarme por la montaña hasta caer al río. —Dije sin detener mi paso.

—¿Qué? —Me sobresalte por su ruido y me di la vuelta. —  Es broma ¿cierto? —Preguntó como si lo que acabé de decir fuera una completa locura.

Bufé y seguí mi camino para escalar la montaña. Pero luego me detuve y me di la vuelta hacia el Natanael con el ceño fruncido y con cara de horror. Sonreí con malicia y di un paso hacia él. —¿No me digas que le temes a las altura? —Él no respondió y eso solo hizo que estalle en carcajadas. —¡Le temes a las alturas! —Prácticamente grité mientras reía. —El chico rudo al que todos temen, de brazos definidos y tamaño enorme, de ojos tenebrosos y cabello reverde ¿le teme a las alturas? —Volví a reír con ganas. Natanael soltó un bufido y se cruzó de brazos.

—Por supuesto que no.

—Demuestramelo. —Le reté levantando la barbilla.

—Si lo hago te daré un beso, y si no lo hago tu me darás uno a mi.

—¿Te diste cuanta que es lo mismo?

—No es lo mismo yo darte un beso a tú darme uno a mi. —Sonrió guiñando un ojo.

—Si no lo haces subiremos una vez más al ring.

—Gopeas fuerte. —Hizo una mueca.

—Sabes pelear y dijiste que lo harías o ¿ya te rendiste? —  Pregunté divertida.

—Por tener tus labios con los mios hago lo que sea. —Caminó en dirección a la montaña.

Traté de evitar sonrojarme pero fue inútil. Le seguí detrás y empezamos a escalar la montaña.

Una vez allí arriba miramos hacia abajo. Desde abajo se ve menos tenebroso, pero aquí arriba cualquiera se arrepiente. Pero como amo la adrenalina no me iré hasta hacerlo. Miré a Natanael quién miraba el lago con los labios fruncido.

—Nunca dejarás de sorprenderme. –Susurró.

Me tomó de la mano, provocando que una corriente cobrará vida en mi cuerpo de solo sentir su tacto siento.

—A las tres. —Dijo y miró hacia abajo. —1... 2... y 3... —Y ya íbamos en el aire con velocidad hacia el río. Solté un grito de emoción mientras caía y Natanael hizo lo mismo. Nuestras manos no se separaron hasta que caímos con presión al agua. Nos hundimos al fondo. Abrí los ojos aún en lo profundo pero no veía a Natanael, giré pero no lo vi, mi vista estaba un poco borrosa por abrir los ojos de golpe. Los segundos iban pasando y Natanael no daba señales. Tuve que subir a la superficie a tomar una gran bocana de aire. Busqué por todo lugar pero no lo veía. Ya mis nervios habían disparado, sentía mi corazón querer salir del pecho.

Volví y me hundí girando a todo lado, nadé a otro lugar pero no lo veía. Iba a girarme pero sentí unas manos tomarme de la cintura y girarme. Natanael estaba sonriendo mientras yo sentía como todo empezaba a darme vueltas, mientras yo pensé lo peor. Empecé a pegarle en el pecho pero estábamos bajo el agua por lo tanto los golpes no eran tan fuerte como quisiera. Me tomó de las muñecas y luego estampó sus labios con los mios. Primero me tomó de sorpresa, quería seguir golpeándolo por ser tan idiota, pero vamos, esto se siente bien. Así que no tuve más que seguirle el beso bajo el agua.








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