YUANFEN, MI SALVACIÓN

By Jenn_mor__

1.8K 127 47

Jhonas y Vaiolet se conocen en un centro psiquiátrico. Ella padece depresión y ha tenido varios intentos de s... More

Capítulo 1: La marcha de Lauren
Capítulo 2: Un sueño
Capítulo 3: El escondite
Capítulo 4: Acercamiento
Capítulo 5: La fiesta
Capítulo 6: Deseo
Capítulo 7: Nueva oportunidad
Capítulo 9: La Canción
Capítulo 10: Regreso
Capítulo 11: Diagnóstico
Capítulo 12: Alas de ángel
Capítulo 14: La chica de pelo rosa
Capítulo 15: Fugitivos
Capítulo 16: Nuevo hogar
Capítulo 17: El tejo
Capítulo 18: El Vacío
Capítulo 21: Tormenta perfecta
Capítulo 22: La gran noticia
Capítulo 23: La nota
Capítulo 24: No es un simulacro
Capítulo 25: El último adiós
Capítulo Final: Maktub
Capítulo 8: Almas oscuras
Capítulo 13: No existe lugar seguro
Capítulo 20: Estrellas binarias.

Capítulo 19: Propósito

21 3 0
By Jenn_mor__

JHONAS

Quiero vivir. Estoy completamente seguro de que quiero vivir, ¿y cómo puedo saberlo? porque sé que mi cuerpo se muere. En los últimos días he empeorado notablemente, los mareos, el cansancio y los dolores de cabeza son persistentes. He perdido bastante musculatura por más que entreno y me esfuerzo, además que las infecciones se han vuelto visibles en mi piel. Sé que me encuentro en la fase más avanzada del SIDA y también conozco el tiempo que me queda de vida.

Nunca me he medicado, salvo en el centro, pero sabía que no me serviría de mucho, y por este motivo estoy en esta situación de mierda.

No he llegado a esta casa, lejos de la civilización y con las personas que más me importan, porque sea divertido o quiera morir acompañado. Estoy aquí porque deseo ofrecerles un futuro, pero no cualquiera, uno con esperanza.

Cuando Vaiolet se tiró por aquella colina, sentí cómo mi corazón dejaba de latir. Duró un segundo, pero lo sentí. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que mi final estaba cerca, y de que mi propósito estaba menguando, al igual que el cuerpo de Vaiolet en estas frías aguas. Corrí todo lo que mis pies me permitieron, notaba los gemelos arder y los cuádriceps tensarse hasta el punto que podrían estallar. La garganta se secaba produciéndose una tos seca que me asfixiaba y los ojos se llenaban de lágrimas. En ese instante lo vi todo claro, yo no podía salvarla, al menos no de todo, y ahí comenzó mi plan.

Me tiré al lago de cabeza, cuando llegué al agua sujeté una pequeña linterna que tenía anudada en los enganches de mi pantalón. Encendí la luz y supe que la encontraría. Al igual que lo hice tantas veces atrás.

Sumergí mi cuerpo en su busca, y no me resultó difícil verla, lo realmente complicado era intentar subir a la superficie con el peso de mi cuerpo y el suyo, pero alguien me ayudó.

Sin saber cómo, ambos estábamos sobre las hojas secas de alrededor, Dana y Walls intentaban reanimar a Vaiolet mientras yo me retorcía de dolor. Cerré los ojos, lo suficiente para poder recomponerme y los abrí segundos después, al escuchar la respiración de Vaiolet.

¡Joder!

Agradecí a los dioses, que me tocaran unos padres drogadictos, que me llevaran a un centro de acogida donde conocí a Walls y a Dana, que recayera una y otra vez hasta que terminé en el centro psiquiátrico dónde descubrí a Vaiolet y me dio la llave de mi libertad: mi propósito.

Las siete horas en coche que he recorrido de Montana a Florida, me han dejado cao. Aún no me había recuperado del viaje en camión, el reencuentro con Vaiolet, el estrés y la tensión de prepararme para el Capitán y sus vigilantes.

La universidad estatal de Florida está en la ciudad de Gainesville. Antes de llegar me detengo a desayunar en Jimmy John's, a unos 5 minutos de la facultad. Me pido un café y un bizcocho recién horneado que una camarera muy atractiva me ofrece.

El antiguo Jhonas, hubiera utilizado esa sonrisa para llevarla al baño y hacerlo contra el lavamanos sin miramientos, pero solo puedo pensar en unos ojos, en una sonrisa, y en un sentimiento, todos dirigidos hacía la misma persona, Vaiolet.

Pensé que estar lejos de su padre y del centro la ayudarían a olvidarse de sus problemas y de querer morir. Me creí suficiente para ella, y quizás ese cometido no es el mío.

La besó, y ni siquiera le pregunté si le gustó o sintió algo por ella. ¡Soy imbécil! Solo me preocupé por mi dolor, pero todo ha pasado por una razón y estoy dónde debo.

Me acerco a la barra, dejo el dinero encima de la encimera y sin decir nada a la camarera, me marcho.

—Eh espera —me grita la chica uniformada justo cuando estaba saliendo del lugar.

—Te he dejado el dinero allí —Sujeta mi mano, la abre y deposita una servilleta con algo en su interior.

—Por si tu estancia aquí se vuelve aburrida —guiña un ojo con picardía y pongo los ojos en blanco.

—Créeme, no quieres estar conmigo —sigo mi camino tirando la servilleta en la primera papelera que encuentro.

Sé que he llegado al campus cuando los árboles se vuelven más frondosos y merodean jóvenes por la zona.

Me dirijo hacía el área de información y me recibe una señora con grandes gafas y ojos muy pequeños.

—¿En qué puedo ayudarte chico? —pregunta pasando páginas de lo que parece una agenda demasiado ajetreada .

—Busco a Lauren Masset. Es un amigo, quedé en visitarlo ya hace unos meses, pero mi abuela se puso enferma y ahora que se ha estabilizado, quiero darle una sorpresa y necesito saber en dónde se hospeda.

Procuro sonar simpático y sincero, la señora me observa y frunce el ceño.

—Chico, deberías llamarle —se da la vuelta dejándome sin opciones.

—Espere —no me queda otra que meterme más en el papel —es mi novio, aún no he salido del armario, pero seguro que usted, en honor al amor me ayudará —junto las manos suplicando.

—De acuerdo semental, ¿Masset? —asiento, ojea el ordenador y espero paciente.

—Hubo un Lauret Masset en la habitación 1283, pero canceló su matrícula hará un mes, lo siento chico.

—Vaya... gracias por la ayuda.

—¡Que tengas suerte! Y que triunfe el amor —sonrío y salgo de allí en dirección a la residencia, necesito saber qué es lo que pasa.

A unos diez minutos se encuentra la residencia de estudiantes, busco el número de habitación y cuando la encuentro, toco la puerta a la espera de que alguien tenga las respuestas que la señora anterior no pudo darme.

—¿Hola? —me abre un chico negro con cuerpo de atleta.

—Hola, soy amigo de Lauren y venía a entregarle unos libros —miento

—Lauren ya no estudia aquí — se acerca demasiado a mi cuerpo, en situación de defensa.

¿Está asustado?

—Tranquilo, no sabía nada. ¿Sabes dónde puedo encontrarle? —pregunto con la esperanza de averiguar qué pasa.

—Ha vuelto a Vancouver —cierra la puerta en mis narices.

Y en ese instante, me doy cuenta de la persona que tenía delante, es el hermano de Vaiolet, el mismo que la visitó en el centro.

VAIOLET

Desde que no tomo la medicación mi sueño es más constante, aunque mis estados emocionales no lo son tanto.

La mañana en la que todo cambia, me despierto por el sonido de la lluvia, aún era de noche. Salí al porche y el agua caía a raudales, sentía cada gota descender sobre mi cuerpo y deslizarse hasta encontrar el suelo. Se escuchaba el sonido de la lluvia, del viento ayudándole a llegar y del golpe final. Me tumbé en la madera mojada, solo llevaba una camisa larga de color blanca y lo sorprendente de toda esta situación, era precisamente la camisa. Esa mañana me sentí diferente, o con ganas de serlo. Así que empecé con el color, y aunque pueda parecer una tontería, verme en el espejo de esta forma tan distinta, hizo que sonriera y me sintiera tímida ante mi propia presencia.

Mientras la lluvia seguía su curso, yo la acompañaba. No conseguía abrir los ojos, así que los mantuve cerrados. Podía escuchar mi corazón, un tanto ilusionado y las comisuras de mis labios inclinados simulando una leve sonrisa.

Era feliz, al menos lo que conocía de la felicidad. Era un momento memorable y no quería que nada ni nadie lo rompiera. Era mi pequeño lugar de reflexión, pero no duraría mucho, quizás en unos minutos acabe y la noria deje de girar. Posiblemente cuando mi cabeza decline está tregua y vuelva a pensar en la posibilidad de que mi hermano está muerto, en Jhonas y lo mal que me porté con él, en Dana y sus visiones... todo era muy complicado, pero ese momento era mío.

La puerta principal se abre, pero decido que necesito estos segundos de soledad hasta que alguien se coloca a mi lado sin decir una palabra.

Giro la cabeza y ahí la encuentro, mirándome de forma intensa.

—Necesito soledad, Daf —sueno antipática, lo sé.

—Yo también, pero solo tenemos un porche y la misma lluvia para compartir.

—Vale —zanjo la conversación, aunque ella no tenía la misma intención.

—Jhonas te quiere mucho, Walls está muy preocupado por tu recuperación pulmonar y yo... bueno yo necesito a mi amiga. Quizás sea bastante egoísta esto que acabo de soltarte, pero quiero que sepas lo que pienso.

—No me tiré a propósito, ¿Cuántas veces tengo que decirlo para que confíen en mi palabra? —suelta un suspiro y me proporciona una tregua de unos minutos antes de continuar.

—No te juzgo. Tampoco te he preguntado si fue un accidente o intentaste huir —. Se acerca lentamente a mí posición y une su mano a la mía —Solo necesito que sepas una cosa.

—Te escucho —contesto, dándome cuenta de lo generosos que son conmigo.

—Estoy aquí —susurra, demasiado cerca de mis labios.

La lluvia no cesa. Siento los labios húmedos, mi pelo pegado a la coronilla y los dedos entumecidos por el frío.

—Daf, nos vamos a helar —Estoy un poco enfadada por romper mi pequeño estado de felicidad y por hacerme cuestionar todo lo que conocía de mí persona.

Finalmente me levanto del suelo y ofrezco mi mano para obligarla a entrar. La lluvia cae sobre nosotras, el cielo encapotado y nuestras ropas se pegan cada vez más, como si fuera una segunda piel. Se acercó de manera pausada, volvió a realizar ese gesto que tanto le caracterizaba, rozar mi nariz con la suya mientras una sonrisa pícara cruza su rostro.

¿Quería besarla? Yo no soy homosexual y estoy completamente enamorada de Jhonas, pero hay una conexión que es indudable e irresistible.

—Eres preciosa —me suelta de repente.

Acerca su mano a mí cintura y aproximo mi cuerpo al suyo. No puedo evitar que mi piel responda ante su cercanía y ella lo nota.

—¿Por qué quieres besarme si estás tan enamorada de Jhonas?

—Jhonas es mi novio. Me ha salvado tantas veces que no tendré vida para devolvérselo y además está ahí fuera buscando a la persona más importante de mi vida. Sería traición y deslealtad —hago un último intento por convencerla.

Cerré los ojos para tomar el control de mi cuerpo. Su boca está tan cerca que puedo oler el deseo, sentir la respiración de sus pulmones y poco a poco el tacto de sus labios.

Comenzó con un beso corto, y siguió mordiendo mi labio inferior, hasta que su lengua contactó con la mía y ya no tuve nada que hacer. Sus labios eran algo incomparable, el modo pausado y deseoso de besarme me hacía imposible apartarme, agarré su cintura y la apreté contra mí, queriendo sentirla más cerca. Metió sus dedos debajo de mi camisa y subió hacía mis pechos. Mis pezones se erizaron como nunca, y eso que solo había tocado la copa de estos, era super erótico.

Abrí los ojos y continuaba en el mismo lugar de antes. Mi imaginación ha ido por libre y es ahí donde me doy cuenta que algo ha cambiado. Ya no quería morir, quería sentir, sentir a Dana como mi mente la había imaginado.

—¿Estás bien? —pregunta preocupada.

—Necesito estar sola.

El resto del día lo termino en mi habitación, acostada en nuestra cama, al menos de las últimas semanas. Aún puedo oler a Jhonas, y siento una punzada fuerte en el pecho. No se merece a alguien como yo. ¿Por qué mi vida es tan compleja? Él es increíble, pero no es Daf. Ella hace que sonría de verdad, me pasaría horas y horas hablando de cualquier cosa... ¿pero eso no es amistad? las amigas no se besan Vaiolet. Y quiero besarla, mucho. También deseo oler su cuello, tocar su piel y comprobar si se eriza igual que la mía.

Esa misma noche, compongo una canción que nada tiene que ver con mis letras habituales, dejo salir un lado que no sabía que existía y aunque es extraño, me gusta.

A la mañana siguiente, mientras Walls, Dana y yo desayunábamos sentados en la vieja alfombra con nuestros propios pensamientos, el teléfono móvil de Walls comienza a vibrar encima de la mesa. Daf y yo nos levantamos de golpe, esperando noticias, Walls con toda la paciencia del mundo coge el teléfono.

Tras varias respuestas con monosílabos por fin descubro quién está al otro lado del teléfono.

—Si tranquilo, ya está recuperada.

—Déjame hablar con él —intento saltar por encima de Dana y llegar al teléfono móvil. Walls me observa con cara de circunstancia.

—De acuerdo, lo haremos así —le responde poniendo la mano delante mía para bloquearme el paso.

—Nhas, Val quiere hablar contigo, está a mi lado —una sonrisa me cruza la cara hasta que se desvanece cuando Walls me la devuelve.

No va a hablarme... ¿Sigue enfadado conmigo?

—Lo siento Val, pero no es seguro.

—Quería saber si se estaba bien y... si había encontrado a mi hermano —otra vez el dolor en el pecho.

¿Podré vivir con el hecho de no saber si mi hermano vive? ¿Me habrá perdonado? ¿Lograré contarle mis pensamientos reales a Jhonas? ¿Notará lo que siento por Dana? A lo mejor si la beso, podré descubrir que mis sentimientos son derivados de mi imaginación.

—Ahora necesito que me escuches, tú también Dana—exclama como si se hubiera reencarnado en Jhonas.

—Mañana llegará Nhas y solo tendremos una semana más para prepararnos porque tenemos un segundo destino y este será permanente.

Dana y yo nos miramos sin entender el cambio de planes. Sabíamos que este lugar no sería para siempre, pero aquí hemos creado algo muy bonito. Está es nuestra casa, el lago es el bálsamo que nos despierta por las mañanas, las montañas son nuestro cobijo para protegernos del mundo exterior, el árbol de vida y muerte nos representa a los tres... y por una vez en mi vida, quiero empezar a brotar raíces en un lugar, pero tengo que bajar de las nubes y pisar el suelo real. Somos algo pasajero, no tenemos un hogar, y estamos en busca y captura por la persona que debería salvaguardar mi vida más que cualquier otra.

—Val, tienes que teñir tu pelo de negro. Dana podrá ayudarte —Walls parece que ha madurado 10 años en unos minutos. La preocupación envejeció sus rasgos juveniles y la autoridad con la que se dirige a nosotras, denota miedo, pero no es el único, Daf también lo siente.

Ambas nos dirigimos al baño. Entre las manos sujeta un tubo de tinte negro al que le da unos golpes antes de abrir el bote y lo mezcla con agua en un cuenco.

—¿Sabes lo que haces?

—¿Cómo crees que cambié mi fantástico color rosa por este rubio? —toca su cabello orgullosa.

—Siempre tan optimista —me sitúo al lado del lavamanos y hago mi cabeza hacia atrás.

Dana me cepilla el cabello, desenredando los nudos que encuentra a su paso. Masajea el cuero cabelludo con la yema de los dedos y comienza a pincelar mi pelo con el producto, creando un ambiente relajante con el tarareo de su voz. Cierro los ojos y disfruto dejando la mente en blanco...

De pronto, sus manos intrusas en mi escote comienzan a tocar donde quieren, sin permiso, dejando un rastro negro a su paso. Se coloca encima de mis piernas y me besa acaloradamente. Sus movimientos son lentos, pero firmes. Nuestros labios se mueven al compás, como si lo hicieran en el pasado, conociendo cada perímetro. Los dedos bajan peligrosamente por mi vientre y se cuelan por mi zona más delicada. Noto mi propia humedad en sus dedos, nuestros gemidos se acompasan para formar uno solo y noto como todos los poros de mi piel se abren ante su contacto.

—¡Vaiolet! —me grita agitando mi cuerpo.

Otra vez ha vuelto a pasar...

*¿Piensan que Vaiolet realmente está sintiendo por Dana o se trata solo de deseo 👩‍🦰👩? ¿Qué hará Vaiolet cuándo se entere que su hermano está vivo👩🏿‍🦲? Pueden responderme por aquí o por redes sociales 🖤*

jenn_mor__

Continue Reading

You'll Also Like

115K 12.4K 65
"𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙪𝙣𝙘𝙖 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙚 𝙮 𝙡𝙖 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙧𝙖𝙯ó𝙣 𝙥𝙤𝙧 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙝𝙪𝙚𝙡𝙡𝙖" "-𝙔 𝙖𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙚�...
24.8K 1.1K 13
Yo, Meredith , conoci a un muchacho que este me termino arruinando la vida matando a mi padre. Que yo misma lo mate,y empeze a tener experiencias que...
643 103 32
Jannet Hall no suponía lidiar con inhumanos, pues ella no era creyente de lo irreal. Hasta que todo cambió cuando lo conoció a él, Lynn Hadyn: El dem...
975K 26.4K 31
Cuando las personas que más amas, te rompen, es difícil volver a unir esos pedazos. Victoria Brown, creía que cuando amas, la brecha para perderte a...