12.

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Podía escuchar el martilleo de mi corazón ralentizando su ritmo, las respiraciones forzadas ya se habían calmado, los gritos y miradas enojadas se habían detenido hace más de una hora.

Y eso me dejaba a mi; en el suelo, con el cuerpo de Dash cubriendo el mio.

Mis manos habían sido ancladas a su cabello por él, casi suplicándome que no lo soltara y, al ver la suplica en sus ojos, no pude negarme.

—Todos creen en ellos —murmura, luego de lo que parece una eternidad. La tensión en su cuerpo ha desaparecido por completo, ahora dejando a un indefenso y ebrio Dash—. Siempre lo hacen.

—Debes dejar de beber así —Cambio de tema, negándome a caer en la curiosidad. No quiera saberlo aun. No quería conocer aquel lado oscuro de Dash. No luego de presenciar la paliza que le había dado a Elton—. Vas a necesitar un hígado nuevo.

Él se remueve un poco, enfocando sus ojos grises en los míos.

El alcohol aun no había desaparecido en su sistema, al contrario, sólo parecía noquearlo aun más con el paso del tiempo. Un par de dedos torpes recorren mi mejilla y, casi de inmediato, lo detengo.

—No hagas eso. —murmuro, sintiéndome presa de su mirada gris. Los ojos de Dash no se apartan de los míos, y por un segundo parece escanear su alrededor con los ojos llenos de confusión.

—Y-yo debo irme —Sus palabras son liberadas con rapidez, y cuando me doy cuenta, él se encuentra de pie, observándome por lo que parecía un largo tiempo. Su garganta se mueve duro en cuanto traga—. Adiós, Holly.

Antes de poder procesar sus palabras, el camina aun tambaleante hacia la puerta principal. Me levanto con rapidez, tratando de alcanzarlo, pero cuando llego a él, se suelta de mi agarre con brusquedad.

—No puedes salir así —Me atropello con mis propias palabras, sin saber que hacer. Mi mano entra en el campo de visión de Dash, y vislumbro el ceño fruncido que le dedica—. Estas lastimado.

—No necesito que cuides de mi —Sus palabras me hacen sentir incomoda, el veneno impregnada en ellas me dejan completamente confundida—. Deberías cuidarte tú.

Abro la boca para decir algo, pero las palabras parecen quedarse atrapadas en mi garganta, negándose a obtener su libertad. Dash me da una última mirada antes de abandonar mi casa por completo.

La puerta se cierra de golpe antes de que sea capaz de llegar a ella, y escucho las maldiciones surgir desde el otro lado de la madera.

No me muevo de mi lugar.

¿Que diablos fue eso?

¿Por qué me siento como si hubiera hecho algo mal?, ¿debí evitar que se marchara?

Dash no era mi problema, en realidad, lo que mas deseaba era estar lejos de él, lejos de todo lo que lo involucraba. Lejos de la intensidad de sus ojos.

Tenia que mantenerme lejos de Dash Barton, no lo necesitaba haciendo estragos en mi vida.

—¿Sólo vas a dedicarte a ignorarme? —Mis ojos no se mueven de la página que había abierto una vez que llegue a la hora de psicología. El murmuro sorprendido por parte de Colin me resbala como agua sobre el cuerpo—. Dios, no puedo dejar de creerlo —Sus palabras salen con asombro, llamando mi atención por un segundo—. Entonces es cierto, eres otra en la lista de Barton.

—Lárgate —Gruño, observándolo por un segundo—. No se como llegue a pensar que eras una buena persona —Mi enojo ahora es mucho mayor desde aquel día en el que me entere de la existencia de Elton—. Tú, Elton y Dash pueden hacer lo que quieran con sus miserables vidas, me importa muy poco si terminan matándose.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora