Sinsajo Herido

By TallerDeLuzArtesana

42K 2.6K 802

Katniss y Peeta ya son marido y mujer, van juntos al Vasallaje de los Veinticinco y enfrentan la muerte una v... More

Nota de la Autora
Capítulo 1: Aliados.
Capítulo 2: Tenemos Nuevos Aliados
Capítulo 3: Mutos
Capítulo 4: Tic-Tac, Esto es un Reloj
Capítulo 5: ¿Qué Rayos Pasa Aquí?
Capítulo 6: Besos y Pasión en la Arena.
Capítulo 7: Yo te Necesito...
Capítulo 8: El Rayo
Capítulo 9: En Recuperación y Adaptación
Capítulo 10: Alma Coin
Capítulo 12: ¿Qué fue de ti...?
Capítulo 13: Gale & Madge
Capítulo 14: Cenizas, Silencio y Desolación
Capítulo 15: El Recuerdo de Rue
Capítulo 16: Distrito 8
Capítulo 17: El Sinsajo
Capítulo 18: ¡Estás Vivo!
Capítulo 19: ¿Qué te han hecho?
Capítulo 20: Segunda Fuga
Capítulo 21: Problemas y Rescate I
Capítulo 22: Enjaulada en el 13
Capítulo 23: La Advertencia
Capítulo 24: Rescate II
Capítulo 25: Escape en Llamas
Capítulo 26: Tú Saltas...
Capítulo 27: La Revelación
Capítulo 28: Prisionera
Capítulo 29: ¡Lo Pagarás...!
Capítulo 30: Sinsajo Herido
Capítulo 31: Boda
Capítulo 32: Rumbo al Capitolio
Capítulo 33: Escuadrón 451
Capítulo 34: ¿Real o No?
Capítulo 35: Atrapados
Capítulo 36: Quédate Conmigo
Capítulo 37: Peeta vs Gale
Capítulo 38: Fuego Cruzado
Capítulo 39: Dudas
Capítulo 40: La Ejecución
Extra + Agradecimientos

Capítulo 11: Fugitivos

1K 69 35
By TallerDeLuzArtesana


Plutarch nos alcanza en el pasillo, molesto y preocupado.

- ¿Qué se supone que hacen? ¡Por todos los cielos! Katniss, Finnick, Johanna, ustedes son las caras visibles de la rebelión contra Snow... se supone que tienen que cooperar para que tengamos éxito...

- Peeta o nada... si ella no transa, yo tampoco -le espeto de mal modo, girándome para mirarlo a la cara.

Plutarch se da la vuelta y se pone delante nuestro para impedir que Finnick siga empujando la silla de Johanna.

- Tráiganme a Annie o déjenme ir por ella... cuando la tenga a salvo a mi lado, colaboraré.

- ¿Qué? ¿Coin está enojada porque no estamos dispuestos a colaborar gratis?... Eso debieron pensarlo antes, primor... Finnick y yo arriesgamos el pellejo en ese estúpido Vasallaje para traerle a su Sinsajo, así que creo que nos merecemos algún tipo de garantía a cambio... y si la Presidenta quiere que Katniss dé la cara por ella, debe estar dispuesta a concederle algo a cambio también... nada en la vida es gratis, cariño -escupe Mason de mal humor.

- Por favor, chicos, la revolución es por el bien de todo el país... si ganamos, obvio que liberaremos a Peeta y Annie -nos suplica Heavensbee.

- Eso es mucho esperar, Plutarch... pueden estar muertos para entonces -señalo yo.

Coin sale entonces y se va hacia el otro lado del pasillo, sin dirigirnos siquiera una mirada. Plutarch va tras ella ahora, como un patético perro faldero, y nos deja el paso libre.

Por nuestra parte, nos fugaríamos ahora mismo, no tengo que preguntárselo a mis aliados, puedo leer en sus rostros la rabia y la frustración. Yo debo tener la misma cara. Pero necesitamos un plan más concreto, más elaborado. Se trata de las vidas de quienes más nos importan y no podemos darnos el lujo de improvisar. Quedamos en que Finnick y yo idearemos algo y sacaremos del hospital a Johanna mañana por la noche.

Cuando queremos salir de la zona de Mando nos equivocamos y tomamos un pasillo sin salida, con muchas puertas, un guardia nos conmina a devolvernos y nos guía por el camino correcto. De hecho, el nivel completo está lleno de guardias en casi cada esquina; no me gusta, me siento vigilada, lo cual es ilógico estando desarmada al igual que mis compañeros, ¿a qué le teme tanto Coin acá abajo? Llevamos a Johanna al hospital, luego guío a Odair de vuelta a su compartimento y me voy al de mi familia.

Entonces, cuando entro y las veo, Prim sentada estudiando algo mientras mamá le cepilla el cabello, me percato que tendré que despedirme de ellas otra vez. No obstante, descarto la idea de inmediato, mejor que no sepan nada. Si les digo, se preocuparán, tratarán incluso de evitar que vaya o querrán impedirme que haga algo descabellado. Y en realidad es descabellado ir por Peeta... ¿pero qué otra cosa puedo hacer? Por otra parte, yo no tenía planificado volver a ver a mis seres queridos después del Vasallaje; de haberse cumplido mi plan anterior, habría regresado al 12 en una caja de madera para ser enterrada. Tal vez ahora sí. Abrazo a Prim y a mamá sin decir palabra sobre la fuga. Finjo estar conforme con la nueva vida subterránea y que me estoy adaptando de a poco a la rutina. Mi madre le trenza el pelo a mi hermana y salimos las tres del habitáculo, ellas van al hospital a cuidar enfermos y yo tengo que asistir a un taller de carpintería. Equivoco un corredor y cuando llego al lugar un hombre que parece estar a cargo me llama la atención por mi retraso de cinco minutos. En el suelo, veo a Posy y a la nieta de Sae jugando con bloques de madera sobrantes y alguien me llama haciendo señas desde un mesón cercano a las niñas.

- Hey Catnip... ¡qué bueno que viniste! -me saluda Gale aunque habla raro y veo que tiene clavos en la boca.

Está arreglando una silla con una pata rota, aquí nada se desperdicia y si no tiene arreglo va a parar a los incineradores que alimentan a las calderas, tanto para la cocina, agua caliente y calefacción. El supervisor que me regañó al entrar viene a preguntarme si sé algo de carpintería; niego con la cabeza y me ordena que ayude a los demás en lo que necesite y que ponga atención para ir aprendiendo, pero me quedo hablando con Gale, pasándole clavos y herramientas, sujetando la silla para que clave la pata nueva. Cuando creo que nadie me ve, deslizo un destornillador bajo la manga de mi camisa justo cuando mi amigo se da vuelta a tirar la pata rota en una pila destinada a la leña. Después hay que apretar los tornillos a unas sillas desvencijadas y Gale rabea su buen poco al no encontrar el destornillador, yo me ofrezco a ir por otro. El tiempo pasa rápido con mi mejor amigo y pronto es hora de ir a cenar, nos llevamos a las niñas y me reencuentro con mis aliados. Disimuladamente, le entrego el destornillador a Johanna, que lo recibe con una sonrisa y lo oculta en su pierna enyesada. Finnick se muerde el labio inferior para no reírse. También le pasa algo por debajo de la mesa. Intento no reírme tampoco y mi amigo Gale nos mira con cara de sospechar. Johanna se pone a coquetear con él para desviar su atención y para divertirse un rato a costa suya, porque muestra esa sonrisa maliciosa, esa misma que le he visto tantas veces por televisión y cuando se desnudó para fastidiarme. Mi amigo no le hace mucho caso, le contesta con lacónicas frases o con monosílabos y no se toma para nada en serio el flirteo de Mason. Finnick también bromea con cara de guasa preguntando a Johanna si alguna vez ha derribado un espino (Hawthorne, el apellido de mi amigo, espino en español), ella le contesta que hasta ahora no pero que siempre hay una primera vez para todo y que le gustaría intentarlo. Todos nos reímos del chiste, excepto Gale. 

- Dile a tus amiguitos que no estoy para sus payasadas -me dice cuando ya vamos solos por el corredor donde están los compartimentos de las familias Hawthorne y Everdeen.

- Vamos, Gale, no te enojes con Finnick, le encanta bromear... ni con Johanna porque se divierte coqueteando contigo, lo hace siempre, ella es así, le gusta fastidiar a la gente y tomarle el pelo -le explico pero veo que sigue seriote y le cuento el strip tease que se mandó en el ascensor para molestarme y por fin lo veo sonreír.

- Pues qué lástima no haber estado ahí para ver eso -comenta y lo miro parando en seco.

- ¿Ahora te gusta Johanna?

- No, no es mi tipo, sólo me hubiera gustado ver... tu cara de fastidio -ahora Gale se burla de mí.

Le pego un puñetazo a la altura de los bíceps (que es lo más alto que llego), pero siento de inmediato cómo mi puño rebota en unos músculos duros como caucho, lo que provoca otra sonrisa socarrona de su parte. Ha de estar entrenando mucho.

- Vaya, has recuperado tus fuerzas - comento sonriendo.

- Bueno, es por el entrenamiento... y también la comida, a los del 12 nos dan una ración poco más grande para que nos recuperemos, dijeron que estábamos desnutridos cuando llegamos acá -me cuenta.

- Supongo que los soldados esqueléticos se cansan demasiado de prisa. 

- ¿Así que piensas fugarte con tus amigos bromistas del 4 y del 7 para ir a rescatar a los prisioneros de Snow? -me larga de repente y me paro en seco mirándolo boquiabierta- No creo que con un destornillador lleguen muy lejos, necesitarán mejores armas si piensan ir por Peeta y Annie -suelta con sarcasmo y luego esboza una sonrisita divertida al ver mi cara de sorpresa y el respingo que doy.

¡Maldición! Gale me conoce demasiado bien y al parecer es imposible ocultarle algo. O en verdad soy un libro abierto. ¿Tanto se me nota?

- Gale, si tuvieran a Madge o a alguien que tú amaras... sé que también irías por esa persona -intento justificarme.

- Mira, no sé si llegué a querer tanto a Madge como tú a Peeta, no dije que estuviera enamorado de ella. Si tuvieran a mis hermanos, a mi madre, a tu familia o a ti, iría sin dudar... pero en tu caso, es muy expuesto, Snow no le ha puesto precio a mi cabeza, si no a la tuya.

Mientras nos separamos cuando llega a su compartimento y yo voy al hospital para hablar con Johanna (aunque es la hora de dormir), le pido que no me delate y que ojalá me ayudara con el plan. Por toda respuesta me guiña un ojo y cierra la puerta. 

Sin embargo, no alcanzo a llegar a la sala donde está internada Johanna, apenas me interno por el nivel del hospital, me encuentro con mi madre y Prim de regreso de sus turnos. Creen que he ido por ellas, así que les sigo la corriente, ellas se preocupan de cumplir las reglas y horarios. Son demasiado correctas, la rebelde soy yo. Llegamos al compartimento 307, nos lavamos los dientes y nos metemos en las literas. Estoy cansada y me duermo rápido, sin pesadillas, por suerte.

A la mañana siguiente, tras el desayuno, tenemos otra reunión con la Presidenta Coin, Plutarch y algunos de los líderes militares del 13. Nos entregan un brazalector a cada uno de los tres como una concesión especial por nuestro estatus de líderes rebeldes, nos explica Coin y un militar nos instruye en su uso. Agradecemos con buenos modales pero con frialdad. No veo que tener un brazalector nos ayude a sacar a Peeta y Annie del Capitolio. Planteamos nuevamente nuestro deseo de ir a rescatarlos de las garras de Snow, pero todos están en contra. Después de unos cuarenta minutos discutiendo el asunto, no quedamos en nada, igual que ayer y casi todos se marchan porque tienen más cosas que hacer en sus horarios. Yo miro el mío, clase de Historia de Panem, lo cual no me apetece para nada; Finnick tiene Entrenamiento y Johanna no tiene horario, mientras siga hospitalizada. Huelga decir que no hacer nada la está volviendo loca. Empujo su silla y me aguanto oyéndola despotricar contra todo y todos, hasta que llegamos al hospital y se la entrego a un enfermero que la mira con cara de "aquí empezamos otra vez..."

Luego alcanzo a Finnick y le digo que lo espero en la biblioteca cuando haya terminado su sesión de entrenamiento, creo que ahí podremos hablar sin despertar sospechas y además, quiero mostrarle por cuales ductos llegué a la superficie el otro día. Me voy a dar vueltas por los pasillos y termino en el nivel E, en una pequeña sala que se usa de bodega de material escolar. Si pudiera dibujar bien, retrataría a Peeta en la pizarra, pero siempre fui nula con las artes... rato después descubro que he cubierto la superficie negra con el nombre de mi amado. Estoy igual que Odair llenando la página con el nombre de Annie en la hoja blanca. En mi brazalector veo que todos me preguntan dónde estoy, ya notaron mi ausencia en clases. No contesto. Si supiera cómo apagar el aparato lo haría, porque no deja de mandar mensajes, no todos son para mí pero molesta el beep que hace cuando entra uno en la pantalla. Gale también me pregunta dónde rayos estoy, le contestaría pero creo que los demás también lo verán y vendrán a hacerme cumplir mis deberes. Rato después voy al comedor a almorzar. Recibo una ración de pescado a la plancha con coliflor hervida y unos pocos guisantes. Compruebo con la mirada que en realidad mi ración es algo más grande que la de los nativos del 13, me voy a sentar con Hazelle, está sola, los chicos están en clases y ya almorzaron antes. Viene de la lavandería y me está contando sobre las enormes cantidades de ropa que se lavan a diario cuando alguien se sienta a mi lado y me deja la mitad de su col y una cucharada de guisantes en mi plato. Gale. Le digo que no es necesario, pero no resulto nada convincente ya que igual me lo como todo. 

****************************************************************************************************

Tras dos días de intentos fallidos puedo sacar a Johanna del hospital a dar una vuelta por el Distrito 13. Colaboro en los turnos en todo lo que puedo e intento cumplir horarios, aunque ya no me presionan que vaya a clases luego que argumenté que después de mis primeros Juegos dejé el colegio. De hecho ni Finnick ni Johanna volvieron a asistir a clases luego de coronarse vencedores. Cuando un tributo gana, se le deja exento de ir a clases e incluso de trabajar en la industria de su distrito. El doctor Pott encontró razonable mi punto de vista y tras hablar a mi favor con las autoridades, quedé libre de clases en el Centro Educativo como se llama acá. Bien, al menos ya no me lavarán el cerebro. Y hablando del doctor Pott, creo que me he ganado su confianza cumpliendo mis deberes y también hablando pestes del Capitolio a quien quiera escucharme; cosa que no me cuesta nada, siempre he detestado a Snow y sus lacayos.

Así que lo convenzo a él y a mi madre que una vuelta por los huertos y granjas puede animar a la malhumorada Mason (que se pone más rabiosa, a propósito). Hace dos noches intenté sacarla a escondidas y encontrarnos con Finnick cerca de la biblioteca, pero el personal hospitalario se puso quisquilloso con mis repetidas visitas. Por lo cual tuvimos que cambiar de estrategia y salir de día.

Llevo a Johanna en su silla y cuando nos topamos con alguien fingimos hablar de los huertos, granjas o talleres, para despistar. Ayer estuve en la granja avícola alimentando plumíferos pero antes de ir al comedor dije que iba al baño y busqué la entrada a los ductos. Hacia allá vamos ahora. Finnick ya debe estar esperándonos ahí, tenía Reflexión luego de Lavandería. Saco la rejilla, que no está atornillada en este lado del muro, sólo embutida a la pared, la retiro y asomo la cabeza. 

- ¿Finnick, estás ahí?... somos nosotras... ¡Finnick! -llamo a media voz.

- Sí, Katniss, te escucho, ahí voy -siento que se acerca y luego veo su cara sonriente.

Me ayuda a meter a Johanna, cuando ella está adentro me llevo la silla y la oculto en una pequeña bodega destinada a los granos para las aves. Vuelvo, me introduzco y pongo la rejilla por dentro, encajándola en su soporte. Odair y Mason han avanzado un trecho y le están dando golpes al yeso con una llave inglesa que Finnick robó del taller mecánico y una piedra de afilar que yo hurté de la cocina. Tengo otra piedra mediana que recogí del paseo por la granja de los cerdos y pronto, entre los tres y a punta de golpes, liberamos la pierna de Johanna.

- ¡Por fin! -exclama sobando y masajeando la pierna para desentumecer los músculos anquilosados.

Unas cuantas flexiones y ya puede moverse con libertad, algo que mejora bastante su humor. Hacemos una rápida revisión de lo que hemos reunido: dos cuchillos, dos destornilladores, un rollo de cordel, la llave inglesa, la piedra de afilar y una tijera grande; más seis botellas con agua y un par de mochilas que Odair y yo habíamos escondido en los ductos con anterioridad. No pudimos sacar alimentos pero confío que encontraremos qué comer y cazar en los bosques que vi cuando sobrevolamos en el aerodeslizador el día de nuestra llegada. Finnick asegura que también divisó ríos y lagos desde el aire, por lo que se ha fabricado unos anzuelos con alambre. Yo traigo la espita, por si encuentro arces para sacar jarabe. Johanna logró escamotear un bisturí, unas tijeras pequeñas y unos guantes de látex, señala que éstos le servirán para fabricar hondas cuando encuentre un árbol con ramas adecuadas para tal fin.

Desatornillamos la rejilla para salir y soy la primera en asomarme al exterior... para encontrarme con un par de bototos y unas largas piernas enfundadas en un pantalón gris. Miro asustada hacia todos lados, conteniendo el aliento, pensando lo peor: que nos han descubierto y un pelotón nos espera afuera. Pero no hay nadie más. Un brazo tan largo como las piernas extiende una mano para ayudarme a salir. Trago saliva y acepto la mano para impulsarme hacia afuera, ya que no veo más alternativa. Al tomarla siento un tacto familiar, áspero, rugoso y cálido, veo cicatrices que conozco bien. Levanto la mirada, sorprendida, para encontrar aquellos ojos grises y esa sonrisa burlona.

- ¡¡¡Gale!!! ¿¿¿qué...???

- Bienvenida a la superficie, soldado Everdeen y compañía... o debo decir prófugos Everdeen, Mason y Odair -me saluda con ironía.

- ¿Qué pasa allá arriba, descerebrada... por qué te detienes?

- ¿Con quién hablas, Katniss?

Termino de salir y Gale le pasa la mano a Johanna, que suelta una palabrota. Finnick también se sorprende al ver a mi amigo. Esto es totalmente inesperado. 

Mis aliados se toman con recelo y desconfianza la aparición de Gale, quien insiste en acompañarnos al Capitolio. "Cuatro cabezas piensan más que tres... sobre todo la tuya y la de él"; señala indicándonos a Finnick y a mí, claro, aún tenemos secuelas de la conmoción cerebral. Si no fuera por el evidente peligro de la misión, dejaría que Gale nos acompañe, sería muy útil en los bosques. Pero ya cargo con muchos muertos por mi causa en mi conciencia y no quiero agregar otro más. Le tengo aprecio y cariño a Gale, a pesar de las discusiones, para permitir que se arriesgue tanto. Intento convencerlo que vuelva al 13, pero no hay caso. Es testarudo como yo.

- Bonito uniforme -le lanza irónico a Johanna, al ver su ropa blanca del hospital.

- Sí, es mi favorito -contesta ella sarcástica y luego se dirige a mí- Supongo que me habrás traído lo que te pedí, descerebrada...

- Sí, claro -le respondo, sacando y desdoblando un segundo uniforme de abajo del que tengo puesto.

Se lo paso esperando que le quede bueno, somos del mismo porte y contextura. En vez de cambiarse detrás de algún árbol o matorral, Johanna Mason vuelve a desnudarse frente a mis amigos sin importarle un comino que la vean sin nada encima, no lleva ropa interior bajo la camisola y pantalón del hospital. Finnick se encoje de hombros y Gale se rasca la cabeza arqueando las cejas pero ambos sonríen y constato que sus ojos vagan más que a gusto por la anatomía de Johanna. ¡Hombres!... Luego Gale me lanza una sonrisa burlona al ver mi cara de fastidio y recuerdo nuestra última conversación. Agarro la tenida del hospital y la escondo entre matorrales y escombros.

A continuación discutimos sobre si Gale debe acompañarnos o devolverse, él insiste que nos seguirá al Capitolio sí o sí y que se orienta mejor en los bosques que Mason y Odair. Yo apoyo esta última opinión. Además, como no tenemos arcos ni flechas, sus trampas nos proporcionarán comida. Gale se queda y partimos adentrándonos en el bosque, nos guía hacia la casa del lago, haciendo el camino a la inversa desde el Distrito 13. Tiene una impresionante memoria visual, considerando que sólo hizo el trayecto en aerodeslizador una sola vez y que apenas se logra divisar algún punto de referencia desde la altura. A mitad de camino hacemos una pausa para beber agua a fin de refrescarnos y aligerar la carga. También lo hacemos por Johanna, que aunque no dice nada, está acezando por la larga caminata. Un par de ardillas saltando en las ramas asusta a Finnick (que no las había visto nunca de cerca), lo que me hace reír de buena gana, igual que a mi amigo. Al menos, nos quita la frustración, ya que al ver los roedores nuestra primera reacción espontánea fue llevarnos la mano derecha a la espalda... para sacar una flecha imaginaria en un carcaj imaginario.

Es más de mediodía, hace más de un par de horas dejamos abandonados los brazalectores en distintas partes, para despistar por si acaso nos siguieran los soldados de Coin. Sólo hemos ingerido líquido y mi estómago empieza a rugir. Propongo otro alto cuando escucho el concierto de tripas vacías de mis amigos. Nadie se opone y creo que hasta extrañamos la exigua comida del 13. Repartimos las tareas: Gale monta trampas de lazo, Johanna busca ramas para leña, Finnick encuentra moras y yo subo árboles para cortar ramas firmes pero flexibles con las que fabricarnos arcos y flechas. Cuando me bajo del tercer árbol Johanna ya tiene hechas un par de resorteras, Finnick ha recolectado una buena cantidad de moras sobre una piedra plana y está ayudando a su amiga a buscar piedras pequeñas para proyectiles. 

Al rato, cuando ya he logrado encender un fuego decente y armar un espetón, Gale regresa rabeando frustrado y con las manos vacías. No ha visto ningún animal aparte de las ardillas que nos topamos hace rato. No tenemos carne, sólo moras y hierbabuena que encontré entre las piedras. Empezamos a comer la fruta de a poco, para no acabarla tan rápido, cuando Johanna intenta darle con una honda a un ave que pasa volando. Pero no tiene suerte y la piedra lanzada se pierde en el cielo igual que el pájaro mientras suspiramos con resignación.

- Lo siento, cazar no es lo mío, cortar árboles es lo único que sé hacer bien -se excusa ella. 

Apagamos el fuego sin usarlo echándole tierra encima y reemprendemos el rumbo. Al atardecer escuchamos de repente una bandada de pavos silvestres acercándose desprevenidos, Gale y yo sacamos los burdos arcos y flechas que hemos fabricado en los descansos. Pero son muy toscos, lo que nos impide tener la precisión que teníamos con los fabricados por mi padre, los que usábamos en nuestros bosques del 12. Fallamos... y eso que son muchos, una docena por lo menos. Mason suelta un gruñido y luego grita: "¡Vamos por ellos! ¡esos bichos apenas vuelan!" Acto seguido estamos los cuatro correteando pavos en el pequeño claro, Gale logra atrapar a uno que arranca herido por su flecha, Finnick se lanza sobre ellos pero se da contra el suelo y el resto de los pajarracos emprende alocada fuga. Yo persigo a otro pavo que consigue aletear y esconderse en un espeso arbusto, Finnick y Johanna vienen a ayudarme con el bicharraco que tengo agarrado de un ala, luego se suma Gale. Tenemos al pavo acorralado y atrapado cada uno por una parte; Johanna lo tiene de un ala, Finnick por una pata, Gale por la cola y yo por la otra pata y ala. Cada uno lo tironea por su lado como si nos disputáramos un valioso premio.

- Dejen de tironearlo... o lo vamos a descuartizar -grito buscando el cogote, cuando lo encuentro Gale lo aprieta y retuerce con sus grandes manos.

- Bueno, al fin tenemos cena -sonríe Finnick.

Gale y yo nos colgamos los pavos del cinturón y sugerimos buscar un lugar apropiado para acampar. Nos acomodamos en un espacio semi circular en la base de un grupo de árboles, rodeados de arbustos altos que protegen los troncos más arriba de nuestras cabezas. Es un buen escondite para pasar la noche. Hacemos un nuevo fuego, entre los cuatro desplumamos los pavos y escondemos las plumas entre las raíces de los arbustos y las piedras. Después limpio el pavo y lo ponemos a asar.

Con el estómago lleno y el cielo oscuro nos acomodamos para dormir, uno al lado del otro, la brisa ha refrescado. Pienso en Prim y en mamá, ya deben haber encontrado la breve nota que dejé sobre la cómoda. Pero más que nada, pienso en Peeta. "¿Dónde estás, mi amor?... Espero que estés bien, espérame, ya voy por ti"; susurro antes de quedarme dormida mirando las estrellas entre las copas de los árboles. 


Continue Reading

You'll Also Like

366K 37K 64
Amelia Allen es la vencedora favorita del Capitolio. El Carbón que se convirtió en Diamante. Pero el Distrito 12, su hogar, todos la juzgan, le teme...
25.5K 2.3K 29
Enamorado... ¿¡A primera vista!?
355K 20.3K 31
Primera Temporada de "Los juegos del hambre (Peeta y Tu )" Cada distrito de Panem tiene que escoger a dos tributos femeninos y dos masculinos como m...
400K 24.4K 72
Ser ciudadana del Distrito 12 no tenía ni una sola ventaja, éramos el distrito más pobre de la nación de Panem. Mi vida se resumía en ir al colegio y...