Star Kids - Jojo's Bizarre Ad...

By ItoFuyo

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Mientras Giorno Joestar debe aprender a hacer amigos a preocupación de sus padres, Josuke Joestar se divierte... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.

Capítulo 22.

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By ItoFuyo

Domingo 11/06

Giorno Joestar disfrutaba mucho de asistir a la estancia infantil Bucciarati, tanto que esperaba ansioso porque el fin de semana terminara para poder asistir al lugar. El ambiente le gustaba, el señor Bucciarati era muy agradable y el señor Abbacchio pese a no hablar mucho se aseguraba de cuidarles bien, además le encantaba pasar tiempo con sus nuevos amigos.

— Papi —.

— ¿Sí, Giogio? — Jonathan era el encargado de acostar esa noche a su hijo y respondió mientras le arropaba.

— ¿Cuánto tiempo duran las vacaciones? —.

— ¿Eh? Bueno... — A Jonathan le sorprendió esa pregunta, pero se esforzó por responderla, recordando la información que su esposo y él consiguieron con respecto al año escolar. — Creo que durarán dos meses —.

— Dos meses son 8 semanas ¿Verdad? —.

— Así es ¿Por qué? ¿Te llama la atención? —.

— Sí, porque Mista y Fugo vendrán a la estancia todo el día en sus vacaciones —.

— ¿Mista y Fugo? Oh, ya veo — La extrañeza que sintió al principio se esfumó cuando recordó lo que sabía de ambos niños. — Entonces supongo que tendrán mucha diversión todos juntos por dos meses —.

— Sí — Giorno asintió con una sonrisa de emoción, pues realmente le hacía ilusión pensar en todo lo que haría con sus amigos.

Jonathan sonrió feliz de ver a su hijo tan emocionado por ver a sus amigos. Cada vez que Giorno sonreía mientras les contaba acerca de sus nuevos amigos, se alegraba de haber corrido el riesgo y haberle llevado a la estancia. El pequeño experimento había dado excelentes resultados.

— Bueno, creo que mientras más pronto durmamos, más pronto llegará la mañana — Terminó de acomodar la manta sobre el pequeño cuerpo de su hijo y se acercó a su frente para darle un pequeño beso. — Descansa, Giogio —.

— Descansa, papi — Giorno sonrió como despedida y cerró los ojos para dormir cuanto antes.

Jonathan le dio una última sonrisa y prosiguió a retirarse apagando la luz.

En cuanto su puerta se cerró, Giorno volvió a abrir los ojos. No tenía sueño realmente, no podía dejar de pensar en todo lo que haría al día siguiente con sus amigos, sería la primera vez que tanto Mista como Fugo estarían con ellos durante tanto tiempo, así que no sabía qué esperar. Fuese lo que fuese, sabía que sería divertido y por ello sentía mucha emoción.

Mista una vez dijo que le gustaba mucho dormir y que le era difícil levantarse por las mañanas, su madre siempre le despertaba y comían un pequeño y ligero desayuno para evitar llegar tarde. Fugo por su parte dijo que siempre se despertaba sin dificultades y que gracias a eso podía desayunar con su abuelo y llegar a la escuela a tiempo.

¿Qué tan diferente sería ahora que no tenían que apresurarse para ir a la escuela?

Lunes 12/06

El barrio de North End constaba principalmente de restaurantes y de más negocios siendo un barrio comercial y turístico, pero también era el hogar de muchas familias propietarias de dichos negocios. La zona principal del barrio era brillante y muy colorida por los negocios, pero la zona residencial era más modesta, las casas y departamentos tenían un estilo rustico y elegante propio de la Italia residencial, con sus muros de colores naranjas, cafés y rojos. Un aspecto rustico, pero hogareño para sus habitantes.

La casa de Sherry Polnareff Mista y su pequeño hijo Guido era una pequeña propiedad que formaba parte de un conjunto de cuatro departamentos, cada uno constaba de dos habitaciones, un baño, una pequeña cocina y un pequeño espacio para la sala de estar. No era muy grande, pero a la vez era acogedor.

Todas las mañanas la joven mujer de origen francés se despertaba a las 6 am para prepararse para su día y cocinar un buen desayuno para su hijo, quien debía ingresar a la escuela a las 8, pero dado que era difícil despertarle, siempre quedaban cortos de tiempo.

Lo primero que hacía la mujer era cepillar su largo cabello rizado, pues pese a que lo cuidaba mucho siempre era un desastre por las mañanas. Cuando luchaba por cepillarse se convencía más de que era mejor mantener el cabello de su hijo corto, así él no tendría problemas con el cabello rizado que heredó de ella. Luego de cepillarse lavaba su cara y se apresuraba a vestirse con la ropa que desde la noche anterior eligió. Una vez lista se dirigía a la habitación de su hijo para hacer el primer llamado, luego iba a la cocina.

Siendo criada por una madre dedicada al hogar, desde pequeña fue instruida en la cocina sabiendo preparar muchos platillos de su natal Francia y cuando conoció a quien fue su esposo, este le enseñó muchos platillos de la cocina italiana y ahora ella se encargaba de balancear ambas gastronomías en la alimentación diaria de su hijo.

Sherry sabía que Guido no se despertaría a tiempo, por lo que no solía preparar un gran desayuno, pero lo compensaba preparándole un gran almuerzo para la escuela, sin embargo al encontrarse de vacaciones podía permitirse el tiempo de prepararle algo grande para su primera comida del día.

Normalmente iría a despertarle una vez que tuviese su lonchera lista, pero por la ocasión esperó a tener listo la mayor parte del desayuno para que este no se enfriara en el tiempo en el que el niño se preparaba para el día. Bajó el fuego de la estufa a su punto mínimo y se dirigió a la habitación de su pequeño.

— Guido — Siempre llamaba tocando la puerta, pero al no recibir respuesta abría y entraba.

Todas las mañanas el escenario era el mismo. Guido siempre dormía de forma descuidada, incluso si le arropaba cada noche, siempre despertaría sin la manta y esta estaría casi por completo en el suelo, su hijo dormiría de espaldas con el brazo derecho extendido a lo largo de la cama y el izquierdo debajo de la almohada, no roncaba, pero hacía ruidos con la boca, además sus queridos peluches estarían esparcidos por toda la cama.

Sherry siempre sonreiría al verle y se acercaría hasta sentarse a su lado en la cama.

— Guido, mon petit — Se acercaría a su rostro acariciando su mejilla y susurrando en su oreja. — C'est déjà le matin, tu dois te réveiller —.

Por supuesto el primer intento sería en vano, por lo regular era el tercer intento el que daba resultado.

— Guido, è tempo di svegliarsi —.

Tras escucharle hablar en italiano, el niño finalmente abrió los ojos con cansancio, se talló uno para lograr despertar por completo y al encontrarse con el rostro de su madre sonrió de inmediato.

— Buenos días, mamá —.

— Buenos días, mon chéri — Le saludó acariciando su rostro. — Ya es de mañana, debes darte prisa para ir a la estancia con tus amigos —.

Guido continuó tallándose los ojos para desaparecer el sueño de su sistema, pero asintió a la indicación de su madre.

Sherry, sabiendo que le haría caso, se levantó y volvió a la cocina para terminar los últimos toques de su desayuno. Así eran las mañanas para ella.

Guido Mista iniciaba sus días siendo despertado por su madre, así era cada mañana, incluso en fin de semana y aunque en algunas ocasiones llegó a despertarse por cuenta propia, volvía a dormir o fingía hacerlo para que su madre le despertara de la misma forma cariñosa de siempre. Le encantaba que su madre le despertara.

Salvo por el cariño de su madre, las mañanas no eran sus favoritas, pues debía darse prisa para llegar a la escuela. Normalmente se ponía lo primero que encontrase en su armario, sabiendo que todo estaría limpio, peinaría su cabello por orden de su madre aunque él no entendía por qué si lo tenía muy corto, luego se pondría su gorro favorito y quedaría listo.

En realidad, Guido no se tomaba demasiado tiempo preparándose, no pensaba mucho en qué ponerse y cosas como el estilo aún no pasaban por su joven mente de 8 años, pero había otra decisión que le tomaría mucho tiempo.

— Bueno... Ayer No. 6 fue conmigo, así que hoy le toca a No. 7, pero No. 7 fue conmigo dos días... Y le prometí a No. 5 que lo llevaría conmigo... — Guido decía en voz alta sus propias cavilaciones mentales mientras miraba fijamente a los peluches sobre su cama.

Después de vestirse tendía su cama y acomodaba a los 6 peluches que su madre hizo para él cuando tenía 4 años, evaluando a cuál elegiría para acompañarle en su día. Le gustaría poder llevarse a todos, pero el temor de perder alguno se lo impedía.

— Emm... Lo siento, No. 7, pero se lo prometí a No. 5 y las promesas se deben cumplir — Le dijo al peluche de manera seria y firme. Tomó al elegido y se lo llevó consigo a la cocina.

Dado que la casa no era muy grande, la pequeña familia no contaba con el espacio suficiente para tener un comedor, por lo que tomaban todas sus comidas en la barra. Cuando Guido apareció, el desayuno ya estaba servido.

Sherry miró a su hijo subir a su silla por cuenta propia, dejando el peluche sobre la barra.

— Así que hoy es turno de No. 5 —.

— Sí, se lo prometí — Dijo con simpleza y seriedad a la vez.

Sherry solo sonrió, enternecida por el espíritu tierno e infantil que aún poseía su pequeño.

— ¡Wow! ¡Esto luce delicioso! — La seriedad del niño desapareció al ver su desayuno.

A diferencia del cereal con leche de cada mañana, ese día el desayuno del pequeño Guido consistía de un croissant partido a la mitad y cada mitad estaba cubierta por crema dulce con frambuesas y moras azules encima y para acompañarlo tenía un vaso de leche al lado.

— Es tu primer día de vacaciones, debemos iniciarlo bien — Dijo Sherry como única explicación. — Ahora comamos o se nos hará tarde —.

— ¡Sí! — Guido no esperó más y comenzó a devorar su desayuno.

El niño sabía que aunque él estaba de vacaciones y no tenía que ir a la escuela, su madre tenía trabajo y no podía llegar tarde.

La madre tenía el mismo desayuno que su hijo y se dedicó a disfrutar de él, pues no solía tener un desayuno en forma al ocuparse diariamente del desayuno y el almuerzo de su hijo.

— Esto es delicioso, apuesto a que a Giorno le encantaría — Comentó Guido con la mejilla manchada de crema.

— Giorno... — Sherry repitió el nombre recordando al pequeño niño rubio que hacía poco había llegado a la estancia. Su hijo ya le había hablado mucho sobre él. — ¿Te agrada mucho ese niño? —.

— Sí, es genial, sabe muchas cosas, es muy inteligente, casi como Fugo —.

— ¿De verdad? ¿Cuántos años tiene? —.

— 6 —.

— Oh, ya veo — Recordó todas las veces que ha tenido la oportunidad de ver al pequeño, dándose cuenta de que siempre le ha visto con dos hombres, más no con alguna mujer. La curiosidad le dijo que preguntara al respecto, pero la prudencia le dijo que no lo hiciera.

Su pequeña familia era la prueba de que en el mundo existen muchos tipos diferentes de familia y consideraba que no era respetuoso de su parte preguntar acerca de los asuntos de otras personas. Si bien tenía curiosidad, podría preguntarle al señor Bruno, un adulto que entendería su curiosidad, pues no quería que su hijo aprendiera a inmiscuirse en los asuntos de los demás si no era para ayudarles de alguna forma.

— Muchas gracias por el desayuno, mamá —.

La voz del niño sacó a su madre de sus pensamientos y le dedicó una sonrisa. Le hacía feliz verle disfrutar tanto de su cocina y en general le hacía feliz verlo lleno de vida y energía.

Después de lavar rápidamente los platos y de que Guido lavara sus dientes, madre e hijo salieron de su hogar rumbo a la estancia. Guido siempre tomaba la mano de su madre con firmeza, confiando en que su peluche no caería de su mochila.

La gente de North End era muy amable y solidaria con sus vecinos, la mayoría se conocía entre sí y todos se apoyaban en las dificultades, todos unidos por mantener y respetar su esencia y sus tradiciones como italianos, protegiéndose los unos a los otros. En general era una comunidad muy unida, por lo que no era raro que todos se saludaran por las calles.

— Ciao, Guido, ciao, Sherry —.

— Buongiorno, Sherry, Guido —.

— Buoungiorno —.

— Ciao, ciao — Guido siempre se divertía saludando a todos y su madre siempre sonreía al verle.

Sherry se consideraba muy afortunada de vivir en un lugar tan hospitalario como Norh End y sobretodo se consideraba afortunada de haber sido aceptada por todos sus habitantes. Las personas del lugar eran amables y estaba segura de que no la habrían echado por el simple hecho de ser francesa y no italiana, pero aun así se sentía afortunada de tener la simpatía de todos.

Al menos de la mayoría.

— Oh, buoungiorno, pero si es la signorina Sherry — Un hombre de traje y sombrero blanco se acercó rápidamente.

Guido se detuvo porque su madre lo hizo y pudo ver que su expresión alegre cambiaba un poco.

— Buoungiorno, signore Cerulli — Sherry saludó de manera amable, al menos lo más que pudo.

— ¿Está bien así? ¿O "Bonjour" es mejor? —.

— No se preocupe por eso, puede usar el que mejor le parezca — Respondió intentando mantener una sonrisa y ser cordial.

— Oh, claro, después de todo entiende de ambas formas, es usted una mujer llena de virtudes — Dijo mirándole de arriba a abajo sin disimular en lo más mínimo.

Ante tal mirada, Sherry se incomodó y de manera instintiva hizo que Guido se pusiera detrás de ella.

— Su hijo parece bastante grande ya ¿Qué edad tiene? —.

— 8 años —.

— Así que 8 — Se cruzó de brazos tomando su propio mentón con una mano. — Escuché que usted se casó antes de los 20, así que aún debe tener menos de 30 —.

Sherry no respondió a eso. Mientras, Guido escuchaba todo con mucha atención.

— Aún es bastante joven, es una pena que a su edad ya sea viuda, pero no se preocupe, estoy seguro de que muchos en el barrio son capaces de apreciar su belleza, seguramente--- —.

— ¡Mamá hay que darnos prisa o Bruno se enojará! — Sin ningún previo aviso Guido intervino y comenzó a jalar a su madre consigo.

— Guido... — Tomada por sorpresa y aún más sorprendida por la fuerza de su hijo, Sherry se dejó llevar y solo alcanzó a despedirse a lo lejos por mera cortesía. — Una disculpa, señor Cerulli —.

Guido mantuvo su paso firme y su agarre fuerte hasta avanzar dos cuadras enteras, ante la sorpresa de su madre.

— Guido, tranquilo, mon chéri, aún tenemos tiempo — Dijo intentando calmarle.

Finalmente Guido disminuyó el paso y su fuerza, quedando a la par de su madre sin soltar su mano. Su cabeza quedó cabizbaja en una clara señal de enojo.

— Guido... — Susurró con pena y preocupación, pues ella mejor que nadie conocía a su hijo y entendía los motivos de su comportamiento. — Mon chéri... —.

— ¡¿Qué se cree ese señor?! — Exclamó con enojo.

— Mon petit--- —.

— ¡No puede hablarte así, mamá! —.

— Está bien, mon chéri —.

— ¡Le diré al tío Jean-Pierre para que le dé una lección! ¡Yo le ayudaré! — Exclamó sumamente enojado.

— Basta, Guido, es suficiente — Detuvo su paso y se agachó a su altura, tomó sus dos manos con firmeza e intentó poner su mejor sonrisa para tranquilizarle. — Estoy bien, mon chéri —.

— Pero... — Guido estaba muy molesto y sus ojos cristalizados lo reflejaban. — Ese señor te miró de esa forma... Como los otros... —.

Ese era un hecho lamentable que Sherry no podía negar.

— Todos dicen siempre lo mismo... — Murmuró cabizbajo. — Mamá es muy bonita y pueden decirlo, pero... No quiero que hablen como si ya no importara papá —.

No era la primera vez que Guido expresaba ese sentir y cada vez Sherry sentía que su corazón se partía un poco. Odiaba ver a su hijo tan triste y frustrado.

— No tienes que preocuparte por eso, mon petit, yo estoy bien, además no escucho nada de lo que esos hombres dicen, debemos saludarles porque son nuestros vecinos y es lo correcto, pero no significa que les escuche... Tu papá sigue siendo muy importante para mí, además te tengo a ti — Finalizó con una gran sonrisa y acercándose para abrazarlo.

Guido correspondió al abrazo, estrechando a su madre con mucha fuerza.

— Muchas gracias por protegerme, mon petit garde du corps — Susurró contra su oreja, apreciando de verdad que su hijo la protegiera tanto.

El niño asintió sin soltarla y no lo hizo hasta que ella le soltó.

— Ahora, cambia esa cara, a tu amigo Giorno no le gustará verte tan molesto —.

El niño asintió y rápidamente talló sus ojos, luego volvió a tomar la mano de su madre para retomar el camino a la estancia.

Luego de 5 minutos de recorrido finalmente llegaron y se encontraron con que Bruno Bucciarati estaba recibiendo a alguien más.

— ¡Mista! —.

— ¡Giorno! —.

Los niños sonrieron al verse y Guido corrió para reunirse con Giorno, mientras su madre compartía una mirada con el padre del niño junto con una sonrisa cortes.

— Buenos días, señora Sherry —.

— Buenos días — Saludó ella, luego se acercó a su hijo para despedirse y desearle un buen día.

Con un último abrazo de madre e hijo, estos se separaron para cumplir con sus actividades del día.



★☆★☆★☆★☆★☆★☆★

Bueno, por instagram informé la semana pasada que dado los resientes retrasos, esta semana habría doble actualización.
Volvemos del lado de Giorno y sus amigos nwn

Vacaciones: Las vacaciones de fin de curso suelen ser de finales de junio a mediados de agosto. En la historia se han cambiado las fechas por fines prácticos.

— Hora de entrada a clases: La mayoría de las escuelas primarias en Estados Unidos inician clases a las 8:30 am, pero aquí ha sido modificado por fines prácticos.

Francés:
— Mon petit: Mi pequeño.
— C'est déjà le matin, tu dois te réveiller: Ya es de mañana, debes despertarte.
— Mon chéri: Mi querido. El francés se maneja mucho por el género de las palabras y los sustantivos, cuando nos vamos a referir a un varón se utiliza el adjetivo posesivo "Mon", pero cuando se trata de una mujer se utiliza el "Ma", así como la palabra Cariño para masculino es "Chéri" y para femenino "Chére".
— Mon petit garde du corps: Mi pequeño guardaespaldas.

Italiano:
Guido, è tempo di svegliarsi: Es hora de despertarse, Guido.

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