Por Primera Vez ©

By escritosmarlenefrank

5.5K 434 118

Anna Hopper siempre sintió la presión de hacer las cosas a tiempo. Atrapada en una relación tóxica, creía que... More

ANUNCIOS
Dedicatoria
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
LUCA
LUCA
ANNA
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
ANNA
FUTURA PORTADA

LUCA

91 7 1
By escritosmarlenefrank

Los días corren sin pausa y ver a Anna cada mañana en mi cama me hace sentir reconfortado. Desde que pasamos por el piso de Mel a recoger "un poco" de ropa y sus artículos personales, duerme cada noche en mi piso.

Cuando despierto en la mañana, recuerdo que no veo a mi padre hace semanas. No se apareció por Barcelona todo este tiempo, me parece muy extraño. Él siempre concurre a todas las oficinas de su empresa, al menos una vez a la semana.

Anna me había contado que habló con su madre sobre la tarjeta que tiene en su scrapbook y que esta solo actuó de una forma muy extraña, negando conocer a mi padre. La duda aún está en nosotros, pero no le estamos poniendo tanto interés. Tal vez todo es una simple coincidencia.

  —¿Estás lista? —la abrazo por detrás mientras se está arreglando frente al espejo. Tenemos una fiesta a la que iremos con el grupo de siempre.

  —¿Cómo me veo?

  —Muy apetecible. Y si seguimos aquí creo que no iremos a esa fiesta —le hago un escaneo. Se ha puesto una falda de cuero negra con un top en color plata. No estoy seguro si aguantaré durante la noche sin correr mano por debajo de esa falda.

Este último tiempo somos pura química, estoy dentro de ella día y noche. En la cama o en la ducha, en la sala o en la cocina. No puedo parar de tener mis labios sobre los suyos, estoy necesitado de ella todo el tiempo. Cosa que me asusta.

  —Sé en lo que piensas —esboza una sonrisa.

  —¿Y qué es?

  —No seas pervertido. No vas a correrme mano delante de tanta gente —me apunta con la brocha que está usando para maquilarse.

  —Tampoco lo había pensado —miento.

  —No lo creo.

  —Y aunque lo hubiera pensado. Ya no me quedan condones. Así que no puedo pensar en esas cosas esta noche —hago un mohín. A la vuelta pasaré por alguna farmacia si o si.

Marc es el que nos recoge junto con Mel. Tiene una camioneta en la que si cabe más gente y no solo dos personas como en mi Porsche.

Aparcamos al llegar a la fiesta y los cuatro vamos en dirección al interior del edificio. Se nos da tan natural agarrarnos de las manos a la hora de caminar, que tranquilamente todos pueden pensar que somos novios, pero no es así, aún no se lo he pedido. No porque no tuviera ganas, si no, porque tengo miedo aún. Sigo sintiendo que Anna no tiene los mismos sentimientos hacia mí que yo hacia ella. Y está claro, en un tiempo más ella se tiene que ir así que lo nuestro es pasajero.

  —Llevan un poco más de un mes así, ¿aún no sé lo has pedido? —pregunta mi amigo cuando dejamos a las chicas para ir hacia la barra. Ellas aprovecharon de ir a la pista de baile apenas escucharon una de sus canciones favoritas.

  —No. No quiero que me rechace.

  —¿Y por qué iba a hacerlo? Vive contigo, actúan como si estuvieran juntos y se nota la química entre ustedes.

  —Pero se irá. Tal vez no quiere que lo nuestro sea algo serio para luego no salir lastimada. Y la entiendo.

  —¿Y si no se va?

  —No ha dicho nada más de eso.

  —Deja los miedos —me da un empujón con su cuerpo.

Me giro hacia la pista, la veo perfectamente. Está bailando con Mel y puedo notar como todo el mundo gira a verla. Siempre que llega a un sitio llama la atención. Y como no, si es preciosa.

Nos acercamos a ellas. Me encargué de pedir un trago para Anna, el de siempre. Y yo tengo una cerveza en una de mis manos. Con la otra la rodeo por la cintura y me pego a su espalda cuando llego a su lado. Esa maldita falda le acentúa tanto las curvas y me genera un sentimiento de no querer que nadie la vea. Celos, así le dicen a ese sentimiento. Pero no se lo hago notar.

  —¡Ronde de chupitos! —indica Mel abriéndose paso entre la gente. La seguimos y nos hacemos hueco a un lado de la barra. Hay un tío que sirve tragos a todo el mundo así que pone cuatro chupitos frente a nosotros.

  —Aprobé mi examen. Me lo merezco —chilla la antes mencionada levantando su chupito en alto. Lo baja y luego de hacer un guiño se lo bebe. Nos reímos y hacemos el mismo gesto.

  —No tomas tragos fuertes, pero jamás dices que no a un chupito —es lo que le susurro a Anna al oído.

  —Jamás diría que no a un chupito.

  —Así veo.

  —Ahí están los demás —apunta hacia el grupo que viene llegando. Son nuestros amigos.

Al vernos se acercan a nuestro lado. Algunos bailan, otros fuman mientras beben y varios se encuentran jugando Beer Pong. Anna hizo algún que otro intento y al notar que no estaba acertando a ni uno, decidió volver a mi lado.

  —Muero de calor —se pega a mí y me quita la cerveza que tengo en las manos. La lleva a su boca y después de beber un trago largo, hace un gesto de asco. No le gusta la cerveza y pudo notar que ya va algo borracha. Lleva al menos cuatro rondas de chupitos —de las que yo decidí pasar de ellos— también había tomado dos Ramazzotti y ahora me había quitado la cerveza.

  —¿Qué haces? —sonreí al ver su cara.

  —Es horrible. Jamás me gustará la cerveza.

  —¿Y por qué me la quitas?

  —Necesitaba beber algo más —se encoge de hombros.

  —Has bebido demasiado. Tendré que cuidar de ti —le hablo muy cerca de su cuello.

Las siguientes horas continuamos pasándolo bien con el grupo. Controlo a Anna de a ratos al ver que va y viene de la barra con Mel agarrada a su brazo. Ya tiene las mejillas teñidas de un color cereza. Señal de que va borracha.

  —Ven, te llevaré al lavabo —entrelazo mi mano con la suya y la acompaño con cuidado al sector de los baños. Quiero refrescarla y alejarla un rato de la música.

  —Bueno, papá —bromea.

  —¿Cuántos chupitos has tomado?

  —Cuatro —señala con los dedos.

  —Cuatro fueron los que yo vi —arrugo la frente—. Te he visto ir con Mel varias veces al sector de la barra.

  —Tal vez fueron seis entonces.

  —Anna, vas muy borracha.

  —Sabes que siempre suelo tomar bastante.

  —Sí, te he visto borracha otras veces, pero ahora apenas puedes andar caminando sin tambalearte hacia los lados —la afirmo sobre el lavabo y cierro la puerta para que nadie pueda molestarnos.

  —Gracias por cuidarme —apoya sus brazos sobre mis hombros.

  —Gírate, voy a refrescarte el rostro.

  —Me arruinarás el maquillaje.

  —Cuidado, que llevas tanto de él —apenas se había puesto algo sobre las pestañas y en las mejillas. No se maquilla en exceso.

  —Se arruinarán mis pestañas —dice mientras comienza a pestañear sin parar.

  —Venga, hazme caso. Te hará bien un poco de agua.

  —Y un poco de tus besos también me hará bien. No me has besado en toda la noche —puso la cabeza de lado.

  —No me he dado cuenta.

  —¿No me quieres besar delante de tanta gente?

  —De eso nada. Sabes que me muestro en público contigo como...

  —... como si fuésemos novios. Pero no lo somos —me toca la punta de la nariz con su dedo índice.

  —Estás borracha —me comencé a poner un poco nervioso.

  —Lo sé, ya lo dijiste —pone los ojos en blanco.

Se gira para darme la espalda y refrescarse un poco ella misma. Nos encontramos con la mirada en el reflejo del espejo.

  —Vas muy guapo.

  —Y tú también —aseguro dándole un repaso.

  —¿Te gusta mi falda? —agacha la cabeza para mirársela, está poniendo voz de seductora.

  —Me encanta. Te lo he dicho.

  —¿Y te gusta si hago esto? —se la comienza a levantar muy lento y vuelve a girarse para quedar de frente a mí.

  —¿Qué haces? Puede entrar alguien —miro a la puerta asegurando de que tenga el pestillo puesto.

  —Está cerrada —sonríe—. ¿Sigues pensando en correrme mano?

Eso sí que me está impresionando. Anna no se comporta así, estando con los cinco sentidos, pero ahora va borracha. Y muy borracha. Me gusta su parte perversa, pero cuando ambos estamos en la misma situación. Jamás me aprovecharía de ella estando así.

  —Anna, no...

  —SSH —posa un dedo sobre mi boca—. Bésame —y al final lo hace ella. Sin esperar se acerca a mi boca. Claro que la recibo con gusto.

Estamos los dos en aquel baño de un piso de vaya a saber quién. Es un apartamento bastante grande, tiene varias habitaciones y también hay dos baños. Nosotros nos hemos tomado uno de ellos, encerrados dentro.

  —Aquí no —hablo con la respiración acelerada.

  —No estoy haciendo nada. Solo besarte.

  —Sé lo que buscas —sonrío entre nuestros labios.

  —Es que... llevo falda.

  —Lo sé.

  —¿No te apetece ver lo que llevo bajo de ella?

  —No en este momento. No cuando tú estás así —aprovecho para separarme un poco de ella.

  —Luego me dices aburrida a mí —arruga la nariz.

  —Estás borracha, y yo...

  —Lo sé, ya es la tercera vez que te escucho. Créeme que lo sé —me interrumpe volviendo a besarme. Quita una de sus manos de mi hombro para bajar lentamente por mi abdomen. Llega hasta el cinturón de mi pantalón y suelta un gruñido.

  —Anna —la respiración se me acelera aún más.

  —Dame lo que quiero.

  —No aquí. Vamos a casa.

  —Lo dices como si fuera nuestra casa.

  —Vives conmigo.

  —Y me encanta. Tú me encantas simpático.

  —¿Simpático? —replico, algo confundido.

  —Así te decía cuando hablaba de ti con Mel. Me parecías muy simpático —vuelve a besarme.

  —¿Y ahora ya no lo soy?

  —Ahora estás un poco aburrido.

  —No querer aprovecharme de ti, no es ser aburrido —le aclaro separándola otra vez.

  —Te deseo.

  —Y yo a ti. Pero no aquí —suelto el aire de mis pulmones. Ya estoy perdiendo los papeles y si seguimos allí encerrados y ella, con la falda un poco levantada, dejaré la caballerosidad de lado.

  —Nunca lo hice en un baño —mira a su alrededor con los ojos brillosos.

  —Y no será hoy la primera vez.

  —¿Tú ya lo hiciste en un baño? —fija su mirada en mí. Y no voy a responder a su pregunta.

  —¿Por qué te pusiste tan borracha? —se me hace tan extraño ver como se está comportando. A ver, que sí me está poniendo, y un montón. Ella me lo está pidiendo. Quiero hacerlo, pero no allí. Ella no merece hacerlo en un baño y de esa forma tan guarra, pero me lo esta casi que rogando y yo ya estoy comenzando a acelerarme. Puedo sentir como mi entrepierna comienza a apretar.

  —Si vuelves a decirme borracha me iré —cruza los brazos a la altura de sus senos.

  —No quiero decirte eso. Es que jamás te comportas así —la tomo de las mejillas.

  —Aprovecha, no suelo ser así de atrevida —se vuelve a subir un poco más la falda sosteniendo su mirada con la mía.

  —No hagas eso.

  —¿O qué? —veo su ropa interior de color rosa. Lleva la falda muy arriba.

  —Ven aquí —la atraigo a mi cuerpo con un tirón brusco y comienzo a besarla con desesperación. Ella rodea mi cuello con sus brazos y entonces yo la levanto haciendo que rodee mis caderas con sus piernas. De esa forma su falda se levanta mucho más, dejándola con su increíble culo expuesto. Puedo verla por el reflejo del espejo. Me ha puesto a mil.

Le hago su pequeña ropa interior de lado para poder ingresar a ella con uno de mis dedos. Está más que lista, la siento empapada.

Juego un rato en su entrada hasta que comienza a apretar sus caderas sobre mi pantalón. Sé lo que quiere, y claro que yo también lo quiero. Estoy por explorar.

La bajo un momento para poder desprender mi cinturón y quedarme solo con el bóxer. Vuelvo a levantarla en volandas con desesperación y no puedo dejar pasar ni un segundo más. Nos seguimos besando, intentando así que no haga tantos sonidos. Es imposible, sus gemidos están por toda la sala del baño y eso me enciende aún más. Sus suaves y tiernos gemidos me hacen intensificar las arremetidas.

Lo hacemos de pie, a lo bruto. Ambos con mucha desesperación y deseo. Anna clava sus uñas en mi espalda y con eso puedo sentir que está a punto de llegar.

  —Espérame, hagámoslo juntos —le suplico.

Muero de ganas por acabar a la vez, dejarnos ir en un solo gemido. Y es así como después de las últimas arremetidas y de escuchar como Anna ya no puede más, nos vamos los dos en un sonido ronco.

Me quedo jadeando sobre su hombro, aún la tengo encima de mí. No puedo bajarla, estoy temblando por aquel momento.

  —Lo acabamos de hacer sin cordón —reacciono apartándola con cuidado de mi cuerpo y dejando que se recomponga.

  —Ups —aún está borracha, lo veo en sus ojos y en las mejillas que las lleva al rojo vivo—. Tomo pastillas hace más de dos años. Quédate tranquilo.

  —La protección no es solo para prevenir un embarazo —aclaro mientras la veo acomodarse la ropa.

  —Jamás lo hice sin cordón. No he sentido nunca la piel de un pene hasta hoy.

  —Yo tampoco. Jamás estuve dentro de una tía sin usar condón.

  —Estamos bien entonces. Yo tomo mis pastillas todas las noches y jamás lo hicimos sin cordón con otras personas. Así que, libres de bebés y libres de enfermedades.

  —Confío en ti —me quedo más tranquilo al saber que jamás habíamos estado con otra persona sin usar protección. Por todo lo que ello conllevaba.

  —Y yo en ti —vuelve a besarme, pero esta vez es un beso suave.

  —Nunca más sin condón —la señalo con el dedo.

Solo responde con una sonrisa. Luego de recomponernos, abrimos la puerta y veo la fila de gente que había estado esperando.

  —Es que estoy borracha —dice Anna indicando el porqué de que estábamos encerrados.

  —Sí, necesitaba... necesitaba vomitar —miento yo.

  —No vomite —responde ella girando para mirarme con las cejas justas.

  —Sí, lo hizo —le sonrío a la gente que está en la puerta y guío a Anna hacia la pista tomándola de la mano.

Continue Reading

You'll Also Like

103K 3.8K 58
Are:te amo Tn:y yo a ti
118K 8.9K 26
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...
18.2K 1.4K 46
Soy una bomba y cuando explote destruiré todo a mi paso, sin excepciones. Soy mi propio mal. Los Dioses abandonaron a mi familia por un error del pas...
14.5M 167K 18
¡A la venta el 30 de septiembre en digital de la mano de Editorial Selecta, sello digital de Penguin Random House! Bilogía Baile 1. ¿Quién dijo que d...