Crepúsculo [Kookv]

gress_KTH द्वारा

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Cuando Kim Taehyung se muda a Forks, una pequeña localidad del estado de Washington en la que nunca deja de... अधिक

PREFACIO
CAPITULO 1:PRIMER ENCUENTRO
CAPITULO 2
CAPITULO 3
Capitulo 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
Capitulo 9
CAPITULO 10: LIBRO ABIERTO.
CAPITULO 11
CAPITULO 12.
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17: EL PRODIGIO.
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22: LAS INVITACIONES.
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26: GRUPO SANGUÍNEO.
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
CAPITULO 32: CUENTOS DE MIEDO.
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37: PESADILLA.
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42: PORT ANGELES.
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 45
CAPITULO 46: TEORIA.
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49: INTERROGATORIOS.
CAPITULO 50
CAPITULO 51
CAPITULO 52
CAPITULO 53: COMPLICACIONES.
CAPITULO 54
CAPITULO 55
CAPITULO 56: JUEGOS MALABARES.
CAPITULO 57
CAPITULO 58
CAPITULO 59
CAPITULO 60: CONFECCIONES.
CAPITULO 61
CAPITULO 62
CAPITULO 63
CAPITULO 64: MENTE VERSUS CUERPO.
CAPITULO 65
CAPITULO 66
CAPITULO 67
CAPITULO 68: LOS JEON.
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71: NAMJOON.
CAPITULO 72
CAPITULO 73:EL PARTIDO.
CAPITULO 74
CAPITULO 75
CAPITULO 76
CAPITULO 77: LA CAZA.
CAPITULO 78
CAPITULO 80
CAPITULO 81: IMPACIENCIA.
CAPITULO 82
CAPITULO 83
CAPITULO 84: LA LLAMADA.
CAPITULO 85: EL JUEGO DEL ESCONDITE.
CAPITULO 86
CAPITULO 87
CAPITULO 88
CAPITULO 89: PUNTO MUERTO.
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92: EPILOGO.
CAPITULO 93
Fotos.

CAPITULO 79: DESPEDIDAS .

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gress_KTH द्वारा








Eun Jin me esperaba levantado y con todas las luces de la casa encendidas. Me quedé con la mente en blanco mientras pensaba en algo para que me dejara marcharme. No iba a
resultar agradable. Jungkook aparcó despacio junto al bordillo, a bastante distancia detrás de mi automóvil.
Los tres estaban sumamente alertas, sentados muy erguidos en sus asientos; escuchaban cada sonido del bosque, escrutaban cada sombra, captaban cada olor, todo en busca de cualquier cosa que estuviera fuera de lugar. El motor se paró y me quedé sentado, inmóvil, mientras
continuaban a la escucha.



—No está aquí —anunció Jungkook muy tenso— Vamos.


Jong-Suk se inclinó para ayudarme a salir del arnés.


—No te preocupes, Tae —susurró con jovialidad— Solucionaremos las cosas lo antes posible.


Sentí que se me humedecían los ojos mientras miraba a Jong-Suk. Apenas le conocía y, sin embargo, me angustiaba el hecho de no saber si lo volvería a ver después de esta noche.
Esto, sin duda, era un aperitivo de las despedidas a las que debería sobrevivir durante la próxima hora, y ese pensamiento hizo que se desbordaran las lágrimas de mis ojos.



— Jimin,  Jong Suk—espetó Jungkook con autoridad. Ambos se deslizaron en la oscuridad en el más completo silencio y desaparecieron de inmediato. Jungkook me abrió la puerta y me tomó de la mano, amparándome en su abrazo protector. Me acompañó rápidamente hacia la
casa sin dejar de escrutar la noche.



—Quince minutos —me advirtió en voz baja.



—Puedo hacerlo —inhalé. Las lágrimas me habían inspirado.
Me detuve delante del porche y tomé su rostro entre las manos, mirándole con ferocidad a los ojos.


—Te quiero —le dije con voz baja e intensa— siempre te amaré, no importa lo que pase ahora.



—No te va a pasar nada, Tae —me respondió con igual ferocidad.


—Sólo te pido que sigas el plan, ¿vale? Mantén a Eun Jin a salvo por mí. No le voy a caer muy bien después de esto, y quiero tener la oportunidad de disculparme en otro momento.




—Entra, Tae, tenemos prisa —me urgió.


—Una cosa más —susurré apasionadamente— No hagas caso a nada de lo que me oigas decir ahora.


Jungkook estaba inclinado, por lo que sólo tuve que ponerme de puntillas para besar sus labios fríos, desprevenidos, con toda la fuerza de la que fui capaz. Entonces, rápidamente me di la vuelta y abrí la puerta de una patada.



— ¡Vete, Jungkook! —le grité.


Eché a correr hacia el interior de la casa después de cerrarle la puerta de golpe en la cara, aún atónito.


— ¿Tae?

Eun Jin deambulaba de aquí para allá en el cuarto de estar, por lo que ya estaba de pie cuando entré.



— ¡Déjame en paz! —le chillé entre lágrimas, que caían ahora implacablemente.

Corrí escaleras arriba hasta mi habitación, cerré la puerta de golpe y eché el cestillo. Me abalancé hacia la cama y me arrojé al suelo para sacar mi petate. Busqué precipitadamente
entre el colchón y el somier para recoger el viejo calcetín anudado en el que escondía mi reserva secreta de dinero. Eun Jin aporreó la puerta.



— Tae, ¿te encuentras bien? —su voz sonaba asustada— ¿Qué está pasando?



—Me voy a casa —grité; la voz se me quebró en el punto exacto.


— ¿Te ha hecho daño?


Su tono derivaba hacia la ira.


— ¡No! —chillé unas cuantas octavas más alto. Me volví hacia el armario, pero Jungkook ya estaba allí, recogiendo en silencio y sin mirar verdaderas brazadas de vestidos para luego lanzármelos.



— ¿Ha roto contigo?


Eun Jin  estaba perplejo.


— ¡No! —grité de nuevo, apenas sin aliento mientras empujaba todo dentro del petate.


Jungkook me arrojó el contenido de otro cajón, aunque a estas alturas apenas cabía nada más.



— ¿Qué ha ocurrido, Tae? —vociferó Eun Jin a través de la puerta, aporreándola de nuevo.


—He sido yo la que ha cortado con él —le respondí, dando tirones a la cremallera del petate. Las capacitadas manos de Jungkook me apartaron, la cerró con suavidad y me pasó la correa por el hombro con cuidado.


—Estaré en tu coche, ¡venga! —me susurró.


Me empujó hacia la puerta y se desvaneció por la ventana. Abrí la puerta y empujé a Eun Jin con rudeza al pasar, luchando con la pesada carga que llevaba y corrí hacia las
escaleras.

— ¿Qué ha pasado? —Gritó Eun Jin detrás de mí —¡Creí que te gustaba!



Me sujetó por el codo al llegar a la cocina, y, aunque estaba desconcertado, su presión era firme.
Me obligó a darme la vuelta para que le mirara y leí en su rostro que no tenía intención de dejarme marchar. Únicamente había una forma de lograrlo y eso implicaba hacerle tanto daño que me odiaba a mí mismo sólo de pensarlo, pero no disponía de más tiempo y tenía que
mantenerle con vida. Miré a mi padre, con nuevas lágrimas en los ojos por lo que iba a hacer.



—Claro que me gusta, ése es el problema. ¡No aguanto más! ¡No puedo echar más raíces aquí! ¡No quiero terminar atrapado en este pueblo estúpido y aburrido como mamá! No voy a cometer el mismo error que ella, odio Forks, y ¡no quiero permanecer aquí ni un minuto más!



Su mano soltó mi brazo como si lo hubiera electrocutado. Me volví para no ver su rostro herido y consternado, y me dirigí hacia la puerta.


— Tae, no puedes irte ahora, es de noche —susurró a mi espalda. No me volví.


—Dormiré en el coche si me siento cansado.



—Espera otra semana —me suplicó, todavía en estado de shock— Boram habrá vuelto a Phoenix para entonces.


Esto me desquició por completo.

— ¿Qué?


Eun Jin continuó con ansiedad, casi balbuceando de alivio al verme dudar.


—Ha telefoneado mientras estabas fuera. Las cosas no han ido muy bien en Florida y volverán a Arizona si Kai no ha firmado a finales de esta semana. El asistente de entrenador
de los Sidewinders dijo que tal vez hubiera lugar para otro medio en el equipo.


Sacudí la cabeza, intentando reordenar mis pensamientos, ahora confusos. Cada segundo que pasaba, ponía a Eun Jin en más peligro.



—Tengo una llave de casa —murmuré, dando otra vuelta de tuerca a la situación.



Eun Jin  estaba muy cerca de mí, con una mano extendida y el rostro aturdido. No podía perder más tiempo discutiendo con él, así que pensé que tendría que herirlo aún más profundamente.



—Déjame ir, Eun Jin—iba repitiendo las últimas palabras de mi madre mientras salía por la misma puerta hacía ahora tantos años. Las pronuncié con el mayor enfado posible y abrí la puerta de un tirón— No ha funcionado, ¿vale? De veras, ¡odio Forks con toda mi alma!




Mis crueles palabras cumplieron su cometido a la perfección, porque Eun Jin se quedó helado en la entrada, atónito, mientras yo corría hacia la noche. Me aterrorizó horriblemente
el patio vacío y corrí enloquecido hacia el coche al visualizar una sombra oscura detrás de mí. Arrojé el petate a la plataforma del monovolumen y abrí la puerta de un tirón. La llave estaba en el bombín de la puesta en marcha.



— ¡Te llamaré mañana! —grité.


No había nada en el mundo que deseara más que explicarle todo en ese momento, aun sabiéndome incapaz de hacerlo. Encendí el motor y arranqué. Jungkook me tocó la mano.




—Detente en el bordillo —me ordenó en cuanto Eun Jin y la casa desaparecieron a nuestras espaldas.




—Puedo conducir —aseguré mientras las lágrimas inundaban mis mejillas.


De forma inesperada, las grandes manos de Jungkook me sujetaron por la cintura, su pie empujó al mío fuera del acelerador, me puso sobre su regazo y me soltó las manos del
volante. De pronto me encontré en el asiento del copiloto sin que el automóvil hubiera dado el
más leve bandazo.


—No vas a encontrar nuestra casa —me explicó.



Unas luces destellaron repentinamente detrás de nosotros. Miré aterrada por la ventanilla trasera.



—Es Jimin —me tranquilizó, tomándome la mano de nuevo. La imagen de Eun Jin en el quicio de la puerta seguía ocupando mi mente.



— ¿Y el rastreador?


—Escuchó el final de tu puesta en escena —contestó Jungkook con desaliento.



— ¿Y Eun Jin? —pregunté con pena.




—El rastreador nos ha seguido. Ahora está corriendo detrás de nosotros.


Me quedé helado.


— ¿Podemos dejarle atrás?



—No —replicó, pero aceleró mientras hablaba. El motor del monovolumen se quejó con un estrepitoso chirrido.
De repente, el plan había dejado de parecerme tan brillante.


Estaba mirando hacia atrás, a las luces delanteras de Jimin, cuando el coche sufrió una sacudida y una sombra oscura surgió en mi ventana.
El grito espeluznante que lancé duró sólo la fracción de segundo que Jungkook tardó en taparme la boca con la mano.




— ¡Es Jong-Suk!



Apartó la mano de mi boca y me pasó su brazo por la cintura.


—Toda va bien, Tae —me prometió— Vas a estar a salvo.



Corrimos a través del pueblo tranquilo hacia la autopista del norte.




—No me había dado cuenta de que la vida de una pequeña ciudad de provincias te aburría tanto —comentó Jungkook tratando de entablar conversación; supe que intentaba distraerme— Me pareció que te estabas integrando bastante bien, sobre todo en los últimos tiempos. Incluso me sentía bastante halagado al pensar que había conseguido que la vida te resultara un poco más interesante.



















































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