BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN...

Od JoleHBellamy

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Los que no ven ninguna diferencia entre alma y cuerpo, no tienen ninguna de las dos cosas. -Oscar Wilde. Hist... Více

ADVERTENCIA
SINOPSIS
P R Ó L O G O
1
2
3.
4.
BOOK TRAILER.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
Especial I
18.
19.
20.
21.
22.
Instagram
23.
24.
25.
26.
Especial II
Especial III
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
Especial IV
36.
AVISO.
37.
38.
Portadas.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
GRACIAS
60. |Final|
Epílogo

39.

40.2K 2.8K 258
Od JoleHBellamy

Pd: No se olviden de pasar por Drifting, la encontrarán en mi perfil. 

Disfruten la lectura. 

~*~  

Sé que el golpeteo de lápices contra las mesas me sacará de quicio. Lo sabía desde el mismo instante en el qué ingresé en el aula y mis ojos cayeron sobre Shawn, él había puesto su mirada sobre mí, logrando que el dolor de cabeza rodeando desde la noche anterior aumentara de intensidad.

Aun cuando intenté obtener el lugar más lejos de él, terminé sentada a su lado, sabiendo que el maestro no estaba de ánimos cuando crucé la puerta del salón veinte minutos tarde. El discurso que lanzó en mi dirección me hacía saber que no estaba en la lista de sus personas amigables.

Al parecer, si eras novia de Dash Barton eras la peor porquería del mundo.

—Quiero el informe de Piaget sobre mi escritorio el día lunes —dice, cerrado de golpe su libro mientras se coloca de pie y observa el salón a través de sus gruesas gafas. Era genial el primer día que lo conocí, pero ahora, parecía ser un ogro de cuentos infantiles—. Espero tener a tiempo el suyo señorita, Parks. Que la actitud de Barton no arruine su beca.

Abro la boca para decir algo, pero una de sus cejas me detiene cuando la arquea, en mi dirección y sé que no debo discutir. No cuando él quería tener la razón.

No cuando solo era una alumna becada.

Asiento a regañadientes, mordiéndome la lengua para evitar cualquier conflicto.

Shawn suelta una risa junto a mí cuando el maestro se gira, terminando de recoger sus cosas. No tenía silla de ruedas y el pequeño pensamiento de divertirme con sus muletas parecía ser bastante llamativo.

—Al parecer alguien se está contagiando con la actitud de un Barton —El castaño se levanta, observándome como si fuera superior a mí—. Suerte con quitar ese nuevo título de tus hombros, Holly, parece que el de puta fue algo aburrido.

Una sonrisa sardónica se desliza en mis labios cuando el maestro abandona el salón por completo y, cuando regreso la atención al castaño, digo—: Espero no ser de las putas que termina contigo. Sería una lástima bajar mi nivel.

Sé que está indignado y por ese simple hecho mi sonrisa solo aumenta su tamaño. Una gran mano aprieta mi hombro y sé que se trata de Colín, lo observo por el rabillo del ojo y noto la ira irradiando en su cuerpo cuando observa al castaño.

—Será mejor que te pierdas, Shawn —dice, sujetándome por el codo mientras tira de mi cuerpo detrás del—. Adrien no está lejos de colocar una orden de alejamiento con tu nombre.

>>Te quiere lejos de todo lo que se refiera a Dash, y Holly está en esa lista.

Mi ceño se frunce ante las palabras del rubio, pero mis palabras son interrumpidas cuando él tira de mí, sacándome con rapidez del aula, dejando atrás a un enojado Shawn Reynolds.

Cuando estamos en el pasillo atestado con universitarios, debo sujetarme a él para no perderlo de vista. Dash no se había presentado en la universidad temprano en la mañana, por lo cual me encontraba algo preocupada.

Él se había marchado de mi casa mientras dormía y aun no tenía idea de donde se encontraba.

—¿Dónde vamos? —Es lo primero que sale de mis labios cuando logramos escapar de la montaña de personas caminando a nuestro alrededor. Colín me observa, como si no supiera que hacer—. ¿Está todo bien?

—No lo está —dice, sus ojos caen en un punto detrás de mí, pero no quito mi atención de él. ¿por qué diablos él se estaba comportando así? — Adrien quiere que busques a Dash. Está en Irolic.

—¿Qué?

—El imbécil está hasta el culo de borracho, Holly —Ojos azules caen sobre los míos y noto la duda instalado en ellos—. Puedo ir y...

—Iré yo —Lo corto, ganándome una mirada que no logro entender del todo. Parecía asustado, pero también estaba listo para detenerme—. No necesito la mierda de Dash haciéndome daño, Colín, él no me lastimaría nunca.

—Holly...

—¡Colín! —Alguien grita, captando la atención del rubio. Este no duda en desviarme de su punto de atención y tomo aquel espacio de tiempo para alejarme de él y hacer el camino hacía mi auto.

—¡Holly espera!

Hago caso omiso a la voz del primer amigo que había hecho en la universidad y apresuro mi paso para llegar al auto.

Esa mañana, al despertarme, lo único que había obtenido por parte de Dash era un corto mensaje diciendo buenos días. No me había sentido mal, sin embargo. Esa era la manera en la que él demostraba su cariño.

Pequeñas cosas que para él tenían un significado muy grande.

Subo a mi auto seguida de la mirada de Colín. Él se había ganado parte de la confianza de Dash, pero, aun cuando intentaban tener un lazo por mi causa, notaba la reticencia que ambos se tenían.

Dash no confiaba en que Colín estuviera a mí alrededor y, Colín, no confiaba en que me encontraba segura junto a Dash.

Ambos parecían estar trabajando en contra de sus verdaderas personalidades, lo que me incomodaba un poco. No quería ser la causante de una discusión más grande entre ellos.

Observo al rubio sacar su teléfono con rapidez, ignorando al chico que está a su lado, quien parece estar saliéndose de sus casillas. Sé que no está hablando con Dash, porque, ciertamente, él no le respondería las llamadas.

Tal vez estaba buscando a Elton... o Mathew.

Mi pie se presiona contra el acelerador cuando logro salir del estacionamiento y, sin pensarlo dos veces, tomo el camino que da a casa. Tardaría al menos unos diez minutos y cada uno de ellos contaba si se traba de Dash.

Tener en mente la conversación que había tenido con él durante toda la noche, solo hacía que el malestar en mi pecho se acrecentara. Él no estaba bien. Dash nunca parecía estar bien. Él escondía más de lo que una persona normal podría hacerlo. Guardar emociones nunca resultaba en nada bueno.

Al momento de explotar, no sabría cómo controlarse. Mucho menos una persona como Dash Barton.

Mi teléfono suena, pero lo ignoro por completo, no queriendo distraerme en mi meta de llegar a Irolic.

El recuerdo de la primera vez que vi a Dash invade mi mente. Aquella dura mirada que prometía problemas, aquella expresión enojada que acompaña su rostro y la sonrisa ladeada que podía hacer temblar mis rodillas en menos de un minuto.

Tenía miedo aquella vez, pero, con el tiempo, él había demostrado ser una buena persona. Él se preocupaba por mí, aun cuando solo se comportaba como un neandertal.

Suelto un suspiro.

Quería que él estuviera bien. No quería tener ninguna sorpresa en mi primera visita a aquel bar.

Al menos, diez minutos después, estoy estacionando mi auto frente a la cafetería en la que trabaja James, pero paso por alto aquel detalle cuando distingo la motocicleta roja de Dash.

Trago duro y tomo una lenta respiración cuando opto por dar el primer paso hacía el bar. Para ser medio día, la música estaba más alta de lo normal y el ruido proveniente del interior es tan claro que soy capaz de ver la montaña de testosterona caer sobre mí.

—¿Estás perdida, cariño? —Ignoro al gran hombre que está a un lado del bar, pero el nerviosismo que ataca mi cuerpo solo hace que cierre las manos en puños—. ¡Hey! —grita, trato de mantener mi mente en blanco, lejos del nerviosismo, pero todo eso parece desaparecer cuando siento la gruesa y callosa mano cerrándose alrededor de mi brazo—. Estoy hablándote a ti, niña.

Mis ojos caen sobre un par de iris azules que hacían juego con una mata desarreglada de cabello castaño. Trato de hacer que mi cerebro trabaje, pero su rostro no viene a mí. No lo conocía y, tal vez, Dash tampoco.

—¿Q-qué quieres? —digo, mi voz suena débil, nerviosa y atiborrada con el miedo. Muevo mi brazo, tratando de liberarme de su agarre—. S-suéltame.

—En mi ciudad, Avondale, cuando una persona te habla, es de mala educación ignorarla —Suelta. El olor a alcohol invade mis fosas nasales y sé que no estoy a salvo. Sé que si hago un movimiento en falso, el arremeterá contra mí—. Así que, dime, ¿qué hace una niña como tú en un lugar como este?

—Vine por mi novio —Intento sonar dura, pero fallo por completo. El hombre frente a mí parece notar el miedo recorriendo mi cuerpo cuando una sonrisa se desliza en sus labios.

—Si tu novio te invitó a un lugar como este lo mínimo que pudo hacer es acompañarte, ¿no lo creer? —Quiero golpear su rostro, pero sabía que no lograría moverlo ni un solo centímetro. Era mucho más alto y grande que yo. Si el solo dejara caer su mano sobre mí, estaría en el suelo, pidiendo por piedad. Se agacha un poco, haciendo que sus ojos estén al mismo nivel que los míos y me observa directamente—. Creo que caíste en buenas manos, ¿quieres ir por un trago a un lugar más tranquilo?

—No —Esta vez, intento zafarme de su agarre, fallando en mi segundo intento y ganándome más presión por parte de sus dedos. Una marca aparecería ahí más tarde—. Por favor —respiro hondo, tratando de no mostrarle mi miedo—, suéltame, debo ir con mi novio.

—¡Colton! —Una voz conocida grita, haciendo que la tranquilidad regrese a mi cuerpo. Mike entra en mi campo de visión con su grueso cuerpo, haciendo que el castaño frente a mí, libere mi brazo de la prisión que ejercía con sus dedos. El hombre de tez morena camina hacia nosotros, interponiéndose entre ambos—. Lárgate antes de que Barton patee tu trasero por poner un dedo sobre su novia. Dile a Harford que arregle sus problemas por él mismo, no quiero a su séquito de idiotas en mi bar.

Scott está demasiado ocupado ganando más dinero que tú en tu mugroso bar —dice, toco ligeramente a Mike, dándole a entender que no me quedaría más tiempo presenciando eso—. Espero reunirme contigo la próxima vez que regrese a Nueva York, cariño, Barton parece tener una colección de muñecas que no aprecia mucho.

Ignoro cada una de sus palabras, sabiendo perfectamente que aquel sujeto solo conocía algo que no era real. Dash no era un imbécil. Él tenía sentimientos.

Las voces masculinas entran en mis oídos, haciendo que la discusión a mi espalda pierda la importancia. Mi pálida y fría mano entra en contacto con la pesada puerta de madera y la empujo, siendo testigo de la gran cantidad de personas que se encontraban dentro del bar.

Al parecer, todos los motociclistas se reunían desde temprano.

Trago duro. Ninguno parecía amigable o listo para socializar conmigo, pero no hacen ni un solo movimiento para acercarse a mí, lo cual agradezco. Mis ojos se pasean por cada una de las mesas que están ocupadas, pero no diviso a Dash en ninguna de ellas, tampoco aparece en la mesa de billar que parece ser el centro de atención.

¿Colín me había mentido respecto al estado de Dash?

Esperaba que no.

Me muevo, ignorando las miradas penetrantes que caen sobre mí y hago mi camino hacia la barra, cuando llego a esta y coloco mis manos sobre la misma, mis ojos caen en la puerta que se abre al fondo.

Dash Barton, vistiendo la misma ropa que el día anterior, lucha por sujetarse de las paredes.

Diablos.

Sus ojos se abren un poco cuando toma una respiración y se desvían hacia mí con rapidez, como si hubiera sentido mi presencia. Verlo en aquel estado, parece dejar mis pulmones sin aire y el leve recuerdo del olor a alcohol en mis pesadillas sacude mi cuerpo con fuerza.

Richard estaba borracho la primera vez que ocurrió.

Su pecho sube y baja al igual que el mío y trago duro cuando veo que se mueve en mi dirección. Las miradas sobre él no parecen importarle en lo más mínimo y pasa por alto el estado en el que me encuentro.

No lo quería cerca.

Al menos no en aquel estado.

—H-Holly —Suelta, en medio de una risa. Su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y mi cuerpo se convierte en una piedra cuando su aliento alcoholizado me golpea de lleno—. ¿Q-qué diablos h-haces aquí?

Mi garganta está seca, el ruido a nuestro alrededor parece desaparecer por completo y lo único que soy capaz de escuchar son mis propios gritos liberándose de mi garganta. Soy capaz de recordar el dolor que me embargó la primera vez que Richard abusó de mí.

El olor a alcohol... la sangre...

—¡Dash, maldita sea, suéltala! —Aquel grito fuerte y estremecedor solo me hace abrir los ojos. Las personas a nuestro alrededor aparecen nuevamente y, soy consciente de arrastrarme por el suelo cuando la respiración regresa a mí. Dash tiene los ojos abierto a tope, observándome completamente confundido y sé cuál es la razón.

Me he bloqueado de nuevo.

Me he aislado en mis pensamientos, dejando que mi cuerpo sea el único en poder reaccionar debido a la cercanía del olor a alcohol. Mis manos tiemblan, pero no dudo en llevarlas a mis mejillas, están húmedas, como si hubiera estado llorando, pero el líquido ámbar que entra en mi campo de visión me descoloca por completo.

—¡Largo de aquí! —Dash ruge, haciendo que me sobresalte de sobremanera. Subo la mirada hacía él, y noto la sangre que corre de su nariz. Lo he golpeado.

Lo he golpeado y no me había percatado de ello.

—¡Fuera de aquí antes de que los saque uno a uno! —Mi cuerpo tiembla ante la promesa en su voz. Dash Barton no era más que ira pura a punto de estallar.

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