15.

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—Hace frío —murmuro, luego de lo que parecen horas. Mi trasero duele y no siento mis piernas. Mis hombros están siendo cubiertos por la gran y pesada chaqueta de Dash. Él simplemente, parece perdido en sus pensamientos, como si yo no estuviese junto a él—. ¿Dash?

—Mi papá solía traerme a jugar a este lugar cuando era niño —Suelta. Su ceño se frunce por un segundo, y creo que aquella imagen se está filtrando en su mente, como si estuviera reproduciendo aquel recuerdo de su niñez—. Tenía un perro... era divertido.

—Nunca tuve una mascota —Me sincero. Los ojos grises de Dash se detienen sobre mí, y puedo ver la sorpresa dibujada en ellos—. En nuestro departamento no permitían animales y el trabajo de mi madre no nos permitía cuidar de uno. Siempre abría mis regalos de navidad esperando que sea un cachorro, pero me cansé de esperar, y las cosas siguieron igual.

—Puedes tener uno ahora. —Su ceño se frunce. Sus palabras me hacen reír, y las arrugas cruzando su frente se profundizan aun más.

—No puedo —Explico, dejando las rizas de lado y añado:—Tengo clases durante las mañanas, y en las tarde llego a hacer tarea, además, buscaré un trabajo; lo necesito.

Dash abre la boca para decir algo, pero rápidamente la cierra, adornando sus labios con una dura linea. Su alto y duro cuerpo se levanta del suelo y me tiende una mano que miro algo dudosa.

—Te llevaré a casa, es tarde. —Mi ceño se frunce, pero no discuto con él. Tomo su mano, y con cuidado me pongo de pie. Me inclino para tomar mis tacones del suelo, y camino a su lado, ignorando el césped que juguetea entre mis dedos.

La mano de Dash envuelve con fuerza la mía, pero sin llegar a hacerme daño. No dice una sola palabra, y siento que he dicho algo para que este de mal humor.

Como si lo que hubiéramos hablado y compartido, no hubiera sido nada.

Una vez que llegamos al auto, él se aparta para que yo pueda ocupar el lugar del copiloto, su ceño permanece ahí, como si estuviera pensando en algo horrible.

Yo misma me encargo de cerrar la puerta, y observo al alto chico tatuado rodear su auto. Con rapidez ocupa su lugar y enciendo el auto sin demora alguna.

Quiero decir algo, pero nada aborda mi cerebro.

¿Qué diablos le ocurre?

—¿Estás bien?

—Sí.

—¿Por qué nos marchamos?

—Tengo cosas que hacer.

Su respuesta es dura y tosca, indicando que no era terreno que debía pisar. Ahora malhumorada, me acomodo en el asiento, fijando mi vista en la vista de los arboles que se alejaban mientras Dash aceleraba.

—Puedes dejarme en la fiesta —murmuro, sin mirarlo—. Amara debe estar preocupada.

—Te llevaré a tu casa —Gruñe, ahora enojado—. No quiero ir ahí.

Con el ceño fruncido, giro en su dirección. Sus manos se aferran con fuerza al volante, sus nudillos se encuentran completamente blancos, y veo como una vena aparece en su cuello.

Enseguida, el recuerdo de aquella noche aparece en mi mente.

Dash golpeando a Elton.

—Debo regresar con ella —susurro, ahora en voz baja—. Fui con Amara a la fiesta, Dash.

—No dejaré que Reynolds te ponga en mi contra, Holly, no dejaré que pase de nuevo.

La confusión nuevamente me invade.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora