1

165K 6.2K 361
                                    

Capítulo corregido. 

Al igual que en los cuentos que acostumbraba contarme mi madre cuando era niña, un príncipe azul sería capaz de hacer lo imposible para llegar al corazón de su amada princesa, se enfrentaría contra un enorme dragón, o un enorme ogro, cruzar el mar más tempestuoso o el desierto más devastador junto a su fiel corcel, sólo para recibir un beso de recompensa de su amada princesa.

Pero, lamentablemente, no me encontraba dentro de un cuento de hadas y ningún príncipe azul (uno que tenga problemas en la piel), vendría a sacar cajas del interior de un camión de mudanza.

No puedo evitar suspirar, sintiendo cómo el aire se filtra fuera de mis pulmones.

Es lo que obtienes por querer encarrilar tu vida, encontrar tu camino y era mi momento de hacerlo.

—¿Bajamos las cajas? —Uno de los dos hombres, el más delgado, encargados del camión de mudanza dice, acercándose a mí, vistiendo una camisa casi completamente cubierta de sudor, estoy a punto de abrir la boca, sin embargo él me detiene y agrega—: Eso sí, se aumentaría el dinero del pago final.

No puedo evitar poner los ojos en blanco, sin embargo, en contra de toda mi voluntad, simplemente digo—: Sí.

Mi respuesta cargada de duda hace que el hombre frente a mi arquee una de sus dos cejas a modo de incógnita, sin embargo, cuando no recibe respuesta de mi parte, gira sobre sus talones y hace su camino de regreso a la parte trasera del camión. Evito hacer contacto alguno con las partes que su ropa no llega a cubrir y, con pesadez, lo sigo.

Sabía que después de haber dicho sí, el bolsillo de Alison recibiría una baja. No quería aceptar y hacer el trabajo por mí misma, pero si optaba por eso, estaría hasta la próxima semana bajando cajas de la parte trasera de ese enorme camión.

La visión del montón de cajas que había frente a mí hace que un pequeño puntazo aparezca en mi espalda. A pesar de no estar en tan mal estado físico, sabía que si me esforzaba demasiado, terminaría lastimándome algún ligamento del cuerpo, por lo que simplemente opto por quedarme de pie en mi lugar.

—Lo haremos nosotros, señorita —El otro de los hombres agrega, sus ojos están sobre mí, los siento por la manera en la que un cosquilleo incomodo aparece en la parte posterior de mi cuello.

—Todo suyo —respondo, haciéndome a un lado para que ellos hagan su trabajo. Sabía que si me atrevía a cargar una sola caja, no llegaría ni a la mitad del camino. ¡Vamos, Holly!, había ocurrido lo mismo al momento de subir todas esas cajas al camión.

Cuando ambos desaparecen en el interior del camión, soy libre de regresar a la casa.

Luego de la muerte de mi madre, uno de los últimos familiares con vida que tenía en Los Ángeles, la idea de regresar a Nueva York cruzó por mi cabeza. Alejarme de los recuerdos que más me dañaban era lo único que me había empujado a comprar un ticket directo a una ciudad de la cual desconocía muchas cosas. Alejarme de aquella vida de mierda ya no era una opción, había pasado a ser una obligación desde la última vez que puse un pie en el antiguo departamento de mi madre.

Tenía que aprender a que aquel lugar ya no era mi casa y que, luego de la muerte de mi madre, tenía la obligación de no volver a poner un pie en el interior.

Meses desde su partida habían pasado cuando un sobre color blanco llegó al apartamento que había alquilado con mis pequeños ahorros de mi último trabajo de mesera y con la mesada que era enviada cada mes, sin un solo atraso, por parte de Alison Parks. Dentro de la carta se encontraba un título de propiedad y unas cortas palabras por parte de la hermana del hombre que había ayudado a engendrarme –el donador de esperma–, ella había estipulado que tenía una propiedad en Nueva York, de la cual no tenía ni el más pequeño conocimiento, y la que sería mía desde el primer momento en que coloque un pie dentro de ella.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora