Capítulo 41 ( Le falta un pedazo de pastel )

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Un reflejo dio la esperanza que luego murió en nosotros. Llantos se escuchaban por el hospital. A muerto un gran hermano y compañero. Un amigo en las buenas y en las manos. No estará presente cuando todo esté bien, no estará cuando obtengamos la victoria. En cenizas se convirtió Benni quién nos acompañó en el peor momento. En el jardín trasero cercamos un rincón para recordarlos a todos y a cada uno de ellos. Los que fueron nuestra familia. Pequeñas lapidas posaban en el césped.

*  Rex
*  La Manada
*  Josh
*   Benni

Dos meses sin Brus hace sentir el ambiente aburrido. Más aún dos meses sin Catalina. De ella no sabíamos nada. Ya no vivían en el mismo lugar y su número no era el mismo. Es como si se hubieran borrado del planeta. Para Nickolas no a sido fácil pero el siempre a sido un chico fuerte. Sin embargo para Amber y para mi a dejado una huella, un vació. Alicia también se fue. No informó a Jay ni a ninguno de nosotros.

—Y como está la cumpleañera más hermosa del mundo? — escuché decir a mi hermano mayor.
Pensé que el día de mi cumpleaños la pasaría en guerra, tal vez al borde de la muerte, pero no. Desde ese horrible día en el que por primera vez vi llorar a Brus, nadie nos atacó. Nadie intentó matarme a mi o a alguno de mis amigos. Como si los Vervat también se hubieran borrado y ojalá pudiera ser así. Pero sabemos que no. Sabemos que quieren que pensemos que todo acabó para atacar. Haciéndonos la cama para dormir y tomarnos por sorpresa.

— Bien, el maestro de arco me dio un memo por llegar tarde — Miller me miró con asombro. Yo nunca llego tarde a mis clases.

— Y eso? — preguntó nuevamente con asombro.
Puesto a que como dije antes, yo nunca llego tarde a mis clases.

— Mis alas se abrieron, no podía cerrarlas — sus ojos se achicaron esta vez concentrándose en solo mirarme a los ojos.

— No que ya las habías controlado? — preguntó. Si lo había hecho. Estaba segura de que si.

— Eso pensé — contesté. Miller sonrió con esa sonrisa que derrite a cualquiera.

— Miller puedo hacerte una pregunta?—. El césped estaba suave y no tenía mal olor. El instituto se encargaba de que todo estuviera en orden. La fuente siempre limpia, los árboles podados y las plantas regadas. Las paredes bien pintadas al igual que el piso sin ninguna mancha.

— Depende — contestó sentandose a mi lado.

— Depende de que?— pregunté curiosa. La clase de vuelo estaba afuera. Mordí mi labio viendo y dándome cuenta de que ellos controlaban muy bien sus alas.

— No se que toalla sanitaria puedas usar así que de eso no preguntes—. Miller no era de hablar de esas cosas. El solo era serio y muchas veces reservado.

— Nunca te hablaría de algo como eso — dije riendo.

— Perfecto porque me niego a contestar. Y bien cual es la pregunta niña?—.

— Has tenido novias?, ya sabes te has enamorado?— pregunté haciéndolo moverse un poco incómodo en el césped del jardín delantero.

— Por que preguntas eso?—. Esa pregunta era muy obvia.

— Eres un chico muy guapo, de seguro muchas chicas mueren por tener algo contigo — contesté mirando su sonrisa traviesa. Mi hermano mayor era demasiado guapo como para ser real. Era serio y a cambiado su pensar de que el mal es lo correcto. Por que a eso nos hemos dedicado. A hacerle sentir que a hecho lo correcto. Siendo leales a el y a sus sentimientos. A que no se sienta incómodo algunas veces por que todo es nuevo para el. A cuando no esta de acuerdo con algunas cosas y aún así no discute por la razón. Y en momentos nunca dice no.

— Eso me halaga, pero no quiero lastimar a ninguna chica— dijo sonriendo dulcemente. Sus ojos hicieron una intermitencia de travesura que me hizo reír.

— Por que piensas que lastimarás a alguna chica? — pregunté. El ya no era como antes así que se me hacía difícil pensar que podría lastimar a alguna chica sin razón justificada.

— Me gustan mucho las chicas — contestó. Miller miró a sus pies sonriendo y volvió a mirarme haciendo de nuevo esa traviesa intermitencia en sus ojos.

— Deja de hacer eso, me pones nerviosa — dije riendo.

— Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz — escuché cantar a coro varonil.

— No puede ser —dijo Miller mientras bajaba su cabeza agitándola de lado a lado. Me giré para ver quienes cantaban. No me sorprendí. Pero si me avergonzó lo que vi. Un bizcocho de dos pisos pequeños, color rosa y con una decoración extraña. Dos chicos con mochilas en sus espaldas y una sonrisa enorme. Me levanté del césped seguida de Miller.

— Felicidades Mía — gritaron a coro. Esto era realmente vergonzoso pero genial. Nadie en la vida haría por mi lo que estos dos hacen.

— Gracias chicos esto es... es grandioso —. Miré al bizcocho.

— Le falta un pedazo de crema — dijo Miller
mirando a Jay y a Kenai.

— Que? — preguntó Kenai haciéndonos a todos mirar hacia el bizcocho.

— Que le falta un... un pedazo, míralo ahí —. Era evidente que alguien había pasado su dedo por el pastel. Tenía rastro de que alguien había probado ese pastel ya.

— Oh vaya Kenai dije que no lo hicieras, te advertí no tocar el pastel de Mía. Dije que ella sería la primera en probarlo —reclamó Jay. Reí.

— El color es bonito — dije para cambiar el tema de quién había metido sus dedos en mi pastel.

— Kenai lo escogió, le comenté que no te gustaba el rosa pero el insistió — dijo Jay mirando al pastel. — Si lo ve Axel le encantará — bromeé. Cuando se trata de colores prefiero el negro desde siempre. El rosa nunca me a gustado aúnque es un color que muchas veces identifica a las chicas. Pero en este momento amo ese color simplemente porque Keani lo escogió. Sentí unas cálidas manos arropar mis ojos en un suave movimiento. Eran unas manos varoniles. Las toqué un par de segundos que fue lo que me tomó saber quién era.

— Ryan — dije riendo. Sus manos se despegaron de mis ojos haciéndome girar sobre mis talones para verle. Tan atractivo como era posible. Sus ojos ligeramente verdes y sus diminutas pecas a flor de piel. Hoy se notaban como nunca antes.
Estos dos meses he pasado bastante tiempo con el y su encanto. A sido muy atento conmigo y respetuoso por demás. Ahora podemos llamarlo relación formal. En el que compartimos y tenemos una comunicación digna de admirar.

— Ven te tengo una sorpresa, pero antes debo colocarte esto— dijo antes de sacar de su bolsillo un pañuelo color gris. Ryan me miró y sonrió. Con esa sonrisa que me derretía y me hacía pensar solo en locuras. Esa sonrisa que derrite hasta el alma mas varonil del planeta.
Menos la de Miller y Axel.

— Si te aprieta me avisas y la aflojo— colocando el pañuelo con suavidad en mis ojos y parte de mi nariz. Sus labios un tanto húmedos se unieron a los míos en un beso suave, dulce y rápido.

— De acuerdo — sonreí y Ryan posó sus labios de nuevo en los míos. Tomó mi mano de manera educada y me guió por algún camino. Los chicos detrás de nosotros con cada paso me hacían saber que estaban allí. Nos detuvimos. Poco a poco sentí que el nudo del pañuelo se soltaba.

— Ya puedes abrir los ojos —indicó. Mi vista estaba algo borrosa por la presión del pañuelo antes. Estábamos en el estacionamiento, podía identificarlo. Cerré los ojos unos segundos para evitar tener que estrujármelos y que terminase como un mapache. Logré abrir los ojos y ver bastante claro como para visualizar a Nickolas recostado de un auto. Con un casco en la parte de arriba del auto.

— Taran— canturreo Miller. Nickolas tenía una sonrisa en sus labios al igual que Miller y Ryan.

— Aamm —apreté mis labios confundida.

— Es tu regalo, feliz cumpleaños — dijo Ryan sonando un beso en mi mejilla. No podía creerlo. Era un auto color negro, nada lujoso como el de Nickolas pero muy bonito. Era, es y será increíble que Ryan, Nickolas y Miller se hallan tomado la molestia de regalarme un auto. Me acerqué y lo primero que tomé fue el casco. Miré a Jay quién sonreía realmente emocionado. El casco que me había ofrecido alguna vez.

— Despues de un corto canturreo me quede en la habitacion con Amber.

La chica vestida de negro {2}Där berättelser lever. Upptäck nu