17.

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—Eso tiene forma de una caña de pescar —La voz de Dash es tranquila, y debo apoyarme en los codos para poder observar su expresión serena—. Pescar es como tratar de entender a una mujer.

—¿Qué? —Me río, llamando su atención—. ¿Estás comparando a una mujer con la pesca?

—Si —Parece pensativo. Sus ojos regresan al cielo, y observo como sonríe—, el primer día querías matarme —Asegura—. Nunca olvidaré el enojo en tu rostro. Nunca podre esperar la reacción de ninguna mujer, son tan extrañas como los peces que huyen del anzuelo.

Me dejo caer nuevamente en el césped, dejando que las nubes del cielo lograrán eliminar todo el estrés de la mañana en la universidad. Luego de la tarde de ayer en la heladería y una pesada mañana en clases, Dash había aparecido en la puerta de mi casa y ahora nos encontrábamos echados en el jardín trasero, observando las nubes que se paseaban ajenas a nosotros.

—Hay una fiesta mañana —susurra, no lo observo, esperando a que continúe—. ¿Quieres ir conmigo?

—No lo creo —Suelto un suspiro, y fijo mis ojos en él moreno a mi lado—. Las fiestas no son lo mío, Dash.

Se queda en silencio, haciéndome sentir incomoda. No podía estar segura de lo que pensaba. Con él nunca podría saberlo. Dash era algo parecido a una caja de pandora.

—Bien.

Es la única respuesta que recibo de él. Intento decir algo más, pero me digo a mi misma que no debo hacer o decir nada. No tenía que darle explicaciones a Dash, al igual que él no debía dármelas a mí.

Sólo nos estábamos conociéndonos.

Pasamos más tiempo del que puedo notar tirados en el césped para cuando siento un leve cosquilleo en mi espalda. Era el momento de levantarme.

Siento los ojos grises de Dash sobre mí cuando lo hago, su ceño fruncido entra en mi campo de visión.

—¿A dónde vas?

—Por algo de comer, ¿quieres? —Parece dudarlo por un segundo, pero termina asintiendo.

Paso por alto la extraña mirada que me lanza y me adelanto, dejándolo en medio del jardín solo. Dash era completamente reacio a tener una conversación con otra persona que no sea él, pero cuando se acercaba a mí, parecía dejar eso de lado.

Él me estaba dejando conocerlo.

Cuando llego a la nevera, saco tocino, y unos cuantos huevos. Dash está frente a mí en menos de un pestañeo, y me observa con interés.

—Siempre hablas de tu madre... ¿Dónde está? —Me detengo por completo. Observando los huevos que están en mis manos. ¿Dónde estaba?

¿Enterrada bajo 10 metros junto con todos mis buenos sentimientos?

¿Enterrada junto a la vieja Holly?

—Murió hace un año —susurro, tratando de atraer aire a mis pulmones. Regreso a mi trabajo, ignorando olímpicamente la mirada de Dash sobre mí.

—Yo... lo siento, no quería incomodarte.

Me encojo de hombros, moviéndome con rapidez a través de la cocina. Coloco el sartén sobre la estufa, y enciendo la misma.

—No me incomodas —Niego, dándole una rápida mirada—, es sólo que no acostumbro hablar de ella con nadie —No dice nada, simplemente se queda de pie, observando cada uno de mis movimientos—. Luego de su muerte me quede con mi padrastro por 3 meses, un grave error si me preguntas —Sacudo la cabeza, alejando las fuertes peleas que tenía constantemente con él—. El alcohol puede cambiar mucho a las personas.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora