El capricho de amarte

Od nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... Více

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.

KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA

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Al ver la silla de ruedas ahí, mis alarmas se activaron y comencé a ver hacia todas partes intentando escanear el área hasta que, en la segunda fila del centro, entre la multitud que ansiaba una foto con nosotras, alguien me observaba desde la distancia. Estaba en completa quietud, mientras que todos a su alrededor se movían eufóricos, pasando junto a él. Cuando mi mirada se cruzó con la suya, levantó la mano haciendo un gesto de saludo hacia mí. No podía ver su rostro con claridad por la cantidad de personas que se interponían en el camino, hasta que poco a poco se fue despejando el espacio y ahí estaba él.

Era Zach.

Tragué hondo repitiéndome que no podía ser posible. Que era mi mente haciéndome una mala jugada, hasta que se quitó la capucha y pude confirmar que mi pesadilla más grande estaba frente a mí. Me quedé paralizada mientras lo veía sonreírme con malicia. Pero el miedo se apoderó de todo mi cuerpo cuando pude ver la pistola con la cual se apuntaba el estómago sin dejar de mirarme.

En sus ojos pude ver la maldad y esa oscuridad que lo caracterizaba. En su mirada vi el deseo de acabar conmigo y su sonrisa siniestra me hizo saber que estaba dispuesto a arriesgar su vida y su libertad con tal de cumplir su palabra. Él me lo había advertido, me hizo un juramento y no supe qué tan en serio hablaba hasta que lo vi. «Te aseguro que cuando tengas hijos serán nuestros. No tendrás hijos sin mí, eso te lo juro» fue lo que me dijo cuando supo que mi gran sueño era ser madre soltera y había venido a cumplir su palabra, por eso señalaba su estómago con la pistola, porque iba a matarlos. Iba a matar a mis hijos.

«¿De qué sirve tener el mundo a mis pies, si no te tengo a ti? Naciste para ser mía. No hay nadie a mi altura excepto tú, campeona. Te ofrezco ser la reina del mundo, solo yo puedo hacerlo. Nadie llenará tu adicción y las necesidades de tu cuerpo. Nacimos para estar juntos». Esa fue la primera vez que quise alejarme. Le pedí que por favor mantuviera distancia. «No soy tuya, ese es el problema. No me interesa ser la reina de un castillo cuyas bases son la miseria. Eres repugnante», respondí zafándome de sus brazos y una bofetada me hizo sangrar la boca. «No me duele. No me asustas. Tendrás que quitarme la maldita vida, y ni siquiera así voy a temerte. No tienes poder sobre mí. Vuelve a golpearme y el resultado seguirá siendo el mismo: Nunca voy a ser tuya».

Todo a mi alrededor empezó a ir lento. Volteé a mirar a Sophia para ver si ella también lo había visto, pero estaba distraída intercambiando sonrisas con Julie. Por inercia puse mi mano sobre la de ella y la apreté con fuerza, mientras con la mirada busqué a Ulises, quien al verme, se percató de que algo no estaba bien y comenzó a avanzar hacia mí. Ojalá hubiese podido intervenir a tiempo y neutralizar a Zach antes de... provocar la desgracia. Pero no, no fue así.

Y no sé si fue descuido de ellos o si fue culpa mía por reaccionar como lo hice, pero al ver a Zach quitar el seguro de su pistola, mientras reemplazaba la sonrisa de su rostro por una mirada amenazante, solo pude gritarle a Ulises y señalar hacia donde estaba él, sin medir las consecuencias de lo que mi acción podía provocar.

Lo siguiente que escuché fue un disparo.

Zach había disparado hacia mí y no había acertado.

Pero un segundo disparo hizo eco en mis oídos y fue suficiente para que todo cambiara y fue tan rápido que me detengo a pensar tratando de unir los puntos y no lo logro. El segundo disparo iba hacia mí, y ella lo detuvo con su cuerpo.

Ella se puso en medio sin pensar en su propia vida solo para defenderme. Me empujó haciéndome caer al piso y la vi caer. La vi golpearse la cabeza con el borde del escalón de la tarima en cámara lenta y lo siguiente que vi fue sangre.

Mi mente se nubló. Solo escuchaba los gritos de la multitud. El caos se apoderó del salón y todo empezó a ir tan rápido, que desde el piso intenté ir hacia su cuerpo. Sophia también estaba allí pero mi cuerpo iba lento. Quise ir hacia ella y no pude moverme.

Lo siguiente que recuerdo es una sensación de angustia incontrolable abriéndose espacio en mi cuerpo y el rostro de Sophia apareciendo en mi cabeza. Una frase se repetía en mi mente. «Necesito protegerla» ese siempre fue mi precepto cuando se trataba de ella. «Necesito cuidarla» me repetí y los nervios pasaron a un segundo plano, porque mi necesidad de ir hacia ella fue más grande.

Me levanté y corrí hacia donde estaba, y ese miedo, ese que nunca pensé que iba a experimentar, se presentó ante mí. Una mancha roja se expandía por su ropa a gran velocidad sobre su pecho, y yo que fui de inmediato a revisar su cabeza me sorprendí con la sangre que salía de su camisa y bañaba el piso.

Sophia se había metido en medio.

Ella había logrado empujarme para que no me dispararan y ahora estaba herida.

Me arrojé al piso para sostenerla y coloqué mi mano sobre la sangre. Sophia comenzó a toser y no supe si había sido por la presión que estaba ejerciendo en su herida, así que quité mi mano para no lastimarla y la llevé hasta su rostro. «¡Necesitamos una ambulancia! ¡Una maldita ambulancia!» grité hacia mi equipo, sin soltar a Sophia. «Vas a estar bien. Ya vienen a atenderte, artista. Vas a estar bien» le dije intentando calmarla, pero nadie venía.

A nuestro alrededor la atmósfera era de caos. Habían pasado pocos segundos y para mí fue una eternidad.

- Tenemos que sacarte de aquí -me dijo Mateo, al tiempo que me levantaba del piso y trataba de llevarme con él ejerciendo una fuerza abrupta.

-Suéltame. -Me solté, pero él volvió a sujetarme en su intento por protegerme.

-Ulises acaba de matar a Zach, pero el perímetro no es seguro. ¡Tenemos que irnos! -me repitió Mateo y saqué fuerzas de donde no las tenía para tratar de soltarme. Él me cogió entre sus brazos levantándome a la fuerza cuando volví a intentar agacharme hacia Sophia.

Traté de soltarme una y otra vez, le grité que me dejara y él parecía estar fuera de sí. No acataba mis órdenes, estaba desesperado por protegerme y no entendía mi desesperación.

-¡Hijo de puta! Suéltame y no vuelvas a tocarme. ¡No voy a separarme de ella! ¡No pienso dejarla sola! ¡No pienso ir a ninguna parte! -grité, golpeándolo en el pecho y volví a agacharme sobre el cuerpo de Sophia, desplomado en el piso-. ¡Ayuda! ¡Ayudaaa! ¡Necesitamos una maldita ambulancia! -pedí y comencé a gritar- ¡Ayuda! ¡Ayúdenme! ¡Julieee! -mis gritos eran cada vez más altos y desesperados-. ¡Necesitamos un maldito hospital! Una ambulancia. ¡Ulises! ¡Maldita sea! ¡Sophia necesita ayuda!

Sostuve la cabeza de Sophia entre mis piernas, sus lágrimas caían y ella comenzó a toser.

-¡Me prometiste que nunca más harías de heroína! ¡Me prometiste que no ibas a hacerlo! Esa bala era para mí. ¡Yo me lo merecía! Tú no -le reclamé quebrándome en llanto y ella apretó mi mano.

-Sus vidas valen más que la mía, Key, yo volvería a hacerlo otra vez -hizo un esfuerzo para hablar y comenzó a toser con más fuerza, como si estuviera asfixiándose, mientras las lágrimas le invadieron el rostro enrojecido.

-Tu vida es la más valiosa del mundo, preciosa, ¡la más valiosa del mundo! Y necesito que seas fuerte porque fui una mentirosa cuando te dije que mis hijos no sabrían de ti. Ellos sabrán que tienen a la madre más valiente y estúpida del mundo. Tienes que quedarte para que les cantes y los enseñes a pintar. -Lloré desesperada tratando de aferrarme a la idea de que estaría bien-. Te prometo que si vives no voy a irme. Voy a quedarme contigo para siempre.

-Julie... -Sophia empezó a llamarla mientras tosía y se tocaba el pecho, como si le costara respirar-: Julie.
Apenas y podía hablar, la tos se incrementó y me di cuenta de que estaba muriéndose. Mateo, que antes había sido un maldito idiota, vino hacia mí con Julie, él la había ayudado a subir a la tarima.

-Estoy aquí, estoy contigo -respondió Julie, arrancándole la camisa con una tijera para ver la herida.

Ella tenía la maleta que le había regalado. Sus lágrimas rodaban a través de su mejilla, pero se veía determinada. Su cuerpo estaba temblando, pero aun así actuó rápido, examinándole la herida.

Ni siquiera sé de dónde sacó las fuerzas para auscultarla, estaba haciéndolo cuando Sophia comenzó a toser de nuevo con más intensidad, estaba ahogándose.

-¡Se está muriendo! Está dejando de respirar -grité hacia Julie-. ¡Su cara está morada! ¡Está quedándose sin oxígeno!

Pensé que iba a irse para siempre cuando Julie habló para sí misma «Hemoneumotorax traumático, acumulación de aire en el espacio pleural entre los pulmones y la pared torácica, mucho aire comprimido en la cavidad pleural, el pulmón está colapsado». Ni siquiera sé cuándo la consiguió, pero sacó de la maleta roja una aguja gruesa antes de repetir en medio de sus lágrimas: «Descompresión del neumotórax. Inserción en el espacio intercostal para permitir salida del aire acumulado» fue lo último que dijo en voz alta y lo siguiente que hizo fue clavar una aguja con fuerza sobre el cuerpo de Sophia.

Solté un grito de espanto ahogando mis ganas de arrancarle la cabeza y juro que iba a matarla, de no ser porque había funcionado. Sophia soltó un montón de aire y abrió los ojos hacia nosotras recuperando el oxígeno.

-Dijiste que estaríamos juntas, pedimos un deseo y dijiste que el universo lo escuchó. ¡Tú no vas a irte a ningún lado! -Julie habló hacia ella sin dejar de brindarle primeros auxilios-: Estoy aquí contigo y no voy a perderte. Por favor, concéntrate en mí, ¡no puedo vivir sin ti!

Julie besó su rostro sin dejar de llorar. La observé dejando besos en su frente, en su nariz y diciéndole una y otra vez que fuera fuerte. La sangre seguía saliendo, las manos de Julie y su camisa estaban empapadas.

-El deseo se cumplió. Tú y yo nos cumplimos -fue lo que dijo Sophia y apenas se entendía, hablaba despacio, sin fuerza y sus ojos verdes estaban vacíos por la debilidad-: Tú me curaste, princesa, te amo -fue lo último que dijo Sophia y costó entenderla, habló con dificultad antes de cerrar los ojos.

-¡Sophi! ¡Sophia! Por favor, Sophia -Julie gritó en un intento de hacerla despertar-: No me dejes sola. ¡No me dejes sola!

-Sophia, levántate ya mismo. ¡Es una maldita orden! -le grité al tiempo que limpiaba mis lágrimas para poder verla con más claridad con la esperanza de que abriera los ojos.

Quise gritar y lo hice, grité por dentro. Grité en mi interior. Se cayeron los castillos, se derrumbó mi mundo, y todo dentro de mi mente estaba haciéndose pedazos. El color que me había dado Sophia estaba desapareciendo dejando a su paso solo oscuridad.

En ese instante llegó la comitiva de doctores, moviéndose con rapidez.

-La paciente recibió un impacto de bala en el hemitorax izquierdo presentando un hemoneumotórax compresivo, apliqué una técnica de descompresión del neumotórax -Julie habló explicándole a los doctores en medio de sus lágrimas, mientras trasladaban a Sophia en la camilla, hasta que su parte profesional se vio mermada por sus sentimientos-: ¿Ella va a estar bien? ¿Van a salvarla? ¡Ella tiene que estar bien! -sus palabras no cesaron y me apresuré a correr detrás de la camilla mientras en el trayecto, los doctores se ocupaban de Sophia.

Solo entonces vi a Julie quebrarse por primera vez. Soltó un grito desesperado y gutural que llenó todo el espacio clavándose en cada parte de mi ser. Segundos después la vi montarse en la ambulancia y todo estaba borroso. Cerraron las puertas y avanzaron alejándose con la persona que amaba adentro. Sabiendo que su vida corría peligro por salvar la mía.

Ella había puesto su cuerpo para recibir una bala que debía ser para mí.

El aire que tenía retenido salió de golpe y me desplomé de rodillas en la entrada del hotel. Ulises me sostuvo tratando de calmarme. No paraba de repetirme que lo habíamos logrado, que Zach estaba muerto. De pronto vi a un grupo de policías llevarse a Logan esposado como si se tratara de un criminal.

Empujé a Ulises y me quedé con las rodillas pegadas en el asfalto sumida en mi dolor. Las cámaras trataron de captar mi rostro y me di cuenta de que no tenía nada, lo había perdido todo.

Respiré tratando de repetirme que estaría bien, y pensé en el cuadro, pensé en la forma en la que pintaba sobre la luz, sobre el paraíso, sobre el lugar al que iba a irse. Solo entonces recordé sus palabras de la noche anterior: «Mi alma sabe que hoy es nuestra última vez», recordé sus lágrimas y la forma en la que me abrazaba con esa necesidad de que no me fuera, y pensé que era por mi despedida, pero no fue así. Ella pintó un cuadro para sus propios hijos, con impaciencia, pintando como si fuera su última vez, porque quizá no tendría otra oportunidad.

Mi equipo y muchas personas trataron de asistirme, mientras gritaba de la desesperación, ahogándome con mi propio llanto. Metí la cabeza entre mis piernas y me abracé a ellas sin importarme el lugar.

Ya todo había perdido el sentido para mí.

Debía ser yo. Esa bala iba para mí.
Yo debía estar en esa ambulancia, no ella.

-Tus bebés te necesitan, ellos están asustándose y les hace daño que estés así. Pueden correr riesgos mortales, y sé que es difícil de entender, pero levántate, levántate por ellos, levántate por tus hijos -fueron las palabras de Mateo.

Sin controlar mi cuerpo una fuerza por encima de mí me hizo levantarme del suelo y por primera vez sentí el verdadero instinto materno. Debía cuidarlos. Debía ser fuerte por ellos. Pero también por Sophia. Ella me necesitaba y no sé cómo lo logré, pero en los minutos del trayecto a la clínica hice llamadas importantes. Movilicé a la madre de Julie y a Chiara, pero también a los mejores doctores de Nueva York.

Haría todo lo que estuviera en mis manos para que Sophia sobreviviera.

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