Todos nos quedamos viendo a Kenai mientras el miraba al suelo. El hechizo estaba roto.
—¿Le tienes miedo a las ratas? — preguntó Amber enarcando una ceja. El levantó lentamente su cabeza hasta posar su vista en ella. Parecía avergonzado.
— Eres claustrofóbico — comenté haciendo que su mirada pasará a mi.
— Mi mayor miedo es quemar el instituto — confesó. Siempre lo había sido. Desde que sus poderes comenzaron a existir ese era su mayor miedo.
— Vaya — dijo Axel con una sonrisa de lado.
— Buen hechizo hermanito, pero para la próxima encadenen a Kenai primero — dijo Amber riendo mientras caminaba hacia Axel. Catalina tenía su mirada en Nickolas, pero el no la miraba.
— Bueno yo iré a darme un baño — dijo Nickolas sin mirar a nadie en específico. Y entonces el ambiente se puso ligeramente pesado.
— Espera — Catalina se acercó a Nicko casi deprisa. — Quisiera hablar contigo —. Nickolas me miró , le brillaban los ojos como aquel día que le pedí que la besara. Giré mi cabeza cambiando la mirada. No quería leer su expresión, no quería que el pensará que mi mirada le decía que no le hablará, no quería sentirme mal.
— No — soltó Nickolas. —No hay nada más que hablar —. No lo miré y me dolió. Me dolió lo que le dijo. Catalina era mi amiga y la de ellos. Era nuestra familia.
— Pero — habló Catalina.
— Dale tiempo — dijo Tanner viendo como Nickolas salía por la puerta de aquel gran salón. Las lágrimas de Cata eran puras y sinceras yo lo sabía. Pero nadie la entendía. No dijo nada más y se fue seguida por Tanner. Me daba mucha pena esta situación. Ellos desaparecieron por la puerta pero habían dejado una especie de atmósfera incómoda. Amber no parpadeaba.
— Esto no puede seguir así — dije mirandola. Amber Parecía no aprobar esto. No parecía aprobar que no podiamos ser tan duros con Cata. — Tenemos que entenderla — dije. Todos me miraban como si Catalina hubiera hecho algo muy malo. —Tenemos que entenderla — volví a repetir.
—¿Por qué? —preguntó. Yo sé como se siente casi perder a un hermano y se lo que es perder a alguien en manos de la terrible realidad como es lo sobrenatural. A mi hermano lo secuestraron y estuvieron a punto de matarlo, yo viví lo que Catalina estuvo viviendo con Tanner la única diferencia era que Tanner si estaba muriendo.
— Ella nos eligió a nosotros cuando sus padres la querían separar, ¿pero que esperaban que hiciera?, ¿que nos eligiera por encima de su hermano a punto de morir? —. Sentía mi pulso acelerarse, me estaba enojando y sentía una extraña sensación en la espalda.
—¡Mía! nos traicionó, no la ayudaremos — dijo Amber.
— Ella no nos traicionó — después de pensarlo un poco llegué a la conclusión de que lo hizo por un bien. — Quizo proteger a su familia, o al menos alejarla de esto. Tenía miedo —.
— Todos tenemos miedo — confesó Kenai.
— Ella no es como nosotros. ¿Miedo?, ¿tenemos miedo? —. Sentía que en cualquier momento mis alas se abrirían haciéndome ver ridicula y poniendo en duda todo lo que hasta ahora había dicho.
— Si, miedo — repitió Amber.
—¿Rex tuvo miedo? —Jay miro al suelo. — ¿Josh, Benny?, ¿Axel, Nickolas, tuvieron miedo? — pregunté. No debíamos tener miedo. — La ayudaremos, y no quiero escuchar nada más — dije antes de irme. Un par de horas más tarde esperabamos la llegada de los Vervat pero nunca pasó. Ellos no llegaron.
— Tal vez alteraste el futuro — dijo Derek.
— Brus llegó, luego Catalina y Tanner — comenté.
—¿No había pasado antes? — preguntó Jay.
— No, ellos no aparecieron antes — aseguré. Ahí estaba el detalle.
— Al jugar con el tiempo lo alteramos — confirmó Ryan. Era de noche y los Vervat no habían llegado. Será un día más.
—¿Por que no los buscamos?, Benny me enseñó unos trucos de rastreo, además Steven y Miller podrían ayudarme — dijo Brus. Sería un poco más complicado y menos seguro.
— La última vez que los buscamos, Axel casi muere — respondí. Hubo silencio por un tiempo hasta que Kenai lo rompió.
— Sofi es ángel guardián — dijo sin que nadie le preguntará. —¿Esta muerta? — preguntó esta vez. Mi corazón latía fuerte pero mi expresión era la misma.
Jay enarco una ceja.
—¿Disculpa? — habló Miller. Estábamos en la biblioteca por petición de Steven. Tal vez para él era más seguro y cómodo.
—¿Sofi es ahora un ángel guardián, significa que esta muerta? —volvió a preguntar.
—¿Me vez cara de muerto? —preguntó Jay. Kenai se encogió de hombros haciendo un pequeño puchero.
—¿Parezco muerto? — le preguntó Jay a Steven.
— No — contestó riendo.
—¿Sofi parece muerta? — preguntó esta vez mirando a Kenai. El volvió a encogerse de hombros.
—¿No? — preguntó.
— Los misionados trabajan de distintas maneras. Sofi no esta muerta. Ellos escogen a los muertos como líderes para los guardianes vivos —.
—¿Puedes explicarlo?— preguntó Derek. Jay lo miro y podía jurar que estaba rezando porque no se le pegaran las cosas de Kenai.
— Los misionados convierten a personas puras y vivas en ángeles guardianes aquí en la tierra. Las personas que mueren puras se convierten en los líderes — explicó.
—¿Como un mentor? — preguntó Kenai.
—¡Si!, eso — gritó Jay emocionado. Kenai se limpiaba los hombros orgulloso.
— No vendrán — dijo Amber levantándose de la silla en la que estaba sentada.
—¿A dónde vas?—pregunté. Amber me miró algo desafiante. Estaba perdiendo a Cata no la perdería a ella también.
— Iré a buscar a Catalina — suspiré. No quería parecer dominante y mucho menos como si fuera la líder porque no me sentía así. Eramos un equipo.
— Ten cuidado por favor — dije suave.
—¿Quieres venir? — preguntó. Yo sabía que lo mejor es que hablaramos las tres pero yo tenía que hablar con alguien primero.
— Las alcanzo luego, antes hablare con mi hermano — Miller me miró extrañado. Lo señale.
—No tu, el otro — dije señalando a Nickolas. El comenzó a reír.
— Si hablarás de ella no quiero — dijo frío y calculador.
— No te pregunté si querias hablar, dije que ibamos a hablar. No tienes opción — dije levantándome de la silla también.
— No puedes obligarme — gritó molesto. Me sorprendí, Nickolas no era agresivo por lo tanto no gritaba ni discutía.
— Si puedo — dije acercandome a el.
—¿Que harás, apuñalarme como a Miller? —preguntó poniéndose de pie. Eso me puso furiosa. Últimamente mis emociones estaban algo descontroladas. La furia estaba subiendo y la sentía pasandome las venas y llegando a mis ojos. Probablemente los tenía rojo.
— Si es necesario lo haré — dije sacando una cuchilla de mis botas.
— Oye no se peleen ahora —dijo Jay.
— No te metas — dijo Nickolas. Se escuchó un gruñido demasiado fuerte como para hacer que nos taparamos los oídos.
— Los encerrare en un calabozo, sin agua ni comida. Tendrán que matarse para sobrevivir —Miller rió maliciosamente. — Veremos quién es el primero en atacar. ¿Serás tu Mía, o serás tu Nickolas?. Creo que mejor los mato yo —. Miller se acercaba a paso lento. Sus ojos estaban color negro y debajo tenía unas cuántas venas del mismo color. Con cada paso que daba se acortaba el aire. Nos estaba asfixiando.
—¿Estas loco, que haces? — gritó Brus.
— Esta bien hablaré contigo Mía — decía Nickolas sin aire. —Ya basta Miller — rogó.
— No me hagan enojar, o será peor — dijo Miller al llegar hacia nosotros. — Eres un peligro niña — dijo mirandome a los ojos con una sonrisa traviesa, como si estuviera orgulloso de mi.
— Eres un maldito loco — le grité. La cuchilla que aún se encontraba en mis manos se aflojo y voló hasta estamparse en la pared. — Es mía Nickolas — le grité al ver que el había provocado aquello. —El loco me la regaló — grité. Miller comenzo a reír.
— No te luzcas — dijo Miller cruzandose de brazos. Me levanté del suelo.
— No te tengo miedo — susurré. Miller sonó sus dedos y se acercó.
— Ya lo veremos — dijo sonriendo. No tenía el poder de la telequinesis como Nickolas. O al menos no lo tenía hasta hacen tres días, pero es algo que no controlo, aún así sería arriesgada.
Levanté un poco mi mano como si el me fuera a entregar algo. Y la cuchilla voló hasta mi mano. Sin cortarme ni herir a nadie. Ellos quedaron sorprendidos.
— Ya lo veremos — repetí.