7.

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Apago cada una de las luces en la casa y me mantengo en silencio mientras espero los diez minutos que faltan para que sean las ocho en punto.

No quería salir con Dash, estar cerca de él completamente sola no era algo que deseaba y, aunque ya había cruzado varias palabras con él, no tenía nada más que agregar a aquellas conversaciones.

El fuerte rugir de la motocicleta de Dash retumba en la silenciosa calle, obligándome a mantenerme aun mas callada. Luego, lo que parecían ser botas contra la acera, se acercan con lentitud hacia mi puerta.

—Sé que estas ahí, Holly —Me sorprende bastante el hecho de que sepa que estoy en casa, pero no me muevo de mi lugar, negándome a dejar mandar por él—. Existe algo que se llama GPS, y por alguna extraña razón sé que no sales sin tu teléfono a ningún lugar.

Fuertes golpes son atestados contra la madera, podía jurar que los vecinos eran capaces de escuchar aquel alboroto. Negándome a ser el centro de la discordia, me levanto del sillón de mala gana.

Mis pesados pasos resuenan en el silencio de la casa y abro la puerta de un tirón, encontrándome con un tatuado Dash.

—Holly —Saluda nuevamente, sonriendo con diversión—. ¿Estás lista?

—No, ya puedes largarte —Aseguro, intentando cerrar la puerta nuevamente. Dash interpone su pie, soltando una maldición por lo bajo cuando azoto la puerta contra este—. Dash, no me agradas, será mejor que te largues.

—Veras, Holly —Se burla, empujando la puerta con algo de fuerza, obligándome a retroceder. Sus pasos se dirigen con lentitud hacia mí y, por alguna razón, no puedo moverme de mi lugar. Ojos grises observándome con intensidad, estremeciendo todo mi cuerpo—. Si no estás lista en cinco minutos, no me importará llevarte en ese lindo short.

—N-no puedo salir —Me maldigo a mi misma por los nervios evidentes en mi voz, y me aclaro la garganta, negándome a sentir debilidad frente al chico frente a mí—. Tengo cosas que hacer.

Largos y gruesos dedos me toman por la barbilla, obligándome a enfrentar aquellos ojos grises. Trago saliva, intentando pensar en otra escusa razonable, pero mis pensamientos se detienen en cuando fuertes dientes tiran con suavidad de mi labio inferior.

Mis ojos están completamente abiertos y, a pesar de la oscuridad, soy capaz de ver con claridad el brillo divertido en los labios de Dash. Intento separarme de él, pero soy atrapada con rapidez por gruesos brazos, un quejido se forma en mi pecho, pero Dash se encarga de liberar mis labios para luego proceder a besarme.

Me remuevo entre sus brazos, negándome aquella sensación que empezaba a regarse por todo mi cuerpo. ¡No debía querer besarlo!, ¡Él era un idiota!

Un quejido abandona mis labios cuando los brazos de Dash se cierran con más fuerza alrededor de mi cuerpo, él moreno toma la oportunidad para ingresar su lengua en mi boca, estremeciéndome por completo.

Cuando creo que Dash va a romperme algún hueso con la presión de sus brazos, muerdo su lengua con fuerza, obligándolo a alejarse de mí.

—¡Lárgate de aquí, animal! —Grito, sintiendo el aire volver a mis pulmones—. ¡Largo o llamaré a la policía!

Los ojos de Dash están sobre mí, y parece tan sorprendido como yo, su mano apoyada en su labio inferior, a mi mente se cola el pensamiento de haberle hecho daño, pero lo elimino de inmediato, empujando al saco de músculos fuera de mi casa.

Antes de que Dash pueda decir algo, cierro la puerta en su cara, para luego apoyarme en esta y dejarme deslizar contra el suelo.

¿Qué diablos tenía en la cabeza?

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora