My Sweet Prince [Namjin// Yoo...

By Babi_Bu

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GANADORA DE WATTYS 2016 EN SUBCATEGORÍA COMO NOVELA FANFICTION ACLAMADA POR EL PUBLICO Jin no pensaba llevar... More

Atención
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Epílogo
My Sweet Prince
Ya se...
Fanarts
Fanarts pt. 2

09

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By Babi_Bu

Se me acaba de ocurrir hacer esto porque lo veo bastante útil, por si alguna se pierde; y avisarles que probablemente lo haga con todas las... viviendas. O al menos las que más se frecuenten en la novela.

Espero que les sirva :D

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Había prometido más de cien veces que compraría un juego de tazas de porcelana nueva a Seokjin, pero éste parecía poco importarle su promesa pues recaba a relucir el tema a cada minuto.

-¡Ya te he dicho que se me ha resbalado! -exclamó, como por décima vez, Namjoon.

Seokjin rodó los ojos y siguió prestando atención a la prenda que cosía.

El pelirosa soltó una exalación de cansancio y se mordisqueó el labio inferior, mirando a Jimin y pensando en cómo deshacerse de él. Es decir, lo había estado pensando desde que Taehyung dijo que vería a Jungkook; no es que tuviera nada personal con el pelirrojo de mejillas regordetas. De hecho, le caía bastante bien. Digo, era... silencioso. Tímido, organizado y para nada entrometido. Aún así, Namjoon real realmente quería encontrarse a solas con el mayor. Sólo por... si acaso.

-¿Tú no tenías inglés particular? -inquirió de repente, haciendo que ambos lo miren con curiosidad.

-Más tarde... sí -respondió, desconfiado, el menor.

-¿Y no debes... prepararte o algo así?

-Pues... no. Sólo necesito pasar a recojer algunos apuntes en casa.

-¿Y vives muy lejos?

-Vive muy cerca -Seokjin lo miró con desconfianza, y entonces supo que tratar de borrar a Jimin del mapa no era la mejor opción. No porque el castaño necesitase la presencia de su dongsaeng a toda costa; sino porque actuaba como si fuera su pichón y tuviera que protegerlo. En otras palabras, era la típica madre soltera de la que, si te quieres follar, primero tendrás que pasar la prueba de "gustarle a sus hijos"-. ¿Por qué lo dices?

-Porque podría llevarte, si quieres -probó, y vio que ambos relajaban el rostro.

Punto para Nam.

-¡Claro! ¡Hyung! -exclamó Jimin, llamando al castaño-. ¡Namjoon es genial! ¿No?

-Pues... eh... -el castaño miró al aludido, y luego volvió la mirada a su costura sonriendo un poco-. Claro.

Esa... esa sonrisa. Namjoon quería verla todos los días, de eso estaba seguro. Es más, tuvo que controlar el impulso de estirar el brazo y sacarle una foto, aunque de aquellos carnosos y rosados labios jamás iba a olvidarse su mente.

-¿Quieres darme eso? Yo sé cocer -el pelirosa se estiró sobre el sofá, pero Seokjin apartó la prenda y la aguja con cara de susto.

-Te lo darás en un ojo.

-¿Cómo iba a ser tan descuidado?

-No lo sé, ¿como rompiste la taza?

Ahí iba de vuelta. ¡Era peor que su madre! Aunque, a decir verdad, su madre lo habría regañado por romper una mísera taza. Sin embargo, visto y considerando la pequeña residencia que portaba el castaño, estaba claro que una taza menos en su inventario era algo doloroso. 

Namjoon sonrió, orgulloso con la propia idea que acababa de darle.

-¿Te parece gracioso? ¡Era de la boda de mi abuela! 

-¡Te traeré una réplica exacta! -siguió Namjoon, incapaz de no reírse como un tonto, pues Seokjin se había puesto todo colorado y había inflado tiernamente los mofletes de rabia.

-¿¡Irás a la boda de mi abuela de hace unos setenta años a traerme otra taza!? 

-¡No seas exagerado, por favor!

El castaño abrió mucho la boca, mirándolo tan horriblemente... Como si la impotencia no le dejara paso al habla. 

Entonces Jimin hizo lo que tenía que hacer... o sea se fue, sin decir ni hacer nada pues la situación parecía ser mucho para él. 

-¡Adiós! ¡No se maten! -exclamó el niño antes de cerrar la puerta y dejarlos completamente a solas.

Mientras Seokjin seguía mirándolo con mucho odio, a Namjoon le subió un cosquilleo desde la planta de los pies hasta la cabeza. Estaba solos, ahora sí. Completamente solos, y podían hacer cualquier cosa.

-... Pastel de carne -decía Seokjin, ya habiendo pasado por su enojo y estirando la prenda ya cocida frente a sus ojos para admirar el trabajo.

-¿Qué? 

-Que tengo que hacer muchísimo pastel de carne -lo miró con el ceño fruncido-. Esta noche.

-¿Y eso por qué?

-Trabajo en un restaurante.

-¿Y eso qué tiene que ver con el pastel de carne?

Seokjin soltó un bufido.

-Pues que en los restaurantes casualmente se sirve comida, y el menú de hoy es pastel de carne; y ¡oh! adivina qué: yo soy el chef principal de los platos del día.

-¿Me estás invitando a comer pastel de carne en tu restaurante?

-No es mi restaurante, y en realidad te estoy invitando a irte de mi casa porque debo prepararme para salir.

Oh. Qué rudo.

Namjoon sonrió y el castaño lo miró como si no comprendiera su reacción. ¡Por supuesto que no lo entendía! Pero era bien sencillo: el mayor se hacía el difícil, jugándosela cada que podía; y eso al menor lo ponía. 

-La verdad es que tengo hambre... -ronroneó Namjoon, mordisqueándose el labio.

-Entonces te sugiero irte más rápido. 

-No, no lo entiendes. En realidad tengo mucha hambre...

-Pues hay un Seven Eleven a mitad de cuadra, puedes pasarte y comprar algo de ramen.

-Sigues sin captarlo, princesa.

-Esta princesa necesita ponerse su vestido para ir a trabajar -Seokjin parpadeó, y luego ocultó su rostro entre sus manos-. Qué acabo de decir...

Namjoon se rió, atontado con la reacción repentinamente humillada del otro.

-Acabas de decirme con otras palabras que tienes que ponerme un uniforme, ¿no?

-Ahám. ¿Ya te vas?

El pelirosa se acercó a él y descubrió las manos de sus rostros, para mostrarle un puchero de niño pequeño. Seokjin frunció el ceño, aunque pareció ablandarse un poco. ¿O tal vez le daba risa?

-¿No puedes llevarme contigo? En realidad, podría yo llevarte conmigo... Ya vi que no hay ningún coche aparcado por acá, así que asumo que no tienes uno.

-El metro me deja bien.

-¡Pero yo tengo coche! -Namjoon sonrió, orgulloso como niño con sus juguetes.

-Pero el metro...

-Las princesas no van en metro.

Por primera vez en su vida, Namjoon le sacó una sonrisa totalmente sincera y espontánea a Seokjin. Éste último sacudió la cabeza y se mordió el labio para tratar de aplacarla, cosa que le fue imposible. 

Y es que él sabía que al muchacho le encantaba ser llamado "princesa", no le cabía duda.

-Por favor, déjame llevarte -el pelirosa le devolvió la sonrisa y su mejor mirada de ojos brillantes-. Déjame escoltarte hasta allí.

-¿Y luego te irás?

Bueno, auch.

-Sí, luego me iré y no volverás a verme hasta que necesites más ayuda con álgebra.

Seokjin suspiró exageradamente, rodó los ojos y se levantó para dirigirse a una de las dos habitaciónes (supuso que la otra era el baño) pero, ni bien ver que Namjoon le seguía, se detuvo.

-Voy a ponerme el uniforme -explicó.

-Ya dijiste eso.

-Si, bueno. No me sigas porque voy a ponerme el uniforme.

-Ahhh claro.

Claro que le seguiría.

El mayor se metió tranquilamente en su habitación mientras Namjoon ponía cara de inocencia en el sofá, y cerró la puerta a su paso. Para su suerte, la puerta no había chirriado cuando lo hizo así que el pelirosa claramente podría abrirla sin hacer ruido (su mente de genio le permitía percatarse de este tipo de cosas). Así que, cuando vio que el muchacho ya no saldría, caminó de puntas hasta la mitad del pequeño pasillo y tomó el pomo. Lo giró lentamente y abrió un poco la puerta; lo suficiente para que pudiera pasar su cabeza y echar un vistazo.

De espaldas a él, frente al armario, Seokjin rebuscaba una camisa blanca y un delantal del mismo color. Namjoon se quedó hipnotizado mirando su espalda blanca, de apariencia suave y fuerte. Esos hombros anchos hicieron que el pelirosado se replanteara el apodo que le había puesto, pero inmediatamente lo dejó al ver lo meticuloso y delicado que era el muchacho con sus prendas de ropa. Se pasó la camisa por los brazos, y luego la abrochó por delante, tomándose todo su tiempo con cada botón y arrancándole un suspiro a su reciente espectador.

Seokjin se giró y pegó tal respingo que su espalda chocó contra el armario y varias de las prendas perfectamente ordenadas cayeron al suelo. 

-¿¡Qué haces aquí!? -exclamó, entre indignado y asustado. Se había aplastado el delantal de cocina contra el pecho casi expuesto y lo miraba con los ojos muy abiertos. ¡Aigoo! ¡Era muy lindo incluso así! -. ¡Te he dicho que iba a cambiarme!

-Lo siento, estaba buscando el baño...

-¿¡Es una broma, Namjoon!?

-Ohh dilo de nuevo.

-¡Namjoon!

-Daebak, suena fantástico incluso si lo dices a modo de reprimenda- el menor soltó una risita pícara y cerró la puerta rápidamente, antes de que el cojín que Seokjin le tirara fuera a chocar contra su cara-. Iré a calentar el motor, vas te vale estar listo en cinco minutos.

-¡Iré en metro!

Namjoon rió al escucharle gritar del otro lado de la puerta, como si ambos no fueran hombres y el que lo hubiera visto sin camisa resultase como mucho muy humillante. 

-¡Ni se te ocurra, Kim Seokjin! -se burló-. Que no se te olvida que sé donde vives.

-¡Dijiste que volvería a verte sólo cuando necesite ayuda con matemáticas!

-Si, pero eso era si me dejabas llevarte hasta el restaurante -se quedó callado, oyendo como el otro farfullaba en voz baja. Sonrió y apoyó la oreja contra la puerta de madera-. ¿Eso es un sí?

Seokjin abrió y Namjoon trastabilló, agarrándose rápido de la pared para recomponer su postura sexy y no mostrarse como un completo imbécil frente a ese muchacho que le volvía loco. El mayor tenía el ceño fruncido, las mejillas rojas como cerezas y el cabello despeinado.

-Está bien -respondió, seco-. Y luego me aseguraré de buscarme otro tutor.

-Te aseguro que no hallarás ninguno tan bueno como yo, Jinnie.

-Eso ya lo veremos.

Namjoon le vió pasar frente a él para dirigirse a la salida, y por un momento no pudo moverse de su sitio. ¿Y si Seokjin realmente se buscaba otro tutor? ¿Y si la habría cagado? No podría mostrarse como un acosador por su casa, ya que no le resultaba muy descabellado el que el muchacho llamase a la policía. 

Qué jodido, ahora Joonie debería hacer buena letra. ¿Por qué? ¡Porque se lo quería tirar, estaba claro!

Suspiró como lo haría un chimpancé y salió pisándole los talones, girándose para ver como las delicadas y pálidas manos de dedos extraños de Seokjin cerraban con agilidad la puerta.

-Tienes unos dedos... raros -murmuró Namjoon.

El muchacho apretó los labios y bajó los puños de su uniforme blanco, tapándolos, para luego caminar con paso pesado hasta la puerta del copiloto. El menor lo siguió, ocupando el asiento detrás del volante, y encendió el motor mientras le miraba. De perfil, la princesa parecía no hacer caso a su intensa mirada.

-¿Tienes algún problema? -inquirió el castaño, malhumorado.

-¿Te ha molestado mi comentario?

-Pues... no -se encogió de hombros y miró hacia la ventanilla, dándole la nuca-. Es normal, supongo.

-¿Te suelen decir eso?

Volvió a encogerse de hombros, ésta vez asintiendo y volviendo la vista al frente.

-¿Ya vas a arrancar o qué?

-A ver, muéstrame -Namjoon estiró la mano y Seokjin se apartó, mirándole despavorido.

-¡No!

-¿Por qué no!

-¡Porque son horribles!

-Déjame ver...

-¡No!

El pelirosa terminó por estirarse y agarrar firmemente una de las muñecas del otro, para bajar la manga y ver con sus propios ojos los extraños dedos del mayor; dándose cuenta que no eran horribles ni mucho menos. Cuando levantó la vista para verlo, Jin le miraba como si temiera algo... Como si temiera que a Namjoon le diera asco, o algo así. 

Sobrecogido por la reacción del muchacho, el menor sonrió y acercó sus boca a sus dedos. Besó primero la punta de su pulgar, haciendo que la princesa pegara un salto en su asiento.

-¿¡Q-qué... haces!? -exclamó, con las mejillas rojas.

Dios, cómo adoraba que se sonrojara de aquella manera. Le hacía verse adorable, demasiado tierno.

Namjoon besó el segundo dedo, luego el tercero y así hasta llegar al final. Cuando terminó, besó el dorso de su mano y le dedicó una amplia sonrisa.

-Yo creo que tus manos son hermosas -soltó su muñeca, que calló como un peso muerto de la impresión que tenía el muchacho-. Son perfectas.

-Son horribles, Namjoon -Seokjin se arrebujó en el asiento, haciéndose bolita y frunciendo el ceño como un niño pequeño al que le han impedido ir al circo-. No seas estúpido.

-Tu eres el estúpido si crees que tus manos te hacen menos perfecto.

-La perfección no existe.

-Tal vez... -Namjoon, sin dejar de sonreír, ladeó la cabeza para mirarle-. Pero eres lo más cercano a la perfección que he encontrado.

Jin se mordió con fuerza el labio inferior, mirándolo con aquellos enormes ojos castaños llenos de brillo. 

-Ni siquiera me conoces, ¿por qué dices todas esas cosas?

-Porque quiero que me lo niegues y así tendré la oportunidad de decirte "genial, entonces déjame conocerte más y averiguarlo" -Namjoon sabía que se estaba poniendo demasiado cursi, más de lo que en su vida había sido; pero de sólo ver la expresión totalmente impresionada del mayor le hacía querer seguir hablando más y más-. ¿Qué dices? ¿Me dejarías?

-Namjoon...

-¿Princesa?

-De verdad que llego tarde al trabajo...

El pelirosa se quedó en su sitio, apartando la mirada y quedándose con una sonrisa congelada que en su cabeza se astilló como la taza que se le había caído esa tarde. ¿¡Cómo podía ponerse tan nervioso, sonrojarse y mirarlo de aquella manera, y luego ser tan insensible!? No lo entendía, pero tampoco lo juzgaba pues era cierto que aún no le conocía lo suficiente.

-C-claro -Namjoon tartamudeó, increíblemente, puso un cambio y retrocedió el coche, para luego echar a andar por la carretera.

-Oye... no te he dicho la dirección.

Maldita sea, ¿por qué ahora mismo se dirigía hacia cualquier parte? ¡Claro que no le había dado la dirección! ¡Estaba conduciendo por conducir! ¡Por Dios!

Seokjin suspiró y rodó los ojos, y le dijo la dirección al menor para que lo llevara "a prisa".

-¿Podría... -el pelirosa se aclaró la garganta-... quedarme en el restaurante?

-Necesitas reservación, no puedes ir así como así.

-Ya, claro. Entonces... ¿puedo esperarte en el frente hasta que termines?

-Eso serán como cuatro horas; y de cualquier manera los cocineros no salimos por el frente, sino por atr...

-¡Sí, sí! -uff, este muchacho era realmente difícil. Namjoon estaba seguro de que si la princesa se recostara sobre mil colchones sentiría el maldito frijol en su espalda-. Pero ya captas el mensaje, sólo quiero llevarte a casa sano y salvo.

-Sano y salvo llego también en metro. Y de todas formas no tengo tiempo de quedar, mañana tengo exámen de álgebra...

-Ah... sí, cierto -era su tutor, ¿¡cómo lo había olvidado!?-. ¡Oh! Entonces puedo quedarme un rato contigo en tu casa y estudiamos juntos, ¿qué te parece? ¿El último repaso?

-Mejor no, necesito descansar bien. Pensaba dormir temprano y repasar a la luz del día.

A Namjoon ya le estaba dando un tic en el ojo.

-Entiendo -se limitó a responder.

Lanzó algunas miradillas por el rabillo del ojo hacia el castaño, y se dió cuenta de que la actitud pacífica de éste se debía a que en realidad no estaba haciéndose mucho problema al respecto. Es decir: era totalmente inconsciente el que le estuviera rechazando de una y mil formas distintas.

-¿Puedo preguntarte algo? -inquirió, captando totalmente su atención-. Ya sabes, ¿personal?

-Depende qué cosa.

¡Aigoo! Ahora mismo Namjoon quería azotar ese hermoso culo que tenía la princesa.

-¿Estás saliendo con algún chico?

Seokjin inmediatamente frunció el ceño.

-¿Cómo sabes que me gustan los chicos?

-¡Ay, por favor Jin! Se te nota a leguas -se burló, y sólo logró acrecentar el ceño fruncido del muchacho. Dejó de reírse, viendo muy cerca la luz roja de emergencia-. Digo, digo... Pues me lo suponía.

-Ahá, bien -suspiró, relajando el entrecejo-. No es de tu incumbencia, a decir verdad.

-Oh, ok. Sólo espero que tu novio no se enoje porque estés en el auto de otro chico -Namjoon no pudo evitar sonreír, pues por la expresión horrorizada del castaño supo que de cualquier manera conseguiría una respuesta a su pregunta-. Y realmente me decepcionaría que fueras esa clase de chico.

-¿¡Disculpa!? ¡Jamás haría eso si estuviera saliendo con un chico! ¡Y de cualquier manera no estamos coqueteando, sólo te ofreciste a llevarme al trabajo!

¡Bingo!

-Así que estás soltero... hum... -Namjoon hizo una mueca, fingiendo curiosidad... que en realidad sí sentía-. ¿Y por qué un chico tan bonito como tu anda solo en una ciudad tan grande como Seúl?

-No he encontrado a nadie, simplemente eso.

-¿Nadie te aguanta?

-¿¡Pero qu...!?

-¡Que si nadie te gusta, dije! -Namjoon rió, aunque el golpe que le había dado el mayor en el hombro sí que le había dolido. Ahora sabía que las princesas también golpeaban fuerte-. Así que asumes que eres un chico bonito, ¿eh? No me lo has negado.

-Bueno, tú lo has dicho. Ahora ya me lo creo.

Ambos sonrieron, y de pronto ya habían llegado al restaurante.

Namjoon aparcó en la esquina, pues Seokjin le había dicho ya que los cocineros no se metían por la puerta principal; y éste abrió la puerta para bajar.

-Espera -el menor lo detuvo, con una mano aún en el volante y la otra en el cabecero del asiento copiloto-. No me has respondido.

-¿El qué? -Jin arrugó la nariz, y Namjoon se vió en la obligación de morderse la mejilla interna por no lanzarse y besarlo allí mismo.

-Que si no te gusta nadie.

-Ahh -entrecerró los ojos, como si verdaderamente se lo tuviera que pensar-. No, nadie.

-¿Nadie? -el pelirosa sonrió con ganas.

-Nadie.

-Perfecto.

-De verdad que llego tarde. Gracias por traerme.

-¡Espera!

-¿¡Qué!? -Seokjin bajó del auto y le miró irritado, agachándose un poco.

-¿Puedo ir a tu casa otro día?

-No -y sin decir nada más, Jin cerró la puerta del coche.

El corazón de Namjoon dio un vuelco; no por la negación sino porque había visto claramente el asomo de una sonrisa en el rostro del chef antes de que éste se marchara. 

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