BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN...

By JoleHBellamy

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Los que no ven ninguna diferencia entre alma y cuerpo, no tienen ninguna de las dos cosas. -Oscar Wilde. Hist... More

ADVERTENCIA
SINOPSIS
P R Ó L O G O
1
3.
4.
BOOK TRAILER.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
Especial I
18.
19.
20.
21.
22.
Instagram
23.
24.
25.
26.
Especial II
Especial III
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
Especial IV
36.
AVISO.
37.
38.
39.
Portadas.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
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50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
GRACIAS
60. |Final|
Epílogo

2

98.9K 4.9K 195
By JoleHBellamy

Capítulo corregido.

N/a: 

Les recuerdo que tengo una cuenta secundaria donde subo/hago portadas a pedido. Si quieren alguna portada pueden pasarse por CardiaGraphics y revisar los ejemplos que tengo. Alguno puede gustarles. Nos vemos en una semana. 

Disfruten su lectura.

~*~

Observo a la rubia en mi puerta. Es idéntica a mí, salvo al par de ojos cafés que ella tenía en lugar de los azules míos y aquellas pequeñas marcas de edad. Alison Park, mi tía, me ofrece una enorme sonrisa mientras está de pie frente a mí. Es feliz, la enorme sonrisa en su rostro es lo primero que noto.

—¡Diablos, mira lo que un par de meses pueden hacer, Holly! ¡Estás enorme! —Ella me abraza y la dejo ser. Sus largos brazos me aprietan con más fuerza de la que demuestra y llego a quedarme sin aire. Cuando me libera, ella se ríe y no puedo evitar sonreír.

Verla me hacía un poco más feliz.

—Te esperaba luego de unos días— índico, dejando que la vergüenza llene mi voz. Los ojos café de Alison Parks se pasean por todo el recibidor. Hago lo mismo que ella, para terminar haciendo una mueca. El lugar era un desastre, apenas despertaba y las cajas que había dejado la noche anterior seguían ahí, mi sueño no se había cumplido—, aún no termino de colocar todas las cosas.

—Oh, no cariño —Me observa, dándome una amplia sonrisa. Sus ojos se posan sobre mí—, no tengo problema con eso, apenas tienes un día de haber llegado, tomate tu tiempo, te las arreglarás.

—Sí, lo intentaré —respondo, más para mí misma que para ella—. Pensé que tenías asuntos que arreglar con tu empresa en Inglaterra. —Camino detrás de ella, el repiqueo de sus tacones me hace estremecer ante cada paso que da, pero de todas formas la sigo.

—Cerrados y arreglados —responde, para luego dejar su gran bolso sobre la barra de desayuno. Ella se sienta en uno de los viejos taburetes que encontré en el ático y no puedo evitar hacer lo mismo. Al parecer, Alison era una mujer que sabía mantener las cosas un poco ocultas—. Veo que diste con el ático. ¿Te gustaron las cosas que hay ahí?

Claro, a quien no le gustaría aquel juego de sillones que ella mantenía bien cuidados en el ático, sin embargo, no podía abusar mucho de ella. Alison sólo me había dado la casa y yo prometí que sólo usaría las cosas que mi madre me dejó.

—Es terrorífico durante la noche —Un estremecimiento sacude mi cuerpo al recordar el montón de arañas que me había encontrado ante mi camino por cada taburete—, hay cosas que son útiles, pero te dije que yo misma me ocuparía de llenar la casa.

—Sabes que todo lo que está aquí es tuyo, mi niña. En mi departamento no cabe nada más— No puedo evitar poner los ojos en blanco. Esa siempre era la respuesta que Alison Parks usaba en mi contra. La única solución que encontraba con su sobrina terca—. Cierto —su ceño se frunce mientras rebusca en su bolso, del interior del mismo saca un sobre cerrado—. Encontré esto en el buzón mientras venía.

—¿Qué es eso?...

—Sí —su respuesta es rápida y sin una pizca de duda en su voz—, ¿la abres tú o la abro yo?

Alison no espera una respuesta de mi parte y, sin decir nada, desliza el sobre con lentitud hacía mí por la mesa. Mi corazón golpetea contra mi pecho con fuerza y el aire se drena de golpe de mis pulmones. Dentro de ese sobre descansaba por lo que tanto me había esforzado. Mi sueño y el sueño de mi madre.

Tomo el sobre, luego de deslizar mi mano con lentitud sobre la mesa. Mis dedos tiemblan un poco cuando lo tomo y mi respiración me abandona en una lenta exhalación.

—Tengo miedo de abrirla —murmuro, observando a mi tía. Sus ojos café me observan con cariño mientras me regala una cálida sonrisa. Animándome a abrir el sobre—, no sé si qué haré si no logro entrar, tía.

—El miedo es lo único que te separa de lo que realmente quieres hacer contigo, con tu vida. No dejes que algo tan insignificante te frente, si no te aceptan, sólo será un mal día, puedes intentarlo nuevamente, lo sabes. —Y ahí estaba Alison Parks. La mejor vendedora de bienes raíces y decoradora de interiores que tenía Nueva York. Aun cuando era la única Parks que conocía casi por completo, sabía que guardaba más cariño en su corazón que el resto de su familia.

Ella nunca me había contado todo lo que tuvo que vivir para tener lo que tiene ahora, pero mamá sí lo hizo. Había salido del mando de su padre para empezar con su empresa de bienes raíces. Alison Parks era el prototipo de mujer perfecta, luchador y sin miedo a lo que el mañana depare. A pesar de todo los traspases con los cuales se enfrentó durante su vida. A día de hoy, el haber sido calificada como mujer infértil, no la detuvo de seguir siendo la mujer en la que se convirtió, sin embargo, muy en el fondo sabía que Alison quería tener un hijo propio.

Tal vez, algún día se cumpla su deseo. Quién sabe.

—Me alegro de haberte conocido, tía —No puedo evitar dejar el sobre sobre la mesa y la abrazo con cuidado de no caer al suelo junto a ella. Alison corresponde a mi abrazo y luego se separa de mí, señalando el sobre con la mirada, invitándome a abrirlo. Tomo una última antes de proceder a romper el delgado sobre.

El delgado material de la hoja hace que mantenga la forma doblada del sobre y agradezco mentalmente por no haber visto la respuesta tan solo al abrir el sobre.

—La Universidad de Columbia en Nueva York —susurro, sintiendo como el nerviosismo amenaza con hacer que mi corazón se salga por mi boca. Paso por alto todos los saludos y cordialidades que tiene la carta y continuo—: Estimada Holly Parks, a través de la presente, la universidad y el comité encargado, le informa que su solicitud de ingreso y beca simultánea ha sido aceptada...

Termino susurrando las últimas palabras y el papel cae al suelo cuando Alison me rodea con sus brazos. Había ingresado. Luego de tanto tiempo de esfuerzo y estudios, había logrado entrar. Luego del primer rechazo que había obtenido, me había puesto de pie y lo había intentado nuevamente.

—¡Te aceptaron, Holly! — parpadeo con rapidez, regresando en sí cuando Alison me aprieta con algo más de fuerza. Luego, como si nada, se separa de mí y toma el papel en sus manos. Lo lee con detenimiento y se sorprende cuando lee algo más—. El semestre inicia en tres semanas.

—¿Qué?

—Eso dice aquí, Holly —Señala la hoja, para luego sacudirla frente a mí—. Debemos hacer compras.

—Alto —digo, quitándole la carta de las manos. Alison me observa con confusión y como si me hubiera vuelto completamente loca—. Te amo, lo sabes, pero debes entender que debes parar, no quiero que gastes más dinero en mí, no más de lo que ya has gastado. Puedo pagar por lo que necesite de ahora en adelante. Tengo una beca, tendré opciones para ganar dinero extra. Lo sabes.

—Eres mi familia, Holly —dice, suena lastima y ella sabe lo tanto que me afecta eso, sin embargo, no le dejaré ganar esta lucha, no hoy—, sólo quiero compensar lo que él...

—¿Escuchas lo que dices? —digo, tomando su mano, para que entienda lo que trato de decir—. Tú no tienes que compensar nada. No eres culpable de cómo ocurrieron las cosas. No puedes arreglar algo que él destruyó. No de esa manera.

—Holly, cariño...

—Nada de Holly —digo, obligándome a sonreír. Aprieto su mano mientras la observo con cariño—. Ti, no debes hacer nada de esto, ya hiciste suficiente por mí y mamá —. La rubia me observa por lo que parece una eternidad y, cuando creo que no dirá nada, suelta un suspiro y relaja sus hombros notablemente.

—Holly, debes sentarte antes de que te diga lo que tengo que decirte —Me siento un poco confundida por el tono que su voz toma. Cuando ve que no me muevo, tira de mis manos y me obliga a sentarme en la pequeña mesa de comedor que ella había dejado en la casa—. Creo que ambas aquí presentes tenemos ciertos sentimientos hacía la familia Parker. Tu padre, mi hermano, sabemos que es un cobarde, él dejó eso muy claro.

—Eso lo sabemos, al menos los que conocimos parte de su lado malo —Asiento, dándole la razón.

—A pesar de todo lo que ocurrió, sabes que él te ama, ¿no?

Un bufido se escapa de mi parte y me gano una mira no tan convencida de Alison.

Ambas sabíamos que Alexander Parks amaba más el dinero que a su propia madre, o al menos, eso lo había demostrado cuando dejó abandonada a mi madre, embarazada y sin un solo centavo. Dejándola en las manos de las frías calles de Nueva York, dejando de lado a la mujer que le prometió amor eterno y a la cual no pensó dos veces en dejarla a su suerte.

Junto a una niña que aún no nacía.

—Creo que él sólo ama los millones que ha logrado luego de lo que pasó.

—Puede que sea así, pero también ambas sabemos que ninguna de las dos sabemos que pasó en realidad luego de que Alexander dejará a tu madre. Ni él ni ella nos dijeron una sola palabra —Por primera vez, veo a Alison Parks nerviosa. Sus manos se mueven con un poco de rapidez. Se levanta de la silla que ocupa frente a mí y se encamina hacia la barra de desayuno, observo como rebusca algo en el interior de su bolso; lo que parece ser una chequera y varias tarjetas de crédito, aparecen del interior—. Esto te pertenece, Holly.

—¿Qué significa esto? —musito, observando el montón de tarjetas que Alison coloca sobre la mesa. La rubia traga saliva, haciéndome conocer cuán incomoda se sentía por toda esta situación. Toma una lenta respiración y decide ocupar nuevamente su lugar frente a mí.

—Antes de que cumplieras los dieciocho —Empieza, haciéndome notar cuan nerviosa e incómoda se sentía— él abrió una cuenta en el banco... una cuenta a tu nombre. Tu mamá estaba al tanto de todo esto.

—¿Qué? ¿qué quieres decir con eso, tía?

—¡Ella me obligó a no abrir la boca, sabía cómo reaccionarías a todo esto! —Se apresura a aclarar. Mi tía se muestra muy avergonzada, más de lo que la había visto algún día—. Tú mamá sabía lo terca que es su hija y creyó que lo mejor era mantener todo esto en secreto —murmura—¸ a pesar de todo, ella nunca te enseñó a odiar a Alexander.

—Nunca lo odié —aclaro, negando con la cabeza—, hasta lo que ocurrió esa noche.

Alison asiente, completamente de acuerdo y yo aprovecho para observar las tarjetas sobre la mesa. Creo que cualquier persona en mi lugar optaría por lo más beneficioso; lo cual sería tomar todo sin preguntar, sin embargo, no quería hacerlo. El dinero que necesitamos durante tantos años ahora estaba frente a mí, tal vez hasta multiplicado por diez, sin embargo. No podía aceptarlo. Esto no era más que la muestra de caridad que él trató de darme todos estos años. Tal vez sólo lo hacía por la sangre que corría por mí y no porque algo lo conectaba a mí.

Creo que, después de todo, mamá lo pensó muy bien al mantener todo esto como un secreto.

—No quiero nada de eso, tía... —El chirrido de la silla se escucha tan fuerte dentro de la casa, que eriza mi piel. Mis pies se mueven por si solo y lego hasta la sala, seguida por el repiqueo de los tacones de Alison.

—Ese dinero es tuyo, Holly. Te pertenece.

—¡Nada de ese maldito dinero me pertenece!, ¡ni ahora ni nunca! —Mi grito se escucha estrangulado, como si las lágrimas estuvieran luchando por quedarse dentro de mí y no correr libres por mis mejillas. Una foto que tenía junto a mamá entra en mi campo de visión y no dudo en tomarla entre mis manos. Cuando lo hago, una pesada lágrima cae sobre el cristal del marco y vuelvo a dejar todo en su lugar para luego observar a Alison—. No quiero tener nada que me conecte a ese hombre. Sabes muy bien que él no es mi padre, se perdió es título hace muchísimo tiempo. No puede venir ahora como si nada a intentar comprar mi cariño con dinero.

>>Porque yo no tengo padre.

—Holly...

—Será mejor que te vayas, tías —susurro, limpiando un par de lágrimas con algo de rabia—. No me siento bien y no me gustaría pelear contigo, ¿sí?

Alison asiente, logrando entender mis palabras. Me sujeta por las mejillas y deja un beso en mi frente. Luego, como si nada, tira de mi brazo y me rodea con un apretado abrazo, al cual correspondo hundiendo mi rostro en su cuello. Tal y como hacía cuando era niña.

—Te amo, mi niña.

—Y yo a ti, tía —farfullo, luego de que ella me libera de su abrazo. Observo como hace su camino de vuelta a la cocina y, segundos después aparece nuevamente en mi campo de visión, ésta vez, llevando consigo su bolso. Una leve sacudida de mano en mi dirección me indica que ha sido suficiente por hoy.

Lo último que escucho de Alison Parks por ese día, era el azote de la puerta al cerrarse detrás de ella. Como si nada, me dejo caer en el suelo junto a las cajas.

Un sollozo estrangulado se libera de mi pecho y las lágrimas no tardan en caer por mis mejillas. El dolor en mi pecho era lo que había sentido todos estos años al crecer con mi madre y luego verla morir, sin poder hacer nada por ella.

Conocía a Alexander Parks por medio fotos en los periódicos y entrevistas huecas.

El gran Alexander Parks. Multimillonario y uno de los hombres más respetables de los Estados Unidos. El padre de la familia perfecta.

Lo odiaba.

Odiaba en lo que mi vida y la de mi mamá se habían convertido desde que decidió que lo más importante para él era el dinero. Odiaba como mi madre se expresaba de él, aun cuando la dejó a su suerte, embarazada y sin un solo centavo. Sufría por las noches en la que deseaba no haber nacido para que la vida de mamá hubiera sido un poco mejor.

Al menos un poco de la vida que tuvo al aceptar cargar conmigo.

El recuerdo de la carta de aceptación regresa a mí de golpe y, como si se tratara de una bola de demolición, todas las piezas caen en su lugar. Me habían aceptado y está vez no había sido por mí. Me habían aceptado por él. Por su poder. Por el maldito apellido Parks.

La mala corazonada que estaba teniendo, sólo me llegaba a aceptar que él estaba detrás de esa beca.

¡¿Cómo no?! ¡El tipo estaba forrado en billetes! Comprar un lugar en Columbia sólo habría constado en unas cuantas donaciones y nada más. Algo sencillo para él.

Me levantó como resorte del suelo, limpiando mis lágrimas con la parte baja de mi camisa y me encamino a la cocina. Al lugar donde había dejado la carta. Mis pies se mueven con rapidez y me obligo a detenerme de golpe cuando veo las tarjetas y la chequera sobre la mesa.

Alison las había dejado aquí.

Negándome a darle más importancia de lo que merecían los documentos, tomo la carta junto a los mismo y observo cada uno de los detalles escritos.

Había ganado la beca completa. Mi puntaje había sido tres de los más altos. Tal vez después de todo, mis corazonadas no eran ciertas. Tal vez el odio me estaba haciendo ver fantasmas donde no los había. Había estudiado más para ese examen que en toda mi vida escolar.

Creo que, después de todo, valió la pena todo mi esfuerzo... o, tal vez, sólo tal vez, Alexander Parks tenía algo que ver con respecto a la beca.

—No puedo dejar que esta oportunidad se vaya —tomo una lenta respiración—, ¿qué harías tú mamá? — arrullo, respirando con lentitud. Quería aclarar todas mis dudas y liberar mi mente de todo lo malo.

Alexander Parks no sabía nada sobre mí, al menos eso es lo que mamá me contó cuando tenía doce. La última vez que lo vio fue cuando aceptó darme su apellido. Luego de eso, él desapareció de nuestras vidas y nosotras de la suya.

Igualmente, Alison se había alejado de la familia Parks cuando su madre murió. Ese mismo día se enteró lo que su hermano mayor había hecho y no dudó en dar con nosotras en el año siguiente. Durante ese año pagó más investigadores de lo que alguna vez había hecho, pero no se rindió hasta encontrarnos.

Lo cual hizo muy bien.

—Alison no pudo haberle dicho nada... Ella no sería capaz.          

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