(Josué )
Esto se me está saliendo de las manos, cada día empeora más. Fue un error acercarme a ella, no debí hacerlo.
Debo de irme, de lo contrario no la dejarán en paz. Pero... necesito hacer unas cosas antes, necesito ponerle protección.
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Han pasado 4 días, he estado huyendo de ella.
No quiero que me mire, ella se acercará y no quiero que lo haga.
Necesito protegerla.
Estaba sentado enfrente a un árbol que estaba en un parque cerca de mi casa y la de Keyla. Estaba pensando en cómo haré... faltan pocos días para irme de acá. Ya tengo listo todo, se quienes cuidaran de ella, se quienes me informaran. Me iré un poco tranquilo.
Pero...
¿Despedirme de ella? No creo ser capaz.
No podría verla y decirle que me voy.
No podría.
Porque lo único que más quiero es estar a su lado siempre.
Tomarla de la mano, tocar su hermoso cabello.
Mirar su hermosa sonrisa y sus ojos marrones.
Salí de mis pensamientos por unos segundos y dirigí mi vista por la calle que estaba cerca del parque, estaban solas... como siempre. Pero la vi aparecer, era Keyla estaba riendo ... era feliz o al menos eso parecía.
Si mirada se desviaba intentando buscar a alguien, se frustraba podía verlo en su rostro.
¿Me está buscando? Lo siento mi niña, no puedo hacerlo.
(Keyla)
Estoy desesperada por verlo, deseaba hacerlo. Mi amiga Nayeli me dijo que se había ido porque ya habían pasado 4 días.
¿Se habrá ido sin decir nada?
No lo creo... No creo que se haya ido.
Necesito verlo, salí con mi prima... era mi oportunidad para verlo. Pero lastimosamente no lo encontré.
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El reloj marcaban las 10:00 p.m y fue cuando salí de mi casa, todos dormían. Era mi momento, yo quería verlo. No soportaba el hecho de no poder verlo y de no estar cerca de él.
Caminé por la oscuridad y la soledad de la calles.
¡¡Dios!! ¿Qué estaba haciendo?
Creo que me estaba suicidando.
Tenía miedo.
Respira Keyla, respira.
Lo verás, él te salvara.
Él no dejará que te maten.
Me relajé un poco.
Pero no había esperanza de que él llegase, no había nadie.
Estaba a punto de regresar a casa.
Pero entonces escuché unos pasos.
¡Mierda!
Voltee a ver y no había nadie, mire hacía un árbol y vi una sombra tras de el.
¡Joder!
Segundos después sentí una mano en mi hombro derecho y me tensé.
Quería voltear a ver, pero tenía un terrible miedo.
Cerré mis ojos.
Estaba deseando que era una pesadilla y que yo todavía seguía en mi cama.
—¿Por qué haces este tipo de mierdas y luego tienes miedo? —Escuché decir.
Su voz... era él, vaya suerte.
Voltee a ver con una sonrisa un poco apenada.
—Necesitaba saber de ti.
—¿A caso no te das cuenta lo peligroso que es andar a estas horas?
Vaya que estaba molesto.
Jamás lo había visto así.
—Puede ser, pero... soy muy curiosa. —dije con una sonrisa.
—Tienes suerte de haya siendo yo quién te encontró primero— Tomó mi brazo.
Y empezó a caminar, llevándome con él.
—¿A dónde mi llevas? — pregunté sorprendida.
— A un lugar seguro — Me respondió.
— ¿Sigues molesto? — Pregunta más tonta se me ocurrió decir.
— Es que solo a ti se te ocurre ponerte en la boca del lobo.
— Pero no me pasó nada. —Respondí como si nada.
— Tú no comprendes Keyla.
Me detuve y lo miré.
— Él que no comprende eres tú. — Respondí.
— Keyla sigue caminando, acá no es seguro— Ordenó
— Quiero que me escuches —Le respondí.
Me miró por unos segundos.
— Habla.
— ¿Estabas pensando irte sin despedirte de mí? — Pregunté.
— No— Respondió secamente.
— Entonces... ¿por qué te escondiste por 4 días?
No me respondió.
Me ignoró, hasta llegar enfrente de una casa.
— ¿Por qué me trajiste acá? — pregunté.
— Es mi casa—Respondió abriendo la puerta y dejándome pasar.
— ¿Por qué me traes a tu casa? — Lo miré confundida.
— Porque sabía que no irías a la tuya.
Lo vi dirigirse a un cuarto.
— ¿Vives solo? —Pregunté.
— Keyla... ¿Siempre eres así? — me miró serio.
— Disculpa— Reí. — No es normal que un criminal te lleve a su casa así de la nada.
— Entra— Me dijo ignorando mi comentario anterior.
Entré al cuarto, era muy grande y tenía varios posters de raperos.
Por lo visto era de él, me sorprendí al ver que ordenado era.
Si conociera mi habitación... que vergüenza.
— Por cierto, vivo con mi madre. — Respondió mi pregunta anterior.
Asentí.
Vi que se quito la camisa y de inmediato voltee a ver para otra parte.
Lo escuché reír.
— Keyla, no es delito mirar a un hombre sin camisa. — Le escuché decir mientras se ponía una camiseta blanca
Me sentí avergonzada.
— Disculpa pero se me hace muy incomodo estar en la habitación con un criminal a estas horas.
— Tú me andabas buscando ¿Ahora de que te quejas?
— Yo te busqué para hablar, no para venir a tu casa y estar en tu habitación.
— Pero querías estar conmigo— Me interrumpió acercándose a mi.
— ¿Qué estas insinuando? — Me sentí incomoda.
— Nada Keyla. — Sonrió.
Lo miré por varios segundos, estábamos muy cerca.
Estaba temblando demasiado, me voy a morir acá mismo.
Segundos después él tomó mi mano y se sentó en su cama, luego me hizo que me sentara gusto al lado de él.
— No sabía si irme y despedirme — Le escuché decir. —Sentí que no podría hacerlo, Keyla esto es muy difícil para mí. No me quiero alejar de ti.
Me sorprendí.
— Entonces preferí alejarme y desaparecer — Siguió—Creí que era lo mejor el hecho que no me vieras.
Terminó de decir y me miró esperando una respuesta de parte mía.
No contesté, lo estaba mirando quizás por última vez... estaba viendo cada parte de su rostro hasta el lunar que tiene al costado de sus labios.
En la oscuridad una pequeña luz que daba desde su ventana ayudaba para ver su rostro, sus ojos brillaban.
Él se quedó en silencio, me miraba pero estaba pensando... estaba preocupado, estaba asustado. Podía verlo en la expresión de su rostro.
—Creo que es mejor llevarte a casa. — Dijo de una vez
—No me iré, no quiero aún sabiendo que te irás en unos días. — Respondí de inmediato.
—Keyla... — Pensó — Sabes que esto no está bien, soy un peligro para ti.
Negué, estaba a punto de llorar. No quería alejarme de él... se que podía ayudarle ¿Por qué no me deja?
—Tienes que entenderlo, no compliques más las cosas. No quiero que entres en este mundo tan miserable. Tienes una vida por delante, no la desperdicies intentando entrar a la mía — Acarició mi mejilla.
— Porqué no me besas — Intenté contener mis lagrimas.
Él lo notó.
— Keyla... mi niña— me miró con tristeza.
—Porqué no lo haces— insistí.
—No Hagas más difícil las cosas.
—¿Por qué temes tanto?
—Temo por ti. —Dijo mirándome a los ojos.
Callé por unos segundos, él me miraba.
Me acerqué un poco, tenía que hacerlo... deseaba besarlo y así fue.
Lo besé por primera vez y quizás última pude sentir sus labios puestos en los míos.
Estaba temblando, sentí sensaciones que jamás había sentido. Lo necesitaba, lo necesitaba en mi vida.
—Lo único que quiero es darle un poco de felicidad a tu vida, quiero hacerte sonreír, quiero hacerte sentir querido, quiero que olvides todo tu alrededor. — dije mirándolo los ojos.
—Te llenare de dolor.
—Sufriremos juntos, no importa.
—Keyla... no puedes.
—Podemos, se que podemos Josué.
Él negó.
—¿Por qué me haces esto? —Pregunté con una lágrima ya en la mejilla.
—No llores... — Dijo secando la lágrima que había caído —Ellos no quieren que estemos juntos.
—Pero...
—Ellos ganaron, Keyla.
—¿Por qué te rindes tan fácilmente?
—¿No lo entiendes? Esto no es un juego, ellos no juegan. Sé que en cualquier momento me puedo distraer, se que de un momento a otro todo puede darse vuelta Keyla, no me fío —dijo con tristeza —Ya perdí a mi padre, no quiero perderte a ti.
Me sorprendí, no sabía que su padre había muerto.
— Lo siento...
—Descuida, por eso tienes que obedecer... yo no quiero que te hagan daño, por eso tengo que alejarme. —Me tomo de la mano — Temo perderte Keyla, me importas demasiado. Es increíble cuanto me tiene enamorado. — Admitió.
Sonreí.
—Déjame quedarme contigo aunque sea esta noche— Le supliqué.
— Solo esta noche—Respondió abrazándome.
Cerré mis ojos.
Era increíble como ha pasado todo.
Me estaba enamorando de la persona que no podía tener.
Luego de unos minutos, nos acostamos.
Mi cabeza quedó en su pecho, lo abracé. Quedé dormida escuchando los latidos de su corazón mientras él acariciaba mi cabello.