¡¿Cómo puedo ser tan estúpida?! ¿Cómo permití que me besara? Y eso no es todo, ¡me gustó! Esto está muy, muy mal, ¿Con qué cara iré a hablarle a mi novio? ¡Harry! ¡¿Como pude olvidarme de él?! Como pude ser tan... —pero en ese momento los pensamientos de una pelirroja fueron interrumpidos por un choque con la persona que menos deseaba ver, se sentía realmente mal por haberle sido infiel a su novio.
—Ginny. Lo siento, iba distraído. —se disculpó el azabache.
—No te preocupes, creo que los dos lo estábamos.
—Sí. —suspiró y añadió algo serio y temeroso —: Ginny, ¿podemos hablar?
—Por supuesto, Harry, vamos. —los chicos se dirigieron a los patios. El silencio era terriblemente incómodo y la verdad no sabían por dónde comenzar.
¿Cómo le digo? Ginny debo confesarte que me acosté con la hermana de tú mejor amiga. ¡Por Merlín! Como desearía tener el Giratiempo de Hermione, pero tampoco le podría decir eso a Hermione. Le fui infiel... Y lo peor, no me arrepiento de lo sucedido esa noche.
—Creo que ya no es lo mismo de antes. —suspiró —. Nunca nos incomodó el silencio.
—Sí, lamentablemente ya no es igual. —aceptó la pelirroja sin alzar a ver los verdes ojos de su novio.
—Ginny, yo... —pero no salían las palabras.
—No tienes que decirme nada Harry, entiendo perfectamente lo que sucede y creo que lo mejor es quedar como amigos. —concluyó con simpleza.
—Sabes que te quiero mucho Ginny, pero ahora te veo de una diferente manera. —Ginny sólo asintió y le dedico una tierna mirada. No podía decirle lo estúpida que fue hace un momento, no podía dejar que él se enterara de eso así que prefirió callar. Harry le tomó un mechón de su rojo cabello y lo puso detrás de su pequeña oreja y le dio un pequeño beso en su mejilla dando a entender el fin de su relación.
—Ya llegara la persona correcta para ti, eres una gran persona, Harry.
—Para ti también Ginny. —sonrió, antes de retirarse.
***
Cerca a las Mazmorras se encontraba una azabache discutiendo con un Ravenclaw bastante guapo y musculoso.
—Yo de verdad quiero algo más que un rato en la cama, princesa. —repetía el muchacho una y otra vez.
—No sabes lo patético que te ves así, das vergüenza.
—Por favor, solo dame una oportunidad para hacerte feliz, te amaré como a nadie he amado. —suplicaba arrodillado a los pies de la chica.
—¡Levántate! —exclamó fastidiada —. No seas estúpido, el amor es para los idiotas sentimentales. —agregó con repulsión, ignorando como un chico pelirrojo se acercaba, al ver la escena se escondió detrás de un muro escuchando con atención.
—Yo te haré ver lo hermoso que es estar enamorado, solo necesito que me aceptes y no me rechaces más, Pansy.
—Parkinson para ti. —corrigió —. Ya te dije lo nuestro sólo fue una noche y date por afortunado de tenerme en ella. Ya estoy aburrida de escuchar estupideces, ahora largo de aquí, puede que esté perdiendo a mi próximo acompañante.
—A mí nadie me rechaza, Parkinson, que te quede muy claro. —la amenazó, tomando su rostro con fuerza.
—¡Suéltala! —exclamó el pelirrojo, saliendo de su escondite.
—¿Y quien eres tú para darme órdenes? —preguntó el chico arrogantemente.
Ron no soportó y le proporcionó un puño en su nariz.
—Asqueroso traidor a la sangre. —escupió el muchacho —. Pagarás por esta, Weasley.
—¿Pero qué demonios hiciste? No necesitaba tu ayuda, estaba bajo control. —manifestó Pansy molesta, observando al chico irse.
—Creo que con un gracias es suficiente.
—¿Cuánto escuchaste?
—Lo suficiente.
—Ni una sola palabra de esto, Weasley.
—No volverá a tocarte ni a faltarte el respeto.
—Weasley. —Pansy lo llamó, antes de que el pelirrojo cruzara el pasillo.
—¿Si?
—G-gracias —dijo la chica, haciendo que Ron sonriera y siguiera su camino.
***
Astoria estaba en la torre de Premios Anuales, después de la carta y de la extraña situación de su hermana, ese era el único sitio en el cual podía sentirse en compañía. Draco y Hermione no peleaban tan seguido como antes, es más ya hablaban civilizadamente, haciendo agradable la estancia en esa torre, aunque a veces para cierto rubio era un poco estresante su constante compañía, ya que no podía hacer lo que gustara o tener aquella conversación con la castaña. Astoria no soportaba la idea de no saber noticias sobre su hermana, hace mucho que se había ido con la compañía de Theo y aún no habían regresado.
—¿Qué tal que le haya pasado algo? —preguntaba la morena con preocupación.
—No digas eso Tori, ella debe de estar por llegar. —le dijo la castaña tranquilizándola.
—Y además, Theodore está con ella. —añadió el rubio.
—¿Pero qué tal que no la haya encontrado?
—No digas estupideces Astoria. —bufó Draco ya harto de las preguntas, ya se le parecía a Hermione con sus preguntas de sabelotodo insoportable.
—¡Malfoy! —regañó la castaña rodando los ojos.
—¿Dónde estará Blaise? —preguntó Draco.
—No sé. —respondió Astoria secamente.
—¿Lo podrías buscar y decirle que lo necesito con urgencia?
—Sí, claro. —aceptó Astoria, saliendo de la torre.
—¿Para qué lo buscas? —pregunto la ojimiel curiosa.
—No es tu incumbencia. —respondió fríamente —. Pero, si te incumbe otro asunto que teníamos pendiente.
—No teníamos ningún asunto pendiente, Malfoy.
—El del beso, necesito que me digas que sentiste.
—Otra vez con eso, Malfoy. —rodó los ojos.
—Volvemos a los apellidos, Granger.
—Ya te dije que no sé. —respondió, tratado de salir de ese tema.
—Entonces podemos retomarlo. —propuso, acercándose a ella.
—No lo creo. —negó alejándose, pero el chico le posó una mano en su cintura y la atrajo a él —. Sólo fue una excusa, ¿cierto? Llamar a Zabini.
—Sigues siendo una sabelotodo insoportable. —respondió con sorna.
—Y tú un hurón engre... —pero antes de terminar, la besó dejando su frase a medias.
Hermione no dudó en corresponder, pues aquel rubio oxigenado la tenía realmente loca, pero no debía aceptarlo en frente de él, su orgullo no le permitía caer tan bajo, aunque a decir verdad ese momento era único, ese beso cargado de deseo lograba hacerla sentir una infinidad de sentimientos y emociones únicos e inexplicables. Lo único que tenía claro era que cada vez que probaba esos fríos pero irresistibles labios caía rendida y desarmada a sus pies, era como probar filtro de amor, se volvía rápidamente la obsesión más grande sentida en su vida, eran incontrolables las ganas de seguir hasta que su aire se despidiera de su cuerpo. Finalmente Draco soltó los rojos labios de la castaña.
—No puedes decir que no sentiste nada porque sería la peor mentira escuchada.
Hermione se sonrojó violentamente.
¿Acaso este chico usó Legeremancia en mí?
—Draco no quiero que me confundas más.
—Eso quiere decir que si sentiste algo.
—Sí. —asintió.
—Mírame. —le pidió Draco notando como Hermione le evitaba la mirada, entonces fue cuando sus ojos gris y miel se encontraron para sentir una corriente pasar por toda su espina dorsal, entendiendo que ese beso estaba realmente lleno se sentimientos —. Eres demasiado orgullosa para decirme lo que realmente sientes cada vez que te beso.
—Eres igual o peor de orgulloso. —contraatacó algo molesta.
—Es diferente.
—No, no lo es.
—A mí me criaron para que no expresara lo que realmente siento Hermione, me es difícil decir lo que sale de un supuesto corazón que no tengo. —dijo molesto, apuntando su pecho.
—Draco si tienes corazón y es realmente lindo si sabes cómo entrar en él. —respondió la castaña, tocando el pecho bien formado del rubio, al sentir el tacto de la chica posó su mano en la de ella.
—Entiéndelo Hermione, una persona como yo no tiene nada bueno.
—No digas eso Draco, lo que hiciste fue porque no tenías opción.
—Dime que la ves y que no te causa repulsión. —manifestó el rubio, levantándose la manga de su camisa del antebrazo izquierdo. Hermione al verla se estremeció, pues tenía muchos sentimientos encontrados, pero sabía que Draco había cambiado e hizo lo que hizo sin opción alguna.
—Lo debiste haber hecho por una buena razón.
—Lo hice por mi madre, Hermione. Mi padre la torturaría y yo no sería capaz de dejarle sentir tal dolor —confesó.
Por primera vez Draco Malfoy hablaba de sentimientos con una persona y lo más increíble es que fuera su enemiga.
—Eres una buena persona Draco y por eso cuando me besaste sentí que fue lo mejor que me ha pasado en la vida y me di cuenta lo maravilloso que eres. —Draco abrió los ojos con sorpresa pues no esperaba eso de la chica, y menos que instantáneamente sintiera como su corazón se llenaba de algo que siempre estuvo vacío y que nunca creyó poder llenar. Sí, aquel rubio oxigenado, el hurón engreído sentía lo que es el amor.
***
Por otro lado, una rubia había llegado a su destino, se encontraba muy nerviosa pero decidida con lo que iba a realizar.
—¿San Mungo? ¿Estás enferma?—preguntó el azabache, la rubia solo ignoró a su amigo y entró al hospital mágico.
—Buenos días, en que podemos ayudarles. —preguntó la recepcionista a los jóvenes.
—Necesito una consulta. —contestó Daphne.
—Claro, ¿cuál es su nombre? —preguntó la recepcionista. La rubia lo pensó tres veces antes de contestar, no sería bueno dar su verdadera identidad con los recientes sucesos.
—Dorotea Green. —mintió, llevándose una mirada sorpresiva y de extrañeza por parte de Theo.
—En un momento la atienden.
—Gracias. —los chicos se fueron a sentar en una pequeña sala que había al final del pasillo.
—¿Dorotea? —inquirió Theo burlándose de su nombre ficticio.
—Bueno, ¿alguna otra idea? No quiero tener más problemas que los que ya tenemos. —respondió, pero en eso el sanador la llamó y Daphne entró al consultorio.
—Bueno, ¿en qué puedo servirle? —preguntó el sanador.
—Tengo la sospecha de estar en embarazo.
—Bueno eso la sabremos muy rápido. Tenga. — le dijo extendiéndole un pequeño frasco con una sustancia transparente, seguido saco una aguja de un empaque y pinchó su dedo —. sí se torna rosa es positivo y si queda tal cuál es negativo. —la chica derramó la pequeña gota de sangre al frasco y vio como la sustancia se fue tornando rápidamente de rosa —. Felicitaciones, me gustaría ser su guía en su embarazo, si me lo permite. —dijo finalmente el sanador, mientras que Daphne se quedaba observando fijamente el envase.
—Si claro. —aceptó, observando al sanador salir del pequeño consultorio —. Estoy embarazada de Harry Potter.