EL PORTADOR 1: El medallón p...

By AlejandroHernandez04

24.5K 1.4K 443

Sinopsis: Hay pueblos que ocultan secretos, cuando la luna llena brilla en el cielo. Un chico solitario escon... More

Preámbulo
1. Vestigio
2. Perseguido
3. Encuentro
4. Chica nueva
5. Primer indicio
6. Investigacion
8. Enigma
9. Memorial
10. Aberración
11. Información oculta
12. Cacería
13. Baile Siniestro (Parte I)
13. Baile Siniestro (Parte II)
14. Sorpresa Inesperada
15. Buscada
16. ¿Leyenda o realidad?
17. Ataque
18. Conflicto
19. Deuda di Vida
20. Linaje
21. Medallón perdido
22. Ruinas
23. Premonición
24. Colonia
25. Ángel de Muerte
26. Ira
27. Revelaciones (Parte I)
27. Revelaciones (Parte II)
28. Sacrificio
29. Aliados
Epílogo: Sombras emergiendo

7. Atormentado

780 51 11
By AlejandroHernandez04

Alexander notó una emoción que le era familiar cuando intentó abarcar de una sola mirada todo el edificio. Las pocas ventanas que alguna vez se habían visto iluminadas estaban sumidas en la penumbra, deshabitadas.

Al internarse en la neblina creada por el clima que imperaba en aquella parte debido a la humedad del bosque, Alex tuvo la desagradable sensación de estar traspasando un umbral al inframundo.

Al llegar frente a la puerta principal y escrutar el lóbrego pasillo a través de la verja de hierro, el chico pensó que debía haber imaginado la escena. Al acercarse vio que la entrada estaba bloqueada por la típica cinta policial de "Escena del crimen, no pasar".

Con precaución, el licántropo forzó el candado y la cadena que mantenían cerrado el barandal, y una vez que la cerradura cedió ante su magnífica fuerza el chico se abrió paso por el oscuro pasillo, hasta pasar por debajo de la cinta amarilla y entrar en el desordenado vestíbulo.

Alex no recordaba ni mucho menos aquella habitación en el modo deplorable en que se encontraba. Simplemente parecía que la casa había sido volteada patas arriba.

Los lujosos sillones de terciopelo, los taburetes y reposapiés de caoba, y el gran librero de fresno estaban volcados; montones de libros estaban esparcidos por todo el piso con hojas arrancadas y maltratadas, incluso el excéntrico candelabro titilaba escalofriante con los cristales hechos añicos.

Y si Alex no se equivocaba y estaba en lo cierto, pudo ver una mancha oscura cerca de las escaleras que parecía ser:

— ¡Sangre! Esto no lo hizo la policía—. Se dijo en un susurro poniéndose en cuclillas junto al charquillo y con dedos temblorosos, tocó el espeso líquido.

El chico se llevó el dedo impregnado directo a la nariz y lo olfateó, no tenía duda, aquella sangre era de Ximena Hargrove.

Con ahínco Alex se limpió la mancha en la bastilla del pantalón y se puso de pie.

Aunque Alexander sabía que la policía debía haber inspeccionado el edificio era obvio que aquello lo había hecho alguien más.

Por ello el teniente Teleur le había interrogado, todo aquello parecía el efecto de una persecución, un ataque, y finalmente, un asesinato.

Alex recordó entonces las palabras del kommandant:                                         

"Lo hice por evitar alarmar a la ciudadanía hasta no estar del todo seguro."

Por ello, la policía local había dicho a los periodistas que la muerte de la profesora había sido provocada por un animal salvaje, para no alterar al pueblo, y porque además no tenían demasiadas pruebas.

El chico recorrió con la mirada las manchas de sangre en el piso y vio que éstas se prolongaban, apenas perceptibles, hasta la puerta de acceso. El asesino había permitido que su víctima llegara a la salida incluso a mitad de la carretera, y parecía que entonces le había matado, haciéndolo parecer el ataque de un animal salido del bosque.

Alex lo sabía, estaba casi seguro. Un licántropo había sido el responsable, y en ese momento solo pudo sospechar de uno: su primo, Christopher Ivanov.

Mientras recorría el resto del edificio el chico lobo vio que todas las habitaciones estaban revueltas, ya fuera porque habían sido registradas por la policía, o porque el asesino había seguido a la profesora por todo el lugar para hacer más divertida la caza.

Al llegar a la lujosa cocina, en la que alguna vez él mismo había tomado una taza de café, vio que el gran cristal de la ventana estaba hecho trizas como si una gran criatura hubiera entrado por ella directamente del bosque.

A Alex se le enchinó la piel al imaginarse las escenas que allí habían sucedido, pero sabía que por el momento solo eran conjeturas suyas, que debía corroborarlo primero.

El chico salió de la ahora destartalada y oscura cocina para marcharse de una vez, pero al llegar al pasillo de la entrada reparó en algo. Un recuerdo. Una posibilidad.

Entre el revoltijo de muebles, libros, cristales y sangre, Alex notó semiculto el hermoso tocador de pino tallado, con la luna del espejo quebrada y los cajones abiertos y saqueados.

Decidido a descubrir algo el chico se abalanzó sobre la maraña de documentos dispersos alrededor del tocador pero vio que solo se trataban de exámenes y tutoriales, incluso había pomos rotos de perfumes caros y un peine de hueso tallado.

— ¿Por qué lo haces? — Preguntó consternado Alexander viendo a la suculenta mujer mientras peinaba su largo cabello castaño frente al espejo.

— Porque es lo correcto Alex— Respondió la profesora Hargrove sin voltear a ver al chico—. Sabes que no es correcto que una maestra y su alumno tengan amoríos.

Alex se encontraba semidesnudo, bajo la pulcra colcha blanca de la enorme cama sin poder dejar de ver a Ximena Hargrove.

— Suena tonto que te importe eso, solo tú y yo lo sabemos.

— Y muy absurdo que tú no lo razones.

La hermosa mujer dejó el peine de hueso tallado sobre el tocador y se giró para encararse al atractivo chico.

— Nos hemos divertido un tiempo y ha sido estupendo, pero no podemos llevar esto más allá de eso, jovencito.

Alexander se colocó el pantalón de mezclilla con velocidad y se puso de pie frente a la mujer de ojos marrón.

— ¿Por qué no puedes amarme mi dulce profesora? — Dijo el chico tomando a Ximena Hargrove por la cintura.

Ella se zafó juguetona de sus manos, y le sonrió.

— Porque eso que usted siente no es amor es deseo, mi pobre y dulce señor Branderburg.

— Tiene razón mi señora— Suspiró el joven— Usted libera mis más caóticos deseos.

La profesora soltó una carcajada mientras alargaba el brazo, entregándole al chico su camisa.

— ¿Me corres tan pronto?

— Ya le dije señor Branderburg, a partir de ahora sus clases particulares se enfocarán solo en la materia. Ahora que ambos ya hemos conseguido lo que queríamos.

Las última palabras de la profesora parecieron solo eso, palabras, pero Alex pudo notar un tono extraño en como las había pronunciado. Un tono de triunfo.

El joven Branderburg solo pudo sonreír ante ello, y de un momento a otro salió por la puerta abierta.

— ¡Maldición! — Se dijo furioso Alexander golpeándose la cabeza con las manos. — ¡Sal de mi cabeza!

El chico arrojó furioso el peine de hueso tallado contra la pared, donde rebotó y cayó con un golpe sordo al suelo.

Alexander intentó enfocarse en el momento y dejar sus estúpidos recuerdos de lado, necesitaba encontrar la respuesta.

Poniéndose de pie el joven examinó con más profundidad el tocador de pino. Si no recordaba mal, él mismo había visto en su última clase en casa de Hargrove una especie de cajón oculto, pero por más que forzó y tocó la madera ésta no parecía tener nada fuera de lo común.

— Tal vez solo me lo imagine— Resopló enfadado dando un fuerte golpe sobre el mueble y escuchó un silencioso tintineo.

Provenía del fondo del cajón de en medio.

Excitado, Alexander uso la fuerza bruta con la que contaba y extrajo por completo el cajón atascado.

Con extremo cuidado el chico volvió a escrutar cada detalle de la madera, el grabado, y el fondo del cajón, y entonces sus dedos toparon con algo apenas perceptible.

Era una especie de llavecilla de hierro floja; aquello era lo que había tintineado. Con prisa, Alex giró la llave y escuchó el chasquido de un seguro abriéndose.

Entonces pudo ver que la tabla del fondo, ahora estaba suelta.

Emocionado ante su descubrimiento el joven Branderburg tanteó en el suelo en busca de algo delgado y filoso para levantar la tapa, y dio de bruces con un largo y afilado cristal roto que le cortó el dedo.

— Estúpido vidrio— Dijo enojado mientras lo tomaba y con esmero lo utilizó para rasgar en los bordes de la madera, después de varios intentos ésta por fin cedió y Alex levantó la falsa tapa del fondo que parecía una puertecilla con bisagras, dejando entrever el compartimento secreto bajo el supuesto fondo.

Aquello era lo que Alexander había visto hacia poco menos de dos semanas.

Intentando ver un poco mejor en medio de la oscuridad, Alex sacó de su bolsillo el hermoso encendedor que utilizaba para sus cigarrillos y lo encendió.

Sosteniendo la pequeña llama ante la madera, Alex observó que en aquel pequeño resquicio oculto había algo. Mientras su mano descendía en picada hacia el fondo sentía como su corazón se precipitaba de emoción.

Pero entonces se sintió decepcionado.

En aquel recóndito escondite no había nada extraordinario, salvo un pequeño cuadernillo de cuero negro que si bien supuso el chico, era una agenda.

Alex abrió con coraje el pequeño librillo, en la parte donde una cinta de color amarillo se había quedado señalando la última cita de Ximena Hargrove, y al ver lo que había en aquellas páginas el chico sintió que el corazón se le volvía a acelerar.

Era solo una pequeña nota, con la cuidadosa y esmerada letra de la profesora.

-"Reunión con C. B. I. a las 23:15 p.m."-, bajo la fecha correspondiente al jueves 06 de abril.

Pero lo que llamó realmente la atención de Alexander, fue una fotografía que reposaba cuidadosamente en aquel apartado.

Alex sacó la imagen para verla más de cerca, y sintió con la yema de sus dedos que ésta parecía arrancada de algún papel en el que había estado pegada con Resistol.

Con la luz de la flama y los ojos entornados el chico miró la foto. Alex reconocería en cualquier sitio aquella mata de cabello alborotado y esos ojos hundidos. Era su primo y entonces Alex lo entendió.

Con velocidad devolvió la mirada al cuadernillo y releyó la nota, la última cita que Ximena había constatado antes de morir.

— Reunión con C. B. I. — Leyó lentamente—. C. B. I. —. Se repitió— Christopher Branderburg Ivanov—. Dijo finalmente en un susurro mirando alternadamente la nota y la foto.

— Te tengo—. Sentenció llenó de rabia volviendo a colocar la imagen en medio del cuadernillo que cerró y guardo en su bolsillo.

Y de pronto, recibió un susto de muerte.

— ¿Pero qué demonios? — El chico se quedó paralizado al escuchar aquella voz molesta en la entrada principal.

Tal vez con la emoción, no se había percatado de la llegada de nadie.

— Alguien ha roto el candado señor—. Dijo otra voz menos fuerte.

— Ah, tal como lo esperaba. El criminal siempre vuelve a la escena del crimen.

Al oír aquellas palabras Alex reconoció el ronco acento del teniente Teleur.

La policía estaba ahí y si lo descubrían estaría atrapado.

Con precaución el chico cerró la tapa del cajón y giró la llavecita de nuevo velozmente, para dejarlo a medio colocar en el tocador. No deseaba que supieran nada sobre aquel cajón secreto.

— Rápido, rodeen el edificio— Ordenó la voz de Robert Teleur desde el vestíbulo.

Alex se llenó de nervios al ver sombras de personas que salían y tomaban guardia alrededor de toda la casa. Debía salir de ahí de inmediato, y sin ser visto.

El chico se mantuvo inclinado, oculto como un gato detrás de uno de los sillones volcados mientras escuchaba pasos que se acercaban más a la desordenada habitación.

— Puedo oler tu miedo infeliz; esta vez te atraparé. No podrás huir— Escuchó que el comandante decía en un murmullo apenas perceptible.

Alexander observó desde detrás del mueble que el hombre de cabello militar estaba cerca de la escalera, parado a escasos palmos del charquillo de sangre y llevaba una pistola en ristre, listo para disparar a quién apareciera.

Aun sabiendo que una herida de bala normal no podría dañarle realmente el chico no deseaba ser herido, pues le reduciría fuerzas si perdía sangre, ya que no se había alimentado desde hacía tres días.

Y la pérdida de sangre con el vómito aquella mañana, complicaba la situación.

Cuando vio que el teniente comenzaba a subir las escaleras supo que era su oportunidad; si corría rápidamente podría salir por la puerta de acceso y perderse en la vegetación del bosque, donde sabía no le podrían alcanzar.

Alex no se lo pensó dos veces.

De un saltó,  salió repentino de detrás del mueble tirado y corrió como un leopardo directo a la salida. Con el rabillo del ojo pudo ver como el teniente sorprendido ante la aparición, había resbalado con la sangre y caído al piso, pero gritaba como loco alertando a sus hombres mientras disparaba a la oscuridad.

— ¡Rápido, inútiles, atrápenlo, va hacia la salida.

Pero el chico no se detuvo y consiguió atravesar el vestíbulo y la verja de hierro hasta toparse con el frío de la carretera y la niebla espectral que la cubría.

Alex escuchó más disparos, uno tras otro, que se perdían en el aire o chocaban contra los árboles, pero ninguno lo alcanzó.

También oyó los alaridos de rabia del teniente Teleur, que blanco como la cera había llegado a la salida y disparaba sin cesar contra el bosque.

— ¡Maldito bastardo! ¡Asesino! Te he de atrapar. ¡Infeliz! —. Gritaba mientras no paraba de disparar hacia la nada, pero Alexander Branderburg ya estaba lejos, perdido en la penumbra del oscuro bosque, y atormentado por el incansable recuerdo de Ximena Hargrove.

Continue Reading

You'll Also Like

92.2K 3.1K 54
La versión de Inciclopedia de este popular best-seller escrito por E.L. James, que ahora yo subo en Wattpad a fin de preservarla para las futuras gen...
509K 13.6K 17
Serie 'Fantasma de las arenas' Dos jóvenes arqueólogos en busca de la tumba de un místico faraón llamado Smenjkara. Se someterán a oscuras visiones...
811K 56.6K 126
15 años habían pasado desde aquel trágico día donde se les había sido arrebatada la felicidad, 15 años en donde la misma sonrisa rota se hacia presen...
94.2K 5.4K 38
Esta es una obra inspirada por Dios, enfocada en jóvenes que amamos a Cristo Jesús, fragmentos que sirven de edificación en base a la escritura.