Por Primera Vez ©

By escritosmarlenefrank

8.6K 539 121

Anna Hopper siempre sintió la presión de hacer las cosas a tiempo. Atrapada en una relación tóxica, creía que... More

FUTURA PORTADA
ANUNCIOS
Dedicatoria
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
LUCA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA

ANNA

142 10 15
By escritosmarlenefrank

La primera semana donde estoy la mayor parte del tiempo sola y enfocada en mí, la dedico a eso que comienza a interesarme cada día más. Los libros. Todo su mundo en general, y por eso tomé la decisión de crearme un blog de Instagram para hablar de ellos.

Llevo 27 seguidores en solo cinco días. Nada mal para comenzar, ¿no?

Por las tardes me junto con Mel y aprovecho de hacer contenido en alguna cafetería o parque. Ya hace tiempo no estábamos a solas con mi amiga, el hecho de que Santiago se apareciera por Barcelona, descolocó por completo todos mis planes. Ah, sí, y lo he vuelto a ver, para acompañarlo a Poblenou – 22@, en el barrio de Poblenou. Donde se encuentran las mejores empresas de España. Pero al final fue en vano, llegamos al sector y ni siquiera se había atrevido a buscar cuál era la planta que pertenecía a la oficina que le habían indicado. Según él, necesitaba más valor para darse a conocer frente al hombre que lo engendró. Y yo no lo presioné, solo fui su compañía y de regreso me despedí de él porque no me sentía bien estar haciendo aquello. Verlo, acompañarlo, apoyarlo. Aunque algo dentro de mí tiraba hacia la bondad, la otra parte, me hacía recordar todo lo malo de nuestra relación. Y si yo estaba en Barcelona ahora, era justamente para olvidar todo lo nuestro y dejarlo atrás, comenzar una nueva vida. Tal como lo estoy haciendo con Luca.

Luca, que a cada mañana me envía un mensaje de Buenos días, no importa el horario ni la distancia, cada mañana tengo su mensaje en la pantalla del móvil, apenas me despierto. Me levanto en su cama, con su olor, añorando su presencia, su tacto, su calor, todo él. Si... lo extraño.

Por fin, junto a mis padres, habíamos coincidido otra vez en tiempos libres para hacer FaceTime, llevo unos minutos sentada con la vista al mar de frente. Escuchando a mi padre decir:

—¿Cómo estás muñequita?

—¿Qué tal todo, cariño? —dice mamá. Los echo mucho de menos. A pesar de que siempre he sido muy independiente en muchos sentidos, y mis padres trabajan día y noche para permitirnos la vida que tenemos, jamás he pasado tanto tiempo sin ellos.

—Estoy muy bien, ¿y ustedes? —pregunto con una sonrisa y apoyo el mentón sobre mis manos.

—Todo va bien por aquí —dice mamá, y mi padre asiente sonriente.

Hablamos un buen rato. Ellos me cuentan de su trabajo y yo de todo lo que he conocido en estos casi dos meses. Claro que también toco el tema de que estoy comenzando a tener una relación con Luca, cosa que a ambos les hace mucha ilusión, y mi madre —tan explosiva, como siempre— muere de ganas de conocerlo. Ya habrá tiempo para eso, eso lo que les digo.

—Entonces, con respecto a la carrera de medicina...

—Con respecto a eso —jadeo—. Quería decirles que... Bueno, estaba pensando, y creo que igual ya lo sabían. El día que me inscribí en la universidad, ambos me preguntaron por qué llevaba esa cara, y si no me hacía ilusión, y entonces yo...

—Muñequita —dice papá, haciéndose más espacio frente al computador—. Lo sabemos. Sabemos que no es la carrera que quieres, pero tampoco sabemos que es lo que realmente quieres.

—Es que... no lo sé —suelto todo el aire que contengo en los pulmones.

—Tranquila —habla mamá—. No tienes por qué estudiar algo que no te apetezca, ¿sabes? Es mejor no hacerlo, a que hacerlo y luego no tener vocación por ello.

Yo asiento. Ellos siempre me comprendieron, agradezco tanto tener a unos padres así. Jamás me presionan, nunca deciden por mí.

—Entonces dinos, ¿qué podemos hacer por ti?

—Decirme que piensan, con respecto a... A mudarme aquí, a Barcelona —sonrío un tanto nerviosa.

Veo como mi madre se aclara la garganta y mira a mi padre, a quien se le humedecen los ojos.

—Si es lo que quieres —hablan a la vez, mientras se miran el uno al otro.

—Lo vengo pensando hace unas semanas, y sí, es lo que quiero. Aquí está Mel, ella tiene a su novio y yo a Luca, creo que hacemos un grupo muy sólido, son buena gente y yo me siento contenida con ellos. No estaré sola, si es lo que piensan.

—¿Alguna carrera? ¿O quieres trabajar? —agrega papá.

—Falta poco para que finalice el semestre aquí, así que creo que buscaré información sobre alguna carrera de mi interés lo más antes posible, para no ingresar muy tarde. No quiero perder el tiempo y...

—Muñequita, de eso nada —papá se cruza de brazos—. Déjate con esa idea tan tuya de "perder el tiempo" —hace el gesto con los dedos—. Sé que eres muy cerrada a tus ideas, pero mira.
El tiempo es como un tren, siempre va hacia adelante. Hay muchas estaciones en la que él decide parar, y en una de ellas es en la que estás tú. Tú decides en qué vagón subirte; si en el del medio, o tal vez más atrás, pero no puedes subir en el de adelante, porque va lleno. Y eso no está mal, créeme, solo que hay gente que se subió antes que tú, en estaciones antes de las que tú te encontrabas, porque es así. Cada persona se sube en el vagón que elige y en la estación en la que se encontraba y te tienes que subir igual. Porque el tiempo no para, si perdiste el tren, él continúa. Eres tú la decide si subir o no, y no por eso quiere decir que vas tarde, vas a tu tiempo, cariño. Entiende eso, no vas tarde, deja de pensar en ello.

Asiento feliz. Mi padre es de esas personas que da esos consejos con bastantes metáforas, pero que siempre me han servido.

Siento como una lágrima moja mi mejilla, y no es una lágrima de tristeza, más bien, de felicidad por aquellas palabras y por lo que me hacen sentir.

—Mira, para cambiar de tema, te contaré una historia. No sé si sabías, pero cuando conocí a tu madre fue en la universidad. Yo era un pendejo de veintiséis años que aún no hallaba que hacer, así que me metí a la carrera de derecho, donde continué yendo cada día porque la rubia que se sentaba en primera fila, frente al profesor —mira a mi madre a su lado—, me había volado la cabeza desde el primer día. Ella tenía veintiuno y al mes de estar conociéndonos, yo le pedí que sea mi novia. Ella aceptó y de inmediato le pregunté si quería casarse conmigo —ambos se echan a reír—. ¿Qué crees?

—No sé, ¿cómo siguió la historia? —pregunto, contenta.

—¡Claro que le dije que no! —chilla mi madre—. Estaba loco, éramos dos jóvenes y ni siquiera habíamos terminado la carrera. Pero él, como siempre, insistió —lo mira con aquellos ojos con los que se ven desde que yo tengo uso de razón.

—Al año terminó diciéndome que sí. Nos casamos, ella con veintidós y yo con veintisiete. ¿Por qué tiene que haber un "tiempo" para todo? Yo ya había conocido al amor de mi vida, solo quería casarme con ella cuanto antes.

Continuamos la llamada con aquellas historias y anécdotas de mis padres. Me hace olvidar de todo lo que pasa fuera de esas cuatro paredes y recapacitar hacia lo que quiero hacer.

Y así terminamos el FaceTime. Nos despedimos con cálidas y reconfortantes palabras, como siempre, y mi madre se apresura a decir que deben planear vacaciones para conocer a Luca.

Cierro el computador y me voy a la ducha, Mel va a recogerme en su nuevo coche en una hora. Estoy lista en unos treinta y cinco minutos.

El otoño ya hace su presencia, por lo que opto por usar unos pantalones rectos, un jersey negro y una bufanda. Por último me cepillo el pelo y me coloco unas botas de UGG que compré esa semana, y bajo de inmediato al recibir el mensaje de mi amiga, que ya se encuentra abajo.

Tengo que obligarme a cerrar la boca cuando bajo y me encuentro un increíble Honda Civic blanco, del año. Regalo de su padre, dice mi mejor amiga.

El padre de Mel es casi un magnate, puede permitirle todo eso y más a su hija, ella es la consentida y lo sabe.

Hacemos el viaje hasta una cafetería en la playa con las canciones de Taylor Swift, Mel la idolatra y se escucha los álbumes completos, cantando y bailando, y claro que yo la sigo. Vamos cantando a toda voz, sin parar.

Después de unas cuantas maniobras, Mel puede estacionar bien a lo lejos, donde hay unos pocos carros. Nos reímos de ello y mi amiga afirma que necesita unas clases más de manejo aún.

  —Entonces ahora que ya hablaste con tus padres, ¿qué sigue? —pregunta mi amiga. Nos han dado una mesa con vista a la playa.

  —Primero debo decir que comprendí, nada de apuros. Lo dijo mi padre.

  —Hasta que lo entendiste —pone los ojos en blanco.

  —Sí, creo... Bueno, pero lo que sé es que quiero ver alguna carrera o hacer algo relacionado con el mundo de la literatura.

  —Siempre te han gustado los libros y hasta escribir también, no sé por qué lo abandonaste —levanta la mano para llamar a alguien que nos tome la orden.

  —Sí que lo sabes, pero no vinimos a hablar del pasado. Hablemos de nuestras vidas ahora...

«Deja ya esos libros, me tienes cansado»

«¿Por qué lloras cuando lees

«¿Acaso te gustan esos absurdos personajes de los libros?»

«Me pides que cambie porque crees en esas relaciones que no existen, la de tus libros»

Escucho que alguien habla a lo lejos, hasta que me sacudo aquellos pensamientos y escucho a Mel que dice:

  —... Y entonces, ¡no te vas!

Yo sonrío asintiendo.

  —Estabas como ida, ¿estás bien?

  —¿Qué? Ah... sí, solo pensaba en que pedir para tomar —por suerte en ese momento nos interrumpe uno de los camareros para tomarnos la orden. Pido unos waffles con nutella, frutilla y plátano, junto con una malteada de cookies and cream, todo dulce, como siempre. A diferencia de mi amiga, que se pide solo un waffle con helado y un café negro.

  — ... Y subir fotos de los libros que voy leyendo, hacer reseña de ellos y cosas así —le cuento a Mel lo que quiero hacer con el blog de Instagram que había creado.

  —¡Es genial! Te irá increíble, Anna. Tú siempre eres muy detallista y ordenada con tus redes, solo mira tu perfil personal, parece sacado de revista.

Es verdad, siempre fui muy ordenada en mis redes, hasta hago coincidir cada post con el anterior para mantener toda una misma línea estética en cada publicación.

La charla se alarga con temas relacionados con lo que quiero hacer. Mi mejor amiga se muestra entusiasmada en ayudarme en cualquier cosa que ella pueda hacer, como tomarme fotos, conseguir sitios bonitos, librerías, cafeterías y todo lo que conlleve. Se lo agradezco una y otra vez, por ser así, la mejor amiga que alguien puede tener, y la suerte que tengo yo, porque es mi mejor amiga.

  —... Sería así —intento mostrarle algunos ejemplos que había visto en Pinterest, pero cuando levanto la vista hacia Mel, que ha dejado de contestar hace unos segundos, la encuentro algo pálida—. ¿Mel? ¿Todo está bien?

Tiene pegada la vista sobre mi hombro, mirando algo que se encuentra a mis espaldas, al parecer. Hago un ademán de girarme para ver qué la tiene así, pero se adelanta.

  —¡No! No gires. Quédate así, yo pagaré en la caja y nos iremos. Quédate aquí —quiere levantarse, pero la agarro antes de que lo haga.

  —Dime que pasa. Te has puesto pálida.

  —No, quédate aquí. Yo iré, entonces luego nos vamos y... —comienza a hablar rápido.

  —Mel.

Se sienta de nuevo.

  —Bien. No gires ¿ok? Voy a decirte algo que no va a gustarte, pero te ayudaré, saldremos de aquí sin que nos vea.

  —¿Qué nos vea quién? —quiero volver a girar, pero esta misma me lo impide.

  —Está aquí, no sé cómo, ni por qué, pero está aquí. Es... Es

  —Mel, ¡respira!

  —¡Es Santiago! —habla entre dientes.

Entonces comprendo su comportamiento y lo pálida que se ha puesto, porque me pasó exactamente lo mismo. Claro que sé que Santiago está en Barcelona, pero no tengo idea por qué está en la misma cafetería donde nos encontramos con mi amiga. A ver, para ser sincera, el hotel W donde se aloja está a unas cuadras de ahí, pero ¿tanta coincidencia?

Maldije por dentro, porque tengo que intentar actuar como si no estuviera ni enterada de la presencia de Santiago en este continente. No le he dicho nada a Mel al respecto, no merecía la pena y no quiero hacerle pasar un mal rato a nadie. Tenía pensado guardar ese secreto solo conmigo, pienso que Santiago vino a lo suyo, y cuando lo consiga, se marchará y listo. Nadie se iba a enterar de que estuvo allí. Pero no, la mala suerte está de mi lado y él ahora tiene que estar parado a metros de nosotras.

  —¿Qué haces aquí? —Mel mira por encima de mi hombro, por lo que supongo que Santiago ya nos ha visto y ahora se encuentra justo detrás de mí.

  —Mel, tanto tiempo —habla el mismísimo, fingiendo un tono amable con ella—. Anna —me saluda con un gesto moviendo la cabeza, cuando ya lo veo a mi lado.

  —Vete —gruñe Mel. Puedo ver como hunde las uñas en su propia piel, apretando las manos en puños.

  —Mel, tranquila —digo yo.

  —¿Por qué está tan alterada? —Santiago la mira con el ceño fruncido y se lleva las manos a los bolsillos—. ¿A caso no sabe?

Siento un frío recorrer por mi columna vertebral. Que no lo diga. Que no lo diga. Que no lo diga.

  —¿Saber qué? —reacciona Mel, pasando su mirada de Santiago a mí.

  —Iba a decírtelo.

  —¿Qué cosa? —junta las cejas.

Continue Reading

You'll Also Like

227M 6.9M 92
When billionaire bad boy Eros meets shy, nerdy Jade, he doesn't recognize her from his past. Will they be able to look past their secrets and fall in...
16.4M 546K 35
Down-on-her-luck Aubrey gets the job offer of a lifetime, with one catch: her ex-husband is her new boss. *** Aubrey...
41.1M 1.1M 42
When Arianna marries billionaire Zach Price to save her family, she doesn't expect to fall in love with a man who'd always consider her a second choi...
25.3M 731K 52
"Curiosity killed the kitty Miss Adams." My body stiffened. Slowly I turned around just to see Mr. Parker standing in front of me with hands in his...