Crown

Por SamR_16

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Liah, princesa de Evigheden, próxima monarca del reino más grande y poderoso conocido hasta la fecha. Luna, p... Más

Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capitulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
XIV
XV
Recuerdo I
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L (50)
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII
Epílogo

Capítulo XLII

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Por SamR_16

SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE NYX

LUNA'S POV

Muy por lo temprano habíamos llegado a Nyx. Prácticamente, había huido de Evigheden cuando se me prohibió salir de allí a mi reino.

Suspiré mirando lo hermoso que era el territorio y todas las personas a nuestro alrededor, mirándonos curiosos. El carruaje real no pudo llegar a las puertas del palacio por orden de Liah la última vez que estuvo aquí.

Seguramente ella había tomado sus propias medidas de seguridad y yo no era nadie para rebatirlas.

Me acerqué a los guardias que estaban en la puerta con un uniforme de metal y siendo identificados por el oro incrustado en algunas partes de sus uniformes pesados. Ambos, me miraron atentos.

-Zúrich, entregales el papel.

Zúrich lo hace, uno de los guardias lo lee atentamente y me mira fijamente.

-¿Dónde está Su Majestad la reina Liah y por qué no vino con usted?

Cuestionó con voz fuerte y sin darnos pase a ningún lado. Seguían en la misma posición, mirándonos de la misma manera.

-Estás tratando con tu reina, soldado.

Zúrich rebate casi de inmediato al escucharlo hablarme de esa manera. Me preguntaba cuántas personas habrían llegado aquí para reclamar este lugar.

-No hay comprobante de ello...

Se niega firmemente.

Antes de poder volver a hablar, un hombre con barba y cabello gris se acerca con grandes pasos. Vestía un uniforme de soldado, pero no usaba el mismo pesado traje de metal.

-Dejándle pasar. Su Majestad la reina Luna, es la esposa de Su Majestad la reina Liah.

Ambos soldados fruncen el ceño, pero se irguen de manera majestual casi sacándome dos cabezas. Tragué grueso cuando movieron sus armas haciendo un sonido estruendoso.

Uno de ellos, con pasos previamemte ensayados camina hasta la puerta y la abre ante mí. Inclina su cabeza y me deja pasar con Zúrich detrás de mí.

El hombre de cabello gris sonríe y inclina la cabeza y su cuerpo como saludo.

-Su Majestad, es un placer conocerla y tenerla en nuestras tierras.

Se irguió y sonrío de manera tranquila. Parecía genuino su entusiasmo al tenerme frente a él.

-Quisiera que fuera en mejores condiciones...

Murmuro mirando alrededor. Estaba consciente que todos estaban enterados del creciente problema en Evigheden.

-Disculpe, soy el general a cargo de todo el reino hasta que Su Majestad la reina Liah nos pusiera alguien a nuestro cargo.

-Sí, hablando de eso...

No sé en que momento, Zúrich, había vuelto a recuperar el papel de mi traslado como la reina de este lugar, pero lo había hecho y lo agradecía. El general lo leyó y sonrío grandemente.

-Enhorabuena, Su Majestad. Bienvenida a su reino.

Sonreí y lo seguí cuando nos empezó a guiar hacía los jardines delanteros del palacio.

-Mi nombre es Leandro Mercosur, general al mando de todo el reino. Ahora, soy su general al mando hasta que planee reemplazarme. Puede preguntarme acerca de cualquier tema y yo lo sabré.

Asentí y agradecí. Necesitaba un vaso de agua.

-Él es Zúrich Omán y es mi guardia y consejero personal.

Ambos estrecharon sus manos.

-¿Puedo preguntar acerca del paradero de la reina Liah? Han habido rumores que está pasando por una guerra de su antigua tierra, Su Majestad.

Quise negarlo y decir que simplemente tenía muchas cosas que hacer y prefirió no venir. En cambio, debía decir que su vida estaba en peligro al igual que la de toda Evigheden y por eso me vi en la obligación de venir.

-La verdad, General Leandro, hemos venido porque necesitamos ayuda de su pueblo.

Murmure algo apenada esperando cualquier reacción de su parte.

-No más, Su Majestad. Ahora, es su pueblo y usted puede hacer lo que quiera con ella. La integrante de la mesa con la cuál discutir es conmigo. Somos un sistema absolutista.

Comento sin mucho problema y aceptando cualquier decisión de manera rápida.

-¿Absolutista?

Mi pregunta salió justo como lo había pensado.

-Sí, Su Majestad. Hace algunos años atrás, los pueblerinos se creían con la total libertad de opinar acerca de todo lo que querían. Los reyes eran muy benévolos y cuando quisieron hacerle un regalo para su hija primogénita, los pueblerinos pensaron que no era lo correcto y en tanto ajetreo, la princesa terminó asesinada. Los reyes cayeron en depresión y en un odio hacia su propio pueblo hicieron que el reino fuera absolutista y poco después, ellos huyeron dejando estas tierras a merced de cualquiera. Para nuestra buena suerte, la reina Liah, nos reclamó.

Ellos no huyeron... Ellos fueron amenazados por mi esposa.

-Eso suena tan trágico.

Él suspira y hace que abran las puertas principales para nosotros. Soy la primera en entrar y ver el vestíbulo de la mansión. Era simplemente hermoso.

-La vida no es siempre justa, Su Majestad Luna, y la pequeña Jezzavell fue testigo de eso.

La tristeza me recorrió haciendo que quisiera llorar y vomitar.

-Necesito un vaso de agua, por favor

Pido mientras me sujeto de Zúrich. Leandro fue rápido en buscar un vaso de agua y traer un asiento cerca de mí. Me tendió el vaso y tomé reguladamente para no sufrir de algo. Zúrich me miraba preocupado, incado a mi lado.

-Quisiera decírselo por mi propios medios, General Leandro, pero Zúrich estará más capacitada para hablar de estos temas.

El general me miró confuso. Luego miró a Zúrich.

-¿Temas? ¿Qué temas?

-Zúrich, por favor.

Él entendió rápidamente y en seguida se encontraba dando detalles de nuestra estrategia para lograr sacar a Liah de su cárcel.

Al finalizar de contarle nuestro plan, el general simplemente nos miró sorprendidamente y sopesando la idea.

-Su Majestad Luna, este reino le pertenece de ahora en adelante. Por mi parte, no encontrará alguna negatividad.

Sonreí agradecida.

-Muchas gracias, general.

-Solo llámame Leandro, por favor.

Asentí.

-Zúrich, por favor, estarás al mando de organizar todo junto al general. Necesito tomar reposo.

Pedí poniéndome de pies. Leandro asintió rápidamente y pidió arreglar una habitación para mí y una cercana para Zúrich.

-La cena no tardará en servirse, Majestad.

-Debo comer para dormir mejor.

Acordé. Zúrich sonrío girándose para ocultar mi última fascinación por la comida a cualquier hora del día.

-Nyx es hermoso, Leandro.

Comenté mirando por el gran ventanal. El palacio se encontraba situado en una pequeña colina haciendo que resaltará sobre las demás casas y así dejaba una hermosa vista de todo el pueblo y más allá de los límites.

-Nyx es un pueblo pacífico, Majestad, siempre han habido muchos visitantes y personas importantes entre nosotros por nuestra manera de ser. Aborrecemos lo malo y lo castigamos para que no pase más.

-Si tan solo los demás reinos fueran así.

Él sonrío.

-Los antiguos reyes no lo tuvieron fácil, Majestad. Mis padres me contaban mucho acerca de los años pasados y muchos más antiguos que venían de generación en generación. Nyx en algún momento de su vida, quedo como el reino Calanthe.

-¿Tan malo así?

Cuestioné, asombrada y curiosa. Leandro asintió con desganada.

-Este pequeño pueblo ha pasado por muchas cosas. Algunas para bien y otras para mal. Esperamos que usted pueda ayudarnos a que esto siga siendo para bien.

Suspiré y sonreí con esperanza, al igual que él.

-Tengo muchas cosas por aprender, Leandro.

-Y a mí me faltan bastante años para morir.

Ambos reímos y nos sentamos a la mesa. Zúrich se quedó a mi espalda. Lenadro lo miró confuso.

-Siéntese a comer, Zúrich.

El general lo invito de manera cortés. Me giré para verlo y asentir. Yo me había cansado de invitarlo a hacerlo y que me rechazará, parecía que me hubiera acostumbrado.

-No es bien visto que coma al lado de mi reina, general.

-Venga, este es otro reino y Su Majestad la reina Luna no tiene ningún inconveniente, ¿verdad?

Para ese momento yo me encontraba engullendo las frutas que habían sido puestas frente a mí. El general tenía la mirada puesta en mí con una sonrisa tranquila. Sonreí avergonzada y sentí mis mejillas calientes.

-Siéntate, Zúrich, no desobedezcas la orden de tu reina.

Bromeé. Solo quería comer con prisa. Tener que alimentar dos estómagos no era para nada fácil.

Zúrich no tuvo otra opción que obedecer y sentarse a mi derecha.

Los platos se sirvieron con rapidez y prontamente nos vimos comiendo cada uno su porción.

-No me puedo imaginar cuánto debe estar doliéndole la desaparición de su esposa. En serio, espero que las tropas puedan ayudarla en algo.

Dejé de comer para asentir a su comentario. Debía poder lograr algo con estas tropas o mis posibilidades se estarían acabando. No tenía todo el tiempo del mundo y tampoco todo el poder que portaba Liah, aún cuando tenía su apellido y era su esposa.

-Debemos ponernos en marcha con rapidez. No podemos perder un segundo más.

Zúrich hablo luego de terminar su primera porción. Parpadeé varias veces cuando rechazo el segundo plato. Yo me encargaría de comérmelo.

Leandro asintió y ambos salieron del comedor charlando acerca del plan. Quería sentirme más parte de todo lo planeado, pero sabía que podía ser una carga, además, sabía todo lo que se haría y lo había aprobado.

"-No debes tener tus narices en todo lo que pase en el pueblo, Luna. Debes aprender a confiar en ellos y ellos deben aprender a ganarse tu confianza, ¿entendiste?-"

La voz de Liah vino a mi mente como un rayo. No podía creer que cada pequeña de frase de Liah en algún momento me pareció fuera de lugar o tiempo, pero ahora, estaba siendo útil, aún sin ella a nuestro lado.

Liah, te estaré esperando con los brazos abiertos. No solo yo, nuestro heredero también te estará esperando.






_______________________
Nota de la autora:

Buenas buenas, aquí el capítulo del día.

¿Qué tal les está pareciendo la historia?

Aún no tengo decidido el sexo del pequeño, ¿podrían ayudarme con eso? Pueden dejar su comentario aquí.

Sin más que decir.

Nos leemos en el próximo capítulo.

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