En cuanto menos pensé, Adam se había puesto sobre mí y me empezaba a besar por toda la cara y cuello.
- ¡DÉJAME! ¡Por favor déjame! -Gritaba acelerada. No quiero que me violen... Ninguna persona quiere eso.
Adam es un enfermo. Está loco. Estoy empezando a creer que tiene una enfermedad mental... Pero si me viola, su enfermedad no me va a importar ni un carajo cuando yo haya salido de este lugar y que lo esté denunciando.
- ¡Adam por favor! -Las lágrimas me empezaron a salir. Sólo tengo dos estados de ánimo al estar con él, dos sentimientos que cambian pero a veces se mezclan entre ambos... tristeza y furia.
Ya no quiero estar aquí.
- Si te callaras y empezaras a cooperar lo disfrutarías. Nada me va a detener ________. Serás completamente mía, no puedo resistir. No sabes cómo me rompiste el corazón cuando dijiste que ya no eras virgen.
¿Que le rompí el corazón? Ni siquiera tiene.
- No me violes por favor, por lo que más quieras. -Murmuré moviéndome como un gusano, todo para tratar de safarme de él.
- No sería violación si te gusta. -Rió cínicamente.
- Dudo mucho que me guste. -Ahora estaba furiosa y no triste- No creo que me des tanto placer.
Tengo que aprender a controlar lo que digo o mantener mi boca cerrada.
- ¿Estás segura de eso cariño? -Se separó de mí, al fin, pero se puso de pie en frente.
Se llevó ambas manos al cinturón del pantalón y empezó a quitárselo lentamente sin dejar de verme. Yo tenía los ojos abiertos como platos.
- ¿Qué... qué haces? -Pregunté tartamudeando. Tragué fuerte saliva al ver sus manos en el botón del pantalón y luego en la bragueta de éste para bajarla.
- Te enseñaré lo que te dará placer. Ya te irás acostumbrando a su tamaño. -Se bajó los pantalones dejando ver su notoria erección cubierta por la tela del bóxer. Tragué aún más fuerte que la última vez.
¿¡Por qué mierda sigo viéndolo!?
- ¿Te gusta lo que vez? -Se acercó más a la cama y alcanzó una pierna mía para acariciarla lentamente. Mi respiración se aceleró en cuanto sentí su mano. Jaló de mi pierna un poco pero rápido y se subió a la cama de nuevo posicionándose arriba de mí.
- ¿Te gusta? -Se movió repetidas veces en una acción de presionar su erección en mi vientre. Se sentía como se miraba, muy grande y duro.
¿Qué babosadas estoy diciendo? El muy idiota me quiere violar. ¿¡Y yo pensando en lo grande y duro que está su pene!? No sé qué carajos me pasa.
- Sé que te gusta cariño. -Rió- ¿Ya lo quieres tener dentro? -Se acercó a mi rostro susurrando eso para después besarme, le mordí el labio lo más fuerte que pude y él se alejó frunciendo el ceño- Está bien. Tú lo has pedido.
- ¡Yo no he pedido nada! No me hagas nada por favor... -Exclamé y es ahora donde entra el sentimiento de tristeza en mí, de nuevo.
Adam se me quitó de encima, pero no completamente. Sentí sus manos en el botón de mis jeans, me movía como loca en la cama para que no lograra su objetivo.
Me quitó al fin los jeans rápidamente sin importar mis frenéticos movimientos, me estaba muriendo de miedo, no quiero que abusen de mí. Después me quitó igual la blusa y el suéter que traía dejándome en ropa interior comprada por él como todo lo demás.
De repente veo que se pone de pie y va al baño volviendo rápidamente y con él trae unas cuerdas. No recuerdo haberlas visto ahí.
- Esto me facilitará el trabajo. -Sonrió de lado sin mostrar los dientes.
En menos de cinco minutos ya me encontraba atada de las muñecas y tobillos a las cuatro esquinas de la cama. Me trataba de quitar las cuerdas tanto como de las muñecas como de los tobillos. Pero no resultaba.
Él recorría lo largo de mis piernas con besos que me hacían estremecer. Ya me había calmado un poco, sólo un poco.
- Quiero que seas mía, completamente mía. -Susurró entre besos aún en mis piernas.
Cuando llegó a mi parte intima besó ésta por arriba de las bragas, lo que hizo que soltara un pequeño gemido sin querer.
- Te dije que te iba a gustar. -Me miró y sonrió.
- No me gusta esto. No me gustaría que me violaran. -Me quejé.
- Tú sólo disfruta.
Miré que dirigió su vista a mis pechos, se acercó y besó ambos por encima del bra. Cerré mis ojos, no quería ver nada de lo que me iba a hacer.
Sentí como quitaba los tirantes del bra, maldigo que se puedan quitar. Varios segundos después sentí mis pechos liberados y a él tocándolos. Cada toque de él me hacía estremecer sin importar en donde fuera.
Ahora creo que será estúpido pensar que no me va a violar.
- Al fin puedo tocarlos. -Murmuró. Aún seguía tocándolos. Hasta que dejé de sentir sus manos, ahora me los estaba besando, lamiendo, chupando. Debo de admitir que esto no se siente tan mal como pensé.
Como dos minutos o más dejé de sentir sus labios en mis pechos. Hubo una pequeña pausa sin que yo sintiera que me tocara. Hasta que sentí algo frío como si fuera metal cerca de mi zona íntima, abrí los ojos de golpe.
- ¿Qué haces? -Él tenía una tijeras y las estaba metiendo por mis bragas.
- Con esto no puedo hacerte mía. Las tengo que quitar. -Cortó mis bragas por los lados de las piernas y me sentí por un momento entre avergonzada y asustada por que me encontraba completamente desnuda y él me comía con la mirada- Eres perfecta. Eres hermosa _______. Y eres completamente mía. -Aventó las tijeras junto con mis bragas hacia el piso y se subió encima de mí lentamente.
- No me hagas nada, por favor. -Sollocé.
- Lástima, ya estás toda desnuda y no me puedo resistir. -Me besó desesperadamente y no sé por qué le empecé a corresponder de a poco. Adam se alejó de mi rostro un poco y sonrió pero con la respiración agitada, como yo- Me alegra que me correspondieras cariño. -Y me volvió a besar, y yo volví a hacer lo mismo...
Adam dejó de besarme para besar mi mejilla y después mi cuello, el cual mordió y lamió e hizo unos cuantos chupetones.
- Quiero dejar mi marca en ti, eres de mi propiedad. -Susurró en mi oído y mordió el lóbulo de mi oreja haciendo que soltara un pequeño gemido- Creo que ya no resisto más. -Se puso de pie y se quitó el bóxer, no sé en qué momento se había quitado la camisa.
Tiene un cuerpo que se podría decir que hace ejercicio. Me negué a mirar más abajo de su abdomen y creo que él lo notó ya que soltó una risita.
- Yo sé que quieres verlo, no te resistas. -Se volvió a poner encima de mí- Pero por lo menos lo podrás sentir. -Mordí mi labio inferior sin pensarlo.
Se puso de pie inesperadamente. Sentí sus manos en mi pie, lo desamarró e hizo lo mismo con el otro.
- Para que te sientas más cómoda. -Dicho y hecho eso se volvió a posicionar sobre mí, pero ahora abrió mis piernas y se colocó entre ellas.
Sentí como su miembro ya erecto tocaba mi entrada. Debo admitirlo, estaba un poco excitada.
- ¿Lista?
- ¿Qué? ¡No, no quiero! -Apenas si terminé de decir la última palabra él entró de golpe en mí. Cerré mis ojos por el dolor inesperado. Crucé mis piernas por su espalda aferrándome más a él. Esto no se sentía tan mal después de todo. Fueron unos segundos de dolor, claro, pero sólo porque entró completamente de golpe.
Sentía su pene duro en mi vagina, estaba grande, muy largo y grueso. Gemía repetidas veces, Adam sí que sabe dar placer. Sentí mis manos libres, así que las puse sobre su espalda. ¿Cuándo me había soltado?
Él se acercó a mí y me plantó un beso, el cuál seguí. Él metió su lengua en mi cavidad bucal, segundos después ambos nos encontrábamos en una guerra de lenguas. Adam se separó un poco de mí y sonrió, yo acerqué su rostro al mío y mordí su labio inferior.
- Qué salvaje. -Dijo apenas dejé de morderle el labio.
Sentí que ya estaba por correrme, tan rápido ante las grandiosas embestidas de Adam, las cuales aún no paraban.
- ¡Adam...! -Solté su nombre en un gemido.
- Eso es cariño, gime para mí, gime mi nombre. -Me dijo con la respiración agitada.
No aguanté más y pocos segundos después me corrí haciendo que el miembro de Adam se cubriera con mis fluidos. Él no tardó tanto después de mí, se corrió dentro dejando salir un gran gemido por parte de ambos. Clavé mis uñas en su espalda gimiendo de nuevo. Sentía el líquido de él en mi vagina, lo que hacía que sintiera más placer.
Salió de mí lentamente pero permaneció encima de mí. Se acostó sobre mí sin poner todo su peso. Pero después se acostó a mi lado y me tomó de la cintura haciendo que diera una media vuelta acostada en la cama y ahora yo estuviera en su pecho. Entrelacé mi pierna con la suya y ya no pude mantener mis ojos abiertos, estaba cansada. Poco a poco fui cerrando los ojos hasta quedar completamente dormida sobre él.