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By escritosmarlenefrank

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Anna Hopper siempre sintió la presión de hacer las cosas a tiempo. Atrapada en una relación tóxica, creía que... More

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Dedicatoria
ANNA
LUCA
ANNA
LUCA
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ANNA
LUCA
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FUTURA PORTADA

ANNA

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By escritosmarlenefrank

Días atrás hablé con Santiago por última vez —eso digo siempre—. Me prometió que iría al psicólogo, se ha dado cuenta de que lo necesita, y yo estoy feliz por su decisión.

La verdad es que hace tiempo que se lo vengo recomendando, no solo por nuestra relación, si no también por dolores que se que tiene debido a sus padres, o mejor dicho, por su madre.

Cuando conocí a Santi, no lo presenté de manera formal en casa, pero sí le hice mención a mis padres. Les conté de él y noté el cambio brusco en la mirada de mi madre cuando dije que estaba saliendo con Santiago Winger, su cara fue un poema. En ese momento no entendí el porqué, pero no pasó mucho. Recuerdo como una noche escuché a mis padres en su habitación, mamá estaba un poco alterada y le decía a mi padre que ella no estaba de acuerdo con que yo saliera con ese chico, ella conocía a Rossana: la madre de Santiago, fueron amigas en la adolescencia hasta que después de un viaje, más exactamente, después del viaje que hicieron en crucero, con un grupo de amigas en el mar mediterráneo como despedida de soltera para Rossana, luego de que regresaron, su amistad se rompió.

Mi madre le contaba a papá como Rossana engañó la última noche de la despedida de soltera a quien iba a ser su marido y cuando regresaron del crucero a los pocos meses, esta se enteró de que estaba embarazada, Rossana estaba muerta de miedo, ya que no sabía si el bebé que esperaba era de su marido. Se refugió en mi madre para que la ayude con un aborto y la misma le dijo que no, nunca estuvo de acuerdo con interrumpir el embarazo, por lo que Rossana se enojó muchísimo y eso provocó la pelea de ambas. Con el tiempo nació Santiago y Rossana nunca le dijo la verdad a su marido.

Por eso, mi mamá no quiere a Santiago, bueno...no es que no lo quiera a él, sino a su madre. La escuché decir que Rossana es una víbora, mala persona y que no me quiere cerca de esa familia.

Yo dejé pasar lo que había escuchado porque era mucho más chica y no encontré que fuera de mi interés retener esa información. Hasta que con los años fui viendo el trato que Santiago recibía de su madre y pude entender el porqué, lo trataba con desprecio, lo llenaba de dinero y lo dejaba solo para disfrutar ella de sus días sola. Nunca quiso tener hijos, eso también dijo mi madre, pero el embarazo ya estaba bastante avanzado cuando se enteró, así que no tuvo opción más que tenerlo porque su marido estaba feliz de ello.

Y así fue como pude entender los comportamientos de mi exnovio y su necesidad de atención y apego emocional. No los justifico, para nada. Siempre busqué que Santiago fuera a un psicólogo y tratara sus dolores de la infancia, pero nunca conseguí que lo hiciera hasta ahora. Ahora lo acepta, porque es una realidad que lo he dejado, y me vine lejos.

Según él, dejará de enviarme esos mensajes donde me insulta e intentará arreglarse para mi. Arreglarse, como si se tratara de una cosa.

Con los mensajes solo busqué tranquilizarlo. Yo estoy segura de que no quiero regresar con él, el amor se acabó ya hace bastante tiempo, pero el cariño sigue dentro de mí. Santiago merece estar bien y comenzar con su vida de nuevo y yo no quiero estar allí, ya no más. También merezco vivir mi vida.

Todo eso se lo cuento a Mel, mientras terminamos de cenar algo rápido para no tener el estómago vacío para recibir todo el alcohol que nos espera, porque en esta ocasión vamos a una fiesta que tiene acceso a una playa privada, así que toca llevar bikini, ya que nos han comentado que todos terminan en el agua.

Me decido por un vestido de lino color crema y debajo llevo el bikini negro. En los pies está claro que debemos llevar sandalias de playa. Mel se pone un traje de baño rosa y encima de él una falda de vuelos muy bonita, contrasta muy bien con su piel bronceada. Una vez listas, pedimos un Uber y estamos de camino a la fiesta.

El ambiente que hay es increíble. A mí todo me fascina diez veces más que a mi amiga. Ella está acostumbrada a tantas salidas y a este estilo de fiestas, sin embargo, yo apenas si conozco la disco que está cerca de casa en Provincetown, nuestro pequeño pueblo, como le decimos nosotras.

Hay gente bailando en la pista y todos con sus trajes de baño. En el patio trasero hay un sector de juegos: Beer Pong, jenga, tiro al blanco y muchos más, todos con el mismo fin; el que pierde toma un chupito o te tiran al agua.

Nos metemos entre la gente y vamos en dirección al sector de la playa porque ahí se encuentran nuestros amigos —sí, ya los llamo amigos— algunos de ellos hasta están mojados ya, señal de que han estado en el agua. Nos reciben con un grito al unísono y todos levantan sus tragos o botellas de cerveza así que nos acercamos a saludar a cada uno de ellos y Mel no puede esperar por acercarse a la barra a por algo de beber.

Luca siempre llega tarde a todas las fiestas, al menos eso dice Mel, pero de todos modos yo cabeceo en todas las direcciones para ver si está allí. La última semana hemos compartido bastante juntos, el simpático empieza a caerme mejor y me siento a gusto estando con él.

Ayer, en una fiesta un poco más tranquila y con menos gente, llegó con su amigo Marc, quien cae de maravillas por ser tan extrovertido, más que nada por su raro acento español. Es muy diferente a su amigo y tengo que hacer mención en la conexión que se creó entre este y mi amiga.

   —El canadiense te está viendo bastante —le digo a Mel. Vienen llegando y el amigo de Luca tiene la mirada fija en mi amiga, la misma se pone nerviosa y me empuja con su cuerpo. Yo le hago un repaso a Luca, lleva una camisa de lino casi desprendida junto con un short azul noche y sandalias de playa.

   —Tú con Luca y yo con Marc —levanta las cejas.

   —Yo con nadie, deja de emparejarme —me río.

   —Venga, si has estado más con Luca que conmigo en las últimas salidas. Pegan bien.

   —Solo hablamos, ni uno de los dos tiene otro interés —pongo los ojos en blanco. Me siento en la barra y pido mi trago.

Luego nos acercamos a saludar a los dos que se nos unen y vamos al sector de juegos. Marc opta por jugar a Beer Pong. Soy mala con la puntería así que ya puedo hacerme una idea de cuantos chupitos voy a tomar durante el juego.

Nos mezclamos entre chicos y chicas, Luca queda en el equipo contrario y me lanza una mirada un tanto competitiva.

Intento ceder mi turno para evitar hacer el ridículo con mi tiro, pero el equipo contrario no lo acepta y me veo obligada a jugar. Spoilers, por supuesto que fallo y debo tomarme un chupito.

Pongo de todo mi esfuerzo para no fallar en el último. No deseo otro chupito, pero si no cumplo tomándolo, toca que me tiren al agua, cosa que tampoco quiero. Noto come Mel le hace un gesto a Luca y este intenta disimularlo cuando lo busco con la mirada.

Tomo la pelota para hacer mi tiro, pero antes le doy un beso y ni eso ayuda. Soy tan mala que la pequeña pelota llega a golpear a un tío de otro grupo y se gira a mi dirección.

   —¡Lo siento! —me disculpo.

   —¡Al agua! —el que lanza ese grito no llega a darme tiempo de protestar. Intento negarme, pero es más rápido que yo y me toma por las piernas.

   —¡No, bájame! —me sacudo en los brazos de Luca, pero él corre en dirección al agua, donde sin pensarlo, me tira «no puede ser» Tomo venganza y lo empujo conmigo tirando de su mano. Ni siquiera me dio tiempo para quitarme el vestido y cuando puedo salir a la superficie lo tengo pegado al cuerpo. Se trasluce el color negro del bikini, lo que me hace sentir un poco de vergüenza.

Luca lleva shorts de playa y la camisa se la ha quitado al comienzo del juego, dejando ver su increíble torso al desnudo.

   —Ni siquiera me has dado tiempo a quitarme el vestido —protesto. Él me hace un repaso nada discreto por todo el cuerpo con una sonrisa de oreja a oreja.

   —Por mí quítatelo todo —contornea los ojos con aquellas kilométricas pestañas que tiene. Siento que las mejillas se me tiñen de rosa por la vergüenza y solo le doy un empujón.

   —Pervertido —le tiro agua en los ojos.

   —Aburrida —se sacude y me sonríe. Se le marcan los hoyuelos en ambas mejillas.

Lo fulmino con la mirada y el pesado comienza a tirarme agua en la cara. Cuando deja de hacerlo me paso las manos por los ojos, no veo nada, y al levantar la vista lo tengo pegado a mí, de frente.

   —¿Qué haces? —pregunto un poco nerviosa.

   —Ayudarte con el vestido, levanta —toma de los bordes de la tela y me lo pasa por la cabeza. Lo tira con fuerza hacia afuera del agua. Todos nos miran mientras se ríen y hacen lo mismo. Se quitan la ropa para quedar con los trajes de baño y corren al agua salpicándonos aún más.

Siento un poco de vergüenza al ver cómo Luca se me queda mirando de arriba a abajo. Solo voy en bikini, me siento muy observada y no esperaba aquel arrebato de su parte.

Por suerte aparece Mel al rescate para cortar con el momento incómodo, pero no por mucho, Marc viene siguiéndola por detrás y carga a mi amiga en brazos para llevársela.

Sigo sintiendo la cercanía de Luca en mi espalda.

   —Tienen química —bromeo sobre nuestros amigos. No me giro, me intimida mirarlo a los ojos.

   —¿Y nosotros? —ahora sí lo busco con la mirada, tiene una sonrisa de lado y no disimula nada.

   —Los chupitos te hacen ser más lanzado —contesto.

   —Siempre lo soy, solo que contigo me contengo.

   —Te contienes —replico cada palabra.

   —Si quieres no lo hago —se encoge de hombros.

Nos mantenemos la mirada por un momento hasta que las risas y jugueteos de nuestros amigos me hacen esquivarle la mirada.

No sé por cuánto tiempo quedamos allí en el agua, pero llego a sentir mis dedos arrugados y decido salir. Mel me sigue y detrás de nosotras los dos simpáticos también. Buscamos una hoguera a la orilla de la playa, hay varias rodeadas de gente hablando y tomando, así que buscamos la que está más vacía y nos acomodamos alrededor. Cuando me siento, Luca se hace un hueco a mi lado, miro a Mel indicándole que no me deje sola, pero la traicionera se acomoda al lado de Marc.

No me incomoda estar a sola con Luca, pero si me he puesto un poco nerviosa y sus comentarios me sonrojan. Lo raro es que no me disgusta, varias veces le sigo el rollo, pero me siento confundida. Su comportamiento es raro, de repente se abre y deja salir ese lado atento y juguetón, pero al notarlo se cohíbe y vuelve a ser el mismo frío de siempre. En alguna oportunidad escuché como su amigo bromeaba con que Luca no tiene sentimientos, nunca tuvo novia y que no cree en el amor y cosas así, pero conmigo es diferente.

Nunca habíamos estado tan cerca como en esta noche, cuando me quitó el vestido pude llegar a sentir su respiración gracias a su cercanía. Me he puesto un poco tensa cuando noté como posaba su mirada en mis labios, por suerte la despegó de inmediato al ver que me percataba de ello.

Ahora que estamos sentados, observo cómo se coloca la camisa y yo hago lo mismo con el vestido.

   —¿Quieres algo de beber? —se pone de pie.

   —Ya conoces mis gustos, así que lo de siempre —indico—. ¿Te acompaño? —hago el amago de levantarme.

   —Si quieres te quedas aquí para secarte más rápido, yo te traigo algo.

Le respondo con una sonrisa y él se va hacia la barra. Lo sigo con la mirada mientras camina y se revuelve el pelo. Aquel look un poco más alborotado y su pelo tan negro lo hace ver más...

Nada, más nada.

Me peino el pelo con los dedos para no ir tan desordenada, mientras observo a mi amiga tan acaramelada con el canadiense, se la ve muy a gusto.

   —Hola —escucho la voz de alguien que no conozco. Al girarme veo un chico rubio a mi lado.

   —Hola ¿Eres...

   —Eric, ¿y tú?

   —Anna —respondo sin más.

   —Un gusto, Anna. ¿Estás sola?

   —No, los de ahí son mis amigos —los señalo con el mentón—. Y espero a...

   —... a tú ¿novio? —me interrumpe.

   —A otro amigo —termino de decir.

   —Entonces no tienes novio —intenta acomodarse más a mi lado y tiene una sonrisa bastante perversa.

   —No, y estoy bien así —sonrío sin ganas.

   —Eres muy bonita para estar sola, yo...

   —Está conmigo —llega Luca mientras se mete en el medio de ambos para correr al tío que intenta ligar conmigo. —Tu Ramazzotti —me tiende la copa guiñando un ojo.

   —Graciass —digo contenta.

   —¿Tú eres? —se dirige al tal Eric.

   —Eric, ¿quién eres t... —es interrumpido.

   —Su novio, así que te las puedes pirar —hace un ademán de apartarlo, pero el tío se pone de pie de inmediato.

   —Pero... por... ¿Por qué dijiste eso? —quedo perpleja.

   —Fue solo para espantarlo, ¿o no te estaba molestando? —pone una sonrisa de satisfacción.

   —Sí, pero podía sacármelo de encima. No hacía falta que dijeras que eres mi novio.

   —Bueno, pero sirvió —se encoge de hombros.

Le doy un empujón con mi cuerpo y nos quedamos sentados bebiendo de nuestros tragos y hablando, como siempre. Tenemos buenos temas de conversación y al parecer ni uno de los dos se aburre de escuchar al otro.

Después de un rato, busco a mi amiga con la mirada. Está tumbada al lado de Marc, apoyada en su hombro, muy a gusto. Yo me siento un poco cansada y Mel lo entiende perfecto cuando le hago una seña.

Luca y Marc se ofrecen a llevarnos, pero después de discutir con Luca de que ha tomado alcohol y no debe manejar, nos pedimos un Uber. Ellos quedan convencidos de que pueden manejar auque hayan bebido.

Nos despedimos de todos, y después de ver como Marc le da un beso a Mel casi que en la comisura del labio, quedo con la boca entreabierta y le sonrío con la mirada a Luca antes de meternos al coche.

Al día siguiente mi amiga va a tener que contarme lo que pasó y yo, replantearme algunas cosas...

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