Alison está de pie frente a mí, luce cansada, sin embargo, está feliz. Ella y Elton lo estaba. Enterarnos de que estaba embarazada desde más de tres meses nos había confundidos a todos.
Había tenido mi periodo, sin embargo, un pequeño bebé crecía en mi interior. Era mío, tanto como lo era de Dash.
—Dentro de poco vendrá una enfermera a aplicar tu medicamento —dice. Sus ojos están sobre mí y su boca se abre un poco—. ¿Cómo lo llevas?
Su pregunta me hace pensar un poco. Habían pasado tres días desde que la bomba había sido soltada sobre nosotras. El médico no tardó en evaluar al feto y el riesgo había disminuido con el paso de los días. Al parecer, el bebé que venía en camino era más fuerte de lo que aparenta.
—No lo sé —digo, encogiéndome de hombros—. Tengo miedo por el bebé y, ciertamente, no confío en las palabras del médico. Los mismos mintieron sobre el estado de mamá.
—Era cáncer, cariño —suspira, para luego formar una mueca en sus labios—. Amelia lo supo desde el inicio, pero no quiso hacerte sufrir, lo sabes.
>>Si ella estuviera aquí, junto a nosotras, elegiría el mismo camino. Ella nunca dejaría que tú sufrieras en vano.
—No si estaba en sus manos —suelto un suspiro, recordando el hecho por el cual estaba en el hospital. Richard y Colín seguían libres, listos para formar algún ataque para lastimarme a mí—. ¿El médico dio fecha para el alta? —pregunto, queriendo cambiar de tema—. Estoy cansada de estas cuatro paredes.
—No lo sé —deja caer su cabeza contra el mullido sillón—. Tampoco he preguntado. Estaré más tranquila si estás aquí hasta que todo el peligro desaparezca.
La puerta se abre y el rostro pálido de Elton entra en mi campo de visión. Está boqueando, claramente luchando por sacar lo que estaba consumiéndose en sus labios.
—¿Qué te pasó? —El nerviosismo invade mi sistema, obligándome a acomodar en mi lugar. La última vez que llegó de esa manera, solo había logrado ponerme nerviosa, tanto así, como para que me terminaran durmiendo. Aún estaba enojada con él por aquello, sin embargo, su rostro se muestra algo preocupado—. ¿Elton?
—Es Dash —dice, interrumpiéndome—. Está aquí y...
Dash.
Su nombre retumba con fuerza en mi cabeza, haciendo que la noticia del embarazo pese más que antes. Él no lo sabía y había dejado de acosar a Ethan. Había obligado a Elton a dejar a Dash en paz. Luego de que se había marchado por su cuenta, él volvería por sí solo y, al parecer, no estaba tan equivocada.
—¿Eso es malo?
—Parece enojado —Toma una lenta respiración—. Puede que este subiendo ahora mismo porque cerré el ascensor en su cara. No creo que haya sido una buena idea, pero puedo patear su trasero sino lo quieres aquí.
—No —No puedo evitar reír. Elton, con el paso de los días, había demostrado que tan buen hermano podría ser. Me arrepentía de no haberle dado una oportunidad al inicio, sin embargo, era algo que estaba fuera de mis manos. Alison había vivido por lo mismo hasta que logró ganar mi confianza—. Déjalo entrar.
—Ni creas que saldré de ésta habitación, Hoy Parks —Alison, quien se levanta del sillón para enfrentarme con un ceño fruncido, dice—, el imbécil ese te dejó por una estupidez. No puede volver como si nada. Merezco una explicación.
Quiero reír, sin embargo toda pizca de diversión se elimina de mi sistema cuando la visión de Dash invade mi campo de visión. Él es más alto que Elton, sin embargo, el rubio no se mueve de su lugar cuando gira sobre sus pies y enfrenta al moreno. Dash lo observa, claramente esperando a que se moviera de su camino.
—Elton —Llamo la atención del rubio y, con seguridad, le sonrío. Era Dash, después de todo, él no sería capaz de lastimarme, ¿no? —Estaré bien, ¿puedes llevarte a Alison por un café?
—¡No pienso dejarte sola con él, Holly! —Esta chilla, haciéndome rodar los ojos. Alison Parks, sin importarle a quién diablos se dirige, cuadra sus hombros, imponiéndose ante la musculosa figura de Dash Barton—. Tú, chico mal pintado, no tienes ningún derecho a marcharte sin decir una sola estupidez y volver como si nada. ¡Mucho menos de tratar mal a mi sobrina!
—Eso algo que solo arreglaré con Holly, Alison —dice. Suena cansado y de inmediato lo noto. Está aún más cansado que la última vez que lo vi. Las ojeras oscuras bajo sus ojos eran un indicador de ello. Alison me da una mirada, a la cual simplemente asiento.
—Bien —cede—, pero patearé el trasero de este sujeto si llega a pasarte algo por su culpa.
Alison Parks le da una dura mirada a Dash, para luego tomar la mano de Elton y abandonar la habitación entre murmuros enojados. El silencio invade la no tan pequeña habitación y, como si se tratara de un pesado iceberg, la tensión cae sobre mis hombros.
Observo a Dash.
Está tan tenso como yo, sin embargo trata de controlarse un poco y cierra la puerta en completo silencio. El pestillo suena, haciéndome saber que no quería interrupciones de nadie.
—No has dormido —digo, llamando su atención. Dash no me observa, pero logro escuchar la respiración que toma—. ¿Dónde estuviste?
—Solucionando unos asuntos —murmura. Luego, gira sobre sus talones y se detiene frente a mí, observándome con ojos completamente rojos—. Adrien está en la cárcel —dice, como si las palabras lo lastimaran por dentro—, por eso me fui así —traga duro—. Encontraron el cuerpo de Colín en uno de sus departamentos. Está muerto.
Abro la boca para decir algo, sin embargo, nada logra abandonar mis labios. Los ojos grises de Dash están sobre mí, pero no soy capaz de decir una sola palabra que logre eliminar aquella expresión de su rostro.
>>Intenté hablar con él en la cárcel, pero se negó a recibir visitas. No sé qué diablos ocurre, pero estoy seguro de que Darikson Parks está detrás de todo.
¿Darikson?
Según tenía entendido, aquel hombre era el padre de Alison. El hombre que logró separar a Alexander de mi madre. El hombre que quería mantener a su familia bailando como monos en la palma de su mano.
—¿Qué?
—Holly —dice, observándome con atención—. Él quiere que me aleje de ti para que mi hermano salga de la cárcel. —ríe, pero ni una sola pizca de humor invade su tono—. Ese maldito hijo de puta está jugando con fuego y se puede quemar.
Trago duro.
Saber que aquel hombre intentaba meterse en mi vida lograba sacarme de equilibrio. ¿Qué diablos intentaba hacer?
—Puedes hacerlo —digo, no creyendo mis propias palabras—, Dash, es tu hermano.
—Y tú la maldita mujer a la que amo —dice, tomándome por sorpresa. Sus manos están tensas y, con un torpe movimiento, las pasea por su cabello—. No voy a permitir que ese anciano se entrometa —niega—. Llegaré al maldito fin del mundo pero no dejaré que otro Parks arruine a mi familia.
—Soy una Parks, también —Las palabras me abandonan con demasiada rapidez y la tensión cae nuevamente sobre nosotros—. Dash... yo...
—Holly, solo dije eso para poder marcharme sin tener tantas preguntas, en serio lo siento. Demasiado.
—Estoy embarazada.
Mis ojos están abiertos, mi corazón late con furia y la pesada mirada gris del hombre que se había escurrido en mi corazón está sobre mí, observándome como si tuviera una cabeza de más.
Quiero que diga algo, sin embargo no lo hace. Toma una lenta respiración y, en silencio, gira sobre sus talones para hacer su camino hacia la puerta.
—¿Dash? —digo, tratando de llamar su atención, sin embargo él me ignora. La puerta se abre y soy capaz de ver a Alison detrás de la misma. El moreno no demora en cerrar la puerta detrás de su espalda y es cuestión de segundos para que un fuerte grito resuene fuera de mi habitación.
Me levanto con rapidez, sintiendo como la fuerza empezaba a hacer de las suyas en mi cuerpo. Me sentía mejor, más recuperada.
Mi mano se cierra sobre la perilla y abro la puerta con rapidez. La escena que encuentro me descoloca un poco, sin embargo, no dudo en acercarme con rapidez al moreno que está en el suelo.
—¿Qué diablos le hiciste, Holly? —Elton murmura—. No creo que ni unos de mis golpes lo dejarían así.
—Le conté —murmuro, escuchando una leve risa por parte del moreno. Una de sus manos termina sobre mi estomago. Su tacto es suave, sin embargo la segunda risa que abandona sus labios me confunde un poco.
—¿Cómo diablos terminaste ahí?
Observo a Alison quien simplemente se encoje de hombros para luego guiñar un ojo en mi dirección. Regreso la atención al moreno que habla con mi estomago, pero sus ojos están sobre los míos, y el brillo en ellos es algo nuevo para mí.
—Dash —Elton llama la atención del moreno, quien no se mueve de su lugar—. Por más feliz que estés, Holly debe regresar a su cama —Me observa, para luego regresar la atención a Dash—. Su embarazo no es del todo seguro y debe mantener reposo.
—¿Qué? —dice—, ¿qué ocurrió?
—Te lo contaré —digo, tomando su rostro entre mis manos—, pero necesitamos solucionar el problema con Adrien primero.
La mención de su hermano, trae de vuelta la tensión a su cuerpo, sin embargo el brillo en sus ojos no desaparece. Con cuidado, se levanta, para luego ayudarme a colocar de pie, él intenta tira de mi cuerpo, pero me detengo para observar a Alison.
—Necesito hablar con tu padre —digo, tomando por sorpresa a la morena.
—¿Con mi padre? —dice, luce más allá de confundida—. Holly yo...
—Alison no tiene ninguna relación con el abuelo —Elton dice, atrayendo mi atención—. Él solo tiene un hijo desde que ella dejó al decano en el altar.
—¿Puedes arreglar una cita con él? —digo, sabiendo exactamente que iba a hacer.
—No lo harás —Dash tira con un poco más de fuerza de mi cuerpo y, como si nada, me lleva al interior de la habitación. Elton y Alison quedan en el pasillo, completamente atestados de dudas mientras el alto tatuado se encarga de cerrar la puerta.
Cuando termina con su tarea, regresa sus ojos en mi dirección y, como si de témpanos de hielo se tratase, me observa con enojo.
—No dejaré que te reúnas con él, Holly —dice—. No terminaré en las manos de Darikson, no voy a permitirlo.
—Si él está detrás de todo esto, lo único que quiere es a mí. Puedo dárselo.
>>Seré yo la que terminará en sus manos, pero no permitiré que Adrien termine en la cárcel por algo que sé que no cometió.
—Estás esperando un hijo mío. Nuestro —Aclara—. No dejaré que termines en las manos de ese hijo de puta.
Sin decir nada, rodeo el cuerpo de Dash con mis brazos, sintiendo la sensación de tranquilidad que me aborda. El recuerdo de los días en los que había desaparecido parece eliminarse de mi cabeza de un solo golpe.
Ahora estaba tranquila.
Estaba de vuelta al lugar que pertenecía.
—Te ataré a esa cama y no dejaré que ese maldito viejo se acerque a ti, Holly —tira con cuidado de mi cuerpo, obligándome a observar sus ojos—. No dejaré que todo lo malo termine hundiendo tu vida. Primero muerto.
Ojos grises penetran los míos, y la promesa que tiñen sus palabras logra estremecerme. Dash parecía hablar en serio, sin embargo intento alejar eso de mi cabeza.
Si no lograba llegar a Darikson Parks, Alexander tenía que ser una carta que serviría. Aquel hombre al que le había rogado tenía que hacer algo esta vez.
Aún cuando no conocía del todo a Adrien, sabía que no era capaz de hacer algo como eso. Saber que no había cobrado venganza alguna en contra de Alexander, me indicaba que tampoco tomaría justicia propia contra el violador de su hermana.
No parecía ser el modus operandi de un Barton.
—Él no lo mató —digo, dejando a Dash tire de mi cuerpo para volver a abrazarme—. Estoy segura de eso.
—Yo también —dice, en voz baja—. Estuve con él esa noche —susurra, con un poco de confusión y, aún en voz baja, agrega—: Darikson Parks tiene algo entre manos.