El capricho de amarte

By nacaridportal

3.7M 162K 108K

Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos
Sophia Pierce - Capítulo final (libro 2).

SOPHIA NO TIENE FINAL

9.1K 422 758
By nacaridportal

Julie Dash -  Irreal realidad 💔

El sol se filtraba suavemente entre las hojas de los altos árboles del cementerio, creando un mosaico de sombras y rayos de luz en el lugar. En medio del tranquilo silencio, las personas se iban posicionando alrededor de la tumba repleta de flores. Eran muchísimas las que había recibido y no alcanzaba ponerlas solo alrededor, sino que ella, sin saberlo, estaba llenando de flores otras tumbas olvidadas. Los arreglos florales eran excesivos y pensé en Ksenya, como si ella hubiese sido la responsable. No la había visto desde el día en que la desconectaron, pero algo me dijo que había sido ella. Una parte de mí esperaba poder encontrarla entre el mar de gente, porque sentía que entre todos, era la única que podía entender lo que estaba sintiendo.

—No has descansado bien —dijo Sergio hacia mí, al tiempo que me entregó un termo de café—. Es el tercero y no son ni las tres de la tarde. ¿No crees que estés excediéndote?

—Estoy bien —mentí y Claudia me apretó la mano como muestra de apoyo.

Ellos habían estado conmigo desde que pisé Venezuela. No había nadie con quien hubiese querido pasar esos momentos porque no me invadían, pero estaban allí cuando no quería estar sola. Mis padres también permanecieron en la misma casa, pero les pedí espacio.

Paula tenía grabaciones y estaba intentando dejar todo arreglado para venir al entierro, pero no me había confirmado. Me llamaba a diario, y no hacía chistes. Estaba respetando mi dolor, y mis silencios. Había optado por llamarme durante las noches, y dejaba el móvil en altavoz. "No tienes que hablar conmigo, solo vamos a acompañarnos en la distancia. Lo haremos todas las noches. Te juro que no te molestaré, y puedes silenciarme, pero no me cuelgues", fue lo que me pidió y lo había hecho.

Lo más difícil fue arreglar el cuerpo de Sophia, pero no iba a permitir que otra persona lo hiciera. Había sido una cobarde el día que la desconectaron, pero no lo sería de nuevo.

Escogí su chaqueta favorita, esa que tenía capucha y era de jeans. La misma que había pintado a mano y tenía muchos parches de planetas. Al principio quise ser egoísta y quedármela, pero ella la amaba. Paula muchas veces le dijo que siempre la veía con la misma chaquetica, que cuándo se compraría otra. Y sí, Sophia tenía otras, pero esa la amaba, así que ella respondía "tengo lavadora".

La vestí con su chaqueta sin dejar de llorar. Ya no me daba miedo su cuerpo. Más bien quería quedarme con él más tiempo. Quería que no tuvieran que enterrarla.
Mi madre y Claudia estaban afuera de la habitación que me asignaron para arreglarla, y a cada rato preguntaban si necesitaba ayuda. Hasta que fui hasta la puerta y la cerré con seguro.

Sophia y yo necesitábamos estar solas.

Le puse un pantalón cómodo, uno negro que usaba cuando pasábamos el día en casa. También le puse sus medias del universo para que no tuviera frío, y me dispuse a peinar su cabello. Lo desenredé con cuidado como si pudiese lastimarla. Solo estábamos ella y yo, y aunque no respirara, el corazón me latía rápido. Una parte de mí me hizo pensar que quizá ella estaba allí observándome.

—Imagina que eres una princesa de la época de antes, y yo soy tu criada, tienes que dejarte atender, Sophi —dije hacia el aire, sin miedo de que pensaran que estaba loca porque nadie estaba observándome.
Me alegré de haber cerrado la puerta y seguí peinando sus cabellos rubios. Se veía hermosa. Seguía siendo la mujer más bella del planeta incluso ahora.

La maquillé de forma delicada pero sin cubrir sus pecas.

—Siempre voy a ser tuya —fue lo que dije, dejando rubor en sus mejillas y pintándole los labios con brillo, para que no se le vieran resecos—. Te voy a poner tu collar de bismuto, y va a acompañarte siempre, igual que mi alma, Sophi. Este collar se creó de un choque de estrellas de neutrones, que a su vez se crearon de la explosión de una supernova, como tú que te creaste en el caos, y nunca dejaste de ser una piedra preciosa.
Y le eché mi perfume, ese que tanto le gusta y el que usó durante todos los meses que estuvimos separadas. Ese que dijo que usaría hasta volver a vernos.

—Te lo estoy echando para que me recuerdes, pero un día ya no tendrás este perfume, porque me tendrás a mí y no será necesario que lo uses. Te prometo que vamos a tenernos para siempre. Tú siempre dijiste que la vida era como los comerciales, pero que la existencia es más. Nosotras somos más que la muerte, ¿verdad? Nuestro amor no va a morir nunca.

Y no puedo mentir, no puedo decir que mis lágrimas jamás aparecieron porque una parte loca de mi interior dejó de pensar con claridad. Me habían dicho varias veces que no podía besarla, que debía pasar poco tiempo con su cuerpo y no me importó. Dejé un beso en su frente, y acaricié su nariz con la punta de la mía y rocé sus labios una última vez para luego partirme en llanto.

Llegó Claudia a buscarme junto a mi madre. Ambas consiguieron la llave de la habitación que había cerrado con seguro y yo me abrazaba a su cintura cuando entre ellas y tres encargados del lugar me sacaron a la fuerza como una delincuente.
Durante el velorio, Christopher estaba destrozado, pero caminaba de un lado a otro organizando el entierro que sería veinticuatro horas después. Él no dejó de hacer llamadas y de estar atento a mí, de tratar de reconfortarme con sus palabras, pero nada de lo que decía aliviaba mi dolor: «Ella no se ha ido del todo, lo supe cuando murió mi hermano gemelo. Es cuestión de perspectiva, de realidades, pero Sophia sería incapaz de abandonarte, Julie. Ella te ama». Me dejé abrazar porque ambos necesitábamos de ese abrazo. «¿Ksenya va a venir?», pregunté y Chris se quedó en silencio por un rato. «Nadie sabe de ella. Se desapareció del mundo» por fin respondió.

No pude juzgarla. Yo tampoco tuve la capacidad de despedirme de Sophi cuando la desconectaron. Cada persona pasa el dolor a su forma, pero me preocupaban los hijos que tenía en su vientre. Los hijos de Sophia.

Christopher había despistado a la prensa, había logrado hacer todo para conseguir un momento de intimidad. Claro que había gente, incluso Andrew y Britanny habían viajado de Estados Unidos, pero no había periodistas. Todos parecieron respetar mi espacio, cuando trataban de acercarse yo huía a otro lado. Solo hablé con Christopher, pero muy poco.
Los niños de la casa abandonada que ahora tenían una casa hogar gracias a Sophia, estaban allí, despidiéndola. Recordé cuando me llevó a conocerlos, cuando cambió el telescopio por insumos para ellos. Recordé la forma en la que me sensibilizó ante la vida, y no pude evitar sonreír.

Pude ver a Belén con su rosa en la mano, hasta ella estaba allí.

Volteé a ver a Noah arrodillado ante su tumba, llorando. Él apenas acababa de enterarse y estaba atravesando la parte más difícil de una despedida: la negación. Gritaba sobre su tumba y negaba con la cabeza, arrodillado en la grama mojada por la lluvia de horas antes, pero ya no llovía. Lo vi derrumbarse y gritar que la amaba, que siempre la amó. Él abrazaba la madera de su tumba negándose a dejarla ir, y recordé las veces en las que se enviaban e-mails a escondidas, y lo que leí en esos correos.

«Nunca voy a perdonarme por fallarte, rubia. Nunca en mi vida voy a poder perdonarme por haberte hecho daño» fue lo que dijo en uno de esos e-mails y ella respondió:

«Siempre vas a ser mi mejor amigo, Noah. No puedes vivir culpándote por algo que no puedes cambiar. Tú no te perdonas, pero yo sí. Actuaste lastimado, pero eres un buen hombre, un buen amigo, y fuiste un buen novio. Estuviste queriéndome bonito y ayudándome a sanar todo lo que me hizo mi padre, aunque de la forma equivocada. Nos drogamos para olvidar y no fue tu culpa, ni la mía, sino de las circunstancias. Siempre vas a ser mi mejor amigo, y quiero tenerte en mi vida, sin que eso le cause inseguridad a Julie, yo no puedo perderla. Ella es lo que más amo, es la razón de mi existir, y lamento haberte engañado. Un día amarás así y lo entenderás. Ella llenó cada parte de mi corazón. Es el amor de mi vida».

Fue el email que le escribió ella a él, cuando le habló a escondidas pensando que si yo me enteraba, iba a terminarla. Teníamos mucho por madurar y lo hicimos. Logramos que nuestro amor perdurara, y entonces ella se marchó.

Lo siguiente que sentí fue que alguien me abrazó por detrás. Al principio pensé que sería Ksenya, tenía mi esperanza, pero cuando volteé vi a Paula: «No sé qué decirte, nunca sé qué decir en una situación así, entonces no diré nada» ella siempre tenía las palabras adecuadas y la amo tanto que su presencia logró hacerme salir del estado distante en el que me encontraba. La abracé con todas mis fuerzas y Benjamín se unió a nuestro abrazo.

Allí estaban mis mejores amigos respaldándome y llorando en silencio, porque sea como sea, ellos la querían. Sobre todo Paula.

«Odio los velorios, creo que ni al de mi madre iría. Mi cuerpo necesita color, imagíname vestida de negro, no. ¡Yo nací para colores vibrantes! Soy una diva, así que procuren no morirse antes, porque estaré emborrachándome en su entierro, pero en un bar y no en el cementerio» fueron las palabras de Paula cuando teníamos quince años, y verla vestida completamente de negro y sin pintura de labio de colores vivos, fue su forma de decirme lo mucho que le dolía la muerte de Sophia.

—Ya es hora —me dijo la mamá de Ksenya, y Jesús me extendió los brazos para que lo cargara.

Eso hice. Lo tomé en mis brazos y le sequé las lágrimas, era la primera vez que lo veía llorar por Sophia. Leo, por su parte, tenía las manos escondidas en los bolsillos de su pantalón y la cara enrojecida de tanto llorar. Al mayor le había afectado más que a nadie y lo había visto quebrarse en el hospital y en el velorio, pero al menos ahora lucía un poco mejor.

Avancé hasta llegar a donde estaba la tumba. La cantidad de gente hizo espacio y solo entonces vi al grupo Renacer. Estaban todos reunidos y al lado de ellos había un piano que ni siquiera había visto cuando ingresaron la tumba al cementerio, pero estaba allí. Una joven pelirroja, de ojos verdes brillantes y de expresión seria, se sentó frente al piano.

Sabía que era Shantal porque la conocí el día que fui a buscar a Sophia en el concierto. Sus dedos se deslizaron sobre las teclas con gracia y determinación, llenando el aire con las notas de una melodía emotiva que reconocí al instante. Cada nota parecía llevar consigo una historia, un recuerdo, un sentimiento compartido.

Entonces me di cuenta de que cada uno de ellos tenía una rosa, pero no una rosa normal de color blanco o rojo. Todos tenían rosas intervenidas con pintura, los pétalos eran del universo. Eran rosas llenas de arte y uno del grupo Renacer empezó a entregárselas rápido a las demás personas. Eran muchísimas rosas pintadas de colores azules, verdes, rojos, que emulaban el universo Pierce y lo distinta que era del resto.

Enseguida mis ojos se encontraron con los de Aaron, era el artista del grupo Renacer y durante el año que Sophia estuvo con ellos, fue cercana a él. Se hicieron muy amigos y se admiraban mutuamente como artistas. Caminó hacia mí con dos sprays en la mano, no tuvo que hablar para que entendiera lo que estaba a punto de hacer. Él estaba pidiéndome autorización y asentí con la cabeza. Atrás estaba su hermano gemelo llevándole más pinturas en aerosol.

Estaba en primera fila frente a la tumba, viendo a algunos llorar desconsolados y a otros, solo admirarla y despedirse. Busqué a Ksenya pensando que llegaría, que no sería capaz de dejarla ir sin decirle un último adiós, pero no la encontré.

La música del piano seguía llenando el espacio, y Aaron comenzó a pintar sobre la tumba con agilidad, usando cada spray para convertir en impresionante lo que antes era una triste tumba común. Las estrellas llenaron el espacio mezclándose con colores. Sus trazos eran ágiles y seguros, con una destreza que solo alguien que conocía a la perfección su arte, y a Sophia, podría ser capaz de lograr. Mientras la pintura se extendía algo mágico comenzó a surgir: Las mismas estrellas que Sophi admiraba estaban cobrando vida en la madera. Mientras Shantal comenzó a interpretar «Someone to you – Banners».

Porque Sophia siempre lo dijo, ella siempre quiso ser alguien para alguien, y lo había logrado. Se había convertido en alguien para muchísimas personas.
Y no fue Shantal la que cantó. Christopher, con un micrófono inalámbrico, comenzó a interpretar la canción, y Damián y Abril siguieron la melodía acompañándolo con sus voces. Ellos tres se encargaron de llenar de felicidad un momento que parecía triste, con una canción que llegaría al cielo, y que ella escucharía, pero de pronto, los demás del grupo se sumaron en el coro.

Le estaban cantando al universo, estaban haciendo magia y convirtiendo con sus voces un momento triste en uno inolvidable. Mientras cantaban, Aaron seguía emulando el cosmos en cada pincelada, y aunque sus lágrimas caían, estaba sonriendo, convirtiendo su tumba en un portal hacia un universo infinito. Los colores del cielo nocturno de su pintura se fusionaban creando una paleta deslumbrante que me transportó a su universo, a nuestro universo, y al deseo que pedimos en el parque.

Y mis lágrimas cayeron de tristeza y felicidad. Tristeza porque Sophia se había ido. Felicidad porque era el entierro más bonito que había visto en mi vida. El más especial para alguien especial.

I don't wanna die or fade away
I just wanna be someone
I just wanna be someone
Dive and disappear without a trace
I just wanna be someone
Well, doesn't everyone?
And if you feel the great dividing
I wanna be the one you're guiding
'Cause I believe that you could lead the way

No quiero morir o desaparecer
Sólo quiero significar algo
Sólo quiero significar algo
Hundirme y desvanecer sin dejar rastro
Sólo quiero significar algo
Dime, ¿no es lo que todos quieren?
Y si llegas a sentir una dispersión
Quiero ser yo a quien estés guiando
Creo que tú puedes ser quien me indique el camino

Sólo quiero significar algo para alguien, oh
Quiero ser algo para alguien, oh
Nunca tuve a alguien que me guiara de camino a casa
Quiero significar algo para alguien


La galaxia se desplegaba sobre la tumba con nebulosas y constelaciones entrelazadas en un ballet cósmico. Las estrellas parecían brillar con luz propia, guiándonos a todos hacia un lugar de paz y serenidad. Era como si Aaron, el amigo de Sophia, no solo hubiese capturado la belleza del cosmos, sino también la esencia y el espíritu de mi princesa, convirtiendo su último descanso en un testimonio visual de su conexión profunda con todo lo que la rodeaba. La tumba era un portal hacia los sueños, un tributo creativo que honraba al ser humano más hermoso que conocí.

Era como un testimonio eterno de la belleza y pasión que ella había dejado en el mundo, mostrándonos una vez más, que incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay belleza y luz.

Las lágrimas caían por mi rostro, porque no podía creerlo. No podía creer que ellos hubiesen escogido esa canción. La misma que me dedicó Sophia, diciéndome: «Ni siquiera quiero cambiar el mundo. No quiero nada de lo que la gente quiere, ni tampoco dinero, yo solo quiero ser alguien para ti. Alguien que importe, alguien que te haga sentir orgullosa de amarme, y que así nunca te vayas».

Solo quiero ser algo para alguien, oh
Quiero ser algo para alguien, oh
Nunca tuve a nadie, ni un camino a casa
Quiero ser algo para alguien
Y si el Sol se molesta y el cielo se vuelve frío
Y si las nubes se vuelven pesadas y comienzan a caer
Realmente necesito a alguien a quien pueda llamar mía
Quiero ser algo para alguien
Alguien para ti
Alguien para ti
Alguien para ti
Alguien para ti

Con guitarras y con la música del piano, ellos cantaron con pasión. Las notas llenaron el aire y poco a poco nos fuimos envolviendo en cada palabra y en cada cantante que se iba sumando. Fueron bajando la tumba del universo en el hueco correspondiente donde yacía la tumba de Salomé. Noah gritó que no la enterraran, pero su voz quedó mermada por los micrófonos, por las voces de un grupo que estaba haciendo de su muerte un himno mágico que se inmortalizaba en la tierra y en el cielo. Ellos cantaban con melodías perfectas, gritándole al universo, gritándole a Sophia que lo había logrado, que era alguien para todos nosotros. Que era alguien para el mundo.

Ni siquiera necesito cambiar el mundo
Haré que la Luna brille solo para que la veas
Haré que la luz de las estrellas circulen la habitación (circulen la habitación)
Y si sientes que está cayendo la noche
Yo quiero ser el primero al que llames
Porque creo que podrías ser quien abriera mi camino
Solo quiero ser algo para alguien, oh
Quiero ser algo para alguien, oh

Y los niños de la fundación dieron un paso adelante como si estuvieran sincronizados, como si fuera un entierro que se calculó y ensayó. Christopher lo había hecho por Sophi. Todos los niños lanzaron sus rosas al mismo tiempo, mientras las voces del grupo Renacer se entrelazaron.

A medida que cantaban, la música se elevó llenando el espacio con una energía vibrante. A través de cada verso ellos dejaron de mirar a la tumba y miraron al cielo, señalándola. Cuando la canción estuvo a punto de culminar, cuando alcanzó su punto final, las voces subieron a una intensidad desgarradora, pero llena de esperanza. Ellos cantaban hacia el cielo envolviendo a los corazones rotos. Cada acorde transmitía lo que Sophia logró. Ella se convirtió en luz, aunque el mundo había tratado de sepultarla en la más profunda oscuridad.

Ella fue perdón, cuando debía ser venganza. Ella fue lo opuesto. Nunca siguió al rebaño. Nunca hizo lo que debía hacer, sino lo que creía correcto. Ella nunca se contaminó. A pesar del daño, ella siempre respondió como su madre le había enseñado: con la magia del amor.

Cuando la canción llegó a su fin, un silencio reverente envolvió el entierro. Los ojos estaban llenos de lágrimas y busqué una vez más a ver si a lo lejos estaba Ksenya, porque le habría gustado saber que no fue un entierro triste, sino lo opuesto, pero no la encontré.
El grupo musical avanzó hacia el frente colocándose justo alrededor del ataúd, formando una especie de círculo protector, y Christopher fue el primero que lanzó su rosa de universo:

—Cambiaste el mundo para mejor. Te convertiste en alguien especial para cada persona que rozaste. Tu corazón no late en la tierra, pero late en el alma de todos nosotros. Hoy no te vas, Sophia. Hoy vuelves a tu planeta, pero una parte de ti se quedará con nosotros. Tú siempre vas a vivir en mí, hermanita —fue lo que dijo retrocediendo con lágrimas en los ojos.

—Hay almas que no pertenecen a este mundo porque son muy buenas para esta contaminación. Sophia está en donde pertenece. Ella está en un mundo a la altura de su corazón. —Esta vez fue el líder de Renacer Demian Page, quien avanzó hacia ella para lanzar su rosa, dejando sus palabras clavadas en mi interior.

Sus hermanitos se acercaron con la mamá de Ksenya, y su hija pequeña, los cuatro lanzaron sus rosas con lágrimas en los ojos.

—¡Los héroes no mueren! Eres la más valiente de todas —gritó Jesús, y tenía razón. Era la persona más valiente que conocí.

Paula y Benjamín fueron los siguientes, junto con Sergio y Claudia. Incluso mis padres lanzaron sus rosas hacia su tumba.

Y yo, que siempre me mantuve callada, que prefería los silencios, que no daba un paso al frente, que me gustaba estar detrás, en las sombras, tranquila y sin que nadie me viera. Yo, que nunca me hubiese atrevido a hablar delante de tantas personas, quise hacerlo. Me olvidé de que estaban mis padres, y personas del instituto. Personas que ni la conocían. Estaba su profesor de tenis, el mismo que la humillaba, llorando como si el éxito de Sophi hubiese sido gracias a él.

Estaban a punto de lanzar la tierra, pronto estaría cubierta y aunque solo era un cuerpo vacío, algo me decía que Sophi estaba conmigo. Que estaba observándome y no precisamente dentro de la tumba, sino en todos lados.

Después de tanto llover, el cielo tuvo respeto y el sol resplandecía con todo su esplendor. El aire helado me recordaba que estaba allí para despedirla, pero nunca para dejarla atrás.

Un aura de nostalgia me cubría, mientras los árboles parecían cobrar vida, sus ramas se balanceaban suavemente, creando una danza en honor al amor de mi vida, y quizá ella estaba en cada uno de esos detalles.

El sol, radiante como el de su último cuadro, brillaba con una intensidad peculiar. Sus rayos dorados iluminaban el camino hacia la tumba, arrojando destellos que se perdían con las sombras. Era como si el universo mismo estuviera presente rindiendo homenaje a su maga.

El viento movió mi cabello y me imaginé que era ella, que estaba tratando de acariciarme. De eliminar la distancia entre nosotras para estar conmigo una vez más. Sonreí convencida de que sería así y cuando levanté mis ojos dando un paso hacia la tumba, Paula señaló al cielo.

Un arcoíris comenzó a dibujarse en el horizonte, sus colores vibrantes y vivos cortaban el cielo con elegancia. El arcoíris parecía un puente hacia lo desconocido, un recordatorio de la conexión que trasciende la vida terrenal y del punto que todos atravesaríamos tarde o temprano.

Y ni siquiera lo dudé. Saqué del bolsillo de mi sweater un trozo de papel escrito a mano. Leí para ella, no para los demás. Leí alto y sin vergüenza, porque quería que me escucharan en el cielo.

«Después de conocerte nadie es igual, Sophia. Y dijiste que querías una familia, dijiste que yo me había convertido en tu hogar, pero tú eras el mío y cuando cerraste los ojos, se partieron las ventanas, el techo salió volando y me siento desnuda, me siento vulnerable. Siento que contigo se fue mi casa, que se fue cualquier sinónimo de familia, y se fue mi hogar. Por eso, todavía espero que vuelvas.

Y sé que debería decirte palabras bonitas, como por ejemplo que vivirás en mi corazón, pero no es necesario. Tú estás tatuada en mí alma, y aun así, no sé cómo seguir viviendo si no te tengo conmigo.
Y sé que estás escuchándome, sé que estás aquí porque nunca me dejarías. Sé que tu alma intenta secar mis lágrimas, sé que no debería llorar, sé que debería dejarte ir, pero no quiero que te vayas. No quiero que estés lejos.

Tengo desnudo el corazón y las grietas son tan fuertes que no sé si algún día mi alma vuelva a sonreír. Y sé que debería decirte que descanses es paz, pero... lo único que quiero es que vuelvas a dormir conmigo.

Transformaste mi vida y me quedo con tu sonrisa. Me quedo con la leyenda de las estrellas. Con las veces en las que me despertabas con el desayuno, o besándome una y otra vez, mientras me repetías que estabas en un sueño, que no podías creer que estabas amaneciendo conmigo. Ahora soy yo, quien va a contarte una leyenda, Sophi.

Cuenta la leyenda, que las princesas estaban unidas por la eternidad, por encima de los imposibles y de la muerte. Por eso, la princesa se convirtió en inmortal y buscó la manera de revivir para volver a encontrarla. Ella volvía en el viento para acariciar su cara. Se convertía en nube, y en sol, en invierno, y en verano. Ella se transformó en otoño y en comienzo. Se transformó oscuridad para, en medio del insomnio, recostarse frente a la almohada de la otra princesa y verla dormir, para que nunca, pero nunca, se sintiera sola.

Espero que puedas hacerlo, Sophia. Espero que cumplas mi leyenda y regreses por mí.
Al final, hiciste más por mí que yo por ti, Sophia. Antes de ti no sabía que otras personas tenían necesidades. Lo tenía todo y nunca me preocupé por los que no tenían nada. Pero gracias a ti conocí que lo mejor de la vida no es lo que recibes, sino lo que entregas, y siempre te daré las gracias por eso.

Si me estás escuchando, esta no es una despedida, estoy segura que nuestro amor, sea como sea, conseguirá la forma de tener un final feliz».

Lancé la carta hacia el ataúd y no pude contenerme. Mis piernas dejaron de reaccionar, y caí sobre el césped. Me privé en un llanto silencioso, pero intenso. Lloré porque era la última vez. Lloré porque no tenía un plan. No tenía nada.

Mi madre trató de acercarse, pero Paula se lo impidió. Ella sabía que necesitaba estar sola. Necesitaba llorar hasta volverme nada, hasta tocar el fondo, hasta llegar al subsuelo y desgarrarme por dentro. Necesitaba desahogarme y lo hice sin que nadie me importara.
Lanzaron un montón de pétalos de flores que se esparcieron sobre ella, mientras llegaba el momento que más temí.

La tierra cubrió su descanso final... el viento se hizo más fuerte, y las ramas de los árboles danzaron mientras la brisa me acariciaba el rostro, como si Sophia buscara la forma de secar mis lágrimas.
Y vi a Noah esparciendo la tierra sobre la tumba seguido por Christopher y los chicos de Renacer. Incluso Leo con los ojos llenos de lágrimas lo hizo. «Gracias por siempre cuidar de mí» lo oí decir y cada puñado de tierra me recordaba que no volvería a verla. Que sus ojos dulces nunca más me mirarían. Que su boca no volvería a decirme "princesa", que sus besos nunca más serían míos. Que ya no pintaría sobre mi cuerpo diciéndome: «De todos mis lienzos, tú cuerpo es el mejor. Tú eres la verdadera obra de arte, princesa».

Vi que la gente se alejaba, todos estaban yéndose por petición de mi amiga Paula. Ella estaba pidiéndoles que se retiraran, diciéndoles que el entierro ya se había terminado. No sé por qué lo hacía, pero Benjamín estaba ayudándola. De pronto, el cementerio que estaba repleto de desconocidos, se vació dejando solo a su círculo cercano, y agradecí internamente poder contar con amigos así de leales como ellos.
La pelirroja amiga de Sophia, integrante del grupo Renacer, dio la orden y uno de los chicos de su grupo trajo una bocina grande con su paral. Vi a dos personas de seguridad tratar de impedirlo. Le estaban explicando que no se podía, pero Demian intervino, no sé si terminó y logró convencerlos imagino que con dinero.

No entendía qué estaba pasando y por un momento pensé que cantarían otra canción, era eso lo que creía, pero estaba equivocada y lo supe cuando Shantal se acercó a mí y me dijo: «Esta canción es para ti, Julie. Ella hubiese querido que la escucharas».

De pronto, la voz de Sophia llenó todo el espacio.

Era una de las canciones que había compuesto para el disco con Christopher, y antes de la canción estaba ella dando un mensaje. La voz de Sophia llenó todo el espacio, y fue como sentirla cerca. Fue una sensación de impacto. Como si ella estuviera allí, conmigo, y no dentro de la tumba.

"Creemos que la vida dura para siempre, pero la magia de estar vivos es no saber cuándo nos iremos. Es importante que amemos con intensidad, que perdonemos, que no nos quedemos con nada por decir, pero sobre todo... es importante que curemos nuestras heridas.

Venimos al mundo a ser mejores. A conseguir nuestro propósito. Y pensamos que el verdadero propósito está en otra persona, o en tener casa, dinero, logros infinitos. Muchos viven por alcanzar eso, pero el verdadero logro es poder irnos en paz. Que cuando llegue el último día sepamos que durante nuestro paso por la tierra dimos lo mejor de nosotros, que nos entregamos a la existencia y que al menos, nos convertimos en alguien importante para una persona.

Imaginen que uno de los propósitos de cada ser humano antes de morir sea ayudar a otro... sin duda, la tierra sería un planeta distinto.

Yo, por lo menos, quiero que antes de morir mi alma ya no guarde rencor. Que mis pesadillas hayan desaparecido, y que pueda hacer una tregua con mi espíritu. Que incluso lo negativo me impulse a convertirme en luz y que mi luz ayude a que las semillas de otros puedan germinar. Lo que más deseo es poder aportar a la gran obra con mi granito de arena. Pero tú, que me escuchas, no esperes a que sea tarde. No esperes a pintar en las estrellas, cuando todavía puedes pintar los corazones de los que te necesitan y extender tu mano sin mirar a quién"-

La voz de Sophia se silenció dando paso a la melodía de la canción, y  la sentí conmigo, sentí sus palabras. Porque recordé cuando debatió con Christopher por teléfono y le dijo que quería que algunas canciones tuvieran un mensaje antes, un mensaje especial. Él dijo que quizá eso no funcionara, pero terminaron haciéndolo. Sophi dio su mensaje.

De pronto, su canción "Pintando en las estrellas" comenzó a sonar.

Una canción que hablaba sobre la muerte, sobre alguien que fallece, y que nunca había tenido sentido, pero ahora lo tenía. Era como escucharla despedirse de mí.

Y así, el cementerio se sumergió en silencio, pero impregnado con la magia de su voz. En cada árbol, en cada hoja danzante, en cada rincón se podía sentir su energía recordándonos a todos que la vida es efímera, pero el amor y la magia trascienden más allá de los límites de este mundo.

La maga hizo su último truco: Ella estuvo con nosotros después de haberse ido.


Escuché sus palabras, escuché su canción, la escuché an ella, y lloré agradeciéndole estar a mi lado en medio de su despedida.

Pedí que repitieran la canción y Paula lo hizo. Ella la puso a repetir una y otra vez, y el grupo Renacer se despidió de mí. Christopher también lo hizo, pero a distancia. Yo solo quería escuchar a Sophia.
Así que los vi retirarse sintiéndome feliz de estar sola.

—Estaré con Benja, con Sergio, Claudia y con tus padres. No nos vamos, te esperaremos allá hasta que estés lista para irnos —fueron las palabras de Paula y la vi alejarse hasta el otro lado del cementerio, dándome mi espacio.

No estaba sola, estaba únicamente con la voz de Sophi y me sentía bien así.

Seguí escuchando la canción y el mensaje de Sophia antes de la canción tantas veces que el día se hizo noche. La tarde le dio paso a la oscuridad, pero no me cansaba de oírla.

Verso I
Estoy aquí, no me ves
Aún pintando en las estrellas
Para que cuando las veas
Sepas que soy yo
Y estoy en ti
Sigo estando enamorada, pero no me asusta nada

PreCoro
Se fue el miedo y el dolor
Ya soy libre y te protejo
Tranquila, que nada te va a pasar
No llores más
Ve y Sigue tu camino, y seguro que algún dia me encontrarás
Estoy bien
Entre estrellas y Galaxias
Encontré el mejor lugar para sanar

Coro
Se muy fuerte, hazlo por mi
Pinto estrellas para ti
Fuiste mi ultima canción,
Te entregue mi corazón
Ya no vuelvas a caer
Pues te juro que algún día
Como todo va a estar bien
TE VUELVO A VER

Pensé que la madre de Ksenya ya se había retirado hasta que, en medio de la oscuridad, se acercó a mí. «Discúlpame por interrumpirte, esto lo escribió mi hija para ti el día que se fue de la clínica, ella me pidió que te lo entregara» fue lo que dijo y me entregó un papel para luego abrazarme y proceder a irse, dejándome sola.


Rompí el papel en pedazos y me quedé en silencio durante una hora más, hasta que escuché la voz de mi madre. Llevaba tiempo esperándome, pero no quería irme del cementerio.

Me rehusaba a levantarme de allí.

—No te dejes morir. Sophia no hubiese querido eso.
—Tú no sabes lo que ella querría. ¡Ni siquiera la conocías!

—Ella pagó tu carrera universitaria —soltó mi madre de pronto—. Cuando yo dije que no era necesario, Sophia me envió un email que me hizo cambiar de idea y sé que nada de lo que nadie te diga te hará sentir mejor, pero léela a ella. —Mi madre me entregó su móvil con el servidor del correo abierto y el mensaje de Sophia antes de alejarse de mí, dejándome en la oscuridad.

Sabía que el cementerio debía estar cerrado y ella estaba haciendo todo porque me dejaran estar más tiempo allí hasta que estuviera preparada para levantarme. Me limpié las lágrimas y me concentré en sus letras.
Me concentré en ese mensaje del que no sabía nada.

Asunto: Por favor, léame.

Señora Helena, sé que no merezco que se detenga a leerme. Sé que le dijo a Paula que Julie no necesitaba mis sobras, que no le hacía falta mi dinero y de verdad que lo entiendo. Tiene lo suficiente para pagarle la carrera a su hija, y yo siendo usted, también lo haría. Solo quiero que me permita la oportunidad de expresarme y luego pueda tomar su decisión.

La abuela de Julie le habló de su gran sueño. Le dijo que el dinero era para hacer algo por encima de nosotros, algo que nos acercara a la felicidad sublime y que si llegábamos a lograrlo, no seríamos esclavos del sistema. Le habló de la felicidad que no se puede comprar, y su hija se convirtió en la mía.
No la juzgo, siempre entendí la razón por la que no me querían junto a Julie, porque se merecía a alguien a su altura. A alguien mejor que no le sembrara inseguridades, que no estuviera loca, que no peleara contra sus sueños. Y allí estaba yo, con tantos problemas, con mucho peso sobre mis hombros hasta que conocí a su hija. Hasta que conocí a la princesa que usted había criado. Hasta que me vi en sus ojos y entendí que valía la pena seguir viviendo. Que las personas no eran malas, que existía gente buena, como su hija, que me estuvo entregando todo sin pedirme nada a cambio.

Y sé que piensa que yo no tengo aspiraciones, es cierto, yo no quería grandes cosas hasta que la quise a ella. Hasta que la miré a los ojos y me di cuenta de que necesitaba crecer si quería ser lo suficientemente buena para que estuviera a mi lado. Su hija me ayudó a encontrarme, estuvo tendiéndome la mano tanto, y tantas veces, que perdió su norte. Ella se concentró en que estuviera bien y descuidó sus estudios, y quiero que me permita ayudarla. Quiero que me permita resarcir mi error, porque por cuidarme a mí, se olvidó de su pasión. Por favor, permítame hacer esto por ella.
Nunca sabrá que fui yo. Haremos como si este e-mail nunca pasó, pero déjeme hacerlo. Déjeme pagarle la carrera y devolverle 1% de todo lo que ella me ha dado.
Su hija va a ser la mejor doctora. Ella seguirá curando almas como la mía. Ella se graduará con honores y cambiará la historia de la medicina. Y si se pregunta cómo estoy tan segura, puedo decirle que me lo dijeron las estrellas.

Permítame ser yo quien le tienda la mano, solo por esta vez. Es posible que no tenga otra ocasión, y dependo de usted, y quizá no lo entienda, pero Julie Dash es la persona que amo. Quiero que pueda vivir su carrera sin preocuparse en perder la beca. De ese modo, ella se concentrará en otras cosas más grandes, en investigaciones para las que nació y usted se acordará de mis palabras: Julie es tan valiente, que incluso ahora que siente que perdió todo, que siente que no es suficiente por haber perdido la beca, aun así, logrará levantarse. Ella no necesita que nadie la salve. Es una princesa que nació para pelear sus batallas, para despertar de la tristeza o el fracaso y decir: "YO PUEDO". Le aseguro que ella podrá.

Nació para salvar vidas y va a hacerlo. Ella será capaz de atravesar este mal momento y convertirse en la mejor. Ella es inteligente, es preciosa, y no dejo de admirarla. Paso mi vida contando sus atributos y nunca alcanzo, porque son infinitos. He aprendido a conocerla y cada detalle nuevo hace que la ame más.

Que yo quiera pagar esta vez no significa nada. Seré honesta: es un acto egoísta que requiero porque me ha entregado tanto, que me gustaría darle todo lo que tengo. Y sé que está mal que se lo confiese, pero cada vez que gano, cada vez que tengo dinero, pienso en usted, señora Helena. Pienso que quizá si soy solvente económicamente, un día me permita estar con su hija y me diga: por fin te apruebo.

Sé que no debería ser, sé que no debería tenerla tan presente, pero es que... quisiera que un día pudiésemos cenar y usted conozca a sus nietos y no me odie, y no los mire con desgana por ser de alguien que nunca estuvo a su nivel.

Le juro que estoy trabajando. Estoy trabajando mucho para un día poder estar con su hija, porque aunque no estamos juntas, no pierdo la esperanza. Nuestras almas ya se casaron y no necesitan un papel, o un anillo. Ninguna distancia va a ser suficiente. Ninguna persona oponiéndose va a ser capaz de separarnos. Ningún inconveniente nos mantendrá separadas mucho tiempo. Siempre volveremos. Nuestras almas hicieron un pacto frente a las estrellas, señora Helena. Y es mejor que lo acepte, porque aunque estoy lejos, ¡yo voy a luchar por ella! Le juro que no voy a rendirme.

Necesito transformarme, necesito cambiar, porque no quiero que lo que soy la destruya, y a veces me doy cuenta de que está mejor sin mí. Pero es de cobardes rendirme. No quiero que esté sin mí. Quiero lograr estar a su altura y luchar por ella.

Le juro que aunque esté lejos de Julie, nunca voy a abandonarla. Voy a trabajar en mí, voy a crecer, voy a superar mis problemas y cuando esté a su lado será para ofrecerle mi mejor versión, para que nunca más se deje caer por estar pendiente de mí. Se lo prometo. Le prometo que no voy a dejar que vuelva a descuidar sus estudios por mí. No voy a dejar que esté conmigo poniéndose en segundo plano. Pero por favor, déjeme pagarle la carrera.

Sé que usted cree que no me necesita, ¿para qué necesitaría mi dinero si usted tiene tanto? Sí, es verdad, pero le diré algo, Julie ya no solamente cuenta con usted. Ahora cuenta conmigo y todo lo que tengo, todo lo que soy, y todo lo que tendré en el futuro será para su hija. El dinero es un simple papel, y lo usaré para apoyar a otros, pero la mitad de todo lo que haga será para su hija. Mi alma también es de su hija, y quiero que sepa que no voy a rendirme. Ahora me tiene a mí. Ya no solo cuenta con sus padres y voy a protegerla en todos los sentidos, señora Helena.

Posdata: Nunca le agradecí, pero gracias. Usted le dio la vida a la persona que me revivió. Gracias a usted y a su esposo conocí a Julie. De usted nació la niña más inteligente del mundo y gracias a ella yo estoy viva.

Dejé de leer y el pecho me dolía de tanto llorar. Nunca me hubiese imaginado que Sophia había tenido que ver con el pago de mi carrera. Jamás me lo dijo. ¿Por qué no me lo dijo?

Me sequé las lágrimas escuchando su voz que llenaba todo el espacio. La canción seguía reproduciéndose, y quise leer la respuesta de mi madre:

Asunto: yo ya te aprobé

Estimada Sophia:

No necesito tu dinero. Julie tampoco requiere tu dinero porque tiene a sus padres, y nosotros podemos velar por su seguridad y por su futuro.

Aun así, después de leer lo extenso y explicativo de tu email, debo reconocer que admiro tanta convicción en alguien de tu edad. Percibo un alma de soñadora y hay algo en tus palabras que me hicieron sonreír. La verdad, no vislumbré la posibilidad de tener nietos y mi hija no los quiso, al menos en su infancia solía decirme que sus únicos hijos serían los procedimientos médicos y las operaciones que haría. Mi hija no ha querido ser madre, Sophia, y te dejaré pagar su universidad por el simple hecho de darme esperanzas de convertirme en abuela.

No me extenderé tanto como lo hiciste tú, solo espero que cumplas tu palabra. Julie no merece descuidarse para cuidarte. Logra superar lo que te aflige. Eres extraordinaria y tienes dotes naturales que puedes explotar al máximo. Lamento si en el pasado te hice dudar de ti misma, hoy te libero de esa carga. No tienes que trabajar para ser aprobada por mí, porque luego de leerte, ya lo hice. Una persona capaz de escribirme del modo en el que lo hiciste y de expresarse así de mi hija, es bienvenida en mi familia.

Lamento aprobarte ahora que ambas terminaron, pero confío en que lograras recuperarla. Me dejaste claro que lucharás y sé que te ama. Julie está enamorada de ti, Sophia. A partir de ahora trabaja para convertirte en la mejor versión para ti, y para mi hija.

Espero poder ser tu familia, y que mi forma de ser tan distante y exigente, no vuelva a hacerte dudar de tus capacidades. Seré más clara por si mis letras resultan confusas: espero que pronto podamos cenar con mi hija y contigo. Espero que logren solucionar sus diferencias y se reconcilien.

Tú costearás su carrera y nos sentaremos juntas en primera fila el día de su graduación. La veremos triunfar y te agradeceré en persona porque, aunque sin ti lo hubiese logrado, tú hiciste que su amor a su profesión no la distanciara del mundo.

Con el tiempo he entendido que cometí errores con mi hija. Fui tan distante, que ella se convirtió en alguien igual de indiferente que su madre. Gracias a ti mi pequeña es sensible y eso la hará ser una mejor doctora que yo. Me superará y superará a muchos que, envueltos en su amor por la medicina, se olvidan de su amor por el mundo exterior.

Posdata: Yo también debo agradecerte. Gracias por hacer feliz a mi tesoro más grande, ahora recupérala y dame nietos. (Yo fingiré que no los quiero, pero internamente solo tú sabrás mi secreto).

Dejé de leer y mi madre estaba cerca de mí. Me levanté del piso y corrí a abrazarla. Me dejé caer en sus brazos agradeciéndole sin palabras, la respuesta a Sophia. Helena me besó, me dio todos los besos que de niña no me había dado, y la dejé consolarme. Apagaron la música y vio mi cara de espanto, entonces habló:

—Te pondré la canción en tus auriculares, la descargué en mi móvil por spotify. La oirás siempre, mi niña. —Me dejé guiar y mi padre nos alcanzó, sosteniéndome como cuando me caía de niña y tenía miedo de caminar.

Caminamos hacia los carros y los únicos que quedaban eran Paula y Benja, junto a Sergio. Claudia había tenido que irse por su bebé, pero la vería en mi casa.

Me monté en la parte trasera de la camioneta de mi padre junto a Benjamín y Paula. Mi madre iba de Copiloto, y Sergio estaba escoltándonos en el otro carro, el que era mío.

Cuando llegué a mi casa subí como un robot y me puse el traje de baño para ir directo a la piscina. Necesitaba que el agua me curara. Me lancé de clavado, pero antes puse a reproducir la canción por el altavoz. Ella seguía conmigo y nadé durante horas con su voz de ángel en el fondo.

Estaba en la misma piscina donde fue nuestro primer beso. Donde la traje la primera vez que vino a mi casa. Donde pasamos tantas tardes escuchando música y el corazón estaba desbordado. La misma piscina en donde me di cuenta de que me había enamorado de una mujer. Nadé sin cansancio tratando de que el agua neutralizara mi dolor. Nadé recordando sus ojos, su forma de quererme, su rebeldía, la manera en la que peleaba contra lo injusto.

Sophia Pierce es un recordatorio de que la gente buena sí existe. Un recordatorio de que la vida es breve y nuestro paso es fugaz.

Tenemos que darnos prisa, pero sin vivir apurados. Tenemos que ser conscientes sin llenarnos de pasado, o de ansiedad. Hay que vivir viéndonos en el espejo, conociendo nuestros miedos con la valentía de levantarnos con la intención de superarlos.

Ella es un recordatorio de que debemos perdonar. De que el dinero no es lo más importante. Que más importa ayudar a otros, ponernos en su lugar, hacer algo para contribuir a la gran obra de la existencia. Como lo hizo con su padre. Porque me pidió no decirle nada a Ksenya. Me dijo que lo hiciéramos en secreto, y desde Estados Unidos, le mandó dinero a su padre, a través de Sergio. Ella le pagó el centro de rehabilitación del alcohol y pagó muchísimo para que lo pusieran a vivir allí. Sophia después de ser destruida por él, no quiso tenerlo cerca. No quiso volver a verlo, pero sí le tendió la mano para que pudiera curarse. No lo entendí. Le dije que lo dejara pudrirse en la miseria y ella me dijo: —Él está enfermo, Julie. Yo no volveré a verlo. Ya cerré ese ciclo y mi alma quiere distancia, pero quiero que consiga su paz. Quiero darle las herramientas para que sane.

Ella nos enseñó que la magia existe. Que todos podemos dejar un legado. Que jamás tendrá que ver con coleccionar pretensiones, sino con dejar nuestra alma en cada paso que demos.

Y esa noche abracé el oso de peluche que me había regalado como si tratara de Sophia, y escuchando la canción de nuevo, fui entendiéndolo todo. En esa misma habitación la amé, y ahora la seguía amando

Ella se había convertido en la campeona de tenis y ahora era vocera, incluso tras su muerte.

Era ejemplo para todos esos rebeldes de corazón de universo, esos que pensaban que no se podía y que luego de conocerla, entienden que ningún dolor es tan fuerte como para hacerlos rendirse.

Sophia demostró que por más complicado que sea vernos por dentro, es necesario para dar el siguiente paso. Ella dio un paso hacia las terapias y no le importó hablar de eso en público. Ella dijo que ya no tenía ganas de morir, y aunque murió, no fue suicidándose sino entregando la vida para salvar a alguien.

Ella es la chica de las mil heridas, la que por más cicatrices que tenga no pierde su bondad.

Abracé el peluche y se lo prometí en voz alta. Se lo grité en una de las noches más dolorosas de mi vida, porque entre tanto dolor mantenía mi esperanza.

—Tú y yo volveremos a vernos —susurré en medio de mi soledad, porque algo me decía que no estaba tan sola. Ella estaba conmigo—: Este no es el final.

Me quedé dormida con su oso y su sweater. Me quedé dormida sintiéndola y puse su móvil debajo de la almohada. Me había olvidado de ver los videos, pero a de pronto, el teléfono sonó. Lo presioné sin desbloquearlo y eran notificaciones de whatsapp. Era Ksenya. Abrí la conversación y conseguí varios mensajes. A destiempo. En diferentes horarios, pero todos de ella.


Rápidamente salí de esa conversación y puse el móvil en modo avión. Me puse nerviosa. Sentí que se me revolvió el estómago por ese mensaje, pero sobre todo porque no debí haberlo leído.

Por un momento sentí su dolor y entendí que seguía en negación. Que no sabía cómo soltarla. Yo tampoco sabía.

Por eso ella no había ido al entierro. Pero Ksenya merecía leer la carta de Sophia.

Volví hacia las notas con la intención de enviársela por email, y cuando bajé descubrí que había otra carta, esa estaba escrita para Ksenya. Fue la misma noche que bajé al restaurante y se despidieron. No la leí. No me pertenecía leerla, y sé que la de sus hijos tampoco, pero esa no pude evitarlo.

No estaba preparada para ver a Ksenya, y una parte de mí me dijo que debía encontrarla, pero no ahora. Quizá en un tiempo, o en años, pero debía entregarle lo que le pertenecía.

Volví a llorar y decidí apagar el móvil. No volvería a prenderlo.

Me quedé con mi oso de peluche, y le di play a la canción. Drené todo lo que quería y me aferré al oso, bañándolo con mis lágrimas. Era la primera noche sin ella después de enterrarla, y no sabía cómo seguiría mi vida, pero no estaba sola.

En medio de la oscuridad mi mamá se acurrucó conmigo y acunó mi cara en su pecho.

—Pedí dos meses para estar contigo. Pasaré tus vacaciones de la universidad a tu lado, mi cielo—me explicó mi madre mientras nos arropaba con el edredón—: Chiara también te dio ese tiempo en el trabajo. Me dijo que podías volver cuando te incorporaras en Harvad. Podemos quedarnos en Venezuela, o irnos de viaje, luego lo decidiremos juntas. Solo quiero que sepas que no me iré.

Me abrazó más y agradecí que estuviera a mi lado. Ella, que no era de besarme, ni de demostrar su cariño me estaba amando y no sabía que lo necesitaba hasta ese momento.

Paula estaba en mi casa con Benjamín. También estaba Claudia, Sergio, y mi padre, pero yo solo necesitaba a mi madre. Solo quería estar a su lado. Aunque en realidad... la necesitaba a ella.

Necesitaba a Sophia Pierce.

—Sophia me dijo que lucharía. Lucha tú también. Lucha por ti, mi cielo. Si luchas por ti estarás luchando por ella.

Fueron las últimas palabras de mi madre antes de dormirse, y con ellas decidí que a esta historia no le pondría la palabra fin. Porque Sophia no era eso.

Sophia Pierce nunca tendrá un fin.

Ella siempre conseguirá convertirse
en un nuevo comienzo.

Tú... que todavía puedes pintar,
recuerda que de ti depende
el color de tu arte.

Ella me enseñó que el amor no se trata de sexos,
sino de almas.

Y que siempre habrá luz en nosotros, incluso, en la más profunda tristeza

Espero que su luz... no me permita apagarme.
Pero sobre todo... espero que aparezca en mis sueños, para el menos, por las noches, volverla a encontrar.

Continue Reading

You'll Also Like

14.9K 102 5
Por querer hacer un favor, termino de sirvienta y a disposición.
368 106 30
La lluvia es maravillosa para algunos y para otros es el clima más desgarrador, es el momento preciso para torturarse de manera mental y física.
8.1K 847 28
Dos caminos muy distintos y amor a primera vista. El destino las juntará para que formen el duo perfecto, pero así como...
17.9K 2.1K 17
Un sueño puede cambiarlo todo. Cuando Kristen empieza a soñar con una chica misteriosa, su vida empieza a tomar un rumbo diferente. Se empieza a enca...