Lifes Crossed

By YaribelMontero

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A veces pensamos que la vida es injusta... ¿Y quién soy yo para decir que no? La vida cambia en un abrir y ce... More

Sinopsis.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Aviso.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52. Rompecabezas.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62. Final.
Epílogo.
AGRADECIMIENTO.

Capítulo 12.

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By YaribelMontero

-Vamos, Fabio. Solo es un rasguño, no me pasará nada.

-Dije que no. Y no me convencerás.

-Sólo al saco.

-No.

-La cuerda.

-No.

-Pesa.

-Mucho menos.

-¡Necesito entrenar! -Grité provocando que todos me miren mal.

Llevo una hora tratando de convencerlo pero nada, ¿Acaso este hombre no tiene corazón? Según él, la herida puede abrirse. Pero por Dios es pequeñita, dos días más y creo que está como nueva. Quizás exageré pero vamos, necesito entrenar.

No me deja hacer nada, ni siquiera comer hamburguesas porque "contienen mucha grasa y no es bueno para la herida"

-Hayle, no seas insistente. Dije que no. Tu herida...

-Puede abrirse. -Completé por el con voz de robot.

-Si, exacto. -Sonrió como si le agradará mi situación.

-¿Cuántos días debo estar sin entrenar? -Pregunté resoplando.

-Un mes. -Dijo simple mordido una dona.

-¡Un mes! -Volví a gritar alarmada. Otra vez me miraron mal pero no me importa. Fabio se tapó los oídos y fingió quedar sordo. -No puedes hacerme esto. -Siguió sin mirarme. -Necesito boxear. Entiendes, es mi vida. -Dije dramática. Fabio dejó de comer donas y me miró.

-Un mes y punto. -Solté un gruñido y me volte dándole la espalda de brazos cruzados. Si, esto es muy infantil pero es que se está pasando. -Pero... te lo recompensaré con la pelea "Mortal" -Dejé mis brazos caer a mis costados y abrí mi boca con sorpresa. ¿Escuché bien? ¿Dijo la pelea Mortal? Oh, esto es un sueño. Esa es la pelea más famosa, millones de personas van a verla y solo participan los mejores boxeadores. Ahí si se boxea de verdad. Mi sueño siempre fue poder pelear allí. No sólo por la muy pero muy buena cantidad de dinero que te entregan si ganas las peleas y llegas a la final, si no porque el sueño de todo boxeador es pelear allí.

Me giré con la misma impresión y lo vi sonreír.

-Sabía que te iba a gustar. -Dijo agarrandome de los hombros.

-No es una broma ¿cierto? Dime que no porque si no es la broma más cruel de todo el mundo...

-No es una broma, Hayle ¿quieres o no quieres...?

-¡Claro que quiero! -Grité lanzándome a sus brazos y lastimándome la herida pero no me importó, en estos momentos estoy muy feliz. -Por Dios debiera amarte Fabio.

-No, mejor no, tengo en la mira a una mujer de 50 muy adinerada. -Bromeó haciéndome reír y apartarme de él.

-Qué asco. -Fingí una mueca. -¿Cómo conseguiste hacer eso? -Dije refiriéndome a la pelea Mortal.

-Hayle, era un boxeador famoso. -Me recordó rodando los ojos, creo que le pegué esa manía.

-Oh si, cierto. ¿Y cuándo es la gran pelea? -Pregunté emocionada. Dios, ¿Hace cuánto no me sentía así?

-En seis meses. Tendrás suficiente tiempo para curar tu herida y poder entrenar. Que por cierto aún no me has dicho como la hiciste. -Dijo lo último con reproche.

-Un accidente. -Sonreí como una bebé.

Estoy feliz, peleare en Mortal. Mi sueño se hará realidad.

Recuerdo que a los 17 les dije a mis padre que algún día pelearé allí. Quisiera que ellos estén y me vean pelear, pero eso no puede ser por dos razones.

1: No le gustará verme pelear.

2: Están muertos.

Por mi culpa.

Solté un suspiro y me dejé caer junto a Fabio en la esquina del ring.

En eso vi a una chica de unos catorce años acercarse algo tímida.

-Ya estoy aquí. -Dijo mirando a Fabio y luego a mi.

-Oh, perfecto. -Fabio se puso de piés y tomó de los hombros a la chica. -Hayle, ella es Raquel. -Dijo mirándome.

Me encogí de hombros.

-¿Y a mí qué?

Fabio me miro con reproche diciéndome miles de cosas con esa mirada.

-Debes entrenarla. -Dijo como si nada.

Me puse de piés rápido y lo señalé.

-No, no y no. ¿No que mi herida puede abrirse?

-No golpearás, no pelearas en el ring ni nada de los entrenamientos. Solo debes darles las instrucciones y ella las irá practicando, debes elegir otra persona para que algunos entrenamientos se los enseñe y puedan hacerlo.

Me niego a entrenar una mocosa aficionada al boxeo. No, no y no. Nada me hará cambiar de opinión.

-Si no lo haces no pelearás en Mortal.

Bien ¿recuerdan cuando dije que nada me hará cambiar de opinión? Solo era broma.

-Será todo un placer entrenarla. -Estiro los labios en una muy falsa sonrisa.

-Sabía que aceptaría. -Sonrió y me apretó los cachetes.

Definitivamente Fabio no tiene corazón.

....

-Bien, lo estás haciendo bien Raquel. Y Junior debes ser un poco más rápido, si sigues así te dejarán noqueado.

Llevo horas entrenando y tratando de enseñarles las cosas principales como: Los lugares débiles, cubrir bien su rostro, no perder de vista su presa y esas cosas importantes.

Al principio era un desastre total, no sabían como moverse ni como cubrir su rostro: Algo muy importante. Pero luego fue entendiendo y ahora se puede decir que lo hace mejor.

Me recuerda a mi cuando empecé de pequeña a boxear, era un nudo de hilos.

-Es todo por hoy. Lo has hecho bien. -Le dije a la mocosa mientras la ayudaba a quitar sus vendas.

-¿En serio lo hice bien? -Preguntó emocionada.

-Algo es algo. Para ser novata lo hiciste bien. -Respondí cortante y entrando mis cosas en el bolsón.

-Cuando sea grande quiero ser como tú. -Dijo con voz soñadora. Me miró y pude ver sus ojos brillar. -Ya sabes, pelear y tener el mismo carácter. Amo tus peleas. -Sonrió y se sentó en el ring.

-Mejor se como tú. -Cerré el bolsón y lo llevé a mi hombro haciendo una mueca al sentir una punzada en el estómago.

-¿Cómo te la hiciste? -Inquiere.

-No es tu problema.

-¿Peleaste? -Ignoró mi comentario y continuó caminado junto a mi.

-Dije que no es tu problema.

-¿Le pegaste duro?

¿Acaso no habla mi idioma?

Detuve mi andar haciendo que ella también se detuviera.

-¿Qué es lo que quieres? -Pregunté de mal humor. Sonrió. ¿Que es gracioso?

-Saber si le diste su merecido a esa pe...

-Para. -Puse las manos al frente antes de que dijera eso que iba a decir. -¿Quieres saber si le di su merecido? -Ella asintió contenta. -Casi la dejo muerta. -Y dicho eso dejándola perpleja y sin color. Esta vez la que sonrió fuí yo y feliz, empecé a caminar a mi coche.

....

Dejé el auto en su lugar y bajé de el. Fuí a la puerta y la abrí sin llaves ya que estaba abierta.

Entré bajando el bolsón de mi hombro y dejándolo en mis manos.

Fuí a la cocina y tomé mi cena. No pienso cenar junto a los demás. Haype me ignora, Nancy no deja de insultarme y recordarme que fuí la causante de la muerte de mis padres, y marcos... bueno, el se creé mi padre y no deja de hacer preguntas personales.

La tomé en mis manos y empecé a subir los escalones, encontradome en medio camino con Haype y Zet bajando riendo juntos... tomados de la mano.

Haype me vió y luego apartó la mirada, Zet dejó de reír y me miró con una mirada de "Lo siento" Abrí pasos para que ambos pasen y luego terminé de subir.

Entré a mi habitación dando un portazo y lanzando la cena junto con el bolsón al suelo.

Ya hasta el apetito se esfumó.

Quería golpear el saco o mejor aún, a una persona, pero como no tengo un saco en mi habitación, tampoco una persona en frente mío, me lance a mi cama, tomé la almohada y solté un grito de frustración.

Si el mundo no me odia entonces no sé como llamarle a esto.











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