La chica vestida de negro {2}

By CarylisD

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Capitulo 1 ( El regreso )
Capitulo 2 ( Lo prometi )
Capitulo 3 ( Jason )
Capitulo 5 ( Magnu )
Capitulo 6 ( Cookie )
Capitulo 7 ( Pulguita )
Capitulo 8 ( La guerra empezó)
Capitulo 9 ( El nuevo profesor)
Capitulo 10 ( Jay )
Capitulo 11 ( Perdóname )
Capitulo 12 ( Mi corazón se rompe de nuevo)
Capitulo 13 ( Electrochoque)
Capitulo 14 ( La chica cestida de negro )
Capitulo 15 ( No puede ser )
Capitulo 16 ( Lobos )
Capítulo 17 (Matthew )
Capítulo 18 ( Recuerdos )
Capitulo 19 ( Miller )
Capítulo 20 ( A remar marineros )
Capítulo 21 ( El castillo)
Capitulo 22 ( En mis sueños de nuevo )
Capítulo 23 ( El mundo de Ryan )
Capitulo 24 ( Fuera del espejo )
Capitulo 25 ( El nuevo encapuchado)
Capítulo 26 ( El pasillo )
Capítulo 27 ( Jey )
Capitulo 28 ( Una nota de Jay )
Capitulo 29 ( Mi antiguo hogar )
Capítulo 30 ( El temor de Jay )
Capitulo 31 ( El collar de los Sivit )
Capitulo 32 ( Explota el refugio )
Capitulo 33 ( El era nuestra familia )
Capitulo 34 ( El nos traiciono )
Capitulo 35 ( Alicia )
Cañitulo 36 ( La lista es larga )
Capitulo 37 ( Estoy perdiendo la memoria )
Capitulo 38 ( Estrategias )
Capitulo 39 ( Es tu hijo )
Capitulo 40 ( Hara que nos traicione )
Capítulo 41 ( Le falta un pedazo de pastel )
Capitulo 42 (El hechizo )
Capitulo 43 ( Angel Guardián)
Capítulo 44 ( Miedos )
Capitulo 45 ( Tenemos que entenderla )
Capitulo 46 ( Perdónenme)
Capitulo 47 ( Esto no es un juego )
Capitulo 48 ( Guerra y muerte )
Capitulo 49 ( El final )

Capitulo 4 ( Intermitencia)

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By CarylisD

Amber se levantó de la mesa llorando. Posiblemente pensando que había creído no volverlo a ver más, por otro lado yo pensaba todo el tiempo en esa vez que volvería a verlo. Al igual que la partida de Jay la de Steven me dolió y tocó una fibra en mi. La esperanza de volver a ver a Jay creció, sin embargo no era la misma historia, puesto a que Jay se había ido porque había terminado su misión y es decir su tiempo aquí.

— Oh por Dios —dijo Amber y realmente se notaba muy emocionada. Todos los chicos se levantaron alegres de sus asientos excepto yo. Entre abrazos y besos se encontraban en la cafetería, todos. Menos yo. Aún viendo el menú para saber que pedir todos me quedaron viendo.

— Bien, hasta que vuelves —dije sin despegar la vista del menu. — Pensé que te olvidarías de nosotros —.

— No es así —dijo Steven. Se escuchaba culpable pero sin saber de que tenía culpa.

— Bien, entiendo —. No podia evitarlo pero mis ojos se estaban aguando. Steven era especial para mi. Y esa vez ni siquiera se despidió. Acaso no pensó en nosotros?. No le dio miedo que tanto tiempo se agotaría el espacio de el aquí con nosotros?.

— Cuando te volviste tan dura? —preguntó. Sentía como se colocaba de cuclillas a mi lado. Su respiración chocaba con mi hombro. Le miré y sus ojos hacían que sintiera no extrañarlo más, de todos modos ya estaba aquí. Su mirada era una cuna para mi, una cuna que necesite varias veces mientras el no estuvo.

— Aún no lo e hecho —. El me sonrió y me enrolló en sus brazos, mi cabeza en su hombro me hacía sentir como unas bebé. Ya llegaba la época de nieve y estaba muy entusiasmada por saber como se pasaba aquí en el instituto. Si antes hacía frío ya se notaba más. Para esta época los vampiros atacaban más, les gusta la sangre en estos tiempo. Pero aun así me propuse disfrutar de la época como una chica normal aunque ya no lo era. No había abandonado el caso de Derek y me esforzaría aún más.

— Hey ! encontré esto, tal vez te ayude —. La voz de Miller sonaba un poco angustiada. Y es que me había advertido muchas veces que tuviera cuidado, incluso me sugirió que pidiera ayuda a la Rebelión, cosa que no estaba en mi planes.

— Gracias Miller y tranquilo no pasara nada —. El frunció el entre cejo y me miro serio.

— Supongo que será así —. Sus ojos hicieron una intermitencia color amarilla y se levantó de la silla de la biblioteca y se fue. Bien. Eso habia sido un poco raro. Tan siquiera se hubiera despedido, un adiós hubiera bastado. Al poco tiempo de Miller marcharse apareció Nickolas, no muy contento por cierto. Cosa que me hacía pensar que eran igual de raros.

— Mía necesito un favor —dijo Nickolas en voz baja.

— En que puedo ayudarte? —pregunté. Nickolas se veía algo nervioso cosa que noté al instante.

— Es que —. Nicko quedó en silencio. El solo alargaba un poco las cosas. No entendía porque pero era algo que odiaba de las personas.
Acaso no pueden ir a decir lo que sea y ya?. Tienen que dar mil vueltas a el asunto. Además con solo mirar los ojos de Nickolas sabía que venía por nada, quizás cualquier estupides. O tal vez a decirme que seré tía?.

— Oye cálmate, no iré a la farmacia por una prueba de embarazo, eso no me concierne a mi —. Supe que no era eso por la cara de asombro que puso Nickolas la cual luego se volvió seria.

— Jamas! —dijo mirándome fijamente. — Tan tonto me crees?, la amo pero hasta ahí —. Bueno al menos dijo que la amaba y era la primera vez que lo oía decirlo.

— Bien, que te atormenta? —pregunté.

— Catalina —dijo en voz baja haciendo que yo frunciera el entre cejo.

— Que pasa, ya la quieres cambiar?. Hace un rato dijiste que la amabas —. Nickolas puso los ojos en blanco.

— No es nada de eso, yo estoy bien con ella .  Nicko pensó varios segundos y continuó hablando.

— Por ahora —.

— Pero de que lado estas? —preguntó ofendido.

— Tu no hicistes esa prenguta, soy mujer así que, que crees?. Y ve al grano por que tanto rodeo —.

— Quiere un perro —dijo tapando su cara. Vez lo había dicho seguro era una estupides y resulto serlo.

— Pensé que era algo grave —.

— Lo es, yo no quiero estar cuidando de un perro, ya Steven regreso mucho tengo con cuidarlo a él —.

— Bien Nicko yo — vi entrando a Catalina por la puerta de la biblioteca. — Yo me voy por ahí viene tu chica —reí. Me levanté de la silla y Nicko suspiró pegando su frente a la mesa mientras Catalina venía emocionada hacia el. Supongo se irán a comprar un lindo y tierno perrito. A decir verdad no sabía si aquí se permitían animales.

Leí detalladamente la información que me entregó Miller hacía un rato ya y bien que creía que eso me ayudaría. Según dice aquí el hechicero llamado Magnu vive cerca
del instituto, es decir en el bosque. Tomé mi arco y como buena valiente fui hasta el bosque. No le mencioné a nadie pero aún así llevaba rato sintiendo que me seguían. Los ojos de quien fuera penetraban en mi espalda, pero al girarme no veía a nadie. Maldición esto de ser vampiresa no me quita lo cobarde. Si pensaban que era el renacimiento de algo diferente se equivocaron lo único diferente que tenía eran estas gigantescas alas que aveces se abrían sin permiso dejándome en ridículo frente a todos y las horrendas ganas de comer algún venado. 

— Sshh no grites —. Alguien tapó mi boca y pegó el arco de mi espalda a su pecho. — Por que viniste sola niña? —. Me giré bruscamente y suspiré al ver quien era.

— No quería que nadie me siguiera que haces aquí —pregunté mirándolo a los ojos. El frunció el entre cejo serio.

— Fui criado como un demonio. Soy experto rastreando. Además eres mi hermana. Y no me hables así —dijo firme.

— Miller que pasa con tus ojos?, tienes esa extraña intermitencia de nuevo —.

— No es nada —. Se escucho algo indiferente.

— Así que la sientes? —pregunté dándome cuenta de que sabía de lo que le halaba. Miller negó.

— Nickolas me lo dice a cada rato —sonreí. Ellos no eran solo sobreprotectores conmigo si no con ellos mismos. Pasaron de odiarse a amarse.

— Bien y te molesta? —pregunté viendo que la intermitencia se había ido.

— No, pero ya me estoy cansando —. Hice una mueca y dejé de mirarlo.

— Bien se supone que estemos cerca —. Sentía una extraña sensación en mi espalda, como si mis alas quisieran salir y abrirse. Miller se veía algo molesto y alrededor de sus ojos se comenzaban a ver las pequeñas venitas de siempre.

— Oh tengo visita que agradable nunca nadie viene acá —dijo Magnu portando unas cuantas sortijas en sus dedos incluyendo una que contenía una gema azul verdosa.

— Por que será —dijo Miller con gran disgusto. La sensación en mi espalda cesó dejando al descubierto mis alas.

Rayos!

— Ah, mira que bien, la pobre Mía aún no controla esa parte de ella que curioso —. Magnu decía burlón.

— Pronto que lo hará y yo me encargaré de eso —. Miller hablaba furioso y apretaba los puños, de seguro queriendo matar al hechicero. Yo moría de vergüenza, no tanto por Magnu sino por mi hermano. El se esforzaba demasiado enseñándome y yo no tomaba piso de eso. No lograba que mis emociones no expulsaran mis alas a la luz de la vergüenza, simplemente ellas no se sometían.

— Ahora quiero que me expliques como devolver a mi amigo a su normalidad —. Mi voz sonó molesta y ciertamente las facciones de mi cara me mostraban tal cual. El hechicero rio maliciosamente haciendo que sus dientes se notaran en gran manera.

— No creo que eso pase —. Magnu tenía una horrenda sonrisa en su rostro que le permitía verse realmente malvado. La intermitencia en los ojos de Miller volvió y esta vez en ellos se colocaban tres colores tales como, amarillo, rojo y negro. Algo pasaba en el y sería quizás otro problema.

— Si que pasará —. Miller estaba furioso, cuando de pronto Magnu se tocó el pecho. No quiero pensar que lo mató, porque sería terrible.
Miller tenía en sus manos la sortija que contenía la gema azul verdosa . Pero y eso que?. Ya lo había leído pero en este caso lo comprobaba.
Miller se sentía más frío que nunca, su mirada en un punto fijo, la intermitencia que volvía y las venas alrededor de sus ojos.

No, esto no esta bien.

— Le quita poder y fuerza —dijo Miller sin mirarme. Magnu no se movía parecía petrificado y logramos amarrarlo en su cabaña. Ya que dijo que no recibía visitas nadie vendría por él. Sin fuerza no podría gritar y sin poderes jamás se soltaría del amarre.

— Miller —. Tomé su mano recordando aquella vez que dijo que pensó que se controlaría si me tomaba de la mano. En su rostro se hacía ver una vena muy notoria. Más negra que las demás, me hacía paso a la demencia que podría provocar en Miller. Con mi dedo acaricie tal vena. Sus ojos intermitentes me hacían creer que estaba borracha. El movió su cara bruscamente y me miró. Sonreí un poco asustada pero en fin se trataba de mi hermano. El mismo que había demostrado que era diferente.

— Miller estoy aquí contigo, no pasa nada —. La intermitencia cesó y sus ojos color miel volvieron a darme la bienvenida. Expulse todo el aire que había aguantado en mis pulmones.

— Mía —pronunció sin decir más. Escuchamos movimiento por las afueras de la cabaña así que miramos alrededor y a lo lejos, con un caracter fuerte y dulce me miró. Ese mismo lobo que vi la noche que Axel me buscó en el bosque para entrar a la casa. Muchos días antes de mi transformación. Pude ver que por un momento sus ojos estaban intermitentes, y al notarlo huyó.

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