Alissa ✔️

Da Deborah_Coria

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Alissa
DEDICATORIA
♠ Prólogo ♠
♠ Ocultos por la luna ♠
♠ Noticia inesperada ♠
♠ Pequeños secretos ♠
♠ Nostalgia ♠
♠ Secretos oscuros ♠
♠ Camino a la perdición ♠
♠ Último recurso ♠
♠ La boda ♠
♠ La historia de Narisa ♠
♠ Sin perdón ♠
♠ Sombras en la oscuridad ♠
♠ Revelaciones ♠
♠ Pérdida de la Inocencia ♠
♠ Bienvenida a la Oscuridad ♠
♠ Condenada por Amor ♠
SEGUNDA PARTE ♠ Bienvenida al nuevo mundo ♠
♠ De regreso al pasado del nuevo presente ♠
♠ El Primer amor de Narisa ♠
♠ De Regreso a la Oscuridad ♠
♠ En busca del amor♠
♠ Prisionero del Deseo ♠
♠ Victoria ♠
♠ Rosas Negras ♠
♠ La Piedra de Luz ♠
♠ Sedienta de Maldad ♠
♠ La Profecía ♠
♠ La Semilla del Mal ♠
♠ La era Oscura ♠
♠ La Rebelión ♠
♠ Lealtades y Traiciones ♠
♠ Preludio en tinieblas ♠
♠ Ensueño ♠
♠ Epílogo ♠

♠ El infierno se desata ♠

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Da Deborah_Coria

Narisa, al notar lo complicado que estaba Leonardo, decidió unirse a él para ayudarlo a vencer a aquel malévolo ser. Abrió sus brazos acumulando mucha energía y golpeó la tierra, generando que muchos agujeros negros se abrieran tragándose al enemigo. Pero ese movimiento no causó daño alguno a Tadeus, porque con agilidad voló para evadirlos. Narisa se concentró en acumular mayor cantidad de energía, pero fracasó una vez más.

Tadeus comenzó a sentirse acorralado por sus dos oponentes, por lo que los empujó con su poder telequinético. Sabía que, si lograba herir a Narisa, su mitad humana la mantendría inconsciente y así sería más fácil liquidar a Leonardo. Empujaba una y otra vez a ambos sin permitir que se levantaran. Con lo que no contaba Tadeus era que Narisa generaba un escudo protector, el cual impidió que continuara empujándolos. Ante tal suceso, desapareció ante los ojos incrédulos de ella.

—No te preocupes, yo puedo hacer lo mismo y localizarlo.

Leonardo se sumergió entre las sombras en busca de Tadeus, pero no lograba verlo. Narisa dejó el escudo y abrió sus brazos para generar energía. Si bien no lo veía, no significaba que no pudiera hacerle daño y vencerlo. Estaba tan concentrada que no advirtió que Tadeus estaba tras ella. El joven comenzó a adentrarse en la mente de la mujer e hizo que lanzara su poder contra su propio clan. Rió al ver los resultados, disfrutando el momento.

Tadeus utilizaría ese poder para vencer a Leonardo. Una vez que apareció frente a Narisa, quien se encontraba acumulando más energía, hizo que la liberara y desapareció mientras su risa resonaba en el viento.

Leonardo no tardó en volar para no ser tragado por el agujero. Debía hacer algo para sacarla de ese trance. Se precipitó sobre ella y la lanzó contra el suelo, sacándola de su estado de hipnosis.

—¿Qué pasó? —preguntó algo confundida y con jaqueca.

—Te manipuló y usó tu poder contra nosotros.

Narisa se sintió torpe. Con ayuda de Leonardo se puso de pie y buscaron a Tadeus, pero había desaparecido una vez más. De pronto, Narisa volaba por los aires a causa de un poder superior y golpeaba su cabeza contra un muro casi destruido, el cual terminó de quebrarse y cayó sobre el cuerpo de la mujer.

Leonardo se encolerizó. Tal vez el lado inmortal de Narisa la mantendría con vida unos minutos más, pero su lado mortal estaba muy debilitado. Avanzó con furia hacia Tadeus generando un sonido gutural que lo estremeció. Rodaron por los aires, enredados en una batalla aérea.

****

David y los demás se encontraban en las puertas del sótano de la mansión. Tal cual previeron, estaba abandonada. Debían pensar en algo para atraer a la joven a su lado y así poder sacarla. Ya después verían cómo romper el encantamiento de la piedra.

Con una gran bola de energía, David rompió la puerta del sótano. Descendieron a gran velocidad y rodearon a Victoria y sir Thoumas. Ambos se hallaban sentados en tronos improvisados y bebiendo sangre en sus lujosas copas.

—Los estábamos esperando —anunció Victoria a la vez que agitaba su copa y se aferraba a una caja que descansaba en su regazo.

El silencio ensordecedor incomodó a todos. David observó a su alrededor en busca de su hermana y logró divisarla inconsciente en un ataúd. Un sentimiento de rabia e impotencia creció dentro de él, corrió en dirección de Victoria y sir Thoumas para envolverlos con sus alas invisibles y luego estrangularlos. Pero su acto se vio frustrado en cuanto el hombre le lanzó una bola de energía que lo expulsó contra un muro.

Los nueve hombres restantes avanzaron contra los dos enemigos, quienes los detenían con bolas de energía y teletransportándose de un lugar a otro.

Mientras los demás se entrelazaban en una lucha desigual, David se levantó y voló hasta Alissa. Se cortó la muñeca y la hizo beber de su sangre. Poco a poco fue despertando. Al principio se sintió confundida, pero recordó lo que había sucedido. No reconoció a David, por lo que lo empujó con su poder de telequinesis contra la pared. El joven supo que era momento de fingir ser quien no era. Se levantó y avanzó hasta ella, arrodillándose ante la reina que era.

—Mi señora, grandes batallas se liberan al sur. Tadeus supo del engaño y traición de su padre y la bruja, por lo que nos envió a buscarla.

Alissa se mostró dubitativa, pero el joven parecía decir la verdad. Le hizo señas para que se pusiera de pie y le sonrió. David se sentía emocionado de ver a su hermana y que no lo rechazara. Significaba que se había ganado su confianza a través de una mentira, pero eso era lo de menos.

El grito agudo de Alissa paralizó a todos los presentes, debilitándolos. David sabía que no debía perder el tiempo y le hizo señas a Darius. Con sus manos envió el ataque de muchos murciélagos hacia Victoria. David aprovechó la ocasión para correr a gran velocidad y estrangularla con sus alas invisibles. La pelirroja cayó muerta a los pocos segundos. Aquello no inmutó a sir Thoumas, quien incineraba a cuatro de sus oponentes.

Alissa no dejaría que el oscuro ser se saliera con la suya, por lo que comenzó a generar energía en forma de embudo y lanzó a sir Thoumas contra una de las paredes. Darius estaba listo para continuar el ataque e intentó meterse en su cabeza generándole mucho dolor, pero aquel se levantó y lo incineró.

—¡No! —gritó David, sabiendo que acababa de perder a uno de sus mejores hombres.

Iracundo, avanzó veloz hasta sir Thoumas, envolviéndolo para estrangularlo. Pero aquel se desvaneció y solo logró que David golpeara contra una de sus alas. Alissa voló en ciento de murciélagos y lo envolvió, elevándolo por los aires. David aprovechó para lanzar bolas de energía, derribándolo al instante.

Uno de los hombres le pasó un cofre de madera que descansaba junto al trono improvisado de Victoria. En su interior encontraron las piedras desaparecidas. Al no saber cuál era la piedra de luz —ya que todas se veían similares—, tomó una. Se activó en forma de escudo protector contra sir Thoumas. Su maldad se vio reflejada y poco a poco comenzó a ahogarse como consecuencia del fuego que se encendía en su pecho, su malévolo corazón se había reflejado. A los pocos segundos se convirtió en polvo y cayó con violencia al suelo, provocando un sonido sordo.

Alissa se paró en la puerta del sótano y volteó a mirar. Luego salió volando en busca de Tadeus, seguida por los demás hombres.

****

Grandes pérdidas habían dejado aquella sangrienta batalla del bien y el mal. Tadeus y Leonardo aún continuaban luchando por el corazón de la bella joven, sin notar que muchos de sus hombres se habían convertido en cenizas y que muchos de los cazadores yacían muertos en el suelo frío.

Alissa caminaba entre los cadáveres tratando de luchar contra la sed que quemaba su garganta provocada por el hedor de la sangre que emanaba de los cazadores fallecidos. Intentaba concentrarse buscando a su amado esposo, pero sus ojos se clavaron en las ruinas del castillo, recordando un pasado al cual jamás regresaría.

Pronto sus ojos se cruzaron con una silueta masculina que le resultó familiar. Leonardo tenía su camisa desgarrada por la batalla y dejaba al descubierto su marcado torso herido por la lucha. Notó que la vida de su amado se encontraba en peligro en manos del asesino de su padre y eso la encolerizó.

—Hay que proteger al rey. Quiero al asesino de Leonardo solo para mí, seré yo quien le regale el toque de la muerte.

David intercambió miradas con sus hombres. Sabía que sería bueno alejar a Tadeus de Leonardo para que quedara a solas con ella, pero sus palabras dejaron al descubierto el odio contra el hombre que por muchos siglos estuvo esperando. No podían arriesgarse a que lo matara sin que ella fuera salvada.

Su hermano trató de sacar una de las piedras de la caja de madera, pero todas cayeron al suelo y ya no pudo reconocerlas, no sabía cuál era la que ya había utilizado. Así que dejó de lado la magia de las piedras y dejó todo en manos del destino.

Alissa avanzó a gran velocidad hasta llegar a su esposo y lo besó, provocando rabia en Leonardo, que miraba la escena perplejo. Trató de que sus sentimientos no lo cegaran, pero fue inevitable que sus ojos se llenaran de lágrimas al ver que la mujer que tanto amaba le profesara un amor tan leal a un hombre que no albergaba sentimiento alguno por ella y que la mantenía engañada. Debía hacer algo para llamar su atención y revelarle la verdad.

—Alissa —susurró inaudible. Su corazón comenzó a latir por primera vez después de tanto tiempo. Su cuerpo se estremeció al verla tan cerca pero lejos al mismo tiempo—. Cuéntale la verdad —exigió.

Alissa lo miró con odio, pero le causó curiosidad lo que el asesino había dicho. Si bien estaba segura de la historia que conocía, recordó leer en el cuaderno que una vez le perteneció que su madre no había muerto en el incendio en el que su padre había encontrado su fin.

—¿De qué habla? —le susurró a su marido para que nadie los oyese.

—Habla de que tu madre es una traidora —vociferó Tadeus para desafiar a Leonardo. Alissa quedó desconcertada, pues no entendía por qué su madre, a quien tanto amaba, era una traidora—. Nuestro matrimonio fue arreglado desde antes de que naciéramos y ella se empecinó en romper tal compromiso, ayudando a este desertor a que te raptase. No podía contártelo ya que, luego del incendio que acabó con la vida de tu padre, tu mente se bloqueó y reemplazaste ese recuerdo con una muerte que no existió.

—¿Por qué mi madre contrataría a un desertor para secuestrarme? —la historia no tenía mucho sentido, pero recordaba un beso fugaz entre ella y Leonardo.

—Porque tu madre es una desagradecida. Mi padre la salvó cuando su aldea se incendió. Él la amó, pero ella escapó con tu padre. Luego de eso, mi padre aceptó la derrota y le pidió que unieran sus reinos casando a sus hijos. Tu madre nunca aceptó que me amaras como lo haces, cariño.

—Así como él nunca aceptó ser una aventura de verano y que yo decidiera convertirme en tu esposa por amor y no por obligación.

Leonardo no podía creer las mentiras que escapaban de la boca de Tadeus. ¿Cómo era posible que le creyera todo lo que decía? Todo por el encantamiento de la piedra que colgaba de su cuello.

David le hizo señas a Leonardo para que lograra que Alissa se apartase de Tadeus así ellos podían matarlo, ya que no había notado que la joven había llegado junto a ellos.

—Esa no es la verdad.

—Ah, ¿no? —Alissa lo desafiaba con la mirada—. ¿Entonces me quieres decir por qué provocaste todo ese caos hace muchos años atrás? ¡Justo cuando estaba por casarme con el hombre que tanto amo!

Alissa se veía exaltada. Tadeus sonreía ante tal escena mientras Leonardo miraba incrédulo a la joven.

—Es todo tuyo, cariño. Sé que has estado esperando por años para reencontrarte con él.

La soberbia en sus palabras mezcladas por la ironía provocó en Leonardo mayor ira de la que imaginaba. Avanzó lento hacia donde se encontraba y, estando cara a cara con Tadeus, no pudo evitar amenazarlo.

—O le cuentas todo o yo lo haré.

—Yo me encargo —susurró la joven a su marido y empujó a Leonardo, quien puso un poco de resistencia—. No sabes con quién te estás metiendo. Tu cabeza rodará a causa de tu osadía.

—No sabes de lo que estás hablando —se defendió Leonardo.

Alissa no quería perder el tiempo hablando con el enemigo. Un grito ensordecedor obligó a Leonardo a retroceder y taparse los oídos. La joven aprovechó la ocasión para generar un embudo de energía para lanzarlo varios metros de donde se encontraban.

Tadeus reía y aplaudía con soberbia el enfrentamiento entre antiguos amantes. Disfrutaba de la escena que se desarrollaba frente a él, estaba ansioso por ver cómo Alissa desollaba a su rival.

David apartó a sus hombres para idear un plan para atacar a Tadeus sin que Alissa lo notase. Pero debían hacerlo antes de que acabara con la vida del único hombre que podía hacerla regresar a la realidad.

Leonardo se hizo invisible para confundirla y así ganar un poco más de tiempo para pensar en cómo hacer para que ella recordara todo. No contaba con la piedra de luz para hacerlo, así que debía ingeniárselas. La tomó por atrás sosteniendo con fuerza sus brazos.

—No eres más que un cobarde que ataca por la espalda.

—Sabes que no es así, no te quiero herir. Pero no me dejas más opciones.

Alissa voló en cientos de murciélagos haciendo que Leonardo trastabillara. La miró y voló hacia ella, tomó a uno de los murciélagos para obligarla a adoptar su figura humana. Sus miradas se cruzaron y algo en particular asustó a la joven: su corazón latió con fuerza. No recordaba cómo se sentía su corazón golpeando fuerte su pecho.

No quiso paralizarse, por lo que lo empujó con su poder telequinético. Leonardo golpeó con fuerza contra el suelo. Se retorció de dolor, llevando sus manos a su costado derecho del abdomen. Alissa se paró frente a él y tomó su daga, la cual solía llevar en su bota izquierda.

—¿Quieres una muerte lenta como la que le propiciaste a mi padre o una muerte rápida?

—Por primera vez en tu vida no seas terca y escúchame. No fui yo quien mató a tu padre. Sir Thoumas blandió su espada en su corazón, tu madre puede confirmarlo.

Pero su madre yacía bajo pesados escombros que conformaron una pared tiempo atrás. Alissa miró a su alrededor con total soberbia.

—Pues, no veo a la traidora.

—Tadeus la lanzó contra aquel muro —señaló.

Alissa notó medio brazo sobresaliendo del escombro, pero podría ser el cuerpo de alguna cazadora. Después de todo, no debía confiar en él. Regresó su vista hacia el lugar donde estaba el joven, pero parecía haberse desvanecido como por arte de magia.

—¡Maldición!

Leonardo se abalanzó sobre ella y la redujo en el suelo, tomándola por las muñecas. La joven ejercía mucha fuerza para liberarse, pero él no lo permitiría hasta que escuchara la verdad proveniente de su boca.

—Íbamos a escapar con tal de que no te casaras por obligación.

—¡Mientes! —vociferó.

—¡Escúchame! —gritó cansado de su negación—. Si no fuera porque Tadeus nos alcanzó en el establo ahora estaríamos juntos luchando contra él y no entre nosotros.

Alissa recordó sus perturbadores sueños que la despertaban cada vez que intentaba conciliar el sueño. Pesadillas que Tadeus había ayudado a bloquear. ¿En quién podía confiar? Sus ojos se llenaron de lágrimas, parecía que el relato de su enemigo tenía más sentido. Buscó con la mirada a Tadeus que se encontraba parado junto a ellos con una daga en la mano, la cual clavó con rabia en la espalda de Leonardo a la altura del corazón. El joven sintió un dolor punzante que lo aturdió y lo obligó a soltar a la joven. Se tumbó en el suelo y observó a Tadeus ayudando a Alissa a levantarse.

—¿Te hizo daño, cariño? —preguntó fingiendo preocupación.

—No, estoy bien —Alissa se sentía confundida. Observó la daga en su mano y luego desvió su mirada hacia el mal herido Leonardo.

—¿Qué vas a hacer? ¿Creer en lo que un extraño te dice o en el hombre al cual amas?

Esa era una gran pregunta. Claro que Alissa no sabía que "amaba" al hombre equivocado. No podía continuar dudando. Justo cuando se decidía a matar al supuesto rival, David embistió a Tadeus, cayendo ambos al suelo. Con ayuda de sus hombres lo redujeron.

—¡Mátalo, Alissa! —gritó David—¡Mátalo!

Alissa no mataría a su esposo, por lo que dirigió su daga hacia el "traidor" de David, matándolo lentamente, disfrutando del dolor que demostraba el joven.

—Nadie me traiciona.

—No... —balbuceó en su último aliento hasta que sus cenizas ocuparon un lugar en la tierra.

Clara lanzó una flecha de plata directo al corazón de Tadeus, matándolo de inmediato.

—¡No! —gritó Alissa, desgarrada por el dolor de perderlo.

Miró a Leonardo, culpándolo de todo su mal. Caminó furiosa hacia él y se agachó para clavarle la daga en el corazón. El color rojizo que habían adoptado sus ojos dejaba al descubierto la bestia en la que se había convertido por culpa de la codicia y obsesión de Tadeus. Aquella mujer dulce había muerto para siempre.

En cuanto la daga se clavó en el pecho del joven, él le arrebató la piedra de fuego que colgaba con delicadeza en su cuello. Segundos más tarde, los ojos rojizos volvieron a la normalidad. Miró la escena a su alrededor, un gran caos la rodeaba. Miró sus manos aferradas con fuerza a la daga aún clavada en Leonardo. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras la angustia se apoderaba de ella y sus manos temblorosas acunaron el rostro del joven.

—¡No, no, no! —repetía una y otra vez, desesperada por salvar al hombre que amaba—. ¿Qué hice? —se llevaba las manos ensangrentadas a su rostro, no entendía lo que había pasado.

—Ta... de... us... —susurró Leonardo.

—No hables. Debo ir por ayuda.

Leonardo tomó las manos de la joven y las apretó con fuerza. Sabía que ya nada podía hacer, su vida estaba perdida, pero sabía que no había sido en vano. La mujer que tanto amaba al fin lo recordaba en su lecho de muerte.

—Piensa en mí... cada vez que la luna asome... Recuerda que todo lo he hecho por amor...

—No, no me dejes. No debe ser así.

Leonardo besó las manos de la joven. Ella posó sus labios sobre los de él, intentando retener su vida con tan solo un beso.

—Sabré que no ha sido en vano mi muerte.

—No, no, no... Amor mío, no me dejes ahora. No cuando he recuperado mi memoria y sé a dónde pertenezco.

La voz ahogada en el llanto intentaba ser escuchada. Pero nada cambiaría lo sucedido.

—Recuérdame... Mi hogar es tu corazón.

La mirada vacía de Leonardo aterró a la joven, quien gritaba desesperada. Los sobrevivientes los rodeaban para ver la dramática escena.

Alissa abrazaba el cuerpo sin vida de su único amor. Ahora comprendía por qué latía su corazón cuando se trataba de él: "Será ese ser inmortal que volverá a la vida por la capacidad de amar. Un ser inmortal cuyo corazón en su pecho latirá".

Pronto las cenizas caían sobre su regazo. Su corazón marchito se preguntaba por qué no lo había reconocido cuando lo vio. Pero ella fue quien no lo escuchó, se odiaba por eso. Su corazón había latido cuando sus miradas se habían cruzado y decidió ignorarlo.

Miró a su alrededor. Todos la miraban apenados por lo sucedido. La desesperación la consumió una vez más cuando recordó que mató a su hermano.

—David, no...

Se levantó y caminó tambaleante hasta las cenizas de su hermano.

—No es tu culpa, estabas bajo un hechizo —Clara trató de consolarla inútilmente.

Las lágrimas empapaban el rostro de la joven, quien ahora caminaba hacia donde Leonardo le había señalado que estaba su madre. Su brazo aún sobresalía. Apartó los escombros con telequinesis, pero en cuanto dejaron al descubierto el cuerpo de su madre, las cenizas la consumieron.

Había perdido todo por culpa de Tadeus. Ahora todos estaban muertos. Sus enemigos y aliados. Pocos hombres habían quedado de pie, enemigos y amigos que se arrodillaban ante su única reina.

—¿Por qué no me detuvieron? —gritó desesperada.

—Las cosas suceden por algo. Lo que has perdido te dará una valiosa lección.

—¡No, no, no! No quiero oír ni una palabra del futuro, uno donde no estaré ni con Leonardo ni con mi madre ni con David.

—Los mortales se enfrentan a diario a las pérdidas.

—Hace mucho dejé de ser mortal. Ahora tengo toda una eternidad de lamento.

Alissa estaba devastada y no quería oír más acerca del futuro y del pasado. Todo lo había perdido por culpa del agujero temporal que había abierto Anneke. La joven se adentró a las ruinas del castillo. Quería estar sola.

Se arrodilló a llorar frente a lo que una vez había sido una bella chimenea. Solo podía recordar la vez que conoció a Leonardo. Posó sus dedos sobre sus labios al recordar los cálidos besos que el joven le propiciaba. Miró el horizonte recordando cuando escapaba por las noches para reunirse con él bajo la copa de un árbol.

Había imaginado toda una vida con él, una que ahora le había sido arrebatada. De una de las esquinas del interior de la chimenea tomó el dispositivo culpable de la travesía que los había llevado a tal trágico final. El amanecer estaba próximo, por lo que los vampiros abandonaron la zona yendo cada uno a su refugio. La única persona que continuaba allí era Clara.

Alissa caminó hasta las cenizas de su amado y las tomó con su mano derecha. Avanzó hacia el este, donde lentamente asomaba el sol. El cielo rojizo le recordaba una y otra vez la sangre derramada en su antiguo hogar.

—En las ruinas de tu alma que ha muerto por amor, sentencio a mi alma que ha de morir cada día de mi inmortalidad.

Alissa dejaba que el viento se llevara las cenizas que revoloteaban alrededor de ella y se alejaban para siempre. Le pareció escuchar su nombre siendo susurrado por su amado. Ahora tenía que convivir con el destino que le tocaba, reagrupar el inframundo y hacer el bien, como Leonardo y su madre desearon hasta su último aliento.

Clara divisó la piedra de la inmortalidad, la tomó dubitativa y luego se la entregó a la joven, cuya mirada estaba perdida en el horizonte.

—Inmortalidad, algo que se pierde o se gana. Esta piedra liberará el alma de tu amado —sin más palabras por decir se retiró del lugar, dejando sola a Alissa.

La joven observó el objeto en sus manos y lo enterró en el suelo. Se alejó del castillo antes de que el sol terminara de asomar. 

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